Que Es El Evangelio De Dios?

Que Es El Evangelio De Dios
Qué es el Evangelio: – El evangelio es un conjunto de 4 libros contenidos en el Nuevo Testamento en donde narra la vida, enseñanza y milagros de Jesucristo. La palabra evangelio es de origen latín “evagelium ” y, esta a su vez proviene del griego ” evanghélion “, la misma esta compuestos por 2 vocablos ” ev ” que significa ” bien ” y ” angelos ” que expresa ” mensajero “, por lo tanto, significa ” buena nueva o mensaje feliz”.

  1. Los 4 libros que forman el Nuevo Testamento son de los evangelistas Lucas, Mateos, Juan y Marcos, los cuales son conocidos como los evangelios canónicos y, en cada celebración eclesiástica es compartido con los creyentes uno o varios capítulos con el fin de razonar la vida de Jesucristo y las enseñanzas que dejó;

Asimismo, no existe una idea clara sobre la redacción de los evangelios, es decir, si fueron escritos en arameo o griego, lo que se tiene es una gran certeza es que los evangelios no fueron compuestos por ellos mismos ya que los evangelistas correspondían de una clase humilde y, por lo tanto, no sabían leer ni escribir, más si fueron asentados por algunos seguidores de Jesús, personas bien educadas e instruidas.

En consecuencia de lo indicado anteriormente, se puede observar en los evangelios discordancia con los hechos redactados, por ejemplo: “en el libro de Juan indica que Jesús aún no había ascendido al cielo 2 días después de su muerte, en cambio, en el libro de Lucas expresa que Jesús estaría en el mismo día de su muerte con el ladrón en el paraíso”, también, se observa una confusión geográfica de la zona de Judea y Galilea, es por ello, que se deduce que los 4 libros no fueron escritos directamente por ellos ni por discípulos directos de Jesús.

Por otro lado, para los católicos, evangelio no sólo significa los 4 libros que relata la vida, enseñanza y sacrificio de Jesús para ofrecer a la humanidad la salvación, es también la buena noticia de transformar la vida del individuo que escucha “la palabra del Señor” por medio de la lección que deja cada una y del compromiso que adquiere el creyente de cumplir lo enviado por el Señor.

¿Qué es el Evangelio de Dios según la Biblia?

Los Evangelios son la Buena Noticia de la llegada del Reino de Dios. Son los cuatro libros más importantes del Nuevo Testamento porque narran la vida de Jesús, su muerte y su resurrección. Estos libros fueron escritos por personas que vivieron en la época de Jesús y narran los acontecimientos que ellos mismos presenciaron o de los que otros cristianos fueron testigos. Los autores de los evangelios son los evangelistas inspirados por el Espíritu Santo:   Mateo, Marcos, Lucas y Juan Cada uno tiene su símbolo, abreviatura, característica, … Y cada uno tuvo una profesión diferente antes de seguir a Jesús. Descúbrelo todo aquí:   Que Es El Evangelio De Dios Haz clic sobre la imagen y te llevará a la Biblia. Haz clic en apartado del Nuevo Testamento. Después elige “EVANGELIOS”, elige tu evangelista haciendo clic sobre él y le conocerás mejor. Puedes ver algunos de los trabajos realizados por los alumnos de 3ºA y 3ºB en la siguiente entrada del blog:.

¿Qué es para nosotros el Evangelio?

El Evangelio en nuestra vida “Él nos ha dado Su Expiación, Su Evangelio y Su Iglesia, una combinación sagrada que nos da la seguridad de la inmortalidad y la oportunidad de obtener la vida eterna”. Hace unos años vi una divertida caricatura en el periódico en la que aparecía un clérigo conversando con una pareja de “hippys” montada en una motocicleta.

“Nosotros vamos a la iglesia”, decía uno de ellos al clérigo. “Hemos estado yendo por años… pero aún no hemos podido llegar hasta allí” 1. Muchos de nuestros familiares y amigos aún no han llegado a la iglesia tampoco; tal vez asistan de vez en cuando, pero todavía no están disfrutando de todas las bendiciones de la participación y del prestar servicio en la iglesia.

Es posible que otros sí asistan con regularidad, pero se abstienen de obligaciones y del buscar el renacimiento espiritual personal que viene de entregar el corazón a Dios. Ambos tipos de personas se privan de algunas bendiciones especiales en esta vida, y ambos están en peligro de privarse de las bendiciones más gloriosas de la vida venidera.

  1. Pablo enseñó que el Señor dio profetas y apóstoles para “perfeccionar a los santos… la obra del ministerio… [y] la edificación del cuerpo de Cristo” (Efesios 4:12);
  2. Las personas que no estén participando plenamente en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y que no estén buscando también una conversión espiritual personal se están privando de experiencias que son esenciales bajo el gran plan de felicidad divinamente establecido;

Las enseñanzas y la obra de la Iglesia son esenciales para llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre (véase Moisés 1:39). Ruego que muchas de las personas que me estén escuchando tengan una confirmación espiritual de la importancia de la misión de la Iglesia de edificar y exaltar a los hijos de Dios.

  1. Ruego en especial que aquellos que no estén disfrutando aún las bendiciones de la plena participación y dedicación busquen esa confirmación, la obtengan y hagan algo al respecto;
  2. Hace más o menos diez años, mientras estaba en una conferencia de estaca en los Estados Unidos, me presentaron a un miembro que por muchos años no había participado en la Iglesia;

“¿Por qué razón habría de regresar a la actividad de la Iglesia?”, me preguntó ese miembro. Considerando todo lo que el Salvador ha hecho por nosotros, respondí que sería fácil ofrecer algo en servicio a Él y a nuestro prójimo. Mi interrogador consideró esa idea por un momento y luego hizo esta asombrosa respuesta: “¿Y qué ha hecho Él por mí?”.

  1. Esta increíble respuesta me hizo pensar en lo que la gente espera recibir de Jesucristo, de Su Evangelio y de su participación en Su Iglesia;
  2. Pensé en otros que han dicho que dejaron de asistir a la Iglesia porque la Iglesia “no satisfacía sus necesidades”;

¿Qué necesidades esperarían que la Iglesia satisficiera? Si las personas simplemente buscan una experiencia social satisfactoria, tal vez se decepcionen en un barrio o en una rama particular y busquen otras relaciones. Hay experiencias sociales satisfactorias en muchas organizaciones.

Si esas personas simplemente buscan ayuda para aprender el Evangelio, podrían lograr esa meta mediante la literatura que está a su alcance. Pero, ¿son esos los objetivos primordiales de la Iglesia? ¿Es eso todo lo que esperamos recibir del Evangelio de Jesucristo? Alguien ha dicho que según lo que busquemos, eso obtendremos.

Las personas que asisten a la Iglesia con el único propósito de obtener algo de naturaleza temporal tal vez se desilusionen. El apóstol Pablo escribió desfavorablemente en cuanto a las personas que “no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres” (Romanos 16:18).

  1. Las personas que asisten a la Iglesia con el fin de dar a su prójimo y servir al Señor raras veces saldrán desilusionadas;
  2. El Salvador prometió que “el que pierde su vida por causa de mí, la hallará” (Mateo 10:39);

La Iglesia nos brinda oportunidades para servir al Señor y a nuestro prójimo. Si se dan de la manera correcta y por las razones correctas, ese servicio nos compensará más que cualquier otra cosa que se nos haya dado. Millones de personas sirven de manera desinteresada y eficaz como oficiales o maestros en las organizaciones de la Iglesia y aquellos que lo hacen experimentan la conversión descrita por el profeta que nos suplicó “venid a Cristo, y perfeccionaos en él” (Moroni 10:32).

  • A lo largo de mi vida he sido bendecido por pertenecer a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y participar en ella;
  • Es imposible describir las formas en las que la Iglesia ha sido una bendición en mi vida y en la de mis seres queridos, pero menciono unos ejemplos con la esperanza de que eso añada la persuasión personal a los principios descritos;

La asistencia a la Iglesia cada semana proporciona la oportunidad de participar de la Santa Cena, como el Señor nos lo ha mandado (véase D. y C. 59:9). Si actuamos con la debida preparación y actitud, el participar de la Santa Cena renueva el efecto purificador de nuestro bautismo y nos hace acreedores de la promesa de que siempre tendremos Su Espíritu con nosotros.

Una de las misiones de ese Espíritu, el Espíritu Santo, es el testificar del Padre y del Hijo y de llevarnos hacia la verdad (véase Juan 14:26; 2 Nefi 31:18). El testimonio y la verdad, que son esenciales para nuestra conversión personal, son la cosecha especial de esa renovación semanal de nuestros convenios.

Yo he disfrutado del cumplimiento de esa promesa en las decisiones cotidianas de la vida, así como en mi progreso espiritual personal. Me entristece cuando un Santo de los Últimos Días no entiende la valiosa bendición que reciben aquellos que observan el mandamiento de ofrecer sus sacramentos cada día de reposo.

¿Qué hay en la vida —en los lagos o arroyos, en los lugares de recreo comercial o el quedarse en el hogar para leer el diario dominical— que brinde algo que se le compare a esas bendiciones? Ningún placer recreativo puede igualar la renovación purificadora y la guía y el progreso espirituales que Dios ha prometido a aquellos que participan fielmente de la Santa Cena y le rinden tributo cada día de reposo.

Doy gracias por el cumplimiento de esas promesas en mi vida, y reitero que están al alcance de todos. Al llegar a la edad de responsabilidad y comprender y experimentar el efecto del pecado personal, las enseñanzas del Evangelio de Jesucristo me dieron la paz y el valor para salir adelante con el conocimiento de que mis pecados podrían ser perdonados y de que siempre hay esperanza y la posibilidad de recibir misericordia para los que son deficientes.

Al pasar por la muerte de seres queridos, entre ellos mi padre, mi madre y mi esposa, las revelaciones consoladoras del Espíritu Santo me dieron la fortaleza para seguir adelante. El Espíritu afirma que hay propósito en las adversidades terrenales y brinda la seguridad de la resurrección y la realidad de las relaciones familiares que han sido selladas por la eternidad.

La doctrina y las enseñanzas del Evangelio de Jesucristo han sido una bendición a través de mi vida. Tal como lo enseñan las Escrituras y los líderes y maestros de esta Iglesia, el Evangelio ha sido una lumbrera en mi camino y el ímpetu de mi progreso temporal y espiritual.

  1. Como enseñó Brigham Young, las leyes del Evangelio “enseñan a los hombres a ser verídicos, honrados, castos, sensatos, trabajadores, ahorrativos y a amar y practicar toda buena palabra y obra… elevan y ennoblecen al hombre… [y] si se obedecen totalmente, traen salud y fortaleza al cuerpo, claridad a las ideas, poder a las facultades del raciocinio así como salvación para el alma” 2;
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Entre las muchas bendiciones que he recibido de las enseñanzas del Evangelio se encuentran las que se han prometido por observar la Palabra de Sabiduría. Para mí, han sido salud y conocimiento y la capacidad para “[correr] sin fatigarse y [andar] sin desmayar”, y el cumplimiento de la promesa de que “el ángel destructor pasará de ellos, como de los hijos de Israel, y no los matará” (D.

y C. 89:18–21). El Evangelio nos enseña a pagar nuestros diezmos y ofrendas, y nos asegura bendiciones si lo hacemos. Testifico en cuanto al cumplimiento de esas promesas en mi vida. He visto abrirse las ventanas de los cielos en mi propio beneficio para concederme innumerables bendiciones.

Entre ellas, está la capacidad de ver la importancia relativamente ínfima que tienen las posesiones, el orgullo, la prominencia y el poder de este mundo en comparación con la eternidad. ¡Cuán agradecido estoy por el enfoque y la paz que provienen de un entendimiento basado en el Evangelio en cuanto al propósito de la vida y su relación con la eternidad! Desde mis primeros años, a través de mi educación, casamiento, hasta la madurez y más allá, la Iglesia me ha proporcionado relaciones personales con las mejores personas del mundo.

Maestros y compañeros en la Escuela Dominical y la Primaria, en escultismo y otras actividades para los jóvenes, en actividades de quórum, barrio y estaca me han brindado los mejores ejemplos y amistades posibles.

Naturalmente, en nuestra Iglesia no es el único lugar donde se encuentran buenas personas, pero contamos con una extraordinaria concentración de ellos. Mi asociación en la organización de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días me ha dado la base para reconocer, valorar y ensanchar mi relación con personas de calidad de otras iglesias y organizaciones.

  • Debido a que mi padre falleció cuando yo tenía ocho años de edad, a temprana edad tuve razón para dudar en cuanto a los propósitos del Señor al haberme privado de una relación que otros muchachos disfrutaban y que pasaban por alto;

Como sucede con muchos otros desafíos mortales, la perspectiva del Evangelio de Jesucristo llenó ese vacío. Cuán agradecido estoy de que mi hermano, mi hermana y yo fuimos criados por una madre viuda que se valió de su fe y del casamiento en el templo de mis padres para que nuestro padre desaparecido fuese una presencia cotidiana en nuestras vidas.

Nunca tuvimos razón para sentir que no teníamos padre; teníamos un padre, pero estaba ausente por un tiempo. Pocas cosas son más importantes en esta vida que el saber el lugar que ocupamos en la mortalidad y el potencial que tenemos en la eternidad.

Los matrimonios sellados por la eternidad en un templo del Señor proporcionan esa posibilidad para todo niño y para todo adulto. A través de los años, mi activa participación en la Iglesia me ha dado acceso al consejo y a la inspiración de los líderes de la Iglesia en cuanto a lo que debía hacer como esposo y padre, y como líder de mi familia.

Una y otra vez, en conferencias de estaca y generales, en quórumes del sacerdocio y en clases de la Escuela Dominical, he recibido enseñanzas y la inspiración de padres, madres y abuelos maravillosos y con experiencia.

Me he esforzado por seguir esas enseñanzas a fin de mejorar mi participación en esos vínculos que perdurarán en la eternidad. Para citar un ejemplo, se me ha enseñado el poder de una bendición del sacerdocio, no tan sólo de una bendición para sanar, sino una de bendición de consuelo y guía que un padre que posee el Sacerdocio de Melquisedec tiene el privilegio de dar a los miembros de su familia.

  1. El aprender ese principio y llevarlo a la práctica me ha bendecido a mí y a mis seres queridos con la dulzura y la unidad que únicamente se logra al percibir el significado que tiene el sacerdocio de Dios en una familia eterna;

Estoy también agradecido por las amonestaciones de las Escrituras y de los líderes de la Iglesia en cuanto a lo que debemos evitar. Al seguir ese consejo, he podido evitar los peligros que de otro modo me atraparían y me esclavizarían. El alcohol, el tabaco, las drogas, la pornografía, los juegos de azar son sólo unos cuantos ejemplos de las sustancias peligrosas y las prácticas adictivas que se nos ha instado evitar.

Ruego a todos, en especial a la juventud, que oigan y presten atención a las palabras de los hombres y de las mujeres que Dios ha llamado como sus líderes y maestros. Ustedes serán bendecidos si se abstienen de poner en primer plano su propia sabiduría o deseos antes que los mandamientos de su Creador y las amonestaciones de Sus siervos.

En las Escrituras se nos exhorta a tomar sobre nosotros “toda [la] armadura” de Dios a fin de que podamos “resistir el día malo”. Nos prometen que “la coraza de la rectitud” y “el escudo de la fe” “[apagarán] todos los dardos encendidos de los malvados” (D.

  1. y C;
  2. 27:15–17);
  3. Les exhorto a que obedezcan esas enseñanzas y obtengan esas bendiciones, las cuales incluyen la conversión espiritual personal —”un potente cambio… en nuestros corazones” (Mosíah 5:2)— que nos ayudará a llegar a ser lo que nuestro Padre Celestial desea que lleguemos a ser;

Los líderes de esta Iglesia dicen, como dijo el Salvador: “Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió. El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta” (Juan 7:16–17). Al igual que el rey Benjamín, sus líderes dicen: “…quisiera que consideraseis el bendito y feliz estado de aquellos que guardan los mandamientos de Dios.

Porque he aquí, ellos son bendecidos en todas las cosas, tanto temporales como espirituales; y si continúan fieles hasta el fin, son recibidos en el cielo, para que así moren con Dios en un estado de interminable felicidad” (Mosíah 2:41).

En la revelación moderna el Señor ha declarado: “Yo, el Señor, estoy obligado cuando hacéis lo que os digo; mas cuando no hacéis lo que os digo, ninguna promesa tenéis” (D. y C. 82:10). ¿Qué ha hecho nuestro Salvador por nosotros? Nos ha dado Su Expiación, Su Evangelio y Su Iglesia, una combinación sagrada que nos da la seguridad de la inmortalidad y la oportunidad de obtener la vida eterna.

¿Cuál es el verdadero Evangelio?

Él también añadió que el Evangelio verdadero, puro y sencillo son las ‘doctrinas de salvación de Cristo’ 7. En los Artículos de Fe, el profeta José Smith enseñó que ‘por la expiación de Cristo, todo el género humano puede salvarse, mediante la obediencia a las leyes y ordenanzas del Evangelio 8 ‘.

¿Cuál es el evangelio que escribió Jesús?

¿Por qué se tiraron los evangelios? – En los siglos II y III hubo intentos de dilucidar qué evangelios deberían leerse como escrituras. Los cuatro evangelios del Nuevo Testamento: Mateo, Marcos, Lucas y Juan, ya se utilizaban como escrituras en servicios eclesiásticos en Roma y quizás también en otros lugares.

Fuente de la imagen, Thinkstock Pie de foto, El Nuevo Testamento está compuesto de 27 textos. Estos evangelios fueron escritos probablemente entre mediados y finales del siglo I. Fueron aceptados o bien como escritos por los discípulos apostólicos de Jesús o por los seguidores de estos discípulos.

Algunos de los evangelios perdidos se escribieron bastante después, en los siglos II y III, y esto pudo ser un inconveniente para ellos. En comparación con lo que se convirtió en el cristianismo establecido, abierto a todos los creyentes, los evangelios perdidos eran a veces elitistas.

Hablaban de una forma misteriosa de encontrar la iluminación, a través del entendimiento de los significados ocultos en las palabras de Jesús. Una posible razón por las que no se incluyeron en el emergente Nuevo Testamento es que el objetivo no era que formaran parte de un canon más amplio o que se leyeran como escrituras en la iglesia, sino que cada uno fuera leído sólo por unos pocos elegidos.

Cuando el emperador romano Constantino se convirtió al Cristianismo en el año 312, quiso utilizarlo como forma de unificar su fragmentado imperio. Fuente de la imagen, Thinkstock Pie de foto, El Antiguo y el Nuevo Testamento son el canon de las sagradas escrituras cristianas.

Luego hubo un efecto concertado para estandarizar doctrinas cristianas y promover un canon acordado de las escrituras del Nuevo Testamento. Así que algunas de las escrituras “apócrifas” fueron apartadas, o incluso suprimidas.

Pero la gran mayoría simplemente dejaron de ser reproducidas. A finales del siglo IV, los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan fueron aceptados ampliamente como parte integral de los 27 textos que constituyen el Nuevo Testamento. Junto con el Viejo Testamento, forman el canon de las sagradas escrituras cristianas.

  • Los que sí fueron incluidos

En el evangelio de Mateo se enfatiza la descendencia real de Jesús y se rastrea hasta Abraham. Se cree que el primer evangelio fue el de Marcos, escrito entre el 65 y el 75 AD. Fuente de la imagen, Thinkstock Pie de foto, Se cree que el primer evangelio fue el de Marcos. Los evangelios de Lucas y Mateo se basaron en este texto y siguieron su planteamiento principal.

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¿Cómo explicarle a un niño que es el evangelio?

El término evangelio proviene de un vocablo griego que significa ‘buena nueva’ y hace referencia al relato de la existencia, los milagros y los postulados de Cristo.

¿Qué poder tiene el evangelio?

Si alguien le preguntara: «¿Qué es el evangelio?», ¿qué le contestaría usted? ¿Sabría qué decir? Para poder dar una respuesta satisfactoria sería necesario que entendiéramos no solo las verdades bíblicas en cuanto al evangelio, sino también lo que Cristo ha hecho en nuestra vida y cómo su poder actúa en nosotros.

Pablo quería ir a predicar el evangelio a los romanos y ver personas convirtiéndose a Cristo y siendo transformadas (Romanos 1:13). Luego, en los versículos 14-17 del mismo capítulo el apóstol afirma: (14) A griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios soy deudor.

(15) Así que, en cuanto a mí, pronto estoy para anunciaros el evangelio también a vosotros que estáis en Roma: (16) Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego.

(17) Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá. Pablo nunca pudo olvidar la experiencia que tuvo camino a Damasco (Hechos 9:1-19).

Recordemos que iba rumbo a Damasco con la autoridad de arrestar a todos los creyentes que pudiera encontrar. Para Saulo de Tarso, la muerte era algo que los cristianos merecían porque, según él, contradecían su religión y todo lo que él creía. Pero antes de llegar a Damasco, una luz le rodeó, le cegó, y él cayó al suelo.

Luego oyó la voz del Señor que le decía: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?». Y leemos cómo Dios transformó la vida de Pablo, le devolvió la vista, fue bautizado, fue lleno del Espíritu Santo y comenzó a predicar el evangelio y a dar testimonio de su fe.

Claro, en ese entonces su conocimiento teológico era muy limitado, pero había algo que él sí sabía, y lo anunciaba diciendo: «Este Jesucristo es el Hijo de Dios». Creo que una de las razones por las que no testificamos como debiéramos hacerlo, es porque no estamos convencidos del poder del evangelio.

Si en realidad creyéramos en el poder del evangelio, no vacilaríamos en confrontar a los demás con la verdad del evangelio de Jesucristo, porque estaríamos plenamente convencidos de que el evangelio tiene el poder de transformar vidas.

El apóstol Pablo sabía muy bien que este mensaje tenía el poder para cambiar la vida de cualquier persona, y él era prueba viviente de ello. El evangelio es la buena noticia acerca del sacrificio completo que Cristo, con su muerte, ofreció por el pecado de la humanidad.

  1. Es su muerte, entierro, resurrección y retorno;
  2. En eso consiste el evangelio, y el apóstol Pablo lo entendió y lo explicó mejor que nadie (1 Corintios 15:1-11);
  3. El jamás tuvo vergüenza o temor de confrontar a cualquiera con el evangelio;

Notemos primero que en el v. 14 él explica: «Soy deudor»; es decir, «tengo una obligación». Y en el versículo 15 dice: «Pronto estoy (estoy ansioso) a anunciaros el evangelio…». Y en el v. 16 agrega: «Porque no me avergüenzo…». Así que Pablo estaba entregado a la predicación del evangelio; pero, ¿qué lo movía, qué lo impulsaba a sentirse así? Se debía a que él había llegado a entender que el mensaje del evangelio tenía poder para transformar la vida de cualquier persona.

  • El poder del evangelio de Cristo no conoce límites ni barreras; y Pablo sabía que era el único mensaje que podía cambiar el mundo;
  • De manera que Pablo primero nos habla de la supremacía del evangelio de Cristo, que está muy por encima de las filosofías e ideologías humanas;

Pablo era una persona muy preparada, de mucho estudio; él conocía todas las filosofías de su tiempo. Pero cuando el Señor Jesucristo transformó su vida, se dio cuenta de que había algo extraordinario y sobrenatural en este mensaje, que nada ni nadie podía extinguirlo.

Por eso Pablo pudo confrontar a los filósofos griegos que se reunían en el Areópago (Hechos 17:16-34) para hablar y discutir de toda clase de filosofías. Pablo no tenía temor de confrontar estas filosofías, ideologías y creencias de su tiempo sin importar dónde estuviera o quién fuera, ya que él sabía que su experiencia había sido real, que había sido transformado, redimido, reconciliado, justificado por quien antes él consideraba su gran enemigo.

Él se opuso y luchó contra Dios y Jesucristo; pero ahora le amaba entrañablemente. Segundo , indica que el evangelio es suficiente para satisfacer las necesidades de cualquier persona. Ahora, cuando él dice: «no me avergüenzo del evangelio, porque es el poder de Dios para salvación», aquí hay dos puntos que quiero que analicemos.

Primero, que es el poder de Dios para salvar al hombre de la condenación del pecado. Recordemos que la Biblia dice que «la paga del pecado es muerte» (Romanos 6:23). Pero no importa lo que la persona haya hecho o lo que haya pasado en su vida o la situación en que se encuentre, lo que necesita es el mensaje de la cruz.

Pablo entendió que la muerte de Cristo en la cruz y su sacrificio por el pecado, era el cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento y de lo que representaban los sacrificios de los corderos y los otros animales. Él entendió muy bien que con su sacrificio en la cruz, Cristo estaba pagando la deuda de nuestro pecado y sufriendo nuestra condena para que nosotros no tuviéramos que morir y sufrir la condenación eterna (Colosenses 2:12-15).

  1. Cristo, con su muerte y sacrificio, estaba reconciliándonos con Dios (2 Corintios 5:18);
  2. Dios nos ha reconciliado consigo mismo por la muerte de Jesucristo;
  3. Así que Pablo anduvo predicando y diciendo: «Todo el que invoque el nombre del Señor será salvo» (Romanos 10:13 NTV);

Cuando estuvo encarcelado en Filipos, y el carcelero le preguntó que debía hacer para ser salvo, Pablo le respondió: «Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo…» (Hechos 16:31). Pablo podía decir estas palabras con valor y autoridad porque eran una realidad en su vida.

  • Era una convicción personal basada en su conocimiento de la verdad y su encuentro personal con Jesucristo;
  • Nuestro propio encuentro con Cristo debe ser algo claro y seguro en nuestro corazón;
  • En vez de hablar de lo que Cristo puede o vaya a hacer o de lo que hará, podemos hablar con autoridad y convicción de lo que Él ha hecho en nosotros;

La eficacia de nuestro testimonio está en el conocimiento de lo que dice la Biblia, y en el conocimiento personal que tenemos de lo que Cristo ha hecho en nuestra vida. Y eso es lo que este mundo perdido necesita oír. Pablo hablaba del evangelio a cualquier persona en cualquier situación porque sabía que Cristo le había redimido, salvado, rescatado, perdonado, justificado y santificado.

El resto de su vida Pablo pasó predicando y enseñando el evangelio, impulsado por lo que Cristo había hecho en su vida. Veamos otro aspecto en Gálatas 2:20: «Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí».

Me imagino que Pablo, cada vez que decía esto, se regocijaba en su corazón, porque veamos lo que el evangelio tiene el poder de hacer. El evangelio tiene poder para salvarnos no solo de la condenación del pecado sino también del poder del pecado en nuestra vida.

Si el evangelio solo nos salvara de la condenación, solo nos perdonara del pecado y solo nos justificara con Dios, pero no solucionara el problema del pecado en nuestra vida diaria, entonces todavía estaríamos en una condición miserable.

La mayoría de los creyentes no saben o no se han dado cuenta de que tienen un poder sobrenatural a su disposición para vencer el pecado cada día, es el poder del evangelio de Cristo. Claro, saben que irán al cielo cuando mueran; pero su vida diaria es una constante derrota ante el pecado porque no han llegado a entender que el poder del evangelio de Cristo está a su disposición para solucionar el problema del pecado.

  1. Entonces, ¿qué hacen estos creyentes? Pues cada noche, antes de acostarse, dicen: «Señor, perdóname otra vez de mis pecados; perdóname, Señor»;
  2. Se encuentran atrapados y dominados por el poder del pecado;

No saben o no han entendido que el poder del evangelio de Cristo no solo soluciona el problema del pecado de ahora, de ayer y de mañana, sino también me da el poder de caminar en victoria. La razón por la cual a menudo nos avergonzamos o sentimos temor de dar testimonio de nuestra fe es porque no hemos entendido bien el poder del evangelio y lo que puede hacer en nuestra vida.

  • Cuando llegamos a comprender lo que el evangelio puede hacer, no tenemos razón alguna para sentirnos avergonzados;
  • Y por eso Pablo dice: «No me avergüenzo …»;
  • Es más, dice que es «deudor», que tiene una obligación con su generación de entregarles ese mensaje;

Por eso no le importaba ser apedreado, azotado, golpeado, dejado por muerto, perseguido. En ningún momento le oímos quejarse porque estaba entregado a anunciar el evangelio, y se olvidó de sí mismo. Cuando nosotros nos entreguemos a anunciar el evangelio de esa manera, también nos olvidaremos de nosotros mismos, y nos preocuparemos más por la condición perdida de otros.

Pero eso no sucederá hasta que estemos convencidos de que no hay otro mensaje en este mundo que pueda compararse con el mensaje del evangelio de Cristo. Siempre ha habido una manera nueva de percibir las ideas, las creencias y las filosofías; pero nada jamás ha igualado el evangelio eterno, el evangelio del poder salvador de Jesucristo.

Ni la ciencia, ni la filosofía de la Nueva Era, nada en este mundo puede hacer lo que el evangelio hace. Por eso es que los filósofos y sabios de este mundo, que siempre andan en de más conocimiento y sabiduría, mueren sin haber obtenido este conocimiento.

  • Pero, cualquiera —niño, joven o adulto— puede llegar al conocimiento de la verdad, y morir con la certidumbre y la paz de que halló la salvación y la respuesta a todas sus interrogantes;
  • Esa es la sencillez del evangelio;
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Hay un tercer aspecto que hace del evangelio algo tan poderoso: …no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree. No dice que es poder de Dios para todo el que guarda la ley, o que hace obras de caridad, o que es muy religioso o muy devoto.

Lo único que uno necesita hacer para ser salvo es creer el evangelio. Creer que Cristo murió por sus pecados, que fue sepultado y que resucitó al tercer día. Además que esté dispuesto a confesar sus pecados al Señor, a aceptar su sacrificio en la cruz como la paga total por sus pecados, y recibirlo por la fe como Salvador.

El resultado es que uno es salvo, redimido, justificado, santificado y ser hecho hijo de Dios. Así es de sencillo el evangelio. No basta cantar acerca del evangelio, no basta orar y ofrendar para que otros lo anuncien, a menos que nosotros nos avergoncemos de hacerlo.

  • Muchos creyentes pueden hablar de Cristo sin problema en la Escuela Dominical o en la iglesia, y está bien, pero no son esas personas las que más necesitan de Cristo sino las personas que no asisten a la iglesia;

Cuando Pablo anduvo de ciudad en ciudad no buscaba a los creyentes sino que andaba por las calles y en las casas anunciando el evangelio. Por eso fue azotado, apedreado y golpeado ya que esa gente no quería que él hablara de Cristo. Estaba bien hablar del Señor Dios, y Pablo pudo haber hecho eso fácilmente, aunque seguramente no habría tenido una gran concurrencia; pero tampoco lo hubieran apedreado ni azotado.

Pero desde el día que Pablo comenzó a dar testimonio de Cristo, sus enemigos comenzaron a perseguirlo por todas partes. Cristo dijo: «… y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres» (Juan 8:32 NTV).

¿Se ha puesto usted a pensar que muchas de esas personas con que usted se roza y a las que usted critica, necesitan ser libertadas y que solo el poder del evangelio puede hacerlo? Cristo vino para dar libertad a los cautivos (Lucas 4:18). Y usted de seguro conoce personas que están cautivas del alcohol, de las drogas, de la sensualidad, de la amargura, del odio, de la envidia y de toda clase de vicios y no pueden liberarse.

Ya usted se habrá dado cuenta de que una sonrisa en la boca no significa necesariamente que la persona esté sonriendo por dentro. No expresan lo que en verdad hay en sus corazones porque no están seguros cuál va a ser nuestra actitud hacia ellos.

Si supieran que vamos a reaccionar con cariño, comprensión y amor, de seguro nos sorprenderíamos de ver la cantidad de personas que comenzarían a darnos a conocer la cautividad en que están. Y Dios nos daría el privilegio de decirles cómo pueden ser liberados, porque tenemos el mensaje del evangelio con nosotros.

  1. Dios no nos salvó porque éramos buenos o porque lo merecíamos, sino que por su gracia nos salvó (Tito 3:5) de la perdición en que estábamos;
  2. Nosotros no solo tenemos el mensaje sino también la experiencia personal del mensaje;

En el nombre de Cristo, es hora de que comencemos a hablar sin temor y sin vergüenza alguna. Anunciemos diligentemente el evangelio a todos los que lo necesiten.

¿Quién creó el evangelio?

Cronología Los cuatro evangelios 30-33 Jesús muere probablemente en abril de uno de estos años, crucificado por los romanos. Sus seguidores recogen en arameo sus dichos y milagros. 71-75 Entre estos años se compone el evangelio de Marcos, a partir de colecciones de hechos y dichos de Jesús en griego y de tradiciones orales.

85-90 Composición de los evangelios de Mateo y Lucas (en Éfeso). Ambos se basan en Marcos y en la Fuente Q, una colección de dichos de Jesús. 100 Hacia este año se compone el evangelio de Juan, posiblemente en Éfeso, que dibuja a un Jesús muy distinto de los evangelios anteriores, llamados sinópticos.

Del Nuevo Testamento se venden d e 25 a 30 millones de ejemplares al año , y la inmensa mayoría de los compradores los adquieren atraídos por las obras estrella de esa colección: los cuatro evangelios. Estos textos llevan los nombres de Mateo, Marcos, Lucas y Juan , pero en realidad son anónimos.

Recibieron esos nombres antes de la mitad del siglo II. Corrió entonces la noticia de que Mateo y Juan eran dos de los doce apóstoles de Jesús, mientras que Marcos había sido acompañante de Pedro, y Lucas, de Pablo.

Ello suponía que los autores de los evangelios habían estado en contacto directo con Jesús, o bien habían tenido contacto indirecto con él (pero muy cercano), a través del apóstol más importante de los doce, Pedro, o a través de Pablo, que no fue discípulo de Jesús, pero se convirtió después de que éste se le apareciera en una visión.

¿Cuáles son los 5 evangelios?

El Nuevo Testamento se compone de 27 libros, aceptados unánimemente por católicos, ortodoxos y protestantes: los cuatro Evangelios, el Libro de los Hechos de los Apóstoles, las trece Epístolas de San Pablo, la Epístola a los Hebreos, las siete Epístolas Católicas de Santiago, San Pedro, San Juan y San Judas y el.

¿Cuál es el evangelio más largo de la Biblia?

¿Cuáles son algunas de las características distintivas del libro? – Lucas es el más largo de los cuatro evangelios, y es el libro más largo del Nuevo testamento. Algunas de las historias más conocidas de la cristiandad solamente se encuentran en el evangelio de Lucas: las circunstancias que tenían que ver con el nacimiento de Juan el Bautista (véase Lucas 1:5–25, 57–80 ); la narración tradicional de Navidad (véase Lucas 2:1–20 ); el relato de Jesús como un niño de doce años en el templo (véase Lucas 2:41–52 ); parábolas como la del buen samaritano (véase Lucas 10:30–37 ), el hijo pródigo (véase Lucas 15:11–32 ), y el hombre rico y Lázaro (véase Lucas 16:19–31 ); el relato de los diez leprosos ( véase Lucas 17:11–19 ); y el relato del Señor resucitado caminando junto a Sus discípulos en el camino a Emaús (véase Lucas 24:13–32 ).

  1. Otras características únicas son la inclusión que hizo Lucas de las enseñanzas de Juan el Bautista que no se encuentran en los otros evangelios (véase Lucas 3:10–14 ); su énfasis en cuanto a cómo oraba Jesucristo (véase Lucas 3:21 ; 5:16 ; 9:18, 28–29 ; 11:1 ); y su inclusión del llamamiento, la capacitación y las labores misionales de los Setenta (véase Lucas 10:1–22 );

Además, Lucas es el único autor de un evangelio que registra que el Salvador derramó sangre en Getsemaní y que un ángel le ministró (véase Lucas 22:43–44 ). Debido a que el evangelio de Lucas comienza y termina en el templo, también señala la importancia del templo como el lugar principal donde Dios trata con la humanidad (véase Lucas 1:9 ; 24:53 ).

¿Cuál es el mensaje del evangelio de Jesucristo?

El Evangelio bendice a las familias y a las personas en forma individual – El evangelio restaurado de Jesucristo bendice a las familias y a las personas en forma individual. Ayuda a esposos y esposas, a padres e hijos a medida que se esfuerzan por crear vínculos más firmes y fortaleza espiritual en sus familias.

Esas bendiciones se pueden tener ahora y en la eternidad. El evangelio de Jesucristo ayuda a resolver las dificultades y los desafíos actuales. El mensaje del evangelio de Jesucristo es que todas las personas son parte de la familia de Dios y que las familias pueden estar unidas ahora y en la eternidad.

Debido a que las familias son ordenadas por Dios, son la unidad social más importante en esta vida y por la eternidad. Dios ha establecido las familias para dar felicidad a Sus hijos, para permitirles aprender principios correctos en un ambiente lleno de amor, y para prepararlos para la vida eterna.

El hogar es el mejor lugar para enseñar, aprender y poner en práctica los principios del evangelio de Jesucristo. El hogar que está establecido en los principios del Evangelio será un lugar de refugio y seguridad; será un lugar donde more el Espíritu del Señor y bendiga a los miembros de la familia con paz, gozo y felicidad.

Por medio de los profetas de todas las edades, incluida la nuestra, Dios ha revelado Su plan de felicidad para las familias y las personas en forma individual.

¿Qué es el evangelio estudio?

El evangelio según 1 Corintios 15:3-4 – La palabra evangelio significa buenas noticias. Son las buenas noticias de lo que Dios hizo para salvar al hombre del pecado y sus consecuencias. El dicho “predica el evangelio y si es necesario usa palabras”, atribuido comúnmente a Francisco de Asís, no tiene base bíblica.

Es imposible predicar el evangelio sin usar palabras. Si bien es cierto que las personas pueden notar el poder transformador del evangelio en nuestras vidas, es igualmente cierto que no podrán saber cuáles son las buenas noticias a menos que se las anunciemos (1 Pe.

1:25). En 1 Corintios 15:3-4 el apóstol Pablo enseña cuáles son las dos verdades fundamentales que componen el evangelio. En primer lugar, Cristo (Dios encarnado, Jn. 1:1, 14) murió por nuestros pecados. Para que el pecador sea salvo es necesario que entienda que Cristo, quien vivió una vida de perfecta obediencia al Padre, en la cruz murió una muerte vicaria o sustitutiva.

No murió para pagar por sus pecados (Él nunca pecó, He. 4:14-15; 1 Pe. 2:22). Murió por nosotros o en nuestro lugar. Nuestros pecados fueron puestos sobre Él y Él sufrió en la cruz la ira de Dios que nosotros merecemos (Is.

53:4-6; 2 Co. 5:21; 1 Pe. 2:24). En segundo lugar, Cristo resucitó. No se quedó en la tumba, sino que está vivo. El Padre lo resucitó como testimonio de que Su sacrificio en la cruz por los pecados del mundo fue aceptado por Él (Hch. 2:32, 3:26).