Una pregunta clave es si la verdad importa. ¿Deberías creer algo que es falso? La respuesta clara es “no”. Si es cierto que Dios existe y tú no crees en Él, entonces estás creyendo una proposición falsa. Esta sería una posición manifiestamente irracional, una que sería inaceptable para cualquier otro aspecto de la vida.
- No tiene sentido afirmar el agnosticismo cuando se enfrenta a una disyunción que no admite otra alternativa; o Dios existe o no existe;
- Para alguien que realmente busca la verdad, la pregunta más importante en la vida es si Dios existe;
Y hay muchas maneras de saber que Dios existe. Cuando decimos que algo es verdad, queremos decir que nuestros pensamientos, palabras y proposiciones corresponden a la realidad. Si expresamos aquello que es, hablamos la verdad. Negar la verdad objetiva es una contradicción.
Tendríamos que afirmar una verdad objetiva de que no hay una verdad objetiva. Además, decir que algo es verdadero significa que percibimos las cosas en el mundo tal como son. Cuando una persona de siete pies de altura ve un poste de baloncesto y una persona de cinco pies de altura ve un poste de baloncesto, ven exactamente lo mismo desde diferentes posiciones.
El objeto en sí no cambia debido a la posición de visualización de cada persona. La verdad no cambia según la perspectiva de uno; el objeto está allí o no, tiene ciertas características o no, aunque la forma en que experimentamos algo puede ser única. Por ejemplo, si solo hubiese una persona en el mundo que midiera siete pies de altura viendo un poste de baloncesto.
- Sin embargo, si afirmamos que toda la verdad se basa en la percepción, tendríamos que negar que la persona más baja y la más alta vieron el mismo poste de baloncesto;
- La racionalidad y la física básica ponen fin rápidamente a tal noción;
Sin embargo, cuando se trata de asuntos de naturaleza metafísica o religiosa, los escépticos, agnósticos o pluralistas se aferran a la verdad subjetiva. Una vez que la imposibilidad de negar la verdad objetiva es clara, se puede proceder a una investigación genuina de la existencia de Dios.
Cada persona puede usar su experiencia objetiva del mundo para comprender que Dios existe. Romanos 1: 18–20 nos dice que la existencia de Dios y (muchos) atributos divinos se pueden conocer de las cosas que ha hecho.
El apóstol Pablo nos dice que Dios es conocido por todos, independientemente de la revelación especial (la Biblia). Muchos filósofos, científicos y otros pensadores a lo largo de los siglos han concluido, independientemente de la Biblia, que Dios existe.
Aunque su concepción de Dios a menudo se combinó con ciertos errores (a veces significativos), estos hombres y mujeres concluyeron que debe haber un Creador y Sustentador del universo. La Biblia nos revela específicamente lo que la naturaleza revela en general.
Aprendemos sobre quién es Dios, el pecado, la redención y mucho más dentro de las páginas de las Escrituras. A través de observaciones, razonamientos y conclusiones lógicas basadas en los efectos en la naturaleza, podemos saber que Dios existe y que Él tiene ciertos atributos (eternidad, inmutabilidad, etc.
- Ponemos juntos una revelación natural y especial para que tengamos una comprensión tan completa como podamos, en esta vida, acerca de Dios;
- Considere la existencia del dispositivo en el que está leyendo este artículo;
Pregúntese: “¿por qué existe?”. Específicamente, la pregunta no es “¿cómo llegó aquí?”. La pregunta sobre por qué existe algo tiene que ver con por qué existe en este momento. ¿Cuál es la razón por la cual su dispositivo (computadora, tableta, teléfono, etc.
- ) existe en este momento? La respuesta no puede tener nada que ver con el fabricante, el conductor de entregas, el hecho que lo lleve consigo al trabajo, etc;
- Uno podría aventurarse a que la razón por la que su dispositivo existe en este momento es porque está compuesto de pequeños trozos de materia que se mantienen unidos en cierta forma;
Suficientemente cierto. Pero, ¿cuál es la razón por la que esos fragmentos de materia mantienen su forma? ¿Por qué no otra forma? ¿Por qué no se desintegran al azar? Debe haber una razón suficiente por la cual la materia tiene la forma que tiene una vez que se forma.
Porque, si decimos que no hay razón suficiente para que el dispositivo se mantenga unido como lo hace, entonces la base completa, incluso para nuestra investigación más básica, es ininteligible. Nos veríamos obligados a decir que la razón por la cual existe cualquier cosa en particular, o un conjunto completo de cosas, es que en última instancia no hay razón para ello.
Quizás la razón por la que su dispositivo se mantiene unido es que existen leyes fundamentales de la física. Sin embargo, debemos preguntarnos si hay una razón suficiente para estas leyes. ¿Se explican ellas mismas? Las leyes físicas esencialmente describen cómo funcionan las cosas que ya existen, por lo que no hay forma de sostener que las leyes se expliquen por sí mismas.
Entonces, ¿qué pasa con estas otras cosas? ¿Tienen los bloques de construcción fundamentales del universo una razón suficiente de por qué existen y funcionan como lo hacen? Nuevamente, si no tienen una razón suficiente, entonces aquello a lo que recurrimos para una explicación no tiene explicación.
Lo que existe pero, en principio, podría no existir, y lo que existe, pero que podría haber sido de otra manera, exige una explicación si debemos poner alguna fe en la razón. Y si abandonamos la racionalidad, también podríamos dejarlo todo de una vez. Incluso la pregunta en la parte superior de este artículo no tendría sentido.
- Entonces debemos decir que algo existe por razón de su propia naturaleza (por ejemplo, es necesario) o existe por algo fuera de sí mismo (por ejemplo, es contingente);
- En el caso del dispositivo en el que está leyendo esto, y cualquier otro objeto contingente o conjunto de objetos contingentes, debe haber algo fuera de sí mismo que explique su existencia;
Algo que es contingente depende de circunstancias fuera de sí mismo para existir. Dado lo que se dijo anteriormente, su dispositivo de lectura de existencia contingente debe tener una razón fuera de sí mismo de por qué existe en este momento. Y también vemos que la materia fundamental, las partículas, las leyes, etc.
- , en las que el dispositivo depende en última instancia, también son contingentes;
- Entonces estamos atrapados en una búsqueda inútil e infinita de una explicación para objetos contingentes, como el dispositivo, que nos deja en el absurdo;
Si aceptamos una regresión explicativa o un eventual “hecho bruto” fundamental, abandonamos el principio de razón suficiente que guía toda investigación. Pero, si hubiera algo que existiera necesariamente, algo que existiera por razón de sí mismo, tendríamos una explicación y una causa de los objetos contingentes.
- Tendríamos una razón suficiente por la cual su dispositivo de lectura existe ahora;
- Lo que existe necesariamente, quien existe por razón de sí mismo, es Dios;
- Solo puede haber un ser necesario, porque para ser necesario se requieren atributos y una naturaleza que no admite multiplicidad;
Y los atributos de un ser necesario también implican que Él es todopoderoso, bueno, eterno, inmaterial y omnisciente. Esta es solo una de las muchas razones por las que podemos saber y demostrar que Dios existe. Debes creer en Dios porque su existencia es la única forma en que una pregunta como “por qué debería creer en Dios” tiene sentido.
Contents
¿Por qué es importante la creencia en Dios?
Poniéndole puntuación a la vida – A menudo se habla del cerebro como una máquina de significado. En la medida en la que estamos constantemente buscando patrones, estructuras y relaciones de causa-efecto, la religión puede proveer una variedad de estrategias para dar significado.
Las creencias religiosas le ayudan a los humanos a ordenar y encontrarle el sentido a sus vidas. Y los rituales en particular pueden “darle puntuación” a nuestras vidas, marcando los eventos más cruciales.
Y los rituales son comunes en todos los grupos sociales humanos, incluidos los de ateos. Fuente de la imagen, THINKSTOCK Pie de foto, Cuando nace un bebé, generalmente hay ya sea un bautizo o una ceremonia para nombrarlo: eso marca la nueva identidad del chico y le da la bienvenida al grupo social.
- Aunque ni la neurociencia, ni la antropología y ni siquiera la filosofía tienen la respuesta definitiva a la pregunta “¿Existe Dios?”, todas esas disciplinas dan pistas sobre cómo respondemos a nuestras más profundas necesidades humanas;
Quizás no estemos programados para creer en Dios o en un poder sobrenatural, pero somos animales sociales con la necesidad evolutiva de estar conectados con el mundo y con otros. De pronto las religiones son sencillamente canales para posibilitar tan significativas conexiones..
¿Por qué es razonable creer en Dios?
La fe es razonable Jess Blanco Zuloaga A pesar del artculo del seor Aguilera Mochn publicado en IDEAL el pasado da 2 de junio bajo el ttulo ‘Las primeras comuniones’ ninguno de mis lectores se ha considerado un ser irracional. Por tanto, mi artculo de hoy no va en socorro de nadie.
Pero me ha parecido bueno aprovechar la ocasin para pensar un poco en algo que, por obvio, no solemos pensar: nuestra fe es razonable. Es un tema que, por otra parte, es muy oportuno hoy, en la conmemoracin de aquella maana de Pentecosts, la ms grande experiencia religiosa de los cristianos.
Les recuerdo que el seor Aguilera deca que era irracional creer en Dios, en los ngeles y dems cosas de nuestra fe, porque no estaban comprobadas; y, por tanto, no se deban ensear esas cosas a los nios de primera comunin. Ya ha publicado IDEAL la respuesta del seor Barns Vzquez y tengo conocimiento de otro articulo del seor Montero Vives que, al escribir yo el mo, an no se haba publicado.
Con ambos estoy de acuerdo. Incidir en algunas de las cosas que ellos dicen y aadir otras de mi cosecha. Lo no razonable Lo que a m no me parece razonable es la postura que se trasluce en el artculo del seor Aguilera, que se parece mucho a la postura mantenida por los racionalistas del siglo XIX.
No me parece razonable, al menos, en los tres puntos siguientes. Primero, no parece razonable que crea que slo es real lo que l ve con sus ojos o su laboratorio. No parece lgico negar a priori la posibilidad de que haya otros seres que no podemos alcanzar con nuestras capacidades actuales o futuras.
Qu argumento razonable se puede dar para asegurar que es imposible que exista Dios o que existan Seres superiores a nosotros? Una mente incapaz de aceptar esa posibilidad me parece poco razonable. Segundo, no parece razonable pensar que slo son razonables los que piensan como l y por tanto, tratar de irracionales a la aplastante mayora de los hombres y mujeres de todos los continentes y de todos los tiempos.
Porque eso de creer en Dios y en el espritu no es cosa exclusiva de los cristianos, sino de todas las religiones, incluso de las religiones ms primitivas, sin excepcin. Por tanto, toda la humanidad seria irracional y slo el grupo de los racionalistas serian seres racionales.
No es razonable decir semejante cosa: esa humanidad presuntamente irracional es la que ha creado toda la civilizacin, con su filosofa, su ciencia, su arte y su tcnica. Tercero, por lo que se refiere a la enseanza, el seor Aguilera tambin se queda solo frente a toda la humanidad: la Constitucin espaola, en la misma lnea de los grandes acuerdos internacionales, reconoce el derecho de los padres a la educacin religiosa de sus hijos conforme a sus convicciones (art.
27 y 10). La experiencia de fe Nuestra fe es razonable, porque tenemos motivos racionales para creer. La razn humana no es la nica fuente de conocimiento: los cristianos aceptamos la Revelacin; y todo el mundo -incluso los racionalistas- creen lo que le asegura la persona de quien se fan y a la que aman.
- Es absolutamente racional que la esposa se fe de su esposo;
- Hace 2000 aos que el Esposo y Seor vino a la tierra;
- Y la Iglesia, la Esposa, se fa de El;
- S de quin me he fiado, deca San Pablo;
- Creemos porque nos fiamos de El;
y sabemos de quin nos fiamos; y tenemos ms razones. Tenemos a la ingente cantidad de testigos que, a travs de la historia, nos han dado inequvoco testimonio de la experiencia de un Dios presente y actuante en la vida de la Iglesia, por la fuerza del Espritu.
Es una experiencia que, desde la venturosa maana de Pentecosts, se va extendiendo a todos los que aceptan de veras a Jess. Algunos llegan a alcanzar las experiencias msticas de Teresa de vila o Juan de la Cruz.
Otros nos quedamos muy lejos de eso, pero tenemos la suficiente experiencia personal para saber que l est ah, suscitando nuestra fe, ayudndonos a intentar ser cristianos. Por eso, la vida de un cristiano autntico toca el misterio. Pero es absolutamente racional y lgico que creamos en lo que experimentamos.
- Sabemos por experiencia que, sin l, no podemos hacer nada; que, sin la fuerza del Espritu, ni siquiera podemos decir que Jess es el Seor;
- Para tener fe, necesitamos el Espritu;
- Por eso hoy, da de Pentecosts, clamamos: ‘Ven, Espritu Santo, llena los corazones de tus fieles’;
Ideal, 11 de junio de 2000.
¿Cuál es el significado de creer en Dios?
Se habla a veces de manera tan superficial sobre las cuestiones más importantes de la vida, y se opina con tal ignorancia sobre la religión, que ahora se hace necesario aclarar, incluso, las cosas más elementales como el ¿qué significa creer en Dios? A los cristianos de hoy nos toca vivir en un mundo en el que muchos hombres han desplazado a Dios de su vida y viven como si Dios no existiera; bastantes incluso niegan explícitamente su existencia. La increencia, la indiferencia, el ateísmo, nos rodean y acechan nuestra vida de fe. Cuando una persona habla “desde fuera”, sin conocer por experiencia personal lo que es creer en Dios, piensa: Creo que Dios existe, pero no lo puedo asegurar. Sin embargo, para el que vive desde la fe, creer en Dios es otra cosa.
- Cuando el creyente dice a Dios “yo creo en Ti”, está diciendo: “No estoy solo, Tú estás en mi origen y en mi destino último; Tú me conoces y me amas; no me dejarás nunca abandonado, en Ti apoyo mi existencia; nada ni nadie podrá separarme de tu amor y comprensión”;
El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice “Por su revelación, «Dios invisible habla a los hombres como amigos, movido por su gran amor y mora con ellos para invitarlos a la comunicación consigo y recibirlos en su compañía» (DV 2). La respuesta adecuada a esta invitación es la fe.
Por la fe, el hombre somete completamente su inteligencia y su voluntad a Dios. Con todo su ser, el hombre da su asentimiento a Dios que revela (cf. DV 5). La sagrada Escritura llama «obediencia de la fe» a esta respuesta del hombre a Dios que revela”.
Entonces, la fe es la respuesta del hombre a la revelación divina. Dios ha querido comunicarse a sí mismo, darse a conocer, para invitar a los hombres a participar de la vida divina. A través de la mediación de la Iglesia, la revelación divina llega a nosotros.
En el creer se manifiestan la confianza, la obediencia y la entrega. Esto lo podemos ver reflejado en los grandes personajes de la Sagrada Escritura. Como en Abraham, que al escuchar lo que Dios le pedía lo puso en práctica, en la Virgen María que igualmente escucha y obedece.
Le creemos a Dios. La fe se fundamenta, en la autoridad de Dios que se revela a sí mismo, Dios ni se engaña ni nos engaña, su autoridad es la autoridad de la Verdad. Creemos a Dios y creemos en Dios, porque Él constituye el centro y el contenido de la fe.
- La revelación divina nos da a conocer, ante todo, el Misterio que es Dios, en el cual el hombre encuentra la salvación;
- Por eso, para creer, lo decisivo no son las “pruebas” a favor o en contra de la existencia de Dios, sino la postura interior que uno adopta ante el misterio último de la vida;
Nuestro mayor problema hoy es no vivir desde el fondo de nuestro ser. Vivimos por lo general, en una superficialidad, separados de lo profundamente esencial. Suscríbete a nuestro boletín de servicios diarios. Evangelio, Meditación y Santoral en un sólo mensaje.
¿Por que creo en Dios Padre?
Creer en Dios Padre supone trabajar y colaborar con Jesús el Hijo para enjugar la soledad y el miedo del hombre, y para echar fuera de su vida el sin-sentido que la amenaza. Creer en Dios implica crear con él las condiciones de una convivencia digna de vivientes conscientes y libres.
¿Cuál es el objetivo de creer?
Nuestras creencias también nos definen – La historia, la neurociencia y la psicología demuestran que creer es base de nuestra existencia. Creer nos permite desarrollarnos, vivir y recuperarnos. Si bien es cierto que cuestionarnos nos abre a un mundo de posibilidades, cuando dejamos de creer (en algo y en nosotros mismos) perdemos el norte y el sentido de continuar. Ya sabemos que estamos equivocados, pero podemos escoger si nuestros sesgos construyen o destruyen.
- Por ello, hoy mi invitación es a que adoptemos creencias que nos beneficien;
- Algunos ejemplos son cosas tan simples como ver al aprendizaje y el talento como algo cambiante en el tiempo que requiere esfuerzo; o ver el envejecimiento como un proceso en el que ganamos sabiduría; creer que podemos, que funcionará y que valdrá la pena;
Saber lo que queremos y por qué lo queremos debe estar acompañado de pensamientos y hábitos que nos ayuden a alcanzar nuestros objetivos. Estamos juntos en esto: cree, actúa e inspira. *** Y tú ¿en qué crees? ¿Disfrutaste esta publicación? Entonces considera suscribirte a mi lista de correo con quienes comparto mis experiencias y aprendizajes en temas como dinero, emprendimiento y otras cositas millennials . SOBRE EL AUTOR David Millán P. Ayudo a las personas a ganar becas y estudiar en el exterior sin gastar una fortuna en Vivir Viajar Amar , y en mis tiempos libres exploro otros intereses y comparto lo que aprendo en esta web ..
¿Quién es Dios para ti?
La definición más común de Dios es la de un ser supremo, omnipotente, omnipresente y omnisciente; creador, juez, protector y, en algunas religiones, providente y salvador del universo y de la humanidad.
¿Cómo creer y tener fe en Dios?
Creer en el Salvador y en Su misión es tan esencial que es el primer principio del Evangelio: “Fe en el Señor Jesucristo” 1. ¿Qué es la fe? En su epístola a los Hebreos, en el Nuevo Testamento, el apóstol Pablo enseñó que la fe es “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” 2.
- ¿Y cómo obtenemos la fe? ¿Cómo logramos la convicción de la realidad de nuestro Salvador, a quien no hemos visto? Las Escrituras nos enseñan esto: “A algunos el Espíritu Santo da a saber que Jesucristo es el Hijo de Dios, y que fue crucificado por los pecados del mundo; “a otros les es dado creer en las palabras de aquéllos, para que también tengan vida eterna, si continúan fieles” 3;
Desde el principio, los profetas han sabido que Jesucristo es el Hijo de Dios, han sabido de Su misión terrenal y de Su Expiación por toda la humanidad. Los registros sagrados dan profecías de miles de años, no sólo de la primera venida de nuestro Salvador, sino también de la Segunda Venida, un día glorioso que, sin duda alguna, vendrá.
- Si hubiéramos vivido en los días de aquellos profetas de antaño, ¿habríamos creído en sus palabras? ¿Habríamos tenido fe en la venida de nuestro Salvador? En la antigua América, Samuel el lamanita profetizó que la noche del nacimiento del Salvador “[habría] grandes luces en el cielo… al grado que a los hombres les parecería que es de día” 4;
Muchos le creyeron a Samuel y fueron a buscar a Nefi, confesaron sus pecados, se arrepintieron y se bautizaron. “Y se aparecieron ángeles a los hombres, a hombres sabios, y les declararon buenas nuevas de gran gozo…” 5. Pero la mayor parte de los nefitas “empezó a endurecer su corazón” 6 y se volvió ciega a las “señales y prodigios” de esos días.
- Aquellas señales se dieron para que los del pueblo “supieran que el Cristo pronto debía venir” 7;
- No obstante, en lugar de prestarles atención, los del pueblo “empezaron a confiar en su propia… sabiduría, diciendo: Algunas cosas [los creyentes] pudieron haber adivinado acertadamente… mas he aquí… No es razonable que venga tal ser como un Cristo…” 8;
En aquellos días, como en los nuestros, algunos antagonistas, llamados anticristos, convencieron a otras personas que no había necesidad de un Salvador ni de la Expiación. Cuando la profecía de Samuel por fin se cumplió, y hubo “un día y una noche y un día, como si fuera un solo día” 9 , ¡cuánto gozo debe de haber llenado el corazón de los que habían creído a los profetas! “Y habían acontecido, sí, todas las cosas, toda partícula, según las palabras de los profetas.
Y aconteció también que apareció una nueva estrella, de acuerdo con la palabra” 10. Los que creyeron las palabras de los profetas reconocieron al Salvador durante Su vida y Su ministerio y tuvieron la bendición de seguirlo.
Pero a veces aun la fe de los seguidores más devotos se puso a prueba. Después de la crucifixión, Tomás oyó a sus hermanos testificar que el Salvador se había levantado del sepulcro. Sin embargo, en lugar de creerles, Tomás dijo: “Si no viere… no creeré” 11.
Más adelante, al buen apóstol se le brindó la oportunidad de tocar las marcas de los clavos en las manos del Salvador, y exclamó: “¡Señor mío, y Dios mío!” 12 El Salvador entonces le enseñó amorosamente, así como Él nos ha enseñado a todos nosotros, lo que significa tener fe: “Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron” 13.
Los creyentes del continente americano enfrentaron pruebas similares de su fe. Tal como Samuel había profetizado, hubo “truenos y relámpagos” 14 , y la oscuridad cubrió “la superficie de esta tierra durante tres días” 15. Pero “los que recibieron a los profetas y no los apedrearon” 16 no tuvieron miedo ni huyeron, sino que reconocieron que “se había dado la señal tocante a [la] muerte” del Salvador 17 y se reunieron maravillados alrededor del templo.
- Allí, Él apareció ante ellos, diciéndoles: “He aquí, yo soy Jesucristo, de quien los profetas testificaron que vendría al mundo;
- “…he bebido de la amarga copa que el Padre me ha dado, y he glorificado al Padre, tomando sobre mí los pecados del mundo, “…Y sucedió que cuando Jesucristo hubo hablado estas palabras, toda la multitud cayó al suelo; pues recordaron que se había profetizado entre ellos que Cristo se les manifestaría después de su ascensión al cielo” 18;
Hermanos y hermanas, las profecías de la primera venida de Cristo se cumplieron, “toda partícula” de ellas. Como resultado, hay muchas personas por todo el mundo que creen que el Salvador en verdad vino y que vivió en el meridiano de los tiempos. ¡Pero todavía quedan muchas profecías por cumplirse! En ésta y en otras conferencias, escuchamos a los profetas actuales cuando profetizan y testifican de la segunda venida de Cristo; también testifican de las señales y los prodigios que nos rodean, diciéndonos que sin duda Cristo vendrá otra vez.
¿Optamos por creer en sus palabras? O, a pesar de sus testimonios y advertencias, ¿estamos en espera de la evidencia? ¿Andamos “en tinieblas al mediodía” 19 , rehusando ver a la luz de la profecía moderna y negando que la Luz del Mundo volverá a gobernar y reinar entre nosotros? A lo largo de mi vida, he conocido muchas personas buenas y generosas que se adhieren a los valores cristianos; sin embargo, a algunas les falta la fe de que Él vive, que es el Salvador del mundo y que Su Iglesia ha sido restaurada en la tierra.
Debido a que no creen en las palabras de los profetas, se pierden el gozo del Evangelio y de sus ordenanzas salvadoras. Tengo un querido amigo que un día, no hace mucho, en un momento de afecto fraternal, me preguntó: “Élder Hales, deseo creer, siempre lo he deseado, ¿pero cómo lo logro?”.
- Esta mañana quiero contestar esa pregunta;
- El apóstol Pablo escribió esto a los Romanos: “…la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” 20;
- El hecho mismo de que ustedes estén mirando, escuchando o leyendo el desarrollo de esta conferencia significa que están oyendo la palabra de Dios;
El primer paso hacia la fe en el Señor Jesucristo es dejar que la palabra de Él —dicha por boca de Sus siervos, los profetas— penetre en su corazón. Pero no basta con dejar que esas palabras le pasen por encima, como si sólo oírlas pudiera transformarlo; debemos hacer algo de nuestra parte, o, como el Salvador mismo dijo: “El que tiene oídos para oír, oiga” 21.
En otras palabras, el oír exige un esfuerzo activo. “La fe sin obras está muerta” 22. Significa tomar en serio lo que se nos enseña, considerarlo cuidadosamente, estudiarlo con atención. Como aprendió el profeta Enós, significa dejar que el testimonio que otras personas tengan del Evangelio nos penetre el “corazón profundamente” 23.
Repasemos algunos de los elementos de la experiencia profunda y promovedora de fe que tuvo Enós: Primero, él había oído las verdades del Evangelio de boca de su padre, tal como ustedes las oyen en sus familias y en esta conferencia. Segundo, dejó que las enseñanzas del padre sobre “la vida eterna y el gozo de los santos” 24 le penetraran profundamente el corazón.
- Tercero, se llenó de deseos de saber él mismo si esas enseñanzas eran verdaderas y en qué posición se encontraba ante su Hacedor;
- Sus palabras fueron: “Y mi alma tuvo hambre…” 25;
- Por ese intenso apetito espiritual, Enós se hizo merecedor del cumplimiento de esta promesa del Salvador: “…bienaventurados son todos los que padecen hambre y sed de rectitud, porque ellos serán llenos del Espíritu Santo” 26;
Cuarto, Enós obedeció los mandamientos de Dios, lo cual le dio el poder de ser receptivo al Espíritu del Espíritu Santo. Quinto, Enós escribe: “…me arrodillé ante mi Hacedor, y clamé a él con potente oración y súplica por mi propia alma; y clamé a él todo el día; sí, y cuando anocheció, aún elevaba mi voz en alto hasta que llegó a los cielos” 27.
No fue fácil. La fe no le vino al instante. De hecho, él describió su experiencia en la oración como una “lucha que [tuvo] ante Dios” 28. Pero recibió la fe. Por el poder del Espíritu Santo, recibió su propio testimonio.
No podemos tener una fe como la de Enós sin nuestra propia lucha ante Dios en la oración. Testifico que la recompensa vale la pena el esfuerzo. Recuerden este modelo: (1) Oír la palabra de Dios, hablada y escrita por Sus siervos; (2) dejar que esa palabra les penetre profundamente el corazón; (3) sentir hambre de rectitud en el alma; (4) seguir con obediencia las leyes, las ordenanzas y los convenios del Evangelio; y (5) levantar la voz en potente oración y súplica, pidiendo con fe saber que Jesucristo es nuestro Salvador.
Les prometo que si lo hacen sincera e incesantemente, estas palabras de Cristo a Sus discípulos se cumplirán para ustedes: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá” 29. Una vez que comenzamos a tener fe en Jesús, nuestro Padre Celestial permite que nuestra fe se fortalezca.
Esto ocurre de muchas formas, incluso mediante la experiencia con la adversidad. Una conocida mía me escribió hace poco: “Perdimos un nietecito de dos años y medio por la leucemia… Mis hijos todavía no han sacado su pequeña cama, y pronto hará siete años de su muerte.
Es difícil tener fe. Perdí a un amigo de sesenta y nueve años. En diez años tuvo tres tipos de cáncer, y dos veces quedaron en remisión. Primero, lo encontraron en los riñones, después en el cerebro y por último en los pulmones.
Ya no pudo luchar más. Hizo todo lo humanamente posible, y hace seis años halló la fe… pero eso no le dio ni un día extra; así que supongo que es difícil creer”. Esta súplica que se me hizo por fe, la contesté como sigue: “Su relato de la pérdida de su nieto debido a la leucemia me conmovió.
Espero que usted y sus hijos encuentren paz al buscar las respuestas al propósito de la vida. Nuestra fe se consigue por medio de la oración, con un sincero deseo de acercarnos a Dios y confiar en que Él lleve nuestras cargas y dé respuesta a los misterios inexplicables del propósito de la vida: ¿De dónde vinimos? ¿Por qué estamos en esta tierra como seres mortales? ¿Y a dónde vamos después de nuestra jornada terrenal? Su pequeñito está bien, porque murió antes de la edad de responsabilidad, los ocho años, y está en la presencia de Dios.
Busque la fe, y que las bendiciones de Dios la acompañen. ” Es interesante el hecho de que el que sufre obtiene fe mediante el sufrimiento y acepta la voluntad de Dios; “hágase tu voluntad” 30 , dice, mientras que a los familiares y a las personas que lo cuidan les es difícil aceptar el trágico final y ser capaces de fortalecer su fe con la experiencia.
- No podemos medir la fe por “un día extra”;
- Cuando nos llegan las dificultades de la vida terrenal, y nos llegan a todos, puede ser “difícil tener fe” y “difícil creer”;
- En esos momentos, sólo la fe en el Señor Jesucristo y en Su expiación puede brindarnos paz, esperanza y comprensión;
Solamente la fe en que Él sufrió por nosotros nos dará la fortaleza para perseverar hasta el fin. Cuando obtenemos esa fe, experimentamos un potente cambio de corazón, y, como Enós, nos fortalecemos y empezamos a desear el bienestar de nuestros hermanos.
- Oramos por ellos, para que ellos también se eleven y se fortalezcan por medio de la fe en la expiación de nuestro Salvador Jesucristo;
- Consideremos algunos de esos testimonios proféticos de los efectos que la Expiación tiene en nosotros;
Al hacerlo, les pido que dejen que penetren profundamente en su corazón y satisfagan cualquier hambre y sed que haya en su alma. “Y en ese día descendió sobre Adán el Espíritu Santo, que da testimonio del Padre y del Hijo, diciendo: Soy el Unigénito del Padre desde el principio… para que así como has caído puedas ser redimido” 31.
Y “el Señor se le mostró [al hermano de Jared], y dijo: …He aquí, yo soy el que fue preparado desde la fundación del mundo para redimir a mi pueblo. He aquí, soy Jesucristo. Soy el Padre y el Hijo. En mí todo el género humano tendrá vida, y la tendrá eternamente, sí, aun cuantos crean en mi nombre…” 32.
Abinadí testificó: “Quisiera que entendieseis que Dios mismo descenderá entre los hijos de los hombres, y redimirá a su pueblo… Sí, aun de este modo será llevado, crucificado y muerto… [dándole] poder para interceder por los hijos de los hombres… habiéndolos redimido y satisfecho las exigencias de la justicia” 33.
- Y finalmente, está José Smith;
- Cuando era un muchacho de catorce años, ejerció una fe firme y siguió el consejo del profeta Santiago de “pedir a Dios” 34;
- Debido al llamamiento profético de José, Dios el Padre y Su Hijo Jesucristo aparecieron ante él y le dieron instrucciones;
¡Qué gloriosa fue esa Primera Visión para el primer Profeta de esta última dispensación! Dieciséis años después, en el Templo de Kirtland, el Salvador visitó otra vez a José y él testificó así: “Vimos al Señor… y su voz era como el estruendo de muchas aguas, sí, la voz de Jehová, que decía: Soy el primero y el último; soy el que vive, soy el que fue muerto; soy vuestro abogado ante el Padre” 35.
A mi querido amigo y a todas las almas que tienen hambre de fe, los invito “a buscar a este Jesús de quien han escrito los profetas y apóstoles” 36. Dejen que el testimonio de éstos de que el Salvador dio su vida por ustedes se hunda profundamente en su corazón.
Procuren con sus oraciones obtener un testimonio de la verdad por medio del Espíritu Santo; y vean luego cómo se fortalece su fe al enfrentar con ánimo las dificultades de esta vida terrenal y prepararse para la vida eterna. Jesucristo en verdad vino. Él realmente existió.
¿Cuál es el significado de creer?
tr. Tener algo por cierto sin conocerlo de manera directa o sin que esté comprobado o demostrado.
¿Qué parte de la Biblia habla de creer en Dios?
Dos formas de creer – Creerle es creer que Cristo existe, que Él es verdadero y real. No es necesario nacer de nuevo o ser regenerado para reconocer que Cristo es real. Podemos ver que tanto en Mateo 8:29 como en Hechos 11:15 hasta los demonios saben que Jesús existe y creen que Él es el Hijo de Dios.
De modo que mientras creer en Jesús es importante, el Nuevo Testamento usa la palabra griega traducida “*en” por una razón. Creer * en Cristo es recibirle y estar unido a Él. Juan 1:12 dice: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen *en Su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”.
Este versículo hace equivalente creer en Su nombre con recibirle. De modo que creer * en implica algo más que un conocimiento mental o un reconocimiento; implica el hecho de recibir algo espiritualmente. Vayamos más a fondo a lo que esto quiere decir.
¿Que soy si solo creo en Dios?
Posturas [ editar ] – Los deístas aceptan la existencia de Dios, pero se encuentran fuertemente insatisfechos o no concuerdan con todos los postulados de las religiones y cuestionan constantemente sus principales afirmaciones. Se considera que el deísta:
- Asegura la existencia de un dios, pero no acepta los credos de ninguna religión particular.
- Considera que un dios creó las leyes de la naturaleza, pero no acepta que esté representado total o parcialmente en libros o escritos sagrados.
- Usa la razón para reflexionar acerca de cómo puede ser la naturaleza de ese dios, en lugar de aceptar que lo adoctrinen sobre él.
- Prefiere guiar sus opciones éticas a través de su conciencia y reflexión racional, en lugar de adecuarlas a lo dictado en libros sagrados o autoridades religiosas.
- Disfruta de la libertad de buscar la espiritualidad por sí mismo, y su vida espiritual no se ha formado por la tradición o la autoridad religiosa.
- Prefiere considerarse racional antes que religioso o ateo.
- Considera que hay creencias básicas que son muy racionales tras eliminar lo que pueda haber de superstición.
¿Qué dice la filosofía sobre la existencia de Dios?
Argumentos sobre la existencia de Dios – Uno de los argumentos más antiguos a favor de la existencia de Dios es el que dio Aristóteles. Para Aristóteles, todo lo que es movido es movido por algo (el balón se mueve porque alguien lo golpea). El movimiento de un cuerpo, por tanto, siempre es dado por otro cuerpo anterior que le confiere dicho movimiento.
Visto así, el universo entero es una cadena de acción/reacción, de cuerpos que se traspasan el movimiento unos a otros. Sin embargo, esta cadena de movimiento no puede ser infinita, dice Aristóteles. Como todo es movido por algo, debe haber habido un primer motor inmóvil.
En otras palabras, si todo movimiento viene dado por otro cuerpo, el universo necesita de un primer motor que la haya conferido todo el movimiento que hoy vemos. Un motor que sea él mismo inmóvil, que nadie lo haya movido, que sea la primera pieza de toda la cadena de movimientos.
Ese primer motor es Dios. Tomás de Aquino recoge este argumento aristotélico y añade algunos más. El compendio de todas las demostraciones de la existencia de Dios que llevó a cabo Tomás de Aquino en la Suma Teológica se conocen como las Cinco vías.
La primera vía —el primer argumento— es el argumento aristotélico del motor inmóvil que acabamos de ver. Suma teológica mínima, de Tomás de Aquino (Tecnos). La segunda vía es la de la causa eficiente. Según este argumento, todos los hechos ocurridos en el universo tienen una causa. Por ejemplo, la causa del humo es el fuego y la de los eclipses son los movimientos de los cuerpos celestes. Ocurre que esta cadena de causa-consecuencia no se puede llevar hasta el infinito.
Debe haber, dice Tomás de Aquino, una primera causa que sea incausada, una primera ficha de dominó causante de todo nuestro universo. Esa primera causa, dice el filósofo, es Dios. La tercera vía para demostrar la existencia de Dios es la de lo posible y necesario.
Si los anteriores argumentos se centraban en las causas y en el movimiento del universo, esta vía se centra en su carácter contingente. Todo lo que nos rodea podría no haber sido, esto es, todas las cosas tienen un carácter contingente. Sin embargo, debe existir algo necesario en el universo porque si todo fuera contingente, si todo fuera meramente posible, el universo —aunque es— podría no ser, lo que es absurdo.
- Ese ser necesario que sostiene la existencia del universo es, para Tomás de Aquino, Dios;
- La cuarta vía teórica para justificar la existencia de Dios es la de los grados de perfección;
- Es innegable que en el universo hay cosas más o menos perfectas;
Pero para que exista esta posibilidad es necesario un ser que sirva de baremo, un ser que sea lo más perfecto del mundo y que permita ordenar los entes del universo según su perfección (Dios). Al igual que las cosas sólo pueden más o menos rojas porque comparamos con el rojo, los entes sólo pueden ser más o menos perfectos porque existe algo perfecto en sí mismo y con el cual las comparamos.
- Para Aristóteles, todo lo que es movido es movido por algo;
- Pero esta cadena de movimiento no puede ser infinita;
- Como todo es movido por algo, debe haber habido un primer motor inmóvil, y este es Dios La quinta vía propuesta por Tomás de Aquino para demostrar la existencia de Dios es la del gobierno del mundo;
Los seres del universo no actúan al azar, sino que actúan conforme a un fin. El universo no es un mero conglomerado de partículas caóticas, más bien todo lo contrario: el universo es un espacio ordenado, estructurado, que tiene un orden. ¿Cómo podría haberse creado tan complejo y extenso orden sin alguien que lo ordene? ¿Es que el azar podría generar esto? Según Tomás de Aquino, la única opción es que haya un ser que dote al universo de tal finalidad y orden.
- Otro de los argumentos más importantes que los filósofos han aportado para la demostración de la existencia de Dios es el famoso argumento ontológico;
- Su autor fue Anselmo de Canterbury y fue Kant el que lo denominó como «argumento ontológico»;
Es un argumento poderoso y al que los distintos filósofos han vuelto una y otra vez. San Buenaventura está cerca de su argumentación, mientras que Tomás de Aquino la rechaza. Escoto lo modifica, pero aceptándolo, lo mismo que Descartes y Leibniz. Kant declara su imposibilidad, pero Hegel lo volverá a replantear para formular sus pruebas racionales de la existencia de Dios.
El argumento se resume en lo siguiente: incluso cuando negamos la existencia de Dios sabemos lo que queremos decir. Es decir, hasta las personas ateas tienen en su mente la idea de Dios. ¿A qué refiere esta idea de Dios? Creamos o no en él, estamos de acuerdo en que la idea de Dios se refiere al ser más perfecto posible.
Pero el ser más perfecto posible no puede existir solo como idea, porque lo que existe en la realidad es más perfecto de lo que no existe en ella. Por tanto, si tenemos la idea de Dios, del ser más perfecto, tiene que existir necesariamente. Además de todos los argumentos dichos hasta ahora, hay filósofos (como Kant) que postulan la existencia de Dios desde un plano moral.
- Para Kant, la existencia o inexistencia de Dios es un laberinto teórico que no se puede resolver —al igual que las preguntas sobre la finitud del mundo y del tiempo, por ejemplo—;
- Sin embargo, a pesar de que la existencia de Dios no pueda demostrarse teóricamente, sí que se puede postular —dice Kant— desde un plano moral;
Dios es necesario para fundamentar el Bien. Sin Dios no tendría sentido el deber ni la obligación moral. ¿Por qué hacer lo correcto si no hay vida después de la muerte? ¿Por qué hacer lo correcto si no hay un Dios que reparta justicia? Para Kant, la obligación del deber moral tambalea sin un Dios que reparta justicia.
¿Cómo puede ser, se preguntaba este filósofo, que un hombre vil y cruel no sea nunca juzgado y viva de maravilla mientras que un pobre campesino bondadoso pase una vida penurias sin ser luego recompensado? Sin Dios no tiene sentido nuestra moral.
Ahora bien, el mal también puede ser usado como argumento en contra de la existencia de Dios. Si Dios existe, ¿por qué hay mal en el mundo? A esta pregunta respondió Agustín de Hipona. Para este pensador, existe el mal porque tenemos libre albedrío. En ningún caso podemos culpar de ese mal a Dios, sino a nuestra libertad y las decisiones que con ella tomamos.
Dios podría habernos creado sin esa capacidad de elección, pero estaríamos condenados a vivir una existencia encadenada. La existencia del mal es el coste de la autonomía que Dios nos ha dado, permitiendo que la vida se haga a sí misma.
Múltiples y variados han sido los argumentos a favor de la existencia de Dios. Bien sea desde un ángulo epistemológico, bien sea desde un ángulo moral, a lo largo de la historia distintos pensadores han centrado sus esfuerzos en demostrar la realidad de un ser superior.
¿Qué parte de la Biblia habla de creer en Dios?
Dos formas de creer – Creerle es creer que Cristo existe, que Él es verdadero y real. No es necesario nacer de nuevo o ser regenerado para reconocer que Cristo es real. Podemos ver que tanto en Mateo 8:29 como en Hechos 11:15 hasta los demonios saben que Jesús existe y creen que Él es el Hijo de Dios.
- De modo que mientras creer en Jesús es importante, el Nuevo Testamento usa la palabra griega traducida “*en” por una razón;
- Creer * en Cristo es recibirle y estar unido a Él;
- Juan 1:12 dice: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen *en Su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”;
Este versículo hace equivalente creer en Su nombre con recibirle. De modo que creer * en implica algo más que un conocimiento mental o un reconocimiento; implica el hecho de recibir algo espiritualmente. Vayamos más a fondo a lo que esto quiere decir.
¿Cómo creer y tener fe en Dios?
Creer en el Salvador y en Su misión es tan esencial que es el primer principio del Evangelio: “Fe en el Señor Jesucristo” 1. ¿Qué es la fe? En su epístola a los Hebreos, en el Nuevo Testamento, el apóstol Pablo enseñó que la fe es “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” 2.
¿Y cómo obtenemos la fe? ¿Cómo logramos la convicción de la realidad de nuestro Salvador, a quien no hemos visto? Las Escrituras nos enseñan esto: “A algunos el Espíritu Santo da a saber que Jesucristo es el Hijo de Dios, y que fue crucificado por los pecados del mundo; “a otros les es dado creer en las palabras de aquéllos, para que también tengan vida eterna, si continúan fieles” 3.
Desde el principio, los profetas han sabido que Jesucristo es el Hijo de Dios, han sabido de Su misión terrenal y de Su Expiación por toda la humanidad. Los registros sagrados dan profecías de miles de años, no sólo de la primera venida de nuestro Salvador, sino también de la Segunda Venida, un día glorioso que, sin duda alguna, vendrá.
Si hubiéramos vivido en los días de aquellos profetas de antaño, ¿habríamos creído en sus palabras? ¿Habríamos tenido fe en la venida de nuestro Salvador? En la antigua América, Samuel el lamanita profetizó que la noche del nacimiento del Salvador “[habría] grandes luces en el cielo… al grado que a los hombres les parecería que es de día” 4.
Muchos le creyeron a Samuel y fueron a buscar a Nefi, confesaron sus pecados, se arrepintieron y se bautizaron. “Y se aparecieron ángeles a los hombres, a hombres sabios, y les declararon buenas nuevas de gran gozo…” 5. Pero la mayor parte de los nefitas “empezó a endurecer su corazón” 6 y se volvió ciega a las “señales y prodigios” de esos días.
- Aquellas señales se dieron para que los del pueblo “supieran que el Cristo pronto debía venir” 7;
- No obstante, en lugar de prestarles atención, los del pueblo “empezaron a confiar en su propia… sabiduría, diciendo: Algunas cosas [los creyentes] pudieron haber adivinado acertadamente… mas he aquí… No es razonable que venga tal ser como un Cristo…” 8;
En aquellos días, como en los nuestros, algunos antagonistas, llamados anticristos, convencieron a otras personas que no había necesidad de un Salvador ni de la Expiación. Cuando la profecía de Samuel por fin se cumplió, y hubo “un día y una noche y un día, como si fuera un solo día” 9 , ¡cuánto gozo debe de haber llenado el corazón de los que habían creído a los profetas! “Y habían acontecido, sí, todas las cosas, toda partícula, según las palabras de los profetas.
Y aconteció también que apareció una nueva estrella, de acuerdo con la palabra” 10. Los que creyeron las palabras de los profetas reconocieron al Salvador durante Su vida y Su ministerio y tuvieron la bendición de seguirlo.
Pero a veces aun la fe de los seguidores más devotos se puso a prueba. Después de la crucifixión, Tomás oyó a sus hermanos testificar que el Salvador se había levantado del sepulcro. Sin embargo, en lugar de creerles, Tomás dijo: “Si no viere… no creeré” 11.
Más adelante, al buen apóstol se le brindó la oportunidad de tocar las marcas de los clavos en las manos del Salvador, y exclamó: “¡Señor mío, y Dios mío!” 12 El Salvador entonces le enseñó amorosamente, así como Él nos ha enseñado a todos nosotros, lo que significa tener fe: “Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron” 13.
Los creyentes del continente americano enfrentaron pruebas similares de su fe. Tal como Samuel había profetizado, hubo “truenos y relámpagos” 14 , y la oscuridad cubrió “la superficie de esta tierra durante tres días” 15. Pero “los que recibieron a los profetas y no los apedrearon” 16 no tuvieron miedo ni huyeron, sino que reconocieron que “se había dado la señal tocante a [la] muerte” del Salvador 17 y se reunieron maravillados alrededor del templo.
Allí, Él apareció ante ellos, diciéndoles: “He aquí, yo soy Jesucristo, de quien los profetas testificaron que vendría al mundo. “…he bebido de la amarga copa que el Padre me ha dado, y he glorificado al Padre, tomando sobre mí los pecados del mundo, “…Y sucedió que cuando Jesucristo hubo hablado estas palabras, toda la multitud cayó al suelo; pues recordaron que se había profetizado entre ellos que Cristo se les manifestaría después de su ascensión al cielo” 18.
Hermanos y hermanas, las profecías de la primera venida de Cristo se cumplieron, “toda partícula” de ellas. Como resultado, hay muchas personas por todo el mundo que creen que el Salvador en verdad vino y que vivió en el meridiano de los tiempos. ¡Pero todavía quedan muchas profecías por cumplirse! En ésta y en otras conferencias, escuchamos a los profetas actuales cuando profetizan y testifican de la segunda venida de Cristo; también testifican de las señales y los prodigios que nos rodean, diciéndonos que sin duda Cristo vendrá otra vez.
- ¿Optamos por creer en sus palabras? O, a pesar de sus testimonios y advertencias, ¿estamos en espera de la evidencia? ¿Andamos “en tinieblas al mediodía” 19 , rehusando ver a la luz de la profecía moderna y negando que la Luz del Mundo volverá a gobernar y reinar entre nosotros? A lo largo de mi vida, he conocido muchas personas buenas y generosas que se adhieren a los valores cristianos; sin embargo, a algunas les falta la fe de que Él vive, que es el Salvador del mundo y que Su Iglesia ha sido restaurada en la tierra;
Debido a que no creen en las palabras de los profetas, se pierden el gozo del Evangelio y de sus ordenanzas salvadoras. Tengo un querido amigo que un día, no hace mucho, en un momento de afecto fraternal, me preguntó: “Élder Hales, deseo creer, siempre lo he deseado, ¿pero cómo lo logro?”.
- Esta mañana quiero contestar esa pregunta;
- El apóstol Pablo escribió esto a los Romanos: “…la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” 20;
- El hecho mismo de que ustedes estén mirando, escuchando o leyendo el desarrollo de esta conferencia significa que están oyendo la palabra de Dios;
El primer paso hacia la fe en el Señor Jesucristo es dejar que la palabra de Él —dicha por boca de Sus siervos, los profetas— penetre en su corazón. Pero no basta con dejar que esas palabras le pasen por encima, como si sólo oírlas pudiera transformarlo; debemos hacer algo de nuestra parte, o, como el Salvador mismo dijo: “El que tiene oídos para oír, oiga” 21.
En otras palabras, el oír exige un esfuerzo activo. “La fe sin obras está muerta” 22. Significa tomar en serio lo que se nos enseña, considerarlo cuidadosamente, estudiarlo con atención. Como aprendió el profeta Enós, significa dejar que el testimonio que otras personas tengan del Evangelio nos penetre el “corazón profundamente” 23.
Repasemos algunos de los elementos de la experiencia profunda y promovedora de fe que tuvo Enós: Primero, él había oído las verdades del Evangelio de boca de su padre, tal como ustedes las oyen en sus familias y en esta conferencia. Segundo, dejó que las enseñanzas del padre sobre “la vida eterna y el gozo de los santos” 24 le penetraran profundamente el corazón.
- Tercero, se llenó de deseos de saber él mismo si esas enseñanzas eran verdaderas y en qué posición se encontraba ante su Hacedor;
- Sus palabras fueron: “Y mi alma tuvo hambre…” 25;
- Por ese intenso apetito espiritual, Enós se hizo merecedor del cumplimiento de esta promesa del Salvador: “…bienaventurados son todos los que padecen hambre y sed de rectitud, porque ellos serán llenos del Espíritu Santo” 26;
Cuarto, Enós obedeció los mandamientos de Dios, lo cual le dio el poder de ser receptivo al Espíritu del Espíritu Santo. Quinto, Enós escribe: “…me arrodillé ante mi Hacedor, y clamé a él con potente oración y súplica por mi propia alma; y clamé a él todo el día; sí, y cuando anocheció, aún elevaba mi voz en alto hasta que llegó a los cielos” 27.
- No fue fácil;
- La fe no le vino al instante;
- De hecho, él describió su experiencia en la oración como una “lucha que [tuvo] ante Dios” 28;
- Pero recibió la fe;
- Por el poder del Espíritu Santo, recibió su propio testimonio;
No podemos tener una fe como la de Enós sin nuestra propia lucha ante Dios en la oración. Testifico que la recompensa vale la pena el esfuerzo. Recuerden este modelo: (1) Oír la palabra de Dios, hablada y escrita por Sus siervos; (2) dejar que esa palabra les penetre profundamente el corazón; (3) sentir hambre de rectitud en el alma; (4) seguir con obediencia las leyes, las ordenanzas y los convenios del Evangelio; y (5) levantar la voz en potente oración y súplica, pidiendo con fe saber que Jesucristo es nuestro Salvador.
- Les prometo que si lo hacen sincera e incesantemente, estas palabras de Cristo a Sus discípulos se cumplirán para ustedes: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá” 29;
- Una vez que comenzamos a tener fe en Jesús, nuestro Padre Celestial permite que nuestra fe se fortalezca;
Esto ocurre de muchas formas, incluso mediante la experiencia con la adversidad. Una conocida mía me escribió hace poco: “Perdimos un nietecito de dos años y medio por la leucemia… Mis hijos todavía no han sacado su pequeña cama, y pronto hará siete años de su muerte.
- Es difícil tener fe;
- Perdí a un amigo de sesenta y nueve años;
- En diez años tuvo tres tipos de cáncer, y dos veces quedaron en remisión;
- Primero, lo encontraron en los riñones, después en el cerebro y por último en los pulmones;
Ya no pudo luchar más. Hizo todo lo humanamente posible, y hace seis años halló la fe… pero eso no le dio ni un día extra; así que supongo que es difícil creer”. Esta súplica que se me hizo por fe, la contesté como sigue: “Su relato de la pérdida de su nieto debido a la leucemia me conmovió.
Espero que usted y sus hijos encuentren paz al buscar las respuestas al propósito de la vida. Nuestra fe se consigue por medio de la oración, con un sincero deseo de acercarnos a Dios y confiar en que Él lleve nuestras cargas y dé respuesta a los misterios inexplicables del propósito de la vida: ¿De dónde vinimos? ¿Por qué estamos en esta tierra como seres mortales? ¿Y a dónde vamos después de nuestra jornada terrenal? Su pequeñito está bien, porque murió antes de la edad de responsabilidad, los ocho años, y está en la presencia de Dios.
Busque la fe, y que las bendiciones de Dios la acompañen. ” Es interesante el hecho de que el que sufre obtiene fe mediante el sufrimiento y acepta la voluntad de Dios; “hágase tu voluntad” 30 , dice, mientras que a los familiares y a las personas que lo cuidan les es difícil aceptar el trágico final y ser capaces de fortalecer su fe con la experiencia.
- No podemos medir la fe por “un día extra”;
- Cuando nos llegan las dificultades de la vida terrenal, y nos llegan a todos, puede ser “difícil tener fe” y “difícil creer”;
- En esos momentos, sólo la fe en el Señor Jesucristo y en Su expiación puede brindarnos paz, esperanza y comprensión;
Solamente la fe en que Él sufrió por nosotros nos dará la fortaleza para perseverar hasta el fin. Cuando obtenemos esa fe, experimentamos un potente cambio de corazón, y, como Enós, nos fortalecemos y empezamos a desear el bienestar de nuestros hermanos.
- Oramos por ellos, para que ellos también se eleven y se fortalezcan por medio de la fe en la expiación de nuestro Salvador Jesucristo;
- Consideremos algunos de esos testimonios proféticos de los efectos que la Expiación tiene en nosotros;
Al hacerlo, les pido que dejen que penetren profundamente en su corazón y satisfagan cualquier hambre y sed que haya en su alma. “Y en ese día descendió sobre Adán el Espíritu Santo, que da testimonio del Padre y del Hijo, diciendo: Soy el Unigénito del Padre desde el principio… para que así como has caído puedas ser redimido” 31.
Y “el Señor se le mostró [al hermano de Jared], y dijo: …He aquí, yo soy el que fue preparado desde la fundación del mundo para redimir a mi pueblo. He aquí, soy Jesucristo. Soy el Padre y el Hijo. En mí todo el género humano tendrá vida, y la tendrá eternamente, sí, aun cuantos crean en mi nombre…” 32.
Abinadí testificó: “Quisiera que entendieseis que Dios mismo descenderá entre los hijos de los hombres, y redimirá a su pueblo… Sí, aun de este modo será llevado, crucificado y muerto… [dándole] poder para interceder por los hijos de los hombres… habiéndolos redimido y satisfecho las exigencias de la justicia” 33.
Y finalmente, está José Smith. Cuando era un muchacho de catorce años, ejerció una fe firme y siguió el consejo del profeta Santiago de “pedir a Dios” 34. Debido al llamamiento profético de José, Dios el Padre y Su Hijo Jesucristo aparecieron ante él y le dieron instrucciones.
¡Qué gloriosa fue esa Primera Visión para el primer Profeta de esta última dispensación! Dieciséis años después, en el Templo de Kirtland, el Salvador visitó otra vez a José y él testificó así: “Vimos al Señor… y su voz era como el estruendo de muchas aguas, sí, la voz de Jehová, que decía: Soy el primero y el último; soy el que vive, soy el que fue muerto; soy vuestro abogado ante el Padre” 35.
A mi querido amigo y a todas las almas que tienen hambre de fe, los invito “a buscar a este Jesús de quien han escrito los profetas y apóstoles” 36. Dejen que el testimonio de éstos de que el Salvador dio su vida por ustedes se hunda profundamente en su corazón.
Procuren con sus oraciones obtener un testimonio de la verdad por medio del Espíritu Santo; y vean luego cómo se fortalece su fe al enfrentar con ánimo las dificultades de esta vida terrenal y prepararse para la vida eterna. Jesucristo en verdad vino. Él realmente existió.
¿Cuál es el significado de creer?
tr. Tener algo por cierto sin conocerlo de manera directa o sin que esté comprobado o demostrado.