Cuántos Son Los Mandamientos De La Ley De Dios?

Cuántos Son Los Mandamientos De La Ley De Dios
¿Cuáles son los 10 mandamientos? – Los 10 mandamientos son un conjunto de leyes o principios éticos y religiosos que orientan el comportamiento de judíos y cristianos. Conocidos también como el Decálogo, los 10 mandamientos se encuentran en el libro del Éxodo (capítulo 20) y en el libro de Deuteronomio (capítulo 5), ambos del Antiguo Testamento.

Para los creyentes, los principios del Decálogo son mandamientos de la ley de Dios. En la tradición cristiana en particular, se expresan y enumeran de forma diferente que en el judaísmo, aunque en esencia son los mismos.

Además, pueden resumirse en uno: amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo (ver Mateo 22, 37-39; Jn 13, 34). A continuación, veamos cuáles son los diez mandamientos, su significado y su historia.

¿Cuáles los 10 mandamientos de la ley de Dios?

¿Cuántos son los mandamientos de la Ley de Jesús?

Diez Mandamientos Los Diez Mandamientos son principios eternos del Evangelio, necesarios para nuestra exaltación. El Señor los reveló a Moisés en la antigüedad (véase Éxodo 20:1–17 ) y los ha repetido en las revelaciones de los últimos días (véase D. y C. El siguiente repaso de los Diez Mandamientos incluye breves explicaciones de la forma en que siguen teniendo aplicación en nuestra vida en la actualidad:

  1. “No tendrás dioses ajenos delante de mí” ( Éxodo 20:3 ). Debemos hacer “todas las cosas con la mira puesta únicamente en la gloria de Dios” ( D. y C. 82:19 ). Debemos amar y servir al Señor con todo el corazón, alma, mente y fuerza (véase Deuteronomio 6:5 ; D. y C. 59:5 ).
  2. “No te harás imagen” ( Éxodo 20:4 ). En este mandamiento, el Señor condena la adoración de ídolos. La idolatría puede tener muchas formas. Algunas personas, aunque no se inclinan ante imágenes grabadas o estatuas, igualmente reemplazan al Dios viviente con otros ídolos como el dinero, las posesiones materiales, las ideas o el prestigio.
  3. “No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano” ( Éxodo 20:7 ). Si deseas una explicación de este mandamiento, fíjate en “Blasfemias y vocabulario soez” , páginas 39–40.
  4. “Acuérdate del día de reposo para santificarlo” ( Éxodo 20:8 ). Si deseas una explicación de este mandamiento, fíjate en “Día de reposo” , páginas 56–57.
  5. “Honra a tu padre y a tu madre” ( Éxodo 20:12 ). Este mandamiento sigue en vigor aún cuando seamos adultos. Siempre debemos buscar maneras de honrar a nuestros padres.
  6. “No matarás” ( Éxodo 20:13 ). Si deseas una explicación sobre la forma en que se aplica este mandamiento a las personas que deben ir a la guerra, fíjate en “Guerra” , páginas 98–99.
  7. “No cometerás adulterio” ( Éxodo 20:14 ). En una revelación de los últimos días, el Señor no sólo condenó el adulterio, sino toda “cosa semejante” ( D. y C. 59:6 ). La fornicación, la homosexualidad y otros pecados sexuales son violaciones del séptimo mandamiento. Si deseas una explicación adicional, fíjate en “Castidad” , páginas 41–46.
  8. “No hurtarás” ( Éxodo 20:15 ). El hurto o robo es una forma de falta de honradez. Si deseas una explicación de la honradez, fíjate en las páginas 102–103.
  9. “No hablarás contra tu prójimo falso testimonio” ( Éxodo 20:16 ). El dar falso testimonio es otra forma de la falta de honradez. Si deseas una explicación sobre la honradez, fíjate en las páginas 102–103.
  10. “No codiciarás” ( Éxodo 20:17 ). El codiciar, o sea, envidiar algo que pertenece a otra persona daña el alma. Puede consumir nuestros pensamientos y asediarnos con constante infelicidad e insatisfacción. A menudo lleva a otros pecados y a las deudas.

Aunque la mayoría de los Diez Mandamientos indican lo que no debemos hacer, también representan lo que debemos hacer. El Salvador resumió los Diez Mandamientos en dos principios: el amor por el Señor y el amor por nuestros semejantes: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. “Este es el primero y grande mandamiento. “Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” ( Mateo 22:37–39 )..

¿Dónde están los 10 mandamientos en el Nuevo Testamento?

(11-16) Exodo 20:17. “No codiciarás” – “Este es el último de los Diez Mandamientos, y si no tuviera tanta relación con los demás, algunos podrían suponer que es uno de los de menor importancia. Pero todos los mandamientos se interrelacionan de tal manera que no se puede desobedecer uno sin debilitar los demás.

Para ilustrar el punto (y para tener presente a los otros nueve): “Quien codicia las ‘cosas’ materiales de la vida puede tener ‘otros dioses ajenos’ delante del Señor y puede inclinarse ante los mismos en pensamiento y espíritu, aunque no lo hace físicamente.

“Quien codicia puede tornarse duro y descuidado en otras cosas también, tales como ‘tomar en vano el nombre del Señor’. “Quien codicia puede no santificar el día de reposo a fin de obtener más ganancias. “El que codicia tal vez no apoye a su padre y a su madre en sus necesidades.

  • “Algunos han llegado al asesinato por causa de la codicia;
  • “Muchos que han codiciado ‘la mujer del prójimo’ han cometido el grave pecado del adulterio;
  • “Quien codicia tiene más propensión a robar (o a estafar o cometer desfalcos, etc;

“El que codicia puede dar falso testimonio a fin de obtener beneficios. “De manera que el décimo mandamiento está inseparablemente integrado a todos los demás, y codiciar podría llevar a la infracción de todos los otros, pues la vida es una unidad en la que cada parte complementa a las demás.

Y en la palabra de Dios también hay unidad y armonía, y toda palabra de El proviene de la misma fuente. Y cada vez que ignoramos algún consejo o mandamiento divino, podemos estar bien seguros de que nos debilitamos y aumentamos nuestra susceptibilidad ante los demás pecados… “El mandamiento contra la codicia no significa que no debemos tener un deseo sano de mejorar nuestra situación.

No quiere decir tampoco que no debemos tener una honrada ambición de poseer más de las cosas buenas de la vida, ni significa que no podamos admirar lo que tiene nuestro prójimo y buscar, con nuestro esfuerzo, obtener cosas de igual valor. La tierra tiene abundancia para todos, y la necesidad interior de adquirir para nosotros las cosas buenas que otros tienen es una cualidad productiva del carácter, siempre que las adquiramos mediante el esfuerzo honrado, por las sendas de lo que es legal y manteniendo la vida bien equilibrada.

  1. El peligro surge cuando lo que no es más que una ‘cosa’ comienza a importar demasiado;
  2. ” (Richard L;
  3. Evans, en “The Tenth Commandment”, parte 1, The Ten Commandments Today , págs;
  4. 142-44;
  5. ) Las Escrituras contienen una interesante definición de la codicia;

Pablo, en dos ocasiones, comparó la codicia con la idolatría (véase Efesios 5:5; Colosenses 3:5). La implicación que surge es que cuando ponemos el corazón en las cosas del mundo, al extremo de que la lealtad a Dios y sus principios ya no importa, entonces las cosas materiales se tornan en dioses para esa persona; las busca y las adora, y esta práctica es idolatría.

  • El Señor dijo que la idolatría era una característica bien marcada de esta generación (véase D;
  • y C;
  • 1:16);
  • Samuel le dijo a Saúl que el pecado y la iniquidad también son idolatría (véase 1 Samuel 15:23);
  • RESUMEN ANALITICO (11-17) Las leyes establecidas en los Diez Mandamientos ya estaban vigentes antes que la tierra fuera organizada;

Todos los profetas las han enseñado y son los cimientos de todas las civilizaciones que han sido establecidas. También son las pautas para una vida plena y feliz. Si somos sabios, buscaremos estas bendiciones mediante la obediencia a los mandamientos. El profeta José Smith dijo: “La felicidad es el objeto y propósito de nuestra existencia; y también será el fin de ella si seguimos el camino que nos conduce a la felicidad; y este camino es virtud, justicia, fidelidad, santidad y obediencia a todos los mandamientos de Dios.

Mas no podemos guardar todos los mandamientos si en primer lugar no los sabemos, y no podemos esperar saberlos todos, o saber más de lo que ya sabemos a menos que cumplamos o guardemos lo que ya hemos recibido.

Aquello que en tal o cual circunstancia es malo puede ser, y frecuentemente es bueno en otra. ” ( Enseñanzas pág. 312. ) Es importante notar que aún hoy en día, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, el Señor ha reiterado cada punto de la ley sagrada. Los Diez Mandamientos entonces y ahora

Mandamiento Epoca antigua Epoca moderna
  1. No tendrás dioses ajenos delante de mí.
Exodo 34:10-14 Deuteronomio 5:6-7 D. y C. 76:1-4
  1. No te harás imagen.
Exodo 34:17 Deuteronomio 4:15-19 D. y C. 1:15-16
  1. No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano.
Levítico 19:12 Deuteronomio 5:11 D. y C. 63:61-62
  1. Acuérdate del día de reposo para santificarlo.
Exodo 31:12-17 Deuteronomio 5:12-15 D. y C. 59:9-13
  1. Honra a tu padre y a tu madre.
Exodo 21:15, 17 Deuteronomio 21:18-21 D. y C. 42:18-19, 79
  1. No matarás.
Exodo 21:12-14 Deuteronomio 5:17 D. y C. 42:18-19, 79
  1. No cometerás adulterio
Exodo 22:16-17 Deuteronomio 5:18 D. y C. 42:22-26, 74-81
  1. No hurtarás.
Levítico 19:13 Deuteronomio 5:19 D. y C. 42:20, 84-85
  1. No hablarás falso testimonio.
Salmos 101:7 Deuteronomio 5:20 D. y C. 42:21, 27, 86
  1. No codiciarás.
Proverbios 28:16 Deuteronomio 5:21-22 D. y C. 19:25-26

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¿Cuál es el mandamiento más importante?

«Maestro, ¿cuál es el principal mandamiento de la Ley? Él le respondió: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos pende toda la Ley y los profetas» Mt.

  • 22, 36-40;
  • Uno de los problemas a los que se enfrentaban los judíos ortodoxos en tiempos de Jesucristo –y, en parte, todavía hoy en día– era la infinidad de preceptos de carácter moral y ceremonial que era necesario observar;

Jesucristo, sin abolir la Ley antigua, puso el acento, principalmente, en la interioridad de los actos (en el corazón) y no en el cumplimiento externo de los miles de preceptos existentes. La referencia viene al caso porque algunas iniciativas actualmente existentes en materia de responsabilidad social empresarial (RSC), mucho me temo que tienen el peligro de retrotraernos a los tiempos del Antiguo Testamento.

La última de ellas ha partido de la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras. En efecto, en su libro-informe sobre La Responsabilidad Social de la Empresa (RSE): Propuesta para una nueva economía de la empresa responsable y sostenible , tan encomiable por muchos motivos, se descuelga con una propuesta final que, cuando menos, resulta algo inquietante: la creación de un nuevo Observatorio de medición y evaluación de la RSE.

La finalidad del futuro Observatorio –según apunta el informe– consistirá en hacer seguimiento y evaluar a las empresas de acuerdo con el cumplimiento de una serie de indicadores en materia de responsabilidad social elaborados en la mencionada obra. Los indicadores suman nada más y nada menos que un total de 120.

  1. El Observatorio se reserva la facultad de publicar un «ranking» de las empresas más «responsables», o sea, las que, en su opinión, cumplan más fielmente con esos indicadores;
  2. En realidad, con la responsabilidad social empresarial está ocurriendo lo mismo que aconteció hace una década con la ética y las propuestas para impulsarla en el ámbito empresarial;

La mayoría de las empresas se decantaron por elaborar códigos éticos. Estos textos se elaboraron sobre la base de identificar una serie de conductas inapropiadas y sancionar la comisión de las mismas. Pero, como la vida es rica y no es fácil prever la infinidad de casos que pueden desviarse del comportamiento éticamente exigible, los códigos no hicieron más que engordar con los años, añadiendo al texto cada vez más supuestos.

La experiencia demostró que no era posible regularlo todo, y que una ética basada en normas, además de resultar siempre insuficiente, pues nunca podrá prever todas las situaciones, resultaba, además, muy negativa al apoyarse en limitaciones, y como tal carecer de la necesaria capacidad para inspirar conductas y motivar acciones.

Quizá sea oportuno recordar que el código ético de Enron tenía una extensión de más de sesenta páginas. Cualquier código debe poner los acentos en las aspiraciones, en las virtudes, en el «para qué» de los comportamientos. Al hacerlo así, se incentiva a los empleados para que innoven, es decir para que sepan enfrentarse con creatividad («moral») ante situaciones no previstas, y también para que asuman las responsabilidades sin descargarlas en la organización.

Si lo que ofrecemos a los empleados es un manual de instrucciones (semejante al manual de instrucciones de cualquier aparato mecánico), el inconveniente surge cuando se encuentran ante una situación que no está contemplada y reclama una decisión.

La naturaleza de la vida empresarial, en realidad de la vida en su conjunto, se caracteriza porque no siempre hay un taller cercano, o lo suficientemente cercano para que nos resuelva el problema con el carácter urgente que el caso requiere. Por eso, lo realmente importante es formar a los empleados para que sean capaces de dar una respuesta libre y responsable a los problemas que vayan surgiendo en un contexto caracterizado por el constante cambio.

¿Qué dice Jesús sobre los 10 mandamientos?

El Salvador dijo “… si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos” (Mateo 19:17). Quiero contarles una historia, hermanos, un relato de la vida real, sobre un hombre que se llamaba Abinadí. Abinadí era un profeta que fue a predicar el arrepentimiento a una gente inicua y a un rey malvado; predicó intrépida y valientemente, sabiendo que con sus palabras arriesgaba la vida misma.

El perverso rey Noé se enfureció y ordeno a sus sacerdotes que lo mataran: “… Llevaos a este individuo, y matadlo … Pues esta loco”. Pero cuando los sacerdotes trataron de ponerle las manos encima, el los detuvo diciéndoles: “No me toquéis, porque Dios os herirá si me echáis mano, porque no he comunicado el mensaje que el.

Señor me mando que diera … “Mas debo cumplir los mandamientos que Dios me ha mandado”. Los súbditos del rey Noé tenían miedo de tocarlo “porque el Espíritu del Señor estaba sobre el y SU rostro resplandecía con un brillo extraordinario … Y hablo con poder y autoridad de Dios”.

Abinadí les dijo que terminarla el mensaje que Dios le había mandado comunicar; y que después, no tenía importancia lo que el rey Noé y su pueblo le hicieran (véase Mosiah 13:15 ). Cuando concluyo su mensaje, el rey le exigió que se retractara de todo lo que había dicho o, de lo contrario, lo condenarían a muerte.

Abinadí se negó a hacerlo. La firmeza de su fe se manifiesta en este conmovedor pasaje del registro sagrado: “Y ahora bien, cuando Abinadí hubo dicho estas palabras, cayo, habiendo padecido la muerte por fuego; si, habiéndosele ejecutado porque no quiso negar los mandamientos de Dios, habiendo sellado la verdad de sus palabras con su muerte” (véase Mosíah 17:6-20; cursiva agregada).

Mis hermanos del sacerdocio, ejemplo extraordinario debe ser Abinadí para todos nosotros! El obedeció valerosamente los mandamientos del Señor, aun cuando ello le costó la vida. En todas las dispensaciones, ha habido profetas que han arriesgado su vida de buena gana y, con valor, han hecho la voluntad de Dios y proclamado Su palabra.

El profeta José Smith fue “como cordero al matadero” (D. y C. 135:4), sin flaquear mientras cumplía los mandamientos del Señor. Y pensemos en el ejemplo de nuestro Salvador. Por la manera en que El vivió, nos enseñó a vivir. Pensemos en Su tierna compasión al hacer los milagros y al atender al pobre y al afligido.

El opto humildemente por ser obediente a los mandamientos del Padre y persevero hasta el fin, cumpliendo Su divina misión y llevando a cabo el sacrificio expiatorio por toda la humanidad. Hermanos, por ser poseedores del Sacerdocio de Dios, sigamos el ejemplo de nuestro Señor Jesucristo y el de Sus profetas, tanto los del pasado como los del presente.

Es probable que no se nos requiera dar la vida, como muchos de ellos, pero se nos exige la obediencia a los mandamientos de Dios y la fidelidad a los convenios que hayamos hecho con El. ¿Puedo hablarles directamente a los jóvenes del Sacerdocio Aarónico un momento? El Sacerdocio de Aarón es el sacerdocio preparatorio y tiene por objeto prepararlos para el otro mayor, el Sacerdocio de Melquisedec.

  • Como poseedores del Sacerdocio Aarónico, deben aprender a obedecer los mandamientos del Señor;
  • Honren a sus padres, guarden sagrado el día de reposo, no tomen el nombre del Señor en vano, respeten a la mujer, sean castos, no mientan ni roben, obedezcan la Palabra de Sabiduría, paguen un diezmo integro y una ofrenda de ayuno generosa;

Si obedecen estos y otros mandamientos, recibirán ricas bendiciones. Diáconos, maestros y presbíteros: ¿Son ustedes dignos de oficiar preparando, bendiciendo y repartiendo la Santa Cena? Estas son responsabilidades sagradas; el pan y el agua son emblemas de la carne y la sangre de nuestro Salvador, y representan Su sacrificio expiatorio.

Piensen en eso un momento. La Santa Cena que ustedes administran todas las semanas se sirve en memoria de la expiación de Jesucristo. El asombroso don de la Expiación vence a la muerte física incondicionalmente y es infinito, porque es para todos los que hayan tenido o tengan un cuerpo mortal.

Por medio de la Expiación, todos somos redimidos de la caída de Adán y seremos resucitados. No obstante, para que las bendiciones de la Expiación en pleno tengan efecto sobre nosotros y nos permitan regresar a vivir con nuestro Padre Celestial, debemos arrepentirnos de nuestros pecados y ser fieles en obedecer los mandamientos de Dios.

De ahí que, aunque las bendiciones redentoras del arrepentimiento y el perdón sean una importante parte de la Expiación, están condicionadas a nuestra fidelidad para obedecer los mandamientos y las ordenanzas de Dios ¡Ah, cuanto bendice el Señor a los poseedores dignos del Sacerdocio Aarónico que bendicen y reparten la Santa Cena a los miembros fieles de la Iglesia en memoria de El! ¡Y cuanto bendice a los que la tomen dignamente! Si son dignos de participar en la administración de ese sacramento, serán dignos de recibir el Sacerdocio de Melquisedec cuando llegue el momento apropiado, y de entrar en el templo y hacer convenios con el Señor.

Jóvenes, prepárense para prestar servicio misional. El cumplir una misión enseña a vivir la ley de consagración. Quizás sea la única época en la vida de ustedes en que puedan darle al Señor todo su tiempo, sus habilidades y SUS recursos; a cambio, el Señor los bendecirá con Su Espíritu, estará cerca de ustedes y los fortalecerá.

Esfuércense mucho por adquirir una educación académica y aprender las habilidades técnicas que les permitan ser autosuficientes y mantener a su familia; cultiven buenos amigos que no traten de hacerles seguir el camino que ellos siguen en lugar de la vía del Señor; sean la clase de amigo que hace que a los demás les sea mas fácil obedecer los mandamientos cuando se encuentran con ustedes.

Y a los hermanos del Sacerdocio de Melquisedec, como ya saben, el obedecer los mandamientos es un esfuerzo de toda la vida. Seamos fieles y valientes para hacerlo, según el convenio que hemos hecho con El. El Salvador dijo: “Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos” (Mateo 19:17).

“Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14: 15). Habrá quienes pregunten: “¿Por que nos dio mandamientos el Señor?” En los concilios preterrenales, El determino que nosotros, Sus hijos espirituales, recibiríamos mandamientos para guiarnos en la vida terrenal.

Jehová, el primogénito hijo espiritual de nuestro Padre Celestial, dijo: “… Descenderemos … y haremos una tierra sobre la cual estos [los otros hijos espirituales de Dios] puedan morar; “y con esto los probaremos, para ver si harán todas las cosas que el Señor su Dios les mandare; “y a los que guarden su primer estado les será añadido …” ( Abraham 3;24 -26).

  • Los mandamientos son instrucciones amorosas de Dios nuestro Padre para que tengamos bienestar y felicidad físicos y espirituales mientras estemos en la tierra; además, nos dan a conocer l a disposición y la voluntad de Dios sobre nuestro progreso eterno y prueban nuestro deseo de obedecer Su voluntad;

Los mandamientos no son una carga ni una restricción, el Señor nos ha dado cada uno de ellos para nuestro desarrollo y progreso. El profeta José Smith enseñó lo siguiente “… Dios ha proyectado nuestra felicidad … El jamas … instituirá ordenanza o dará mandamiento alguno a su pueblo que en su naturaleza no tenga por objeto adelantar esa felicidad que El ha proyectado …” (Enseñanzas del Profeta José’ Smith, pág.

313). ¡Cuanto aprecio los mandamientos del Señor! Ellos nos guían y protegen, y nos habilitan para regresar a la presencia de nuestro Padre Celestial; y, si los obedecemos fielmente, se nos prometen las bendiciones de la vida eterna.

Y la vida eterna, “que es el mayor de todos los dones de Dios” (D. y C. 14:7), es recibir la exaltación y vivir con el Padre Celestial y con Su Hijo Jesucristo en todas las eternidades. El desea fervientemente que regresemos. Por otra parte, no tenemos por que esperar hasta la vida venidera para recibir muchas de las bendiciones prometidas.

En esta vida, el obediente puede disfrutar de la paz mental, la felicidad y el “gozo en el Espíritu Santo” (Romanos 14:17). La obediencia a los mandamientos nos pone en armonía con la Deidad, nos hace ser uno en propósito con el Padre y el Hijo; cuando somos uno con Dios, andamos en la luz espiritual.

Nuestra diligencia en obedecer los mandamientos le permite al Espíritu Santo estar con nosotros; se nos da el don de la revelación personal, que es una luz espiritual que nos protege y nos sirve de faro guiándonos por las vías de rectitud. Esa luz disipa las tinieblas del adversario y es tan potente que puede alcanzarnos aun cuando estemos en un hoyo tenebroso de pecado, tan profundo y oscuro que pensemos que no hay luz que pueda penetrarlo.

  • ¿Recuerdan haber tenido temor a la oscuridad cuando eran niños? Al asustarse, probablemente hayan encendido la luz o una vela, ¡a veces todas las luces de la casa! Y sus padres al regresar les habrán preguntado: “¿Por que están encendidas todas las luces?”, y a continuación habrán procedido a darles un sermón sobre la economía familiar y el costo de la electricidad;

No obstante, ustedes descubrieron que, al encender una luz eléctrica o una vela, se disipaba la oscuridad y desaparecía el temor; y aprendieron una sencilla ley natural, que es también una ley espiritual que la luz y las tinieblas no pueden ocupar un mismo espacio a la vez.

Satanás y sus discípulos no soportan la luz espiritual del evangelio, y deben partir cuando esta aparece. Satanás no puede obligarlos a hacer nada; sin embargo, por medio del sacerdocio, ustedes pueden obligarlo a el a alejarse, tanto por medio de sus pensamientos como de sus acciones.

Si obedecemos los mandamientos, nuestra faz esta iluminada por la luz del evangelio; con esa luz espiritual, ya no nos extraviamos en los senderos tenebrosos y extraños del adversario donde nos perdemos, nos desanimamos, nos deprimimos y tememos. Si andamos en la luz del evangelio, no perderemos de vista nuestras metas eternas.

Hermanos, la decisión de obedecer los mandamientos nos libera de las cadenas del pecado y nos habilita para la verdadera felicidad. En el pecado no hay gozo, tal como el profeta Alma le enseñó a su hijo: “… la maldad nunca fue felicidad” ( Alma 41: 10 ).

La obediencia a los mandamientos exige valor. No obedecerlos por la influencia de los amigos es temer al hombre, es tener mas temor de lo que opine el hombre sobre nosotros que de lo que piense Dios. Nunca he podido comprender que a alguien pueda preocuparle mas la opinión de los demas que la de Dios.

Para saber cuales son los mandamientos y guardarlos, debemos conocer al Salvador y a los profetas de Dios, y seguirlos. Hace poco, todos hemos tenido la bendición de recibir un mensaje importante de los profetas de nuestros días, titulado, “La familia: Una proclamación al mundo” (véase Liahona, enero de 1996, págs.

116-117). Esta proclamación nos advierte de lo que sucederá si no fortalecemos a la unidad familiar en nuestros hogares, comunidades y naciones. Todo poseedor del sacerdocio y toda persona en general debería estudiarla concienzudamente. Muchas veces, los profetas tienen que prevenirnos sobre las consecuencias de violar las leyes de Dios y por tanto, ellos no predican temas que el mundo considera populares El presidente Ezra Taft Benson dijo que “la popularidad no es una prueba de la verdad” (“Fourteen Fundamentals in Following the Prophet”, en Elevotional Speeches of the Year 1980, 1981, pág9).

  • ¿Por que enseñan los profetas mandamientos menospreciados por la gente, y llaman a la sociedad a arrepentirse por rechazarlos, alterarlos y hasta pasarlos por alto? La razón es sencilla: Al recibir la revelación, los profetas no tienen otra opción mas que la de proclamar y reafirmar lo que Dios les ha dado para que comuniquen al mundo; y lo hacen sabiendo muy bien el precio que quizás tengan que pagar por ello;

Entre los que optan por no obedecerlos están aquellos que hacen todo lo posible por difamar a los profetas y manchar su integridad y su reputación; los profetas por su parte responden guardando silencio y presentando la otra mejilla. Quizás cl mundo lo considere una debilidad, pero es uno de los puntos mas fuertes que un hombre pueda tener: ser fiel inquebrantable e inmutable con lo que sabe que es verdad, aceptando las consecuencias, cualesquiera sean.

Cada uno de nosotros esta libre de aceptar o rechazar los mandamientos, pero nadie tiene la libertad de modificarlos de acuerdo con sus propias preferencias. Los lideres del sacerdocio no tienen el derecho de cambiar los principios y los mandamientos revelados sólo para ser populares en el mundo; tampoco los profetas tienen autoridad alguna de alterarlos a fin de que sean mas agradables para los que son débiles y no se resuelven a vivir dignamente.

En una oportunidad, el afligido padre de un joven que habla sido disciplinado por la Iglesia visito a un líder pidiéndole que modificara un paco un mandamiento para adaptarlo al mal comportamiento de su hijo; en su pesar, el hermano llego a insinuar que el líder no actuaba en forma cristiana al no permitirle al joven tener todos los beneficios de ser.

  1. miembro de la Iglesia;
  2. Ese líder de la Iglesia compartía el dolor de los padres y del hijo, pero permaneció leal a los mandamientos del Señor, y, respondiendo a la acusación de no ser un buen cristiano, les dijo: “Si tratara de alterar los mandamientos, en ese preciso momento estaría apartándome de las enseñanzas de Cristo”;

La noción de que Dios puede modificar Sus mandamientos para justificar nuestras transgresiones conduce a las tinieblas espirituales, que solo la luz del evangelio puede disipar. Cuando le llevaron a la mujer adultera, Cristo no trató de atenuar el mandamiento de no cometer adulterio, sino que mas bien le aconsejo: “… vete, y no peques mas” (Juan 8:11).

  • El nos promete a todos el perdón con la condición de que nos arrepintamos;
  • Nosotros debemos cambiar, no los mandamientos;
  • Queridos hermanos del sacerdocio, no debemos olvidar ni por un momento que los convenios que hemos hecho de guardar las promesas que hemos concertado con el Señor y con nuestro Padre Celestial son las decisiones mas importantes que hemos tomado en nuestra vida;

Estudiemos las Escrituras, meditémoslas y escuchemos el consejo de nuestros profetas. Enseñemos la veracidad de los mandamientos y testifiquemos de ellos en nuestro hogar y en cualquier parte donde el Espíritu nos lo inspire. Ruego que nuestra vida refleje el amor que sentimos por Dios obedeciendo los mandamientos y cosechando las bendiciones pro t metidas para esta vida y la venidera.

“Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos” (Mateo 19:17). Testifico que Dios vive, que Jesús es el Cristo. Que podamos recordar quienes somos y comportarnos como corresponde a fin de obtener las riquezas de la eternidad para nosotros y s para nuestra familia y amigos.

En el nombre de Jesucristo. Amen..

¿Cuál es el mandamiento más difícil de cumplir?

‘Elegir la vida’ en su sentido más profundo es, tal vez, el mandamiento más complejo de cumplir.

¿Cómo se llama el mandamiento del amor?

“El primero y grande mandamiento” “Dado el objetivo de nuestra existencia, si no amamos a Dios ni a nuestros semejantes, todo lo demás que hagamos será de escasas consecuencias eternas”. La atención de la gente en todo el mundo ha estado ligadadurante estas pasadas cuatro semanas, a los premeditados, intencionales y destructivos actos de terrorismo y odio.

El odio es la antítesis del amor. Lucifer es su defensor y autor principal, y lo ha sido desde que su enfoque en el Plan de Salvación fue rechazado por el Padre. él fue el que ejerció su influencia en Judas para que entregara a Jesús a los principales sacerdotes por treinta denarios de plata.

Es él, el enemigo de toda rectitud y padre de la contención, el que “como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:8). Por otro lado, fue ese mismo Jesús, a quien Judas entregó a los principales sacerdotes, quien dijo: “Amad a vuestros enemigos… y orad por los que os ultrajan y os persiguen”(3 Nefi 12:44; véase también Mateo 5:44).

Y fue él el que abogó por los soldados que lo crucificaron, diciendo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34). Durante muchos años, pensé que el amor era un atributo; pero es más que eso, es un mandamiento.

En Su diálogo con el intérprete de la ley, un fariseo, Jesús dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas” (Mateo 22:37 –40; véase también Gálatas 5:14). El presidente Hinckley ha dicho que “El amor es como la estrella polar, que en un mundo cambiante, es una constante.

El amor es la esencia básica del Evangelio… Sin amor… queda poco o casi nada del Evangelio que pueda servirnos de modo de vida” (Teachings of Gordon B. Hinckley, 1997, págs. 319, 317). El apóstol Juan dijo: “Dios es amor”(1 Juan 4:8); por lo tanto, de él, que es la personificación del amor, depende toda la ley y los profetas.

El apóstol Pablo enseñó que la fe, que es el primer principio del Evangelio, funciona por amor (véase Gálatas 5:6). ¡Qué doctrina más valiosa para entender! El amor es la fuerza impulsora de la fe. Al igual que el fuego del hogar irradia calor en una fría noche de invierno en nuestra casa, el amor a Dios y a nuestros semejantes nos brinda fe, con la que cualquier cosa es posible.

La mayoría de nosotros profesa amar a Dios, pero por lo que yo he observado, el desafío es amar a nuestros semejantes. El términosemejanteincluye a la familia, a la gente con la que trabajamos, a los que vemos en la proximidad geográfica de nuestro hogar y en la Iglesia, e incluso al enemigo, aun cuando no aprobemos lo que éste haga.

Si no amamos a todos esos, que son nuestros hermanos y hermanas, ¿podemos realmente decir que amamos a Dios? El apóstol Juan declaró: “El que ama a Dios, ame también a su hermano”, y agregó: “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso” (1 Juan 4:20 –21).

Por tanto, el amor a Dios y a los semejantes deben estar inseparablemente conectados. Nuestro progreso eterno depende seriamente de la forma en que amamos. El diccionario Webster define amor como “…interés generoso, leal y sincero por el bien de otra persona; afecto basado en la admiración, benevolencia o intereses comunes…” (Longman Webster English College Dictionary, edición para el extranjero).

  1. Y Moroni lo considera un sinónimo de las expresiones “amor puro de Cristo” y “caridad” (Moroni 7:47);
  2. Demostramos mejor nuestro amor a Dios al guardar Sus mandamientos y mostramos amor a Dios y a nuestros semejantes por medio de actos de servicio caritativo;

Permítanme utilizar dos ilustraciones. En los Alpes de Transilvana, en Rumania, un hombre, su esposa y sus dos hijos se bautizaron en la Iglesia. él llegó a ser el líder de la rama; sin embargo, debido a presiones económicas y familiares, se inactivó por un tiempo.

  1. Al regresar a la actividad en la Iglesia, dijo que al salir del agua, después del bautismo, alguien susurró a su oído “Te amo”;
  2. Nunca nadie le había dicho eso antes;
  3. El recuerdo de esa expresión de amor y las demostraciones y expresiones de amor de los miembros de su rama, lo trajeron de regreso;

Hace varios años un joven se vio involucrado en las cosas del mundo y, por un tiempo, sus padres no tuvieron ninguna influencia en él. Dos sumos sacerdotes que eran vecinos y miembros de su barrio, que no tenían ningún llamamiento específico de servirle, junto a un tío y otras personas, pusieron sus brazos alrededor de él y lo hermanaron, lo ayudaron a regresar a la actividad y lo alentaron a prepararse para una misión.

Le dijeron que lo amaban y le demostraron ese amor por la forma en que actuaron con él, lo que cambió la vida del joven. Se necesita abundante amor y un esfuerzo cooperativo para criar a un niño. “…Y nadie puede ayudar en [esta obra] a menos que sea humilde y lleno de amor…” (D.

y C. 12:8). “Servíos por amor los unos a los otros” (Gálatas 5:13). Al igual que el servicio es una consecuencia natural del amor, también el amor es una consecuencia natural del servicio. Esposos, presten servicio a sus esposas; esposas, presten servicio a sus esposos.

  • Esposos y esposas, presten servicio a sus hijos;
  • Y a todos decimos: sirvan a Dios y a sus semejantes;
  • Al hacerlo, llegaremos a amar el objeto de nuestra devoción y así seremos obedientes al primero y grande mandamiento de amar;

Luego de Su resurrección en Jerusalén, Jesús apareció a los nefitas en las Américas y después de enseñarles sobre el bautismo, les advirtió contra la ira y la contención, diciéndoles: “…y no habrá disputas entre vosotros… Porque en verdad, en verdad os digo que aquel que tiene el espíritu de contención no es mío, sino es del diablo, que es el padre de la contención, y él irrita los corazones de los hombres, para que contiendan con ira unos con otros”(3 Nefi 11:22, 29).

Hermanos y hermanas, si somos obedientes al mandamiento de amar, no habrá disputas, contenciones ni odio entre nosotros. No hablaremos mal de los demás, sino que nos trataremos con bondad y respeto, conscientes de que cada uno es hijo de Dios; no habrá nefitas, ni lamanitas ni otros “itas” entre nosotros, y cada hombre, mujer y niño será justo con sus semejantes.

Una mañana temprano en Bucarest, mientras corría por el parque Cismigiu, observé un viejo árbol que luchaba por dar nuevas ramas, por dar nueva vida. El símbolo de la vida es dar; damos tanto a la familia, a los amigos, a la comunidad y a la Iglesia, que a veces, al igual que el viejo árbol, podemos pensar que la vida es demasiado difícil, que dar constantemente es una carga muy grande de sobrellevar.

Podríamos pensar que es más fácil rendirse y sólo hacer lo que hace el hombre natural; pero no podemos ni debemos rendirnos. ¿Por qué? Porque debemos seguir dando al igual que Cristo y el viejo árbol dieron.

Cuando demos aunque sea un poco, pensemos en él, que dio Su vida para que viviéramos. Cerca del final de Su vida mortal, Jesús volvió a instruir sobre la doctrina del amor cuando enseñó a Sus adherentes que él los había amado y que ellos debían amarse mutuamente.

“En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” (Juan 13:35). Llego a la conclusión de que, dado el objetivo de nuestra existencia, si no amamos a Dios ni a nuestros semejantes, todo lo demás que hagamos será de escasas consecuencias eternas.

Testifico de la divinidad de Cristo y de la realidad de Su misión de llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre. Que amemos como él amó y continúa amando, ruego en el nombre de Jesucristo. Amén..

¿Cuál es el mandamiento nuevo que nos dejó Dios?

Escritos joánicos [ editar ] – Los escritos de Juan incluyen otros pasajes similares: [ 3 ] ​ [ 4 ] ​

  • «Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros» ( 1 Juan 3:11 ).
  • «Y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado» ( 1 Juan 3:23 ).
  • «Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios» ( 1 Juan 4:7 ).
  • «Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros» ( 1 Juan 4:12 ).

Del mismo modo, la Segunda Epístola de Juan afirma: [ 4 ] ​

  • «Y ahora te ruego, señora, no como escribiéndote un nuevo mandamiento, sino el que hemos tenido desde el principio, que nos amemos unos a otros» ( 2 Juan 1:5 ).

¿Qué mandamiento cambio Jesús?

Escritos joánicos [ editar ] – Los escritos de Juan incluyen otros pasajes similares: [ 3 ] ​ [ 4 ] ​

  • «Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros» ( 1 Juan 3:11 ).
  • «Y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado» ( 1 Juan 3:23 ).
  • «Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios» ( 1 Juan 4:7 ).
  • «Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros» ( 1 Juan 4:12 ).

Del mismo modo, la Segunda Epístola de Juan afirma: [ 4 ] ​

  • «Y ahora te ruego, señora, no como escribiéndote un nuevo mandamiento, sino el que hemos tenido desde el principio, que nos amemos unos a otros» ( 2 Juan 1:5 ).

¿Cuál es la ley de Dios en el Nuevo Testamento?

INTRODUCCIÓN Para la Pontificia Comisión Bíblica (2002) 1 , el Nuevo Testamento, principalmente Mateo, Pablo, la Carta a los Hebreos y la de Santiago, dedica una específica reflexión teológica a la significación de la ley tras la venida de Jesús y, aunque la postura de Jesús con respecto a la ley no sea fácil de precisar, a causa de la interferencia y discordancia del concepto de la ley en la comunidad primitiva, así como su polémica en torno a la vigencia de esta misma (v.

, las disputas de Pablo con los judeocristianos de Jerusalén), sí se puede hacer la salvedad de que Jesús no rechazó, en su totalidad, la ley, no obstante, tampoco la ratiicó del todo (Schrage, 1987) 2.

Anota Leske (2005) que los rabinos promulgaban la existencia de 613 mandamientos 3 y exhortaban a su cumplimiento, además de los “actos de justicia”, limosna, oración y ayuno. Por tanto, el pecado -visto desde la casuística judía- consistía “en laEs así,ción judía, donde el por transgresión de uno o varios de estos mandamientos y prohibiciones de la Torá, o de los preceptos de la tradición, la “halaká” (Jeremias, 2009, p.

177). Conviene deducir entonces que la vida de las personas estaba condicionada por el meticuloso y gozoso cumplimiento de estos mandamientos, puesto que cumplir la Ley era ser fiel a Yahvé, por tanto justo a sus ojos, merecedores de su bendición.

LA COMUNIDAD DEL EVANGELISTA MATEO 4 Una reseña existencial y espiritual del resto de la comunidad judía, superviviente de la destrucción de Jerusalén en el 70 e. a manos de los romanos, se encuentra reflejada en el Evangelio de Mateo, al mostrar la situación de la comunidad eclesial mateana (PCB, 44), conformada en su mayoría por judeocristianos procedentes de la diáspora.

Esta situación coyuntural de la destrucción de Jerusalén y posterior diáspora, trajo como resultado -para los judeocristianos- la revaloración de todo lo concerniente a su identidad, a su fe y a su culto.

Es en este contexto que la comunidad mateana debe abrirse, a eso que se ha denominado la misión pagana, proceso que no fue fácil para la misma comunidad, pues como informa el mismo autor, es en este punto donde encontramos una dicotomía en el libro de Mateo, explicitada en que “el mandato de misión del Resucitado aparece contrapuesto antitéticamente al mandato del Jesús terreno (Mt 28, 19s; 10, 5s)” (Luz, 2010, p.

114). Sin lugar a dudas, la comunidad se encontraba en un dilema, porque tras la separación de las comunidades judeocristianas -asentadas ahora en Siria- de la sinagoga, se debía preferir entre un camino abierto por ellos mismos -sin identiicación alguna con los grupos que les circundaban- lo cual les llevaría, inevitablemente, a la marginación como grupo autónomo o a encontrar la forma de poner a dialogar la frescura y novedad del cristianismo con la tradición judía y el contexto cultural circundante; de manera implícita, esto signiicaba acoger y abrirse así a la misión pagana, con el in último de ir constituyendo, paulatinamente, la gran Iglesia.

Empero, el cumplimiento de este propósito dependía “decisivamente del modo de entender la Torá por parte de la comunidad, y del modo de llevar a cabo su misión pagana” (Luz, 2010, p. 114). Ahora bien, es indiscutible que la comunidad mateana tome como presupuestos algunos elementos -muchos en verdad- de la tradición judía, es por esto que Mateo, como sustenta Theissen (2003, p.

  • 173), comulga profundamente con la ética de la tradición judía, donde el porqué de la creación del ser humano se responde con el cumplimiento de la Ley;
  • Y de modo más signiicativo para los cristianos, a quienes Jesús ofrece la Ley con un sentido más humano, haciendo de su observancia una carga ligera (Mt 11, 28-30);

Se da por sentado, entonces, que Jesús en Mateo, siguiendo nuevamente a Theissen (2003), es presentado cumpliendo la síntesis de la tradición judía (la Ley y los Profetas) ciñéndose, como es bien sabido, a su verdadero sentido y propósito (Mt 5,17). Es así como Él reconduce los mandamientos a su verdadera génesis e intención: “el servicio a la vida, la justicia, el amor, la verdad.

No opone a la Ley antigua una nueva Ley. la transforma y la lleva a una radicalidad sin precedentes” (Alonso, 2011, p. 1518). De igual forma, la PCB (2002) lo explica diciendo que En el Evangelio según san Mateo, una palabra de Jesús proclama una perfecta continuidad entre la Torá y la fe de los cristianos: ” No creáis que he venido a abrogar la Ley o los Profetas; no he venido a abrogarla, sino a cumplirla” (Mt 5,17).

Esta afirmación teológica es característica de Mateo y de su comunidad. Está en tensión con la relativización de la observancia del sábado (Mt 12,8. 12) y de la pureza ritual (Mt 15,11) que encontramos en otras palabras del Señor. (7) De modo que -y se ha observado con antelación- aunque Mateo declare “un ethos humano profundamente arraigado en el judaísmo.

  1. (Con Os 6,6)” (Theissen, 2003, pp;
  2. 153, 173) su intencionalidad es universal, lo cual signiica que todo aquél que quiera abrazar la fe cristiana ha de observar, desde la perspectiva y el sentido humano que le dio Jesús -como se sigue en los siguientes textos bíblicos- la Ley y los Profetas (Mt 7, 12; 22,37-40; 23, 23; 25, 35-36);

Lo anterior puede servir de ilustración para comprender que “el amor de Dios nos hace amorosos para los otros. Dios es excéntrico, quiere el bien, la vida y la fraternidad de los hombres. y cuando eso se realiza, él está en los hombres y los hombres en él” (Sobrino, 2010, p.

  • 220);
  • En consecuencia, Theissen (2003) afirma con toda razón que: “El Evangelio de Mateo se convirtió en el más popular;
  • Su judeocristianismo éticamente purificado determinó la historia posterior del cristianismo;

Gracias a él, el ethos judío sigue modelando hoy el cristianismo” (p. 156). Por su parte, Ladd (2002) reiere que para Mateo es un tanto irrelevante mostrar cuál es la postura de Jesús ante la Ley, antes bien, lo importante es lo que la Ley tiene para decir sobre Él.

  • Sin embargo, Mateo, -como se ha expuesto e indica Leske (2005)- presenta a Jesús observando la Ley en su sentido exacto, enseñando a sus seguidores y a quienes le escuchan, que la esencia misma de la Ley y de los Profetas era el amor (Mt 22,34-40) y no la casuística legalista o el cumplimiento minucioso de la Ley por temor al castigo de Yahvé;

De lo cual el mismo Ladd (2002) da razón cuando dice: “La autoridad de la Ley como palabra de Dios dada a Israel ha de ser interpretada por la autoridad del que dijo: “Pero yo os digo”, porque en él se cumple toda la Ley (Mt 5, 18)” (p. 288). Ello supone entonces, observar un elemento distintivo en la vida y predicación de Jesús: un modo renovado y cercano de relacionarse con Dios.

  1. En este sentido, Luz (2010) ofrece una noción mateana de la Ley donde el protagonista es Jesús y la manera en que asumió los preceptos y mandamientos del corpus legal judío, pues es en el amor como imperativo y realidad por el que se da cumplimiento fiel a la Ley y donde encuentra su verdadero sentido todo el legado cultual, legal y, por supuesto, el ethos judío;

En palabras del autor: La Torá no es una magnitud autónoma junto a Jesús, sino que Jesús fue el único maestro también en relación con ella, y la clave para su comprensión. Justo aquellas partes de la Torá que distinguen a Israel frente a las naciones -circuncisión, preceptos de puriicación y culto- quedan en Jesús, y en Mateo, postergados respecto a los preceptos que lo hermanan con las naciones, comenzando por el precepto del amor.

  • (Luz, 2010, p;
  • 116) Así pues, visto todo lo anterior, es justo airmar que Jesús, en Mateo, con su vida, palabras y obras, nunca transgrede la Ley y la enseñanza de los Profetas, antes bien, como indica Mt 5, 17-19, Jesús se propone la observancia estricta de los preceptos, hasta el más mínimo, sin importar su relación o grado de importancia con el núcleo de la Torá 5;

Lo que sustenta Luz (2010) al referir: “Jesús no es servidor, sino señor de la Torá; pero ejerce su señorío manteniendo la validez absoluta de la Torá” (p. 388). Así las cosas, Jesús no sólo es iel porque observa la Ley, sino justo, pues hace lo que agrada a Yahvé.

En palabras de Leske (2005): “Jesús no sólo cumple la Ley, sino también toda justicia” (p. 1143), o, como indica Pikaza (2013): “Si le preguntan qué hace, Jesús responderá que cumple la voluntad de Dios, conforme a la fe de su pueblo (Israel)” (p.

191). Es pues, el Jesús mateano el que demuestra la validez de la comprensión del dato revelado a través de la historia y, aunque Jesús hubo de mostrar el verdadero propósito y modo de observar las enseñanzas de la Ley y los Profetas, nunca desestimó que Dios se revela, aún en medio de las limitaciones de su pueblo.

  • Jesús y la observancia del sábado En tiempos del Nuevo Testamento, la observancia del sábado adquirió su mayor grado de rigorismo;
  • Así lo evidencia el libro de Jubileos 6 cuando hace referencia al sábado indicando lo siguiente: Muera el hombre que haga cualquier trabajo en él, el hombre que profane este día, el que yazca con mujer, el que ordene que se haga cualquier cosa en él después de amanecer acerca de venta o compra, el que saque agua que no ha sido preparada el viernes, el que levante cualquier cosa para sacarla de su tabernáculo o casa: muera;

No hagáis en sábado ningún trabajo, sino lo que se haya preparado el viernes. Comed, bebed, descansad y reposad de todo trabajo en este día, bendiciendo al Señor, nuestro Dios, que os concedió perpetuamente día de festividad, día santo y día de santo reinado para todo Israel.

(Jubileos 50, 8-9) Por su parte, el Documento de Damasco (DD-A), procedente de Qumrán, haciendo gala de una observancia mucho más estricta respecto a todas las existentes, reiere cosas como: en sábado no se debe hablar palabras vanas o necias ni ayudar a parir a un animal, ni abrir un vaso sellado, ni sacar un animal caído en un pozo, ni pararse junto a un gentil, entre otras cosas (Col.

X, 16b- 23; XI, 1 ss); con respecto a algún incidente sufrido por una persona, prescribe: “Vacat. Y a todo hombre vivo que cae a un lugar de agua o a un lugar de , que nadie lo saque con una escalera o una cuerda o utensilio” (Col. XI, 16). También la Misná codificó los principales trabajos prohibidos en sábado: Los trabajos principales son cuarenta menos uno: sembrar, arar, segar, engavillar, majar, bieldar, limpiar, moler, cribar, amasar, cocer, esquilar, lavar la lana, mullirla, teñirla; hilar, tejer, hacer dos cordoncillos, tejer dos hilos, separar dos hilos; hacer nudos, soltarlos, hacer dos costuras, desgarrar algo con objeto de hacer dos costuras, cazar un ciervo, matarlo o despellejarlo, salarlo, curar la piel, pulirla, cortarla; escribir dos letras, borrar con el in de escribir dos letras; ediicar, demoler, apagar, encender; golpear con martillo, transportar de un ámbito a otro.

  1. Estos son los cuarenta trabajos fundamentales menos uno;
  2. (Shab 7,2) Así las cosas, es fácil inferir que esta práctica del sábado en un momento dado se dejó conigurar por el legalismo y ritualismo, los cuales conducen a olvidar que es la voluntad de Dios, aquello que conigura la Torá y pone en su centro el amor al hombre, por ende, es el ser humano quien le da vida y sentido a la Ley;

Por esto es signiicativo que el evangelista Mateo en 12, 1-21, con sus paralelos en Mc 2, 23 -3, 6; Lc 6,1-11 indique una problemática, o mejor, una controversia entre Jesús y los fariseos, por dos eventos especíicos: a) Los discípulos arrancan espigas en un campo, porque tienen hambre (Mt 12, 1-8); b) Jesús es abordado en la sinagoga por los fariseos, quienes le piden dirimir un asunto, acerca de si es lícito curar a un hombre -con la mano seca, allí presente- en sábado (Mt 12, 9-14).

En los dos casos “Jesús aboga por una praxis diferente al honrar el sábado: desplegar misericordia y hacer el bien” (Carter, 2007, p. 394). En este sentido, Zumstein (2002) sostiene que para Jesús, la Torá no es válida per se, esto es, sólo por haber sido dictada por Moisés.

Antes bien, su validez se expresa en la medida en que es consecuente con la voluntad original de Dios, cuando está sostenida por el amor. En ella misma se evidencian yuxtaposiciones que se contraponen y que pueden generar conflictos, “los que solo pueden solucionarse con la preeminencia de un mandamiento sobre otro u otros” (p.

  1. 38);
  2. Al respecto, en la controversia generada por “el sábado de Jesús” (Luz, 2006, p;
  3. 305), especíicamente en las espigas arrancadas en sábado por los discípulos, Mateo y los otros dos sinópticos aluden a un precepto rabínico fundado en el episodio en que David y sus hombres perpetraron en el santuario y comieron de los panes sagrados por hambre;

El hambre es para los rabinos un estado de peligro de muerte y el peligro de muerte exime del precepto sabático. De este modo, los rabinos excusaron posteriormente a David y, de esta misma forma, el Jesús mateano excusa a sus discípulos (Luz, 2006). Empero, esto no basta porque “no se puede fundamentar una halakaa 7 en un ejemplo (hagádico)” 8 (Luz, 2006, p.

311). Así las cosas, Mateo en 12, 5 debe apelar a Nm 28, 9-10 donde recuerda que los sacerdotes, en razón de su oicio, en tiempos determinados y en función de las ofrendas que se ajusten a la prescripciones bíblicas, son autorizados por la misma ley a transgredir el mandamiento de la observancia sabática.

Para Zumstein (2002), este argumento busca dejar claro que la misma Torá ordena los mandamientos en razón de su importancia con respecto a lo más agradable ante Dios. En este caso, el culto sacriicial está por encima de la norma del descanso sabático. Con todo, Luz (2006) asegura que la alusión de Mateo trasciende el hecho de dar un ejemplo de transgresión lícita al precepto sabático, porque inmediatamente, Jesús sorprende afirmando: “hay aquí alguien mayor que el Templo” (Mt 12, 6).

  • Lo que se comprende en profundidad cuando Mt 12,7 hace referencia directa a Os 6,6 y transcribe «misericordia quiero y no sacrificios»;
  • Por consiguiente: Lo que es mayor que el templo es, pues, la misericordia, que en la interpretación que hace Jesús de la voluntad de Dios ha llegado a ser lo máximo;

la misericordia no es para Mateo únicamente un sustitutivo del culto sacrificial. la misericordia es el núcleo de la voluntad de Dios que Jesús cumple con su conducta (5, 17; 9, 13). (Luz, 2006, p. 312) A su vez, Schmid (1973), analizando la conducta de los fariseos, indica que si estos hubiesen comprendido el signiicado real que subyace en la frase del profeta (Os 6, 6), donde “la misericordia, el amor capaz de hacerse eco de los sentimientos ajenos, está por encima de todos los actos de culto, hubieran sabido también tener comprensión para el hambre de los discípulos” (p.

  • 299);
  • Así las cosas, la misericordia es el vértice donde confluye una observancia iel a la voluntad de Dios expresada en los preceptos de la Torá;
  • Pues, como indica Mt 23, 23, lo más importante de la Torá es la “justicia, misericordia y fidelidad”, lo que se traduce en el querer de Dios para el ser humano, su bienaventuranza, la felicidad;

Por otra parte, el texto de Mt 12, 9-14 -que se ha referido con antelación-, pone de relieve no el encuentro de Jesús con el hombre tullido, sino en el conflicto con los fariseos. La oscura intención de sus adversarios queda maniiesta cuando preguntan, para tener de qué acusarlo, si es lícito curar al hombre en sábado.

  • Ante esto, Jesús les inquiere sobre algo muy obvio y, hasta subjetivo: ¿Quién de vosotros que tenga una sola oveja, si esta cae en un hoyo en sábado, no la agarra y la saca? (Mt 12, 11);
  • Es que en Israel existía una solución sutil para esto, la cual mediaba y hacía menos intransigente la observancia del sábado, al animal se le podía ayudar pero debía salir por sí mismo del hoyo (CD 11, 13s; Shab 128b);

Pues bien, Jesús aquí “habla de la praxis de unos campesinos que pueden tener ovejas, no de una “halaka” de doctos” (Luz, 2006, p. 321). Sin embargo, el argumento con que Mateo quiere zanjar la situación está en el corazón del relato en Mt 12, 12b, sí es lícito ayudar a una oveja en sábado, pero cuánto más socorrer a una persona; lo que signiica, entonces, que los sacrificios y el sábado están subordinados a la misericordia.

Para Luz (2006), esto permite esclarecer aquello que signiica para Mateo, que del doble mandamiento del amor dependen la Ley entera y los Profetas (Mt 22, 40) y la función de los cánones “más importantes” respecto a otros (Mt 23, 23).

Por esto, el autor aduce lo siguiente: Formalmente. el v. 12b es un halaká, a saber, la norma básica de la praxis del sábado en la comunidad mateana. Pero el contenido es la subordinación total del precepto sabático al amor: el precepto no es abolido, sino que permanece.

  1. Es voluntad de Dios;
  2. El peligro de muerte o la salvación de la vida era para los letrados la “línea fronteriza” que hacía posible la transgresión del precepto sabático;
  3. Pero no se trata de eso: el amor no se puede limitar;

Mientras en los rabinos la salvación de la vida es un límite para el precepto sabático, en Mateo el amor pasa a ser el centro. (Luz, 2006, p. 322) Los dos relatos que se han referido adquieren su sentido desde el mandamiento del amor, que no deroga la Ley sino que la lleva a su punto más álgido, en el que el ser humano alcanza su realización: un encuentro real, desde el amor, con Dios y con los otros.

Zumstein (2002) se pronuncia al respecto y sanciona: Los dos relatos de controversias abren de esta forma una brecha: ciertamente, la ley es válida en su integridad, pero lo es con tal que sea conforme con la voluntad original de Dios; a condición de que sea considerada en función de su intención central que es el amor.

Para formularlo de manera paradójica: a los ojos del Cristo mateano, es legítimo y hasta necesario transgredir la Torá, en nombre de la Torá, ya que el amor está sobre la letra, la verdadera fidelidad sobre la obediencia legalista. (pp. 38-39) Con esto claro, se puede asegurar que la comunidad mateana se halla caracterizada por una observancia radical del sábado de Jesús 9 , fundada en el amor, que es don y tarea constante para ella misma.

De ahí la importancia para Mateo de poner como protagonista de los relatos a la persona de Jesús, pues su acción es un ejemplo preclaro de lo que significa observar cristianamente el sábado. Podría resumirse así: “Según Jesús, el recto servicio de Dios no meramente puede ser, sino que es necesario que sea servicio al hombre” (Braun, 1975, p.

161). El sermón de la montaña (MT 5-7) El Sermón de la Montaña 10 comprende los capítulos 5 a 7 en el Evangelio de Mateo. Esta nominación viene dada en razón de que el evangelista ubica a Jesús impartiendo su enseñanza en un montículo que hace las veces de púlpito (Mesters, 1996).

Este sermón es el primero y el más importante de los cinco grandes discursos presentes en el Evangelio de Mateo, el único calificado por él como “Evangelio del Reino” (Luz, 2010, p. 656). En éste, Mateo expone todo lo relativo a la entrada en él: “quién puede entrar en el Reino, cuáles son las condiciones, qué comportamientos hay que adoptar dentro de ese Reino” (Mesters, 1996, p.

167). En otras palabras, “El Sermón de la Montaña es la exposición fundamental y programática de la predicación del maestro Jesús, el Mesías de Israel: de aquellas “palabras” que serán decisivas para salir indemnes en el juicio del Hijo del Hombre, Jesús” (Luz, 2010, p.

  • 656);
  • Para Lohink (1989), el Sermón de la Montaña es: Un conglomerado muy importante de principios interpretativos para un ordenamiento jurídico y social ya existente; concretamente para la Torá del Sinaí;

Por consiguiente, el orden social que buscamos para el pueblo nuevo-testamentario de Dios no es otra cosa que la Ley del Sinaí, pero no en la forma en que la recogió el Pentateuco, sino en la reinterpretación escatológica mediante las reglas interpretativas del sermón de la montaña”.

(p. 126) Entonces, el Sermón de la Montaña aunque haya sido comprendido por los cristianos como la “nueva torá”, explica Lohfink (2013), no es una nueva torá, y no puede serlo, debido a que no menciona otras dimensiones de la vida humana.

Él insiste en que Jesús no proclama una nueva ley, sino que por el contrario, lleva a su plenitud el esquema social de la Torá dado de una vez para siempre al promulgar en la predicación del monte algunos ejemplos que indican cómo este esquema social debe entenderse y vivirse radicalmente, es decir, desde su raíz, desde la verdadera voluntad de Dios.

(p. 353) Por otra parte, al hablar de las secciones del Sermón, Tassin (2006) presenta una división en tres conjuntos: “El exordio (5, 3-16) evoca la feliz condición de los discípulos (bienaventuranza) y su misión (sal y luz).

El cuerpo del Sermón (5, 17-7, 12) muestra cómo comprender las exigencias divinas. La peroración o conclusión (7,13-27) exige un comportamiento activo” (p. 24). Asimismo, el Sermón de la Montaña es donde las relaciones con Dios se establecen sobre la base de aquello que el Señor hace por sus hijos y no sobre los méritos o virtudes que realicen los fieles.

  • “El hombre tiene que esperar su salvación únicamente de Dios y no de su propio esfuerzo;
  • Dios la prometió y con ella se com-prometió” (Mesters, 1996, p;
  • 172);
  • Allí se invita a los discípulos a pasar de una mentalidad donde todo depende del conjunto de actos de cumplimiento o de piedad, a entender que en realidad los fieles son sostenidos gratuitamente por Dios;

Es así como se puede comprender la enseñanza “nueva” de Jesús, no tanto por sus contenidos o su estilo, sino esencialmente por la autenticidad que trasmitía, por la autoridad que lo avalaba -una autoridad mucho mayor que la de los responsables de la fe judía (Mc 1,21-22)-, porque en las palabras de Jesús se percibía a Dios mismo que hablaba a los hombres.

  1. También sus obras mostraban que venía de parte de Dios: “;
  2. si por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios” (Lc 11, 20);
  3. Por tanto, Jesús es el referente más cierto para saber lo que sucede en una persona cuando se abre a Dios y le permite acontecer en su vida; de forma sencilla: encuentra el sentido de su vida y crece en humanidad;

Por esta razón, Jesús con su forma de vivir manifestó que “el hombre sólo puede ser plenamente humano cuando permite que el reino de Dios acontezca en su vida” (Mesters, 1996, p. 180). Y de esta forma, el ser humano participa de la misión creadora de Dios, porque su intención -fundada en el amor- y sus acciones “humanizadoras”, construyen sendas de vida nueva y digna para otros seres humanos.

Así las cosas, Jesús es buena nueva para todos los hombres porque se corresponde exactamente a eso que la humanidad necesita y aspira. Ahora bien, surge un cuestionamiento acerca de si el Sermón de la Montaña supone o no un condicionamiento legal, constituyendo así un decreto de observancia cristiana.

Para Schnakenburg (1989), apenas resulta posible clasificar las enseñanzas y las exigencias de Jesús en la categoría de los preceptos legales. Esta observación es válida respecto al mandato del amor, especíicamente comprendido con la amplitud y la profundidad con que Jesús lo propone.

Y es que Él -como se ha hecho alusión- lleva también a una nueva concepción de la Ley y de la moral, pues un comportamiento legal que sólo afecte al hombre en su periferia no es aún, siquiera, moralidad; sólo desde el centro del ser humano, desde su corazón, adquiere todo su carácter y valor moral.

Además, el Sermón, estudiado y comprendido desde la perspectiva en que se ha abordado y visto desde la integridad total de la vida de Jesús, no es una ley que trasgreda la libertad del hombre. Incluso, no puede ser equiparado con otra legislación, porque no es consonante con ninguna ley humana.

  • Si esto fuera posible, indica Mesters (1996), desaparecería el dinamismo de la novedad del que está a raíz del Sermón y se convertiría en una carga insoportable;
  • Esto supondría, contrariar a Jesús cuando sanciona: “mi yugo es suave y mi carga ligera” (Mt 11,30);

Conjuntamente, si el Sermón se comprendiese desde el legalismo, necesitaría de un ejercicio intelectivo por parte de quienes quieran o “tengan” que observarlo; por consiguiente, los ignorantes y los pobres, que casi siempre desconocen la rúbrica legal, serían unos desdichados: lo opuesto a lo expresado por el Jesús mateano en el Sermón de la Montaña (Mt 5,3).

Cabe añadir que el Sermón de la Montaña trastoca toda la vida, puesto que recoge y expresa la ética de Jesús. Es preciso, entender por ética las motivaciones y razones que originan ciertos comportamientos, asimismo, el Sermón de la Montaña revela los criterios ético-teológicos y las opciones que guiaron la vida de Jesús.

Esos criterios se compendian -como se ha aludido- en la expresión, un reino de naturaleza muy distinta a la del “mundo” y que implica un cuestionamiento radical del mismo. Luz (2010) añade, que “El Sermón de la Montaña como ética para la comunidad, es a la vez voluntad de Dios para el mundo entero que recibe el anuncio (Mt 28, 19s)” (p.

  • 659);
  • Signiica entonces que la etización de la vida de Jesús, su cercanía al afligido y menesteroso y el bien que hizo a las personas de su tiempo, no era un acto exclusivista, sino de apuesta radical para que el amor, la buena nueva de Dios, se extendiera más y más a través de la vida y obra de quienes practicaban la bondad y observaban la justicia y la misericordia (Mt 5, 16);

En efecto, en unión con su proclamación del reino, Jesús fundamenta la voluntad de Dios de manera nueva, más profunda y reprocha algunas interpretaciones y prácticas de su tiempo. En virtud de su íntima relación con el Padre y del conocimiento inmediato que tiene de él, del que sabe que está inclinado a los hombres y deseoso de su salvación, Jesús se convierte en pregonero de un ethos propio y peculiar.

  • Como afirma Lohfink (2013), a Jesús le interesa por encima de todo la voluntad de Dios, esto es lo que predica;
  • Su mensaje del reino resalta “el centro de la Torá: el mandamiento de la unicidad y el dominio supremo de Dios” (p;

352). Entre tanto, el pensamiento ético de la Biblia no está determinado por consideraciones ilosóicas, antropológicas o intramundanas sino por la unión con Dios y la responsabilidad que se tiene ante él. La imagen que Jesús tiene de Dios está íntimamente ligada a su mensaje como oferta de una misericordia sin límites, de la inclinación y el afecto divino precisamente hacia los menos favorecidos de la sociedad.

  1. Esto otorga a su predicación un cariz y fundamento nuevos;
  2. Pues, para él no sólo tenía validez el amor a Dios con todo el corazón, con todas las fuerzas y toda el alma (Dt 6,4-9), sino también el amor al prójimo, del modo y con la intensidad con que era amado por el Padre y permaneciendo iel a ese amor (Jn 15, 9);

Es claro que la promesa del reino de Dios constante y motivadora de las aspiraciones morales está reservada a Jesús y se halla vinculada a su mensaje de la venida del reino de Dios. El presente y el futuro están tan fuertemente imbricados en su proclamación que quien acepte su promesa de salvación presente tiene ya ante sus ojos la llegada del reino de Dios como cumplimiento de sus anhelos.

  1. El motivo de la participación en el reino de Dios forma parte del mensaje y de las exigencias originarias de Jesús, especialmente en las bienaventuranzas del Sermón de la Montaña (Mt 5, 1-12);
  2. Pese a todo lo estudiado, no se puede olvidar que Jesús, habiendo recibido la educación religiosa tradicional de los hijos de Israel, respetaba las costumbres comunes de su pueblo (Pagola, 2010); su devoción por el Templo es grande, pero eso no le impide llevar a plenitud la ley -como se ha mencionado antes- resigniicarla en su sentido verdadero;

Por esta razón, Él tenía intención de preparar a todo Israel para la entrada en el Reino, esto implicaba repensar el sentido de las reglas de pureza, hacerse cercano a los cobradores de impuestos y pecadores, universalizar la salvación en otras palabras, hacer del amor el eje transversal de los preceptos de la Ley.

  • O, lo que es lo mismo, “Jesús sitúa la Torá entera bajo la luz del reino de Dios y subordina a este reino todos los preceptos;
  • Establece una vinculación entre el precepto principal y el amor al prójimo de Levítico 19″ (Lohink, 2013, p;

352). Sintetizando, el Sermón de la Montaña no se puede comprender separándolo de la vida de Jesús, para entender el sentido de sus palabras es necesario “ver cómo vivió y practicó él mismo lo que enseñó y mandó” (Mesters, 1996, p. 174). Con la venida de Jesús se inicia en la humanidad un nuevo clarear, el día de salvación para los condenados de la sociedad.

La buena nueva proclamada por Jesús era novedosa no sólo por su contenido sino por la forma como la hacía presente. La llegada de Jesús fue una luz que exigía a hombres y mujeres que se deinieran, no provocaba su resistencia, era sólo una presencia humilde y firme de la verdad y del amor (Jn 8, 39-40).

Pero, como bien lo dice Castillo (1981), su presencia sacude las conciencias dormidas bajo el miedo que produce quebrar las leyes y preceptos. Por esta razón, no es posible ser su discípulo si no se ha dejado todo para seguirlo, teniendo claro que el seguimiento supone, casi siempre, el martirio 11.

Sin embargo, Jesús proclama “dichosos a los excluidos de una sociedad que está cerrada en sí misma en su seguridad y sus miedos excluyentes” (Mesters, 1996, p. 186), porque la señal del advenimiento del Reino será la liberación de todo este sistema de cosas que deshumaniza al ser humano.

Así es como las bienaventuranzas (5,1-12) descubren que los criterios de Dios son distintos a los de los seres humanos que “cumplen” y excluyen. Pues, “las relaciones con Dios. no se fundamentan ya en lo que nosotros hacemos por Dios, sino en lo que Dios hace por nosotros” (Mesters, 1996, p.

186). En suma, el Sermón de la Montaña va al núcleo del ser y quehacer de la persona porque exige, a quien se dispone observarlo, ser señal del advenimiento del Reino entre los hombres, con quienes escribe su historia.

Es una propuesta que supone radicalidad, creatividad y transformación. Pues se ha de ser coherente frente a Dios, ante la propia conciencia y frente a los demás (Mesters, 1996). El proceso de transformación que pide el Sermón de la Montaña es doloroso, porque “tropieza con muchas resistencias, tanto dentro de nosotros mismos, como dentro de la sociedad” (p.

187), no obstante, su fruto es la bienaventuranza de vivir en el ahora, en la certeza y en el gozo. EL APÓSTOL PABLO Y LA LEY Como expresión de la voluntad de Dios, la Ley es santa, justa y buena (Rom 7, 12; 1 Tim 1, 8), por esto es que la Ley constituye uno de los elementos básicos de la doctrina cristiana, como deja entrever el apóstol Pablo.

Él mismo asume que la actitud de apertura, perdón y acogida de Jesús ante todo aquél que se encontraba excluido de la alianza -por su incumplimiento de la ley y/o su pecado- no es sólo una novedad, sino la base para constituir la comunión universal. Es decir, Pablo se sabe liberado del cumplimiento irrestricto de la Ley nacional israelita y convoca para el Reino, de un modo especial -y según el Señor- a los pecadores, a los excluidos, lo que viene a signiicar, los paganos -hombres y mujeres- a ser parte de la Ekklesia de Cristo; puesto que, el impío es justiicado, no en virtud de la observancia de la ley, sino en virtud de la gracia de Dios en Jesucristo, al que el creyente está unido por la fe (Rom 1, 17; 3, 21-28; 4, 25; Flp 3, 8-9; Tit 3, 5-7).

  • Con todo, la teología paulina de la Ley, según explica la PBC (2002), es rica pero imperfectamente uniicada 12 ; consecuencia de la naturaleza de sus escritos y una reflexión teológica novísima;
  • No obstante, se ha de atender lo que sostiene Gaston (1987), que Pablo nunca contrapone directamente la fe y la Ley, porque la discordancia se acentúa entre la “fe” y las “obras de la Ley”, donde “obras de la Ley” se reiere a las exigencias de la Ley; asimismo, los textos paulinos tienen como primer destinatario a los paganos, por ende es a ellos y, en su contexto, a quienes dirige sus enseñanzas el apóstol;

Y es que para Pablo la Ley no es negativa per se, sino en tanto en cuanto el hombre se deje aprisionar y condicionar -como legalismo deshumanizador- por ella (Rom 7, 7-11). La especialista Eisenbaum (2014) ilustra mejor el tema con este oportuno comentario: Pablo contrasta fe y obras para demostrar que los paganos están exentos de la observancia de la Ley.

Como Israel, ellos son beneiciarios de la gracia de Dios. A los paganos no se les exige la observancia de la Torá para ser justos ante Dios. para que participen en el mundo venidero, para ser “salvados”. quiere decir que mientras que la posesión de la Torá por los judíos les posibilitaba estar en buena relación con Dios, no podía decirse esto mismo de los paganos.

Lo que la Torá hace por los judíos, lo hace Jesús por los paganos (pp. 379, 383). Empero, Crossan & Reed (2006) afirman que Pablo entiende la Ley en toda sus dimensiones y connotaciones posibles, lo que signiica que él hablaba no solo de la ley judía, sino también de la ley romana; no hacía referencia sólo a la ley humana, también, refería la divina.

  1. Estos autores, consideran que la Carta a los Romanos tiene una crítica más directa al respecto, que la Carta a los Gálatas y citan: “La ley produce la ira; por el contrario, donde no hay ley no hay transgresión” (Rom 4, 15; 5, 13; 7,5;

8), lo que signiica, que la Ley establece el conocimiento acerca de lo bueno o lo malo, del cómo o no se debe obrar, por consiguiente, todo lo que sea contario a la Ley, es una transgresión al modus vivendi socio-religioso-político. Para ir concluyendo este breve esbozo de la Ley en la teología paulina, se utilizará, el estudio propuesto por Crossan & Reed (2006) que, grosso modo, recoge la concepción paulina de la Ley: En segundo lugar, aunque la ley da poder de conocimiento.

  • de suyo no trae consigo el poder de la obediencia;
  • “mis propias acciones no las entiendo” dice Pablo en nombre de la Ley, “pues no hago lo que quiero, pero hago precisamente lo que odio” (Rom 7, 15);
  • la ley establece una información, pero no determina una transformación, dice Pablo;

En tercer lugar, la descripción hecha por Pablo de la conciencia humana como dividida (Rom 7, 20), no se debe entender como un sentimiento subjetivo de culpa, sino como una situación objetiva de pecado. esta sección (Rom 5-8). presenta la dicotomía ley/obras frente a gracia/fe.

el término que domina. es el sustantivo plural y con mayúscula Pecado. su atención se centra en el Pecado, es decir, simpliicando bastante, en la desobediencia a la ley de Dios, ley confesada como conocida y admitida como justa.

Por último, Pablo considera que la ley y la fe pueden estar desde dentro y desde fuera en una relación dialéctica o recíproca. (Gál 3, 24): “la ley fue nuestro pedagogo hasta Cristo, para ser justificados por la fe”. puede que la ley como pedagogo y la justificación no sean para cualquier persona o cualquier religión meras fases sucesivas, sino interacciones dialécticas.

  1. (pp;
  2. 462-463) Lo que se podría anotar es que para Pablo Jesús ha permeado con su gracia -que es gracia de Dios y verdad del hombre- el lugar dominado por la Ley, haciendo que el ser humano pueda vivir desde la identidad de Dios -en el amor- ya desde este mundo, superando -no negando- la Ley (Pikaza, 2011; Grelot, 1995);

LA CARTA A LOS HEBREOS La Carta a los Hebreos se presenta a sí misma como «discurso de exhortación» (Heb 13, 22) según indica Kuss (1977), quien aduce además que fue escrita para una comunidad que flaqueaba en su fe y, por tanto, el autor se propone revitalizarla, a través de nutridas exhortaciones directas y sobre todo, les instruye teológicamente con las acepciones que dada la época contempla este término.

Por su parte, Carrière (2011) considera la carta a los Hebreos, en su esencia, como una exposición litúrgica, dado que “está completamente orientada a hacer que entremos en la liturgia de la nueva alianza por Cristo y, con ello, permitirnos alcanzar esa santidad que el sistema antiguo del Levítico deseaba para Israel con tanto vigor” (p.

35). Aparte, en la Carta a los Hebreos expone la PCB (2002), la Ley aparece como una institución que ha sido válida en su tiempo y a su nivel y esto es así porque el autor reconoce, aunque sea furtivamente, el origen divino de la Ley (Heb 2,2) que, con el advenimiento de Cristo, halla su verdadero significado y plenitud.

  • En este sentido, son muchos y diversos los pasajes de la Carta a los Hebreos que reproducen prescripciones de la ley, sin tomar una postura a favor o en contra (Hb 7, 5;
  • 13; 9, 19;
  • 22; 10, 28) como expresa Kuss (1977): El autor de la carta a los Hebreos;

se muestra mucho menos inclinado a considerar la relación entre antigua alianza y nueva alianza desde el punto de vista exclusiva o preferentemente negativo. Él contrapone, es cierto, los dos campos, de los cuales el uno está dominado por el culto descrito en la Escritura, y el otro por el sumo sacerdote Jesús, pero lo hace en tal forma que, si bien concede toda la preeminencia al nuevo orden, no establece una relación tan radical como la que existe entre lo negativo y lo positivo, o entre perdición y salvación, sino una relación de imperfecto a perfecto, de tipo a realidad, de símbolo a lo simbolizado.

  1. (pp;
  2. 139-140) Por su parte, Carrière (2011) insiste y sostiene que, la referencia de la carta a la «legislación» (Heb 7,11ss) o a la «ley» (7,19 ss), se hace en el marco de la legislación cultual y sacerdotal;

Lo que supone, entonces, que su referente principal es el libro del Levítico, situado en el centro de la Torá y que prescribe la liturgia del Yom Kippur, para el perdón de los pecados. Esto supone que Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, es quien celebra la nueva y definitiva liturgia de alianza por “el perdón de los pecados” y la santificación; Él se ofrece a sí mismo, como holocausto perfecto, para la salvación.

  • De ahí que la fe en Él sea la puerta de entrada para participar en su celebración litúrgica de alianza, en la salvación ofrecida por Él, en la santificación por su amor;
  • LA CARTA DE SANTIAGO La Carta de Santiago 13 contiene una enseñanza “sapiencial” al estilo de un libro del Antiguo Testamento (v;

, Proverbios, Eclesiastés, Sabiduría. ), según expone Knoch (1976), pero es “profundamente moral (119 imperativos)” como sanciona Felder (2005, p. 1626). Knoch refiere, además, que ésta no mantiene una secuencia ordenada, a saber, es “una serie de advertencias, instrucciones y normas, enfocadas hacia la vida práctica cotidiana de los judeocristianos de la diáspora” (p.

  1. 7);
  2. Ahora bien, el hecho de no mantener una ilación o un ritmo secuenciado, no excluye la coherencia en el contenido que se observa en la Epístola y su autoridad;
  3. Autores como Tamez (2008) expresan su beneplácito con la obra, subrayando la presencia de iguras retóricas e imágenes que hablan por sí mismas de la profundidad y simetría contenida en el texto;

La misma autora, define el estilo de la carta como “exhortativo (parenético) y didáctico” (p. 6) 14. Incluso Felder (2005) llega a inferir que el estilo tan ecléctico que mantiene el libro le hace guardar una ainidad inusitada con toda la Sagrada Escritura; lo que no viene a signiicar que haya una “dependencia literaria directa, cuanto de un parentesco mediado por la alusión y la semejanza de estilo.

  • Santiago sigue sin tener un paralelo bíblico” (p;
  • 1627);
  • En consonancia con lo anterior, los autores Tuñí & Alegre (1995) resaltan la singularidad y originalidad que tiene la Epístola de Santiago pues como ellos mismos hacen notar, parafraseando a Laws (1980): “escasea, en apariencia, todo lo que se puede considerar propio de la fe y práctica cristianas” (p;

291), por lo que “algunos han sugerido que. la Epístola. originariamente no era en absoluto un documento cristiano, sino un texto judío interpolado para introducirlo en el uso cristiano” 15 (Laws, 1980, p. 1), someramente adaptada, como añade la autora, a la realidad cristiana.

Sin embargo, Alonso (2011) deiende la posibilidad de que el autor se inspirase en el contenido de la ética judía, pero el contenido y la aplicación es netamente cristiana, por esto explicita que: A pesar que sólo se menciona a Jesucristo tres veces (1,1; 2,1 y 5,7), contiene asuntos especíicamente cristianos, como la debatida cuestión de fe y obras (2, 14-26; cfr.

Gal 3 y Rom 4), la regeneración por la palabra/ mensaje (1,18) y la ley de la libertad (1, 25; 2, 12) 16. Además, su relación con la primera carta de Pedro es patente: la dispersión (1, 1 y 1 Pe 1, 1); las pruebas de la fe (1, 2s y 1 Pe 1, 6); la guerra de las pasiones (4, 1 y 1 Pe 2, 11); la invitación a resistir (4, 7 y 1 Pe 5, 9).

(p. 1962) Ahora bien, aunque tratado brevemente el tema anterior, conviene entrar en lo que compete al estudio que se viene realizando y, es el tratamiento que la Carta de Santiago da a la Ley. Al respecto, la PCB (2002) sostiene que “para Santiago, como para la primitiva comunidad cristiana, los mandamientos morales de la Ley continúan sirviendo de guía (2,11), pero interpretados por el Señor” (n.

45 § 5). Es decir, los preceptos mosaicos tienen ahora una relectura que el mismo Cristo con su vida deinió. En este sentido, lo primero que se ha de sugerir, como indica la PCB (2002), es que Santiago no declara abiertamente, como sí lo hace Pablo y la Carta a los Hebreos, la supremacía de Cristo y su gracia sobre la Ley, pero se muestra conforme con Mateo, Marcos, Lucas y Pablo, en sostener la preeminencia, no del Decálogo, sino del precepto del amor al prójimo (Lv 19,18), lo que se traduce, consecuentemente, en la observancia perfecta del Decálogo y el gozo de saberse por encima de él, pues se es iel al mandamiento del amor, presentado desde siempre y encarnado por el Señor.

La Ley es un tema constante en Santiago, según lo indican Tuñí & Alegre (1995) tomando como referencia (Sant 1,25; 2,8. 10. 11. 12; 4,11); señalan, además, que no se puede deducir con premura la alusión a la Torá, cuando Santiago habla de la ley y, mucho menos, el derecho positivo e Iusnaturalismo romano, porque, como sentencia (Sant 1,17-25), la «ley perfecta de la libertad» (1,25) es la Palabra de la verdad (1, 18a) por la que Dios nos ha engendrado.

Por ende, “hay aquí en Sant una alusión a la instrucción cristiana recibida en el bautismo” (p. 313). Con este antecedente, Tuní & Alegre, no vacilan al declarar, que: En [Sant] 2, 8-12 la Ley, si se tiene presente que 2,8 cita Lv 19,18, el mandamiento del amor al prójimo.

la Ley, pues, es para Sant la que viene concretada en el amor al prójimo, que es la Palabra plantada en nosotros por la instrucción bautismal. Esta Ley del amor al prójimo, si la cumplimos, es la que es capaz de salvarnos.

Con ello Sant no contrapone fe y obras. Pues según 2, 24 la fe ha de cooperar con las obras del amor y de la obediencia de la fe. En este sentido puede ser comparada a la fe paulina «que se hace eficaz por el amor» (Gal 5,6). (p. 313) Entretanto, Knoch (1976) hace un análisis hermenéutico muy signiicativo sobre la ley regia (Sant 2, 8-13), logra demostrar el carácter humanizador y ético contenido en la Carta, a continuación, se esquematizará el estudio mencionado: a.

  1. (Sant 2, 8): Si efectivamente cumplís la ley regia según la Escritura: amarás a tu prójimo como a ti mismo (Lev 19, 18) hacéis muy bien;
  2. Santiago nos muestra ahora la conducta que hay que observar con el prójimo;

un amor que se equipara al amor que uno se tiene a sí mismo. tal como Dios lo exigía ya en el A. Santiago llama a esta obligación ley regia, por dos razones. En primer lugar, el autor quiere decir que toda la revelación de la voluntad de Dios, tal como está contenida en la sagrada Escritura, es decir, en el A.

, tal como Cristo la ha cumplido (Mt 5, 1719), está resumida en esta ley. En segundo lugar este título regia maniiesta la eminente y suprema categoría e importancia de esa ley frente a todos los demás mandamientos y obligaciones morales.

(p. 59) b. (2, 9-11): “. Quién hace acepción de personas, comete pecado. ” Quien hace acepción entre los hombres y honra o ama a uno según sea su posición social, quebranta gravemente el mandamiento fundamental, el mandamiento del amor desinteresado, porque no ve en él a un prójimo.

  • Santiago ha entendido muy bien la enseñanza de Jesús, según la cual todos los pecados derivan de la falta de amor;
  • La única forma de dominar el pecado y de que el mundo alcance la salvación consiste en vencer en el propio corazón el orgullo, el egoísmo y la falta de amor;

(p. 60-61) c. (2, 12-13) “. Ley de libertad. ” El cristiano está sometido a una ley de libertad, la ley del amor. Dios, por medio de Cristo, lo ha llamado al amor y lo ha adoptado como hijo y heredero. Por eso el cristiano debe pensar, juzgar, oír, hablar y obrar movido por esta libertad de amor a Dios y al prójimo.

No puede agradar a Dios quien no ha amado, por más perfección que haya conseguido en las virtudes y en las buenas obras. Dios medirá al hombre con la medida de su benevolencia, que dispensa libremente sus favores: esa es la libertad divina.

Y la recompensará con la medida con que el hombre haya medido: esa es la justicia divina (pp. 61-62). Todo lo expuesto, pone en consideración la preocupación primera de Santiago, por la dicotomía existente en los creyentes entre la fe que se profesa y el modo de vivir [que no es en deinitiva, la mejor, sino la única predicación].

Insiste en que la identidad cristiana la deine el amor, un amor que toma vida en la preocupación, en la acogida y el hacerse cargo del dolor, la angustia, la necesidad del otro, el prójimo, por esto Mussner, citado por Tuñí & Alegre (1995), señala: “Sant.

se le puede considerar como un heraldo del amor al prójimo y de la justicia social” (p. 313); un amor que no se usurpa, porque es gratuidad de Quien ha engendrado al ser humano y le ha dado una vida nueva, en Cristo su Hijo, el Padre de todos, Dios. CONCLUSIONES Jesús, como airma Pikaza (2011), “no negó en su raíz el valor de la ley israelita, sino todo lo contrario quiso tomarla y la tomó como principio de conducta” (p.

560), lo que explica el por qué el cumplimiento exacto, el obrar según la Ley, ya no estará sucinto en el cumplimiento irrestricto de las normas de pureza y los principios religiosos -entre otros el sábado- sino en reconocer a los otros como personas, en hacer por ellos lo que Dios hace con cada uno de los hombres: amarles.

La novedad, o mejor, la libertad con la que Jesús asume las observancias de la Ley y redescubre su signiicado, Pagola (2010) la explicita así: La verdadera identidad de Israel no consiste en excluir paganos, pecadores e impuros. Para ser “el pueblo de Dios”, lo decisivo no es vivir “separados”, como hacen en buena parte los sectores fariseos, ni aislarse en el desierto, como los esenios de Qumrán.

En el reino de Dios, la verdadera identidad consiste en no excluir a nadie, en acoger a todos y, de manera preferente, a los marginados. (p. 261) Es la visión de “pueblo de Dios” que tiene Jesús, cuando hace de la proclamación e instauración de su proyecto de vida.

No niega ni rechaza, en ningún momento, el valor fundamental de la Ley, antes bien, acude a ella para insistir en que observar los preceptos de la Ley y atender a la enseñanza de los Profetas depende de la observancia del doble mandamiento del amor a Dios (Dt 6,5) y al prójimo (Lv 19,18).

El artículo intentó, desde una revisión documental de la teología bíblica, mostrar la visión que Jesús tiene de la Ley israelita según el Evangelio de Mateo. Al mismo tiempo, este estudio pretendió el desarrollo de la signiicación de la Ley en el Nuevo Testamento donde se explicó la visión que Jesús ofrece sobre ella.

Para concluir, inalmente, que la intención de Jesús con su proyecto de vida no fue rechazar, ni negar, de ninguna forma el valor esencial de la Ley, por el contrario, cuando él acude a ella es con el in de exhortar que la observancia de la Ley y la escucha de los Profetas pende de la observancia del doble mandamiento del amor a Dios y al prójimo.