Jesús nos salvó del pecado al perdonarnos y devolvernos los que nos hacia falta y el precio de todo fue su crucificasion al salvarnos a nosotros.
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¿Qué hizo Dios para salvarnos del pecado?
Dios envió a Jesús para salvarnos porque Dios nos ama a cada uno de nosotros (véase Juan 3:16–17). Jesús oró para que Sus seguidores, incluidos nosotros, estuvieran protegidos del mal y fueran uno con Él y el Padre Celestial (véase Juan 17).
¿Qué hace Jesús con el pecado?
Si para alguien ha venido Jesucristo ha sido para los pecadores, para todos nosotros que sentimos los arañazos de nuestra naturaleza humana, herida por el pecado original. Canta la liturgia de la Vigilia Pascual: «¡Feliz la culpa, que nos mereció tan noble y tan gran Redentor!».
Jesucristo, sí, odió el pecado, pero buscó y amó con gran misericordia al pecador, porque vino a salvar lo que estaba perdido. Nadie debe sentirse excluido de su Corazón misericordioso. Jesucristo vino a salvar a los pecadores.
Esa fue la misión encomendada por el Padre desde el momento de la Encarnación. El eje central de su vida fue la lucha contra el mal radical, el pecado, que es lo único que nos aleja de Dios y nos impide la comunión con Él. Nadie mejor que Jesús ha comprendido la maldad del pecado en cuanto ofensa a la grandeza y al amor de Dios.
- Jesús y los pecadores;
- ¿Cuál es la postura de Jesús ante el mal moral, ante el pecado y ante los pecadores? Jesús-pecado: he aquí dos palabras opuestas, contradictorias;
- Más opuestas que lo blanco y lo negro, que la paz y la violencia, que la vida y la muerte;
El pecado es el reverso de la idea de Dios. Dios es la fuerza; el pecado es, no otra fuerza, sino la debilidad. Dios es la unidad, el pecado es la dispersión. Dios es la alianza, el pecado es la ruptura. Dios es la profundidad, el pecado la frivolidad. Dios lo eterno, el pecado la venta a lo provisional y fugitivo.
Y, sin embargo, el pecado es algo fundamental en la vida de Jesús. Probablemente no se hubiera hecho hombre de no ser por el pecado, pues la lucha contra el mal, que obstaculiza la llegada del Reino, constituyó una tarera centra en su vida terrena.
Jesús no tuvo pecado alguno. Y, sin embargo, nadie como él entendió la gravedad del pecado, porque al ser Hijo del Padre podía medir lo que es una ofensa a su amor. Por eso, conozcamos cuál fue la postura de Jesús ante el pecado y los pecadores, saber qué entendió por pecado, cuáles valoraba como más graves y peligrosos, cómo trataba de hacer salir de él a cuantos pecadores encontraba en su camino.
Comencemos por decir que en el mundo bíblico el pecado no fue nunca la violación de un tabú, como era típico de las tribus primitivas. La predicación de los profetas conducirá a los judíos hacia una visión del pecado como algo que vicia radicalmente la personalidad humana, ya que implica una desobediencia, una insubordinación en la que intervienen inteligencia y voluntad del hombre, contra el mismo Dios personal y no contra un simple fatum abstracto.
Las mismas palabras hebreas y griegas con las que la Biblica designa el pecado acentúan este carácter voluntario y personal. En hebreo es la palabra hatá que significa «no alcanzar una meta, no conseguir lo que se busca, no llegar a cierta medida, pisar en falso», y, en sentido moral, «ofender, faltar a una norma ética, infringir detrminados derechos, desviarse del camino recto».
La versión de los setenta suele traducir ese hatá hebreo por amartía, amartano que también significan «fallar el blanco o ser privado de algo». Esta idea de ruptura es acentuada por los profetas que ven siempre el pecado como la negativa a obedecer una orden o seguir una llamada.
En Amós es la ingratitud; en Isaías, el orgullo; en Jeremías, la falsedad oculta en el corazón; en Ezequiel, la rebelión declarada. En todos los casos la ruptura de un vínculo, la violación de una alianza, la traición de una amistad. Cada vez que uno peca repite la experiencia de Adán, ocultándose de Dios.
- Por todo esto se explica que Dios tome tan dramáticamente el pecado, no como una simple ley violada, sino como una amistad traicionada, un amor falseado;
- Por eso en la redacción del decálogo se pone en boca de Yavé esta terrible denominación de los transgresores: aquellos que me odian, mientras que llama a los que cumplen los mandamientos los que me aman (cf Ex 20, 5-6);
¿Qué significaba el pecado en tiempos de Jesús? Para la comunidad de monjes de Qumram, que escapaban al desierto, el mundo estaba podrido; por eso se pasaban todo el día con bautismos, abluciones y oraciones de purificación. Los fariseos se creían los separados, los puros…el resto es pecador.
Para Jesús no es que todo sea pecado y sólo pecado. Sus metas son positivas y luminosas, pero sabe muy bien que al hombre no le basta el querer para salvarse. Sabe que ha venido para salvar al hombre del pecado.
Pero invita a la conversión: sin ella no se podrá entrar en el reino de Dios (cf Mt 3, 2; Mc 1, 15). Este es un Reino que sólo puede construirse después de haber destruido los edificios del mal y de haber retirado sus escombros. Casi se diría que Jesús exagera su interés por los pecadores, cuando afirma con atrevida paradoja que ha venido a llamar, no a los justos, sino a los pecadores (Mt 9, 12), cuando se presenta como médico que sólo se preocupa por las almas enfermas (cf Mc 2, 17).
- Su interés será tal que será acusado de andar con publicanos y pecadores (cf Mt 9, 12) y de mezclarse con mujeres que han llevado vida escandalosa (cf Lc 7, 36-42);
- Él mismo resumirá el sentido de su vida en la Última Cena declarando que su sangre será derramada en remisión de los pecados (cf Mt 26, 27) y, tras su muerte, pedirá a sus apóstoles que continúen su obra predicando la penitencia para la remisión de los pecados a todas las gentes (cf Lc 24, 44-48);
Para Jesús, ¿qué significaba, pues, el pecado? No era sólo la trasgresión literal de una ley, como era para los escribas y fariseos, que se quedaban en lo secundario y olvidaban lo principal (cf Mt 23, 23-24). Para Jesús el pecado nace del interior del hombre (cf Mt 15, 10-20); por eso, es necesaria la circuncisión del corazón de la que habló Jeremías (4, 4).
- Para Jesús el pecado es una esclavitud con la que el hombre cae en poder de Satán (cf Lc 22, 3); sabe que el mismo Satanás busca a sus elegidos para cribarlos como el trigo (cf Lc 22, 31);
- Para Jesús, bajo el pecado hay siempre una falsa valoración de las cosas, pues el corazón humano se deja arrastrar de lo inmediato y de las satisfacciones sensibles;
(72) Así, pues, el pecado para Jesús es un desamor a Dios, un desprecio a los demás; es decir, es una ofensa a Dios y al prójimo. ¿Cuáles son los más grandes pecados para Jesús? El primero de éstos es la hipocresía religiosa, especialmente cuando formas o apariencias religiosas se usan para cubrir otros tipo de intereses humanos (cf Mt 23), pero pisotean la justicia, la misericordia y la lealtad.
- Otro pecado muy grave es el desprecio a su mensaje o a su invitación (cf;
- Lc 14, 15-24);
- Quienes oyeron su mensaje y no lo cumplen serán juzgados más severamente (cf Mt 10, 15; 21, 31);
- El escándalo a los pequeños es de especial importancia (cf Mt 18, 6-7; Lc 17, 1-3);
El pecado de soberbia (cf. Lc 18, 9-14). El pecado de ingratitud (cf. Lc 17, 11-19). El pecado de apego a las cosas materiales (cf. Mt 19, 16-26) Todos los pecados que se oponen al amor al prójimo son graves para Jesús: «Id, malditos, al fuego eterno, porque tuve hambre y no me disteis de comer…» (Mt 25, 41-46).
- No sólo los pecados de acción son graves; también los de omisión;
- Bastará recordar la parábola de los talentos en la que uno de los siervos es condenado a las tinieblas exteriores sólo por no haber hecho fructificar su denario (cf Mt 25, 30);
No es que Jesús no condenara los pecados de idolatría, blasfemia o adulterio; pero como los doctores de la ley lo repetían a todas horas, Jesús quiso poner énfasis en otros pecados que no se tomaban en serio. Incluso pedía la pureza del corazón, de pensamiento y de deseo (cf.
Mt 5, 27-29). ¿Y el pecado imperdonable? Se trata de la blasfemia contra el Espíritu Santo (cf Mt 12, 30-32). Maximiliano García Cordero dice que ese pecado contra el E. «No es un pecado concreto, como trasgresión de un precepto divino determinado, sino una actitud permanente de desafío a la gracia divina» ; ese cerrarse a Dios, ese rechazo de su obra y su mensaje hace imposible el arrepentimiento y, con ello, el perdón de Dios.
Jesús y los pecadores ¿Cómo trata Jesús a los pecadores? Jesús distingue perfectamente pecado y pecador. Con el pecado, Jesús es exigente e intransigente. Con el pecador, tierno y misericordioso. En todo pecador ve a un hijo de Dios que se ha descarriado. Sus palabras se ablandan; su tono de voz se suaviza; corre él a perdonar antes de que el pecador dé signos evidentes de arrepentimiento.
¿Qué hizo Jesús con los pecadores? Dedicación especial (cf Lc 4, 18-19; 7, 22-23; Mt 15, 24; 9, 35-36; Mc 2, 17), sean ricos (publicanos) o pobres. Se dedica a ellos con gestos muy significativos: come con ellos.
Comer con alguien era signo de comunión mutua. Él come con ellos para acercarlos al banquete de Dios. Jesús ama primero al pecador y después le invita a la conversión. Jesús aclara su postura con tres razones: Todos los hombres pecan: luego a todos se debe acoger (cf Jn 8, 7).
- Él es la encarnación de la misericordia de Dios;
- Y Dios es el Dios de todos (cf Mt 5, 45);
- Los pecadores necesitan ser acogidos para salvarlos (cf Lc 19, 10);
- Pero la actitud de Jesús ante los pecadores esconde mucho más: Todos han de reconocerse pecadores para que Él pueda acercarse y traerles la salvación (cf Mt 9, 13);
No tiene resentimiento contra los poderosos, discriminándoles, sino interés por los necesitados; así se ha de entender la tendencia a preocuparse más por los necesitados. Jesús se acerca al pecador, pero no admite la falta cometida. Reconoce que los pecados no deben aceptarse (cf Jn 8, 11); por eso invita siempre al pecador a la conversión.
- Jesús, pues, no prefiere a unos hombres sobre otros: Él ha venido a buscar lo que estaba perdido;
- Su objetivo es el hombre para salvarlo, sea quien sea (cf Lc 7, 50);
- El culmen de la postura de Jesús ante los pecadores es su muerte (cf Mt 26, 28; Lc 23, 34);
Este punto se profundizará más adelante. Aunque Jesús buscó siempre con amor a los pecadores, y aunque muchos se abrieron a sus rayos salvadores…no siempre triunfará el amor de Jesús. Fracasó con muchos, porque se cerraron a su amor, a su perdón. Tenemos el caso de Judas, de los fariseos.
- Fracasaría con su ciudad querida de Jerusalén: «Al acercarse y ver la ciudad, lloró sobre ella y dijo: ¡Si al menos en este día comprendieras lo que lleva a la paz!…» (Lc 19, 41-44);
- Cuando leemos algunas palabras duras de Jesús, como, por ejemplo, «Si tu mano o tu pie es para ti una piedra de tropiezo, córtatelo o arrójalo lejos de ti…» (Mt 18, 8), nos hacen reflexionar sobre algo muy serio: la posibilidad del fracaso total, definitivo e irreversible, llamado infierno;
Si Jesús es duro, y predica la conversión, es porque quiere evitarnos este terrible fracaso. El infierno es la verdadera amenaza del hombre, que destruye alma y cuerpo (cf Mt 10, 28). Jesús, es verdad, no es un Dios de infierno en ristre, ni un neurótico del averno, pero no deja de mirar con terror esa horrorosa posibilidad con la que el hombre se enfrenta.
Cree en el infierno y nos engañaría si no nos advirtiera ese espantoso riesgo. Por eso, claramente dice que quien no haga suya la vida que Él trae y no cumpla los mandamientos y muera sin arrepentirse les espera el más total y radical de los fracasos.
Un fracaso, cuyo centro es la lejanía eterna de Dios por haberlo rechazado; un cataclismo ontológico para quien, habiendo sido amado por Dios hasta el punto de llamarlo hijo suyo en Cristo, rechaza obstinadamente a ese amor y con ellos su plena realización.
Dejemos claro una cosa. Jesús no es el condenador, sino el libertador. Él vino a traer la luz y no sólo a anatematizar la oscuridad. Por eso no le gusta que los hombres vivan obsesionados por si se salvarán o por cuántos se salvarán.
Pero sí quiere que vivan dedicados a salvarse, que es el único negocio importante, urgente y personal; si perdemos este negocio, hemos perdido todo. Además nos invita siempre a la esperanza, nos pone todos los medios para esa total realización humana soñada y querida por Dios, que es la salvación eterna.
Si se trata de ganar un pleito, o un juicio o conseguir un empleo o hacer un negocio temporal… se mueve cielo y tierra, se hacen mil diligencias y se trabaja hasta altas horas de la noche. Y para alcanzar la vida eterna y salvar el alma, ¿qué hacemos? Hay quienes viven como si la muerte, el juicio, el infierno y el cielo fueran fábulas o cuentos, y no verdades eternas reveladas por Dios y que debemos creer.
La palabra que resume la actitud de Jesús ante los pecadores es misericordia. Para el mundo grecolatino, antes de la venida de Cristo, la misericordia era un defecto y una enfermedad del alma. El filósofo Séneca, por ejemplo, dice que la misericordia es un vicio propio de viejas y mujerzuelas.
Esta enfermedad, concluye Séneca, no recae sobre el hombre sabio(73) Tuvo que venir Cristo del cielo para gritarnos que la misericordia es el más sublime gesto de caridad…Es más, que la misericordia tiene un nombre: Jesucristo.
Dios al encarnarse se hizo misericordia y perdón. Nosotros ante el pecado y los pecadores Sería bueno que repasemos un poco lo que es el pecado y cuáles son los pecados, para que cada día lo desterremos de nuestra vida, pues el pecado ha sido, es y será la mayor desgracia que nos puede acontecer en la vida.
- El pecado existe;
- Es una realidad que brota del corazón del hombre, por instigación de Satanás que se sirve de sus engaños y de nuestras pasiones desordenadas;
- No es un error humano, una distracción o una fragilidad;
Es, más bien, la negación de toda dependencia, la obstinación en quedarme en mí mismo, decidir por mí mismo. Es la decisión de procurarme por mí mismo la propia felicidad, de realizarme sin interferencias, y consecuentemente el rechazo de instaurar con Dios y con los demás una relación de amor.
- El pecado es egoísmo exagerado;
- Es preferirse a sí mismo, anteponerse a sí mismo a Dios y a los demás;
- Es trastocar el orden puesto por Dios y poner otros ídolos, otros intereses, a uno mismo en el puesto de Dios;
Todos hemos pecado, menos Jesús y su Madre Santísima. ¿Cuáles son los pecados? Está el pecado original que cometieron nuestros primeros padres, Adán y Eva. Adán, como jefe de toda la humanidad, transmite a cada uno de los hombres este pecado, en cuanto padre de la humanidad, y como tal, lo contraemos todos sus descendientes.
Está el pecado actual o personal: es aquel cometido voluntariamente por quien ha llegado al uso de razón. Tal pecado se puede cometer de cuatro maneras: con el pensamiento, con las palabras, con las obras, con las omisiones.
Y todo esto puede ser contra Dios, contra el prójimo o contra nosotros mismos. Este pecado personal puede ser, a su vez: mortal o venial. El pecado mortal es una desobediencia a la ley de Dios en materia grave, cometida con plena advertencia de la mente y deliberado consentimiento de la voluntad.
- ¿Qué materia sería grave? Negar o dudar de la existencia de Dios; negar una verdad de fe definida por la Iglesia; blasfemar de Dios, la Virgen, los Santos; no participar de la misa sin algún motivo grave; tratar en modo gravemente ofensivo a los propios padres o superiores; matar a una persona o herirla gravemente; procurar directamente el aborto; cometer actos impuros consciente y deliberadamente; impedir la concepción con métodos artificiales; robar objetos de mucho valor; calumniar; cultivar y consentir pensamientos y deseos impuros; cumplir graves omisiones en el cumplimiento del propio deber; recibir un sacramento en pecado mortal; emborracharse o drograrse en forma grave; callar en confesión, por vergüenza, un pecado grave; causar escándalo al prójimo con acciones o actitudes graves;
¿Cuáles son los efectos que produce en el alma el pecado mortal? Mata la vida de gracia en el alma, es decir, rompe la relación vital con Dios; separa a Dios del alma; nos hace perder todos los méritos de cosas buenas que estemos haciendo; hace al alma digna del infierno; se nos cierran las puertas del cielo.
- ¿Cómo se perdona este pecado mortal? Con una buena confesión; o con un acto de contrición perfecta, unido al propósito de una confesión;
- El pecado venial es una desobediencia a la ley divina en materia leve; o también en materia grave, pero sin pleno conocimiento y consentimiento;
¿Qué efectos produce el pecado venial? Entibia el amor de Dios, me enfría la relación con Él; priva al alma de muchas gracias que hubiera recibido de Dios si no hubiese pecado; nos dispone al pecado grave; hace al alma digna de penas temporales que hay que expiar o en esta vida o en el purgatorio.
El pecado venial se borra con el arrepentimieno, con buenas obras (oraciones, misas, comunión, limosnas, obras de misericordia). Los pecados capitales son siete, y se llaman capitales porque son cabecillas de otros pecados.
Son éstos: Soberbia: es una exagerada estima de sí mismo y de las propias cosas y cualidades, acompañada de desprecio hacia los otros. Avaricia: es un deseo desmesurado de dinero y de haberes. Lujuria: es un desordenado apetito y uso del placer sexual. Ira: es un impulso desordenado a reaccionar contra alguno o contra algo que fue ocasión de sufrimiento o contrariedad.
Pereza: Es una falta de voluntad en el cumplimiento del propio deber y un desordenado uso del descanso. Envidia: es un sentimiento de tristeza o dolor del bien del prójimo, considerado como mal propio. Gula: es la búsqueda excesiva del placer que se encuentra en el uso de los alimentos y bebidas.
Están, también, los pecados que claman al cielo: homicidio voluntario, pecado impuro contra naturaleza (homosexualidad), opresión de los pobres, no dar la paga justa a los obreros. Finalmente, está el pecado contra el E. : desesperar de la salvación, presumir de salvarse sin mérito, luchar contra la verdad conocida, envidia de la gracia ajena, obstinación en los pecados, impenitencia final a la hora de la muerte.
- CONCLUSIÓN De todo lo que hemos visto concluimos lo siguiente: Debemos odiar el pecado, desterrarlo de nuestra vida, luchar contra todo tipo de mal que tengamos en nuestro corazón;
- Debemos renunciar al pecado, denunciarlo desde todos los púlpitos, con energía y respeto, y anunciar la Buena Nueva de la gracia;
Pero debemos rezar por los pecadores, comprenderlos, no juzgarlos, tratar de ayudarlos para que vuelvan a Dios y a las fuentas de la misericordia de Dios. Nunca condenarlos. No nos alejemos de la casa de Dios Padre. En la casa de Dios Padre encontramos la luz, el calor, la seguridad, alegría y el amor…Fuera de la casa de Dios Padre encontramos oscuridad, frialdad, inseguridad, indiferencia de los demás, tristeza.
Y si no, preguntémosle a ese hijo pródigo del evangelio (cf. Lc 15, 11ss). Y cuando tengamos la desgracia de alejarnos, aún hay posibilidad de volver, arrepentirse y abrazar a Dios, que desde siempre ha dejado la puerta de su corazón abierta a todos.
(72) Baste recordar aquí la parábola del hijo pródigo (Lc 15) o la de los invitados descorteses (Lc 14, 15-24). (73) Cfr. Séneca, De Clementia, 2, 4-5.
¿Qué debemos hacer para alcanzar la salvación?
2 Nefi 2:6–9 ; 25:23 ; Mosíah 4:6–8 – La salvación es posible gracias a Jesucristo Muestre y lea la siguiente declaración del élder L. Tom Perry (1922–2015), del Cuórum de los Doce Apóstoles: Imagen Perry, L. Tom “Mucha gente se pregunta: ‘¿De dónde venimos? ¿Por qué estamos aquí? ¿A dónde vamos?’. Nuestro Padre Eterno no nos envió a la tierra en un viaje sin propósito y carente de significado. Él nos proporcionó un plan para seguirlo. Él es el autor de ese plan que se diseñó para el progreso del hombre y por último para su salvación y exaltación” ( “El plan de salvación” , Liahona , noviembre de 2006, pág.
- Cuando las personas descubren que Dios no las abandonó para que deambularan solas por la vida terrenal, sino que ha preparado un plan para su salvación, ¿qué creen que pueden llegar a sentir?
Invite a los alumnos a leer 2 Nefi 2:6–9 y determinar lo que dijo el profeta Lehi que hace que la salvación sea posible.
- Según Lehi, ¿qué hace que la salvación sea posible en el plan de Dios? (Los alumnos deben reconocer lo siguiente: Podemos ser salvos únicamente mediante los méritos, la misericordia y la gracia de Jesucristo. Tal vez desee compartir la siguiente definición de lo que significa ser salvo o recibir la salvación: “En su significado total y verdadero, salvación es sinónimo de exaltación o vida eterna , y consiste en obtener una herencia en el más alto de los tres cielos dentro del reino celestial.
- ¿Qué significa los méritos, la misericordia y la gracia de Jesucristo? (Los méritos de Jesucristo son Sus hechos justos, en particular Su expiación. La misericordia se refiere a la compasión y la paciencia que Él nos brinda a pesar de nuestros pecados. La gracia se refiere a la ayuda que Él nos brinda en forma de misericordia, amor, bondad y el poder habilitador que nos permite recibir la vida eterna y la exaltación después de que hayamos realizado nuestro máximo esfuerzo.
Para aumentar el conocimiento de los alumnos sobre esta doctrina, muestre la siguiente declaración del presidente Dieter F. Uchtdorf y pida a un alumno que la lea en voz alta: Imagen Uchtdorf, Dieter F. “… No podemos ganarnos el cielo por nosotros mismos; las exigencias de la justicia se interponen como una barrera que nos es imposible superar. “Pero no todo está perdido. “La gracia de Dios es nuestra gran y sempiterna esperanza. “Mediante el sacrificio de Jesucristo, el plan de misericordia apacigua las exigencias de la justicia [véase Alma 42:15 ]” (véase “El don de la gracia” , Liahona , mayo de 2015, pág.
69). Con pocas excepciones, esta es la salvación de la que hablan las Escrituras” [Bruce R. McConkie, Mormon Doctrine , segunda edición, 1966, pág. 670]). Véase también la Guía para el Estudio de las Escrituras, “Gracia” ).
108).
- ¿Por qué la rectitud de una persona no es suficiente para satisfacer “las demandas de la justicia” y obtener la vida eterna? (Aunque con el tiempo aprendiéramos a guardar los mandamientos perfectamente, nadie excepto el Salvador ha tenido una vida perfecta [véase Romanos 3:23 ]. Aunque dejáramos de pecar, no podemos borrar el daño o la culpa de nuestras acciones pasadas. Por esa razón, la Expiación y la gracia son necesarias).
Recuerde a los alumnos que aunque somos salvos únicamente mediante los méritos, la misericordia y la gracia de Jesucristo, los profetas del Libro de Mormón enseñaron qué debemos hacer para acceder al poder redentor del Salvador. Invite a un alumno a leer Mosíah 4:6–8 en voz alta y pida a la clase que preste atención a fin de determinar lo que enseñó el rey Benjamín que debemos hacer para recibir la salvación mediante la expiación de Jesucristo.
- Según el rey Benjamín, ¿qué debemos hacer para recibir la salvación mediante la Expiación? (Llegar al conocimiento de Dios y de la Expiación, poner nuestra confianza en Dios, guardar diligentemente los mandamientos y perseverar fielmente hasta el fin de nuestra vida).
Pida a los alumnos que lean 2 Nefi 25:23.
- ¿Qué doctrina enseñó Nefi con respecto a nuestra salvación? (Los alumnos deben reconocer la siguiente doctrina: Gracias a la expiación de Jesucristo, podemos salvarnos por la gracia después de hacer cuanto podamos. Ayude a los alumnos a entender que únicamente mediante Jesucristo podemos llegar a ser santos y semejantes a nuestro Padre Celestial.
Para ayudarlos a comprender mejor esa doctrina, invite a uno de ellos a leer en voz alta las siguientes palabras del presidente Ezra Taft Benson (1899–1994): Imagen Benson, Ezra Taft “‘Después de hacer cuanto podamos’ significa hacer nuestro máximo esfuerzo, e incluye vivir de acuerdo con los mandamientos. “‘Después de hacer cuanto podamos’ incluye amar a nuestros semejantes y orar por quienes nos consideran sus enemigos; significa vestir al desnudo, dar de comer al hambriento, visitar al enfermo y socorrer ‘a los que necesiten [nuestro] socorro’ ( Mosíah 4:16 ), teniendo presente que lo que hagamos al más pequeño de los hijos de Dios, se lo haremos a Él mismo.
“‘Después de hacer cuanto podamos’ significa llevar una vida casta, limpia y pura, ser escrupulosamente honrados en todos nuestros asuntos y tratar a los demás de la manera en que nos gustaría que nos trataran a nosotros” (véase “Después de hacer cuanto podamos” , Liahona , diciembre de 1988, págs.
5–6).
- ¿En qué ocasión han sentido que la gracia del Salvador los ha ayudado más allá de las habilidades que ustedes poseen cuando han realizado su máximo esfuerzo por venir a Él?
A fin de ayudar a los alumnos a meditar esa pregunta antes de que respondan, utilice la siguiente declaración, también del presidente Ezra Taft Benson: Imagen Benson, Ezra Taft “Como Iglesia, estamos de acuerdo con lo que dijo Nefi: ‘… pues sabemos que es por la gracia por la que nos salvamos, después de hacer cuanto podamos’ ( 2 Nefi 25:23 ) … “Por gracia, el Salvador llevó a cabo Su sacrificio expiatorio para que todos los seres humanos logren la inmortalidad. “Por Su gracia, y por nuestra fe en Su expiación y por el arrepentimiento de nuestros pecados, recibimos fortaleza para llevar a cabo las obras necesarias que, de otra manera, no podríamos realizar por nosotros mismos. “Por Su gracia se nos colma de bendiciones y de fortaleza espiritual mediante las cuales, si perseveramos hasta el fin, podremos alcanzar la vida eterna.
- ¿Qué piensan que podemos hacer para demostrar nuestra gratitud por lo que Jesucristo hace posible?
Testifique que solo mediante la gracia que la expiación de Jesucristo hace posible podemos superar los efectos de la caída de Adán y Eva, obtener la remisión de pecados, superar imperfecciones y progresar hacia la perfección. Inste a los alumnos a meditar si están haciendo todo lo que está a su alcance para recibir las bendiciones de la gracia del Señor.
¿Cuál es el significado de Dios salva?
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino! Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Señor, quiero escucharte. Quiero escuchar tu voluntad y cumplirla en mi vida para que mi alegría sea completa en ti.
- Sé que me amas, creo que saliste del Padre y viniste a estar a mi lado;
- Evangelio del día (para orientar tu meditación) Del santo Evangelio según san Juan 16, 23-28 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Yo les aseguro: cuanto pidan al Padre en mi nombre, se lo concederá;
Hasta ahora no han pedido nada en mi nombre. Pidan y recibirán, para que su alegría sea completa. Les he dicho estas cosas en parábolas; pero se acerca la hora en que ya no les hablaré en parábolas, sino que les hablaré del Padre abiertamente. En aquel día pedirán en mi nombre, y no les digo que rogaré por ustedes al Padre, pues el Padre mismo los ama, porque ustedes me han amado y han creído que salí del Padre.
Yo salí del Padre y vine al mundo; ahora dejo el mundo y vuelvo al Padre”. Palabra del Señor. Medita lo que Dios te dice en el Evangelio Jesús dice: «cuanto pidan al Padre en mi nombre, se lo concederá». ¿Qué significa el nombre de Jesús? Un evangelista dice Dios salva, otro Emmanuel, que a su vez significa, Dios con nosotros.
Simplemente quiere significar Salvador. El nombre de Jesús es misión, misión de salvación, de presencia y de sanación. Entonces, cuando Jesús nos exhorta a pedir en su nombre, en el fondo, ¿qué está diciendo? Nos dice lo siguiente: cuanto pidas en favor de la salvación de las almas, mi Padre te lo concederá; cuando pidas en favor de la sanación de los enfermos de alma y cuerpo, mi Padre te lo concederá; cuanto pidas en favor de mi presencia en la vida de aquellos que me buscan sin conocerme, mi Padre te lo concederá.
El Evangelio también dice pidan y recibirán. ¿Qué pedimos? Ya lo hemos dicho, pidamos experimentar la salvación de Dios en primera persona, pidamos ser sanados de toda enfermedad y de todo pecado, pidamos ser presencia de Dios para los demás pues, cada vez que pedimos, continuamos la misión de Jesús en la tierra.
Pedir en su nombre no es otra cosa más que continuar lo que Él ha iniciado con su encarnación, sellado con su pasión y muerte, y confirmado con su resurrección gloriosa por los siglos de los siglos. ¿Qué recibiremos a cambio? La alegría completa, pues hay más alegría en dar que en recibir.
En la medida que recibimos del Señor gracia tras gracia, entonces, en su nombre, somos capaces de dar y ser salvación de Dios, presencia de Dios, sanación de Dios para todas las almas y así, nuestra alegría será completa.
«La oración nos libera del lastre de la mundanidad, nos enseña a vivir de manera gozosa, a elegir alejándonos de la superficialidad, en un ejercicio de verdadera libertad. En la oración crecemos en libertad, en la oración aprendemos a ser libres. La oración nos saca de estar centrados en nosotros mismos, escondidos en una experiencia religiosa vacía y nos lleva a ponernos con docilidad en las manos de Dios para realizar su voluntad y hacer eficaz su proyecto de salvación.
- Y en la oración, yo les quiero aconsejar una cosa también: pidan, contemplen, agradezcan, intercedan, pero también acostúmbrense a adorar;
- No está muy de moda adorar;
- Acostúmbrense a adorar;
- Aprender a adorar en silencio»;
(Discurso de S. Francisco, 9 de septiembre de 2017). Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama. Hoy es sábado, Jesús, quiero contemplar en tu Madre Santísima cómo ella escuchó la voluntad del Padre y en su seno se encarnó la salvación.
En su vientre acogió la presencia del Señor. Dio a luz la sanación a muchos enfermos y poseídos por espíritus malignos. Y a mí, ¿qué me toca hacer para ser una canal de salvación, presencia de Dios, y sanación? Propósito Proponte uno personal.
El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Responde a las siguientes preguntas: 1. ¿Necesito un salvador? 2. En el tiempo actual, ¿cómo se hace presente Dios en mi vida? 3.
¿Estoy sano en mi alma y en mi cuerpo? ¿Cuáles son mis enfermedades? Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. ¡Cristo, Rey nuestro! ¡Venga tu Reino! Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Suscríbete a nuestro boletín de servicios diarios. Evangelio, Meditación y Santoral en un sólo mensaje. No te lo pierdas, ¡inscríbete! Inicio 31 de julio 2018 Click aquí para más información.
¿Qué dijo Jesús de la salvación?
Hechos 13:47 – Ésa es la orden que el Señor nos dio, cuando dijo: “Te he puesto como luz para las naciones, para que lleves salvación hasta los confines de la tierra” (Hch 13:47).
¿Cómo explicar el plan de salvación?
Introducción – El Plan de Salvación es el plan del Padre Celestial para la felicidad de Sus hijos. Se centra en la expiación de Jesucristo y enseña por qué es necesaria. El plan del Padre Celestial también responde las preguntas “¿de dónde vine?”, “¿qué propósito tengo en la vida?” y “¿a dónde iré después de morir?”.
¿Cuál es la actitud de Dios con el pecador?
8:00 p m| 3 jun 16 (AMERICA/BV). – El teólogo y escritor John Martens reflexiona sobre el pecado en un texto publicado en America Magazine. Martens reseña la actitud de Jesús hacia los pecadores, discriminados y maltratados por los -autodenominados- “dignos”. Jesús los acepta y atiende sus pesares, y esto lo hace sin condición.
- Luego el texto resalta nuestra común inclinación hacia el pecado, y que a través de la reconciliación y el arrepentimiento, la Misericordia de Dios nos permite encontrar el perdón y “levantarnos del pecado”, las veces que sea necesario;
————————————————————————— Una tensión en la Iglesia de hoy evoca una que Jesús sintió con los sabios religiosos de su tiempo: ¿Por qué Jesús acoge a los pecadores sin exigir un cambio o transformación, un alejamiento de su pecado? Algunos católicos sienten que algo similar ocurre con Francisco.
- ¿Por qué parece suavizar la fe, amparando a los que parecen en contradicción con las enseñanzas de la Iglesia? Por supuesto que Jesús pedía a los pecadores que dejen de pecar, al igual que Francisco; pero ocurre algo más profundo respecto a los reclamos de los que se mostraron en contra del comportamiento de Jesús;
La pregunta es directa: ¿Por qué no se percata de lo justo que somos? Cuando la mujer pecadora interrumpe la cena a la que Jesús había sido invitado por Simón el fariseo, éste se sorprende: “Si éste fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer lo está tocando: una pecadora”.
La otra cara de la definición de esta mujer como pecadora es la afirmación implícita de que Simon no se considera pecador. La manera generosa con que Jesús acoge a la mujer conocida como pecadora es esencial para cada uno de nosotros porque todo el mundo, incluido Simon, es un pecador.
Si Jesús se acercara solo a las personas que son dignas del perdón de Dios, nadie encontraría una mano extendida. Somos nosotros los que nos definimos como “dignos” al crear distinciones entre los que consideramos “verdaderamente” pecadores y aquellos a quienes calificamos de “justos”, que generalmente nos incluye a nosotros mismos y los que piensan o son como nosotros.
Pero no importa cuán digno nos consideremos, Dios nos ve a todos como realmente somos y es consciente de nuestra gran necesidad de perdón. Para ser perdonado debemos reconocer nuestro propio pecado, no el de otra persona.
Sin embargo, arrepentirnos de nuestros pecados es el comienzo del proceso de ser discípulo de Jesús, no el final. Tal vez después de su encuentro con Jesús, la mujer pecadora se hizo conocida como “la mujer que antes era pecadora”, lo que sería bueno para ella, pero ni ella ni nosotros jamás dejaremos de ser pecadores durante nuestra estancia en la tierra.
Aunque pueda resultar frustrante, incluso a la luz del gran perdón de Dios, todos seguimos siendo pecadores. Jesús nos dice a todos, “ve y en adelante no peques más” (Jn 8:11), como le dijo a la mujer acusada de adulterio, pero de hecho volvemos a pecar.
Como resultado de nuestros tropiezos a lo largo de la vida, debemos cultivar una constante y necesaria búsqueda de reconocer a Jesús como aquel al que siempre debemos recurrir, quien consiguió nuestra salvación del pecado que está al acecho y nos acosa, quien nos ofrece el perdón desde la misericordia de Dios.
- Ya que nuestra salvación emerge de la misericordia de Dios y la misericordia de Dios, por suerte, no cesa, somos capaces de volver a Jesús con lágrimas y arrepentimiento una y otra vez;
- En el Catecismo de la Iglesia Católica dice que el sacramento de la reconciliación, también conocido como el sacramento del perdón, permite que aquellos que participan “obtengan de la misericordia de Dios el perdón de los pecados cometidos contra El” (Nº 1422);
En el bautismo llegamos a ser “perdonados en el nombre de Cristo”; “sin embargo, la vida nueva recibida en la iniciación cristiana no suprimió la fragilidad y la debilidad de la naturaleza humana, ni la inclinación al pecado que la tradición llama concupiscencia, y que permanece en los bautizados a fin de que sirva de prueba en ellos en el combate de la vida cristiana ayudados por la gracia de Dios.
Esta lucha es la de la conversión con miras a la santidad y la vida eterna a la que el Señor no cesa de llamarnos” (Nº 1426). Dios nunca se cansa de nosotros, pero sí podemos cansarnos de nosotros mismos, sobre todo cuando “en nuestro esfuerzo por ser perdonados en nombre de Cristo, nos percatamos que somos pecadores”.
La fe en Cristo, sin embargo no es un evento de una sola vez, sino un crecimiento sostenido en la santidad. La vida cristiana está marcada no sólo por caer en el pecado, sino por saber levantarse, arrepentirse y caminar hacia Cristo con la frecuencia que sea necesaria.
Y cuando nos mostremos ante Jesús, nos recibirá de la misma forma que hizo con la mujer pecadora: nos acoge con generosidad. Fuente: Texto de John W. Martens (profesor de teología en la University of St. Thomas, St.
Paul, Minnesota). Publicado y traducido de America Magazine..
¿Que vio Jesús en los pecadores?
Jesús perdona los pecados, sana a un paralítico y llama a Mateo — Jesús come con los pecadores, sana a una mujer que toca Su manto y restaura la vida a la hija de Jairo — Abre los ojos de los ciegos, echa fuera a un demonio y predica el Evangelio.
¿Cuáles son los elementos que intervienen en la salvación?
La Creación, la Caída y la expiación de Jesucristo – El plan de nuestro Padre Celestial se compone de tres elementos principales que hacen posible que lleguemos a ser como Él. Lee la siguiente declaración del élder Russell M. Nelson, del Quórum de los Doce Apóstoles. Imagen “Una vez, se convocó un Concilio Celestial, en el cual, según parece, todos participamos. Allí, nuestro Padre Celestial anunció Su plan. …La esencia misma de ese plan es la expiación de Jesucristo. Ya que es crucial en el plan, hemos de tratar de comprender el significado de la Expiación; sin embargo, antes de que podamos entenderlo, debemos comprender la caída de Adán; y antes de poder comprender plenamente la Caída, debemos primero comprender la Creación.
Busca los tres elementos esenciales del plan del Padre Celestial y escríbelos en una lista en tu diario de estudio de las Escrituras, bajo el encabezado “Elementos esenciales del plan de Dios”. Estos tres acontecimientos —la Creación, la Caída y la Expiación— son tres pilares principales del plan de Dios y se hallan interrelacionados doctrinalmente” (véase “La constancia en medio del cambio”, Liahona, enero de 1994, págs.
38–39).
- Utiliza el documento Doctrinas básicas (que se encuentra en el material preliminar de este manual) o Leales a la fe (véase LDS. org ) y estudia la Creación, la Caída y la expiación de Jesucristo. Al estudiar, responde las siguientes preguntas en tu diario de estudio de las Escrituras:
- ¿De qué manera esos tres elementos esenciales del plan de nuestro Padre Celestial nos ayudan a recibir inmortalidad y vida eterna?
- ¿Qué sucedería si faltara alguno de esos elementos del plan, o todos ellos?
- En tu diagrama, escribe Tierra en el círculo que se halla debajo del óvalo. Traza una flecha desde el lado del óvalo que dice “Vida preterrenal” hacia la “Tierra”, para representar la partida de nuestra vida preterrenal para nacer en la tierra. Después responde las siguientes preguntas en tu diario de estudio de las Escrituras:
- ¿Qué efecto tiene en ti el saber en cuanto a la Creación y al modo en que ésta encaja en el plan de salvación?
- ¿Qué efecto tiene en ti el saber en cuanto a la Caída y al modo en que ésta encaja en el plan de salvación?
- ¿Qué efecto tiene en ti el saber en cuanto a la expiación de Jesucristo y al modo en que ésta encaja en el plan de salvación?
¿Qué significa la palabra salvación en la biblia?
Información adicional – Si nos preguntamos si determinada persona es salva, la respuesta dependerá del sentido en que se utilice la palabra. La respuesta podría ser “Sí” o también “Sí, pero con ciertas condiciones”. Las siguientes explicaciones detallan seis significados diferentes de la palabra salvación.
Salvación de la muerte física. Todos moriremos algún día. No obstante, por medio de la expiación y la resurrección de Jesucristo, todos resucitaremos y seremos salvos de la muerte física. Pablo testificó: “Porque así como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados” (1 Corintios 15:22).
En este sentido, todos somos salvos, independientemente de las decisiones que tomemos durante esta vida. Se trata de un don gratuito del Salvador para todos los seres humanos. Salvación del pecado. Para ser limpio del pecado mediante la expiación del Salvador, la persona debe ejercer la fe en Jesucristo, arrepentirse, bautizarse y recibir el don del Espíritu Santo (véase Hechos 2:37–38).
Las personas que se han bautizado y han recibido el Espíritu Santo mediante la adecuada autoridad del sacerdocio son salvos del pecado bajo ciertas condiciones. En este sentido, la salvación es condicional y depende de la fidelidad continua de la persona, o de su perseverancia hasta el fin en guardar los mandamientos de Dios (véase 2 Pedro 2:20–22).
Las personas no pueden salvarse en sus pecados; no pueden recibir una salvación incondicional por el mero hecho de declarar creer en Cristo, sabiendo que inevitablemente cometerán pecados durante el resto de su vida (véase Alma 11:36–37). Sin embargo, mediante la gracia de Dios, todos pueden ser salvos de sus pecados (véase 2 Nefi 25:23; Helamán 5:10–11) al arrepentirse y seguir a Jesucristo.
- Nacer de nuevo;
- El principio de nacer de nuevo aparece con frecuencia en las Escrituras;
- El Nuevo Testamento contiene la enseñanza de Jesús de que todos debemos “nacer de nuevo” y que aquél que no “naciere de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios” (Juan 3:5);
En el Libro de Mormón se confirma esta enseñanza: “No te maravilles de que todo el género humano, sí, hombres y mujeres, toda nación, tribu, lengua y pueblo, deban nacer otra vez; sí, nacer de Dios, ser cambiados de su estado carnal y caído, a un estado de rectitud, siendo redimidos por Dios, convirtiéndose en sus hijos e hijas; y así llegan a ser nuevas criaturas; y a menos que hagan esto, de ningún modo pueden heredar el reino de Dios” (Mosíah 27:25–26).
Este nuevo nacimiento se produce cuando las personas se bautizan y reciben el don del Espíritu Santo. Viene como resultado de nuestra disposición de “concertar un convenio con nuestro Dios de hacer su voluntad y ser obedientes a sus mandamientos en todas las cosas que él nos mande, todo el resto de nuestros días” (Mosíah 5:5).
Por medio de este proceso, sus “corazones [cambian] por medio de la fe en su nombre; por tanto, [nacen] de él” (Mosíah 5:7). Todos los que se han arrepentido sinceramente, se han bautizado, han recibido el don del Espíritu Santo, han concertado el convenio de tomar sobre sí el nombre de Jesucristo y han sentido Su influencia en su vida; pueden decir que han nacido de nuevo.
Podemos renovar ese nuevo nacimiento todos los días de reposo al tomar la Santa Cena. Salvación de la ignorancia. Muchas personas viven en un estado de oscuridad, sin conocer la luz del Evangelio restaurado.
“No llegan a la verdad sólo porque no saben dónde hallarla” (D. y C. 123:12). Los que conocen a Dios el Padre, a Jesucristo, el propósito de la vida, el plan de salvación y su potencial eterno son salvos de esta condición. Siguen al Salvador, que declaró: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12).
Salvación de la segunda muerte. Las Escrituras a veces hablan de la salvación de la segunda muerte. La segunda muerte es la muerte espiritual final, el quedar separados de la rectitud y no hallar lugar en ningún reino de gloria (véase Alma 12:32; D.
y C. 88:24). Esta segunda muerte no se producirá sino cuando llegue el juicio final, y muy pocos la sufrirán (véase D. y C. 76:31–37). Prácticamente todas las personas que han vivido en la tierra tienen asegurada la salvación de la segunda muerte (véase D. y C. 76:40–45).
Vida eterna o Exaltación. En las Escrituras, las palabras salvo y salvación a menudo se refieren a la vida eterna o Exaltación (véase Abraham 2:11). La vida eterna consiste en conocer al Padre Celestial y a Jesucristo y morar con ellos para siempre, así como heredar un lugar en el grado más alto del reino celestial (véase Juan 17:3; D.
y C. 131:1–4; 132:21–24). Esta Exaltación requiere que los hombres reciban el Sacerdocio de Melquisedec, y que todos los miembros de la Iglesia concierten convenios sagrados en el templo y los respeten, entre ellos el convenio del matrimonio eterno. Si la palabra salvación se utiliza en este sentido, nadie es salvo durante la vida mortal.
¿Dónde se hizo el primer milagro de Jesús?
Resumen – Si alguien nos preguntara cuál fue el primer milagro que hizo Jesús, no dudaríamos en responder que fue el del agua convertida en vino durante una fiesta de bodas, en la ciudad de Caná de Galilea. El mismo evangelio de San Juan lo dice expresamente: «Éste fue el primer signo que hizo Jesús, en Caná de Galilea, con el cual mostró su gloria, y sus discípulos creyeron en él» (Jn 2,11).
- Sin embargo, para los otros tres evangelistas (Mateo, Marcos y Lucas), ése no fue el primer milagro realizado por Jesús;
- Más aún: ni siquiera se enteraron de ese milagro;
- Para ellos no existe;
- Y en su lugar cada uno relata otro «primer» milagro;
Así, en San Marcos (y San Lucas) figura la curación de un endemoniado en la sinagoga de Cafarnaún. Y en San Mateo, la curación de un leproso luego del sermón de la montaña. © 2021 Razón y fe. Reservados todos los derechos. Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta revista por cualquier procedimiento electrónico o mecánico, sin permiso escrito de la editorial..
¿Cuál es el significado del nombre de Jesús?
El nombre Jesús es la forma que nos llega a nosotros a través del griego y el latín del hebreo Yehošua, que significaba ‘Yahvé es el salvador’.
¿Qué nos dice Juan 3 16?
Sentido y sintaxis [ editar ] – Las traducciones recientes de los eruditos han luchado especialmente con el adverbio griego οὕτως (houtos), que tradicionalmente ha sido traducido simplemente como “de tal manera” como en ” de tal manera amó” en la RV.
- Los teólogos Gundry y Howell [ 7 ] creen que el sentido y sintaxis del griego Οὕτως…ὥστε hicieron probable que el autor del evangelio de Juan enfatice tanto en (a) el grado hasta el cual amó Dios al mundo como (b) la manera que Dios escogió para expresar ese amor enviando a su hijo;
Gundry y Howell escriben que el término Οὕτως se refiere más frecuentementea la manera en que algo se hace (ver BDAG 741–42 s. οὕτω/οὕτως). Sin embargo, añaden que la cláusula ὥστε que sigue a Οὕτως implica el indicativo -queriendo decir que eso acentúa un real pero usualmente inesperado resultado.
Concluyen que el sentido y sintaxis de la construcción griega se centra en la naturaleza del amor de Dios, refiriéndose a su modo, intensidad y extensión. Así mismo, enfatiza la grandeza del regalo que Dios ha dado.
Otro eruditos están de acuerdo en esta interpretación. “El ‘de tal manera’ (houtos) es un adverbio de grado que señala la cláusula que sigue y aquí sirve para expresar la idea de infinidad, un amor sin límites, que es completamente adecuado. ” [ 8 ] “La construcción griega…enfatiza la intensidad del amor. ” [ 9 ] Esta comprensión del intento del original griego se refleja en varios comentarios y traducciones de eruditos como estos:
- “Porque Dios amó tanto al mundo que dio a su Hijo unigénito” (Schnackenburg). [ 10 ]
- “Sí, Dios amó tanto al mundo que dio al único Hijo” (Brown). [ 11 ]
- “Dios amó tanto al mundo que dio a su único Hijo” (NEB).
- “Dios amó tanto a la gente de este mundo que dio a su único Hijo” (CEV).
- “Porque Dios amó al mundo tanto que dio al único Hijo” (Beasley-Murray). [ 12 ]
Basados en su análisis de la estructura paralelística griega original de Juan 3:14–17, Gundry y Howell proporcionan la siguiente traducción inglesa mostrando la estructura gramatical del pasaje: ESTRUCTURA PARALELÍSTICA DE JUAN 3:14–17 PRINCIPALES CLÁUSULAS (ACCIDENTALES) CLÁUSULAS SUBORDINADAS (NO ACCIDENTALES) [ 7 ] Y así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así también el Hijo del hombre tiene que ser levantado, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Pues Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él.
¿Cuál es la misión de Dios en la tierra?
¿Qué propósito tiene la vida en la tierra? – Presidente Spencer W. Kimball (1895–1985): “El hombre, creado a la imagen de Dios, fue puesto sobre la tierra para experimentar la vida del ser mortal, que es un estado intermedio entre la vida preterrenal y la inmortalidad.
“Nuestros primeros padres, Adán y Eva, desobedecieron a Dios y, al participar del fruto prohibido, se convirtieron en seres mortales. Como consecuencia, tanto ellos como todos sus descendientes quedamos sujetos a la muerte temporal y a la espiritual (muerte temporal: la separación del cuerpo y el espíritu; muerte espiritual: la separación del espíritu de la presencia de Dios y la muerte en relación con todo lo pertinente al espíritu).
“Para que Adán pudiera recobrar su estado original (estar en la presencia de Dios), era necesario que se llevara a cabo una expiación por esa desobediencia. En el divino plan de Dios, se tomaron las providencias para que un Redentor rompiera las cadenas de la muerte y, mediante la resurrección, se hiciera posible la reunión del espíritu y el cuerpo de todas las personas que habitaren en la tierra.
- “Fue Jesús de Nazaret quien, antes de que el mundo fuera creado, fue elegido para venir a la tierra a llevar a cabo este servicio, el de conquistar la muerte temporal” (véase “El verdadero camino”, Liahona, agosto de 1978, págs;
6–7).
¿Cuál es el propósito de Dios para el hombre?
Puedes encontrar gozo al seguir el plan de Dios – El propósito del plan de Dios es darnos la felicidad eterna. Mientras más entendemos Su plan, más nos damos cuenta de que no podemos regresar a Su presencia por nosotros mismos. Él hizo posible que cada pecado, cada error que cometes durante esta prueba de la vida pudiera desaparecer y ser olvidado por medio de Jesucristo.
Esto requiere un arrepentimiento sincero. También requiere el bautismo y recibir el Espíritu Santo y conlleva un esfuerzo continuo para regresar con Dios. Sin embargo, por medio de Jesucristo, que es el centro del plan de Dios, puedes hacerlo.
Estás en esta tierra para ser mejor, para venir a Dios y para encontrar felicidad. Al seguir el plan de Dios y Sus mandamientos puedes experimentar gozo ahora y a través de tu vida. Encuentra una iglesia cerca de ti Dirección Please enter a value.
¿Qué es lo que pide Dios del hombre?
‘Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios ‘ (Mi.