Qué Religión Practicaban Los Españoles?

Qué Religión Practicaban Los Españoles
Disminuyen los creyentes y el Cristianismo en España – En España el 84%, un muy alto porcentaje de la población, se declara creyente. El 80,56% de la población del país practica el Cristianismo, así pues se trata de la religión más seguida por su población.

En los últimos años el porcentaje de creyentes ha disminuido, ha pasado del 86,5% al 84%. En cuanto al Cristianismo también ha descendido, en la encuesta anterior lo profesaban el 83,83% y según los últimos datos lo profesa el 80,56% de la población.

En la tabla inferior podemos ver que en los últimos años ha crecido la segunda religión, el Islam, mientras disminuyen los seguidores del Cristianismo. En esta página puedes ver la evolución de la religión en España. Si te ha interesado esta información te recomendamos:

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España – Religiones

Fecha Cristianismo Islam Sincretismo Budismo Judaísmo Bahaísmo Otros No creyentes
2010 80,56% 3,04% 0,02% 0,03% 0,35% 16,00%
2005 83,83% 2,53% 0,02% 0,08% 0,04% 13,50%
2000 86,05% 1,14% 0,03% 0,13% 0,16% 12,50%
1995 95,00% 0,77% 0,04% 0,04% 0,08% 0,03% 4,06%
1990 96,16% 0,44% 0,03% 0,04% 0,03% 0,02% 0,01% 3,26%
1985 96,73% 0,07% 0,02% 0,03% 0,03% 0,02% 0,02% 3,07%
1980 97,89% 0,01% 0,02% 0,02% 0,02% 0,01% 0,01% 2,01%
1975 97,82% 0,03% 0,01% 0,01% 0,03% 0,01% 0,03% 2,05%
1970 98,04% 0,04% 0,03% 0,01% 0,04% 1,83%
1965 98,30% 0,04% 0,03% 0,01% 1,62%
1960 98,60% 0,03% 0,03% 0,01% 0,01% 1,32%
1955 98,91% 0,03% 0,03% 0,12% 0,91%
1950 99,49% 0,02% 0,03% 0,07% 0,37%
1945 98,20% 0,02% 0,03% 1,59% 0,15%
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¿Qué religión habia en España antes del cristianismo?

La religión céltica en la Península Ibérica.

¿Cómo era la religión en España en el siglo XV?

Entre 1523 y 1550 llegaron a Nueva España alrededor de un centenar de frailes franciscanos, dominicos y agustinos para llevar a cabo una misión que, según ellos, les había sido encomendada por la Providencia: convertir al cristianismo a los idólatras recién conquistados por Hernán Cortés y ganar sus almas para el cielo.

Algunos de ellos eran egresados de prestigiosas universidades, otros realizaron sus estudios en las casas de sus órdenes; había quien profesaba convicciones religiosas de avanzada y quien se aferraba a posturas tradicionales, pero todos provenían de conventos donde se practicaba con gran rigidez el ideario original de sus órdenes.

Su actuación y sus ideales eran producto de un proceso cultural y religioso cuyo eje temporal se sitúa entre la época de Isabel I y la subida al trono del Sacro imperio Romano Germánico en 1519 de su nieto Carlos I. Lo sucedido en Castilla y en Europa durante esas cinco décadas marcó profundamente los siglos futuros.

Castilla era, en la segunda mitad del siglo XV, una sociedad abierta. Por un lado, en ella se consumaba un largo proceso de convivencia y de intercambios entre las tres religiones monoteístas que formaron el bagaje espiritual de Occidente, proceso que también en esta época sufrió una brusca ruptura; por otro lado, Castilla continuó recibiendo por los caminos del comercio o de las rutas de peregrinación, como lo hizo durante siglos, los movimientos culturales nacidos allende los Pirineos.

Desde Francia y como parte de los innumerables aportes llegados por el llamado camino francés, arribó a la península ibérica la teología escolástica universitaria centrada en discutir las cuestiones de la Summa theologica de Tomás de Aquino. Siguiendo la ruta por la que habían penetrado las reformas benedictinas de Cluny y del Cister, se introdujo desde el siglo XIII una concepción que intentaba armonizar la fe y la razón, cabalgando sobre las espaldas de una orden religiosa que había nacido precisamente en Castilla con Domingo de Guzmán, clara muestra de este doble flujo de influencias.

De Flandes y de Holanda, por su parte, llegaron otro tipo de movimientos que desde el siglo XIV introdujeron aires  renovadores en la vida religiosa. El agotamiento de la escolástica después de Tomás de Aquino había favorecido en esos territorios el desarrollo de una religiosidad intimista que se enfrentaba tanto al racionalismo teológico como al devocionalismo popular y que buscaba en la imitación de Cristo el camino más seguro de salvación.

La Devotio Moderna y todos los otros movimientos de renovación cristiana conocidos como Philosophia Christi (asociados con el regreso al evangelio primitivo, con la interiorización religiosa y con el estudio de las fuentes clásicas y bíblicas) tuvieron en Castilla una fuerte presencia.

  • También de Flandes y de Alemania, pero sobre todo de Italia, partió una tercera vía religiosa, aquella relacionada con la mística franciscana y con una religiosidad femenina visionaria alimentada con imágenes corporales y con alegorías matrimoniales, desbordante de emotividad y centrada en la humanidad de Cristo y de la Virgen;

La presencia de las órdenes terceras de san Francisco y santo Domingo fue determinante para el impulso de esta religiosidad laica que también tuvo en Castilla un gran impulso. Sin embargo, el impacto que tuvieron esos movimientos en el ámbito castellano no puede ser explicado sólo por la presencia de contactos constantes con el resto de Europa.

Una rica religiosidad popular parcialmente cristianizada (que había sido impulsada por los mendicantes desde el siglo XIII y que se expresaba en cultos a imágenes y a reliquias y en una gran gama de devociones) llenaba el espacio afectivo de los castellanos y fertilizaba el terreno para recibir las más extremas posiciones religiosas.

Al igual que en el resto de Europa, esa religiosidad popular contrastaba con un abierto anticlericalismo, reflejo de los privilegios económicos y sociales que detentaban amplios sectores eclesiásticos y de la cuestionable probidad moral de muchos de sus miembros.

  • Pero Castilla poseía además, a diferencia de la mayor parte de la cristiandad europea, una realidad religiosa plural con la que había convivido por centurias;
  • La presencia de Al Andalus y de Sefarad le dieron condiciones excepcionales, no sólo como transmisora de una rica experiencia multicultural sino también como receptora abierta a las influencias más variadas;

De manera simultánea, el cardenal Francisco Ximénez de Cisneros, apoyado por la reina Isabel, llevaba a cabo una reforma de las órdenes religiosas en la cual serían formados los religiosos que comenzaron a pasar a las misiones, primero a las Antillas y después a Nueva España y Perú.

Ese movimiento buscaba regresar a los principios básicos del cristianismo primitivo y rescatar los temas del amor al prójimo y de la primacía del comportamiento moral sobre los rituales exaltados provenientes de una tradición que mezclaba paganismo y cristianismo.

Es indudable que el ascetismo místico, la floración teológica, las críticas a la religión popular y el expansionismo misionero del siglo XVI deben mucho a dicha reforma. Pero éste fue también el tiempo en que se dio la ruptura de la tolerancia y de la convivencia entre las tres religiones.

  • La expulsión de los judíos, la imposición de una brutal represión inquisitorial, la censura de todo lo que se publicaba, tanto dentro como fuera de España, cerró para Castilla (y para sus posesiones americanas) las posibilidades de diálogo con una Europa que estaba llevando a cabo una reforma mucho más radical que la de Isabel, y con más profundas consecuencias para la vida cultural del Occidente;

Para citar: Antonio Rubial García, La Religión en la España de los siglos XV y XVI, México, Noticonquista , http://www. noticonquista. unam. mx/amoxtli/700/690. Visto el 18/08/2022.

¿Qué religión se practica?

¿Qué son la religión y las creencias? – La creencia es el estado de la mente cuando consideramos que algo es verdadero, aunque no estemos 100% seguros o seamos capaces de demostrarlo. Todo el mundo tiene creencias acerca de la vida y el mundo. Las que se apoyan mutuamente pueden formar sistemas de creencias, que pueden ser religiosos, filosóficos o ideológicos.

  • Las religiones son sistemas de creencias que relacionan la humanidad y la espiritualidad;
  • La siguiente definición de Wikipedia ofrece una buena visión general de los muchos aspectos de la religión: La religión es un conjunto de sistemas culturales, de creencias y visiones del mundo que relaciona la humanidad a la espiritualidad y, a veces, a los valores morales;

Muchas religiones tienen narrativas, símbolos, tradiciones e historias sagradas que están destinadas a dar sentido a la vida o para explicar el origen de la vida o el universo. Tienden a derivar la moral, la ética, las leyes religiosas o un estilo de vida a partir de sus ideas sobre el cosmos y la naturaleza humana.

  • […] Muchas religiones han organizado los comportamientos, el clero, la definición de lo que constituye adhesión o pertenencia, las congregaciones de laicos, la celebración de reuniones periódicas o de los servicios para el culto a una deidad o para la oración, los santos lugares (ya sean naturales o arquitectónicos) y/o las escrituras;

La práctica de una religión puede también incluir sermones, la celebración de actividades de un dios o dioses, sacrificios, festivales, fiestas, trances, investigaciones, servicios funerarios, servicios matrimoniales, la meditación, la música, el arte, la danza, el servicio público u otros aspectos de la cultura humana.

Sin embargo, hay algunos ejemplos de religiones en las que algunos o muchos de estos aspectos de la estructura, las creencias o las prácticas están ausentes. 1 Las creencias en la dimensión espiritual de la vida han existido desde tiempo inmemorial.

Muchas sociedades humanas nos han dejado pruebas históricas de sus sistemas de creencias, ya sea la adoración del sol, de los dioses y diosas, del conocimiento del bien y del mal o de lo sagrado. Stonehenge, los Budas de Bamiyan, la Catedral de La Almudena en Madrid, Uluru en Alice Springs, los Jardines Bahá‘í de Haifa, Fujiyama, la montaña sagrada de Japón, Kaaba en Arabia Saudita o el Templo de Oro de Amritsar son todos testimonio de la experiencia humana de la espiritualidad, que puede ser una realidad objetiva o una consecuencia de la aspiración humana a una explicación del sentido de la vida y de nuestro papel en el mundo.

En el sentido más simple, la religión se describe como “la relación de los seres humanos con lo que ellos consideran como santo, sagrado, espiritual o divino” 2 normalmente está acompañada de un conjunto de prácticas que fomentan una comunidad de personas que comparten la misma fe.

Como ya se ha indicado anteriormente, la fe es un término más amplio y también incluye 3 “compromisos que niegan una dimensión de la existencia más allá de este mundo”. Las religiones y otros sistemas de creencias de nuestro medio tienen una influencia sobre nuestra identidad, independientemente de si nos consideramos religiosos o espirituales o no.

  1. Al mismo tiempo, otras partes de nuestra identidad, nuestra historia, nuestra aproximación a otras religiones y a grupos considerados “diferentes” influyen en la interpretación que hagamos de la religión o de un sistema de creencias;

Pregunta: ¿Qué religiones se practican en tu país? Las religiones y las estructuras sociales y culturales han jugado un papel importante en la historia de la humanidad. Como las estructuras mentales, influyen en la manera de percibir el mundo que nos rodea y los valores que aceptamos o rechazamos.

Como las estructuras sociales, proporcionan una red de apoyo y un sentido de pertenencia. En muchos casos, las religiones se han convertido en la base de las estructuras de poder y se han entrelazado con ellas.

La historia remota y reciente está llena de ejemplos de estados “teocráticos”, ya sean cristianos, hindúes, musulmanes, judíos o de otra índole. La separación entre el estado y la religión es todavía reciente y solo en parte: hay religiones oficiales de estado en Europa y de hecho religiones de estado.

En la mayoría de los casos esto no plantea un problema particular en la medida en que se atempera por los valores de la tolerancia. Las estadísticas de los seguidores de religiones o creencias nunca pueden ser muy precisas, considerando el carácter dinámico de este patrón, así como el hecho de que muchas personas entre nosotros viven en contextos donde no gozan de la libertad de religión y de convicciones.

Las estadísticas que figuran a continuación son, por lo tanto, un simple intento de ejemplificar la diversidad del panorama mundial. Las cifras indican el número estimado de los adeptos de las religiones más importantes 4 :

Tradicional africana: 100 millones
Baha’i: 7 millones
Budismo: 376 millones
Cao Dai: 4 millones
Religión tradicional china: 394 millones
Cristianismo: 2,1 mil millones
Hinduismo: 900 millones
Islam: 1,5 mil millones
Jainismo: 4,2 millones
El Judaísmo: 14 millones
Neo-Paganism: 1 millones
Primal indígenas (tribales religiosas, étnicas, religiosas o animistas): 300 millones
Rastafari: 600 mil
Shinto: 4 millones
Sijismo: 23 millones
Espiritismo: 15 millones
Tenrikyo: 2 millones
Unitarian-Universalism: 800 mil
Zoroastrismo: 2,6 millones

El número de laicos, no religiosos, agnósticos y ateos se estima en 1,1 mil millones. Pregunta: ¿Qué religiones están ausentes de esta lista? En la región europea han existido desde hace mucho tiempo diferentes religiones y creencias. En algunos períodos históricos, Europa ha proporcionado refugio a grupos religiosos perseguidos y permitió florecer una gran diversidad de religiones y creencias.

En otras ocasiones, sin embargo, los países europeos han caído presos del fanatismo y se han envuelto en “guerras de religión”, como la Guerra de los Treinta Años de 1618-1648 que llevó a la matanza de un tercio de la población del continente.

El uso indebido, o abuso, de argumentos religiosos ha dado lugar a la justificación de conflictos y guerras dolorosas, persecuciones y a la intolerancia. Independientemente de cómo entendamos estos legados históricos, la amplia gama de religiones y creencias existentes en Europa han tenido y siguen teniendo un impacto en nuestras sociedades.

¿Cuál era la religión de los indígenas antes de la llegada de los españoles?

El mapa de la religión en España: la región más católica VS. la autonomía más atea

Visión general [ editar ] – La espiritualidad nativa precolombina en la América abarcó las formas del animismo, politeísmo, el uso de plantas para introducir estados alterados de conciencia o espirituales, rituales o bailes especiales. Algunos de estas prácticas continúan hoy en ceremonias tribales privadas o en sus propias comunidades.

  • Desde los años de 1600 los católicos europeos y las denominaciones protestantes enviaron misioneros para convertir tribus amerindias al cristianismo;
  • Algunos de estas conversiones ocurrieron a través del gobierno y la iglesia cristiana, con esfuerzos cooperativos que forzaban a sacar niños americanos nativos de sus familias a un sistema de gobierno/estatal cristiano conocido como las escuelas de abordaje de las indias dónde los niños nativos eran enseñados e instruidos en las creencias cristianas europeas, los valores de la cultura blanca, y la lengua inglesa (española en los casos de Latinoamérica);

En el caso de México y Sudamérica la pérdida de las religiones autóctonas vinieron dadas por el proceso denominado la evangelización. Esto forzaba la conversión y supresión de los indígenas en sus correspondientes lenguas y culturas. [ 2 ] ​ [ 3 ] ​ [ 4 ] ​ Como parte de la supresión del gobierno de EE.

UU. a las religiones tradicionales nativas, produjo que los bailes del sol y otros rituales ceremoniales estuvieran prohibidas más de 80 años por una serie de leyes federales de EE. UU. que prohibió las logias y santuarios tradicionales.

[ 5 ] ​ Esta persecución del gobierno y el procesamiento continuado hasta que 1978 dio paso al Acto de Libertad Religioso indio americano (AIRFA), obviamente esto en USA. [ 6 ] ​ Mientras tanto en los países latinoamericanos se creó un sincretismo cultural entre las religiones cristianas y las nativas, esto ocurrió en la mayoría de los grupos étnicos (más no en todos).

¿Cuál es el dios de los españoles?

Catolicismo [ editar ] – Porcentaje de católicos por comunidad autónoma, según barómetro del CIS de septiembre-octubre de 2012 [ 8 ] ​

Asistencia a misa en España
      Van a misa varias veces por semana (2. 2 %)       Todos los domingos y festivos (9. 5 %)       Van alguna vez al mes (5. 2 %)       Van varias veces al año (10. 8 %)       Casi nunca van a misa (31. 5 %)       Personas no católicas (40 %)

La religión católica ha sido desde la etapa moderna la más importante en España. El catolicismo fue la religión oficial del país desde el siglo  XV hasta 1931 y, posteriormente, entre 1939 y 1978. Según los datos publicados por el sitio Pew Research Center un 60 % de la población de España era miembro del catolicismo en 2017. [ 9 ] ​ y en abril de 2021. Nazarenos ante una famosa bodega jerezana. La religión católica es la predominante en el país por un amplio margen, aunque el número de fieles en porcentaje disminuye desde finales del siglo  XX , favoreciendo al creciente laicismo y secularismo. Según el Barómetro del CIS de marzo de 2021, el 47.

[ 10 ] ​ De acuerdo con el Centro de Investigaciones Sociológicas se definió como católica un 59. 8 % de la población española en marzo de 2021. [ 11 ] ​ Sin embargo, este alto porcentaje oculta que muchos de ellos son no practicantes y solo acuden a la iglesia para ocasiones sociales.

5 % de los que se declaran católicos no van a misa casi nunca y solo el 10. 6 % va a misa todos los domingos. [ 11 ] ​ Por otra parte el porcentaje de católicos experimenta una disminución progresiva cuanto más estudios tenga el grupo al que se le pregunta.

¿Cuáles eran los dioses de los españoles?

¿Qué creencia tenían los antiguos españoles?

Desde que los españoles recibieron como regalo las primeras mujeres indígenas, solicitaron al mercedario fray Bartolomé de Olmedo y al clérigo Juan Díaz que las bautizaran. Algo similar hicieron después de establecer el pacto con los tlaxcaltecas con las mujeres que les dieron.

Era menos pecado para ellos copular con una cristiana que con una pagana. Desde su infancia, el cristianismo había modelado sus valores y sus creencias, sus prácticas y sus temores. Todos ellos habían sido bautizados y varios debieron recibir el sacramento de la confirmación de manos de un obispo.

Todos creían en la presencia real de Cristo en la eucaristía y se reunían alrededor del altar para celebrar la misa los domingos, incluso mientras andaban en campaña. El hecho de que Cortés trajera entre sus hombres a dos clérigos, era muestra de lo importante que era la religión para estos hombres.

Al estar expuestos continuamente a los peligros del viaje y a la muerte, estos guerreros valerosos y arrojados temblaban ante la posibilidad de morir sin confesarse y sin recibir el sacramento de la extremaunción e irse al infierno, un espacio de fuego donde serían torturados por toda la eternidad por horribles demonios.

Frente a las adversidades y el incierto futuro, estos hombres que estaba dispuestos a matar y a morir en las batallas y a lograr fama, gloria y fortuna con sus hazañas, estaban convencidos de que tenían la protección de la Virgen María y de los santos.

  • Uno de ellos, Santiago, era especialmente venerado por los castellanos pues durante los siglos de lucha que habían tenido contra los musulmanes, este santo apóstol había tomado el carácter de un guerrero celestial quien, cabalgando sobre su caballo, acompañaba a los ejércitos cristianos matando moros;

Según algunos, el mismo Santiago se había aparecido en la batalla de Centla para ayudar a los españoles contra los indios. El culto a la Virgen María, las oraciones dirigidas a ella, el rezo del Rosario y la veneración a los santuarios marianos constituía una de las principales características de la religiosidad de los invasores españoles.

  • Varios de ellos habían nacido en Extremadura, donde el centro religioso más importante era el santuario de Guadalupe, centro administrado por frailes jerónimos;
  • De dicha imagen milagrosa se esperaba protección y muchos de ellos debieron hacer promesas de limosnas (mandas) al santuario si salían bien librados de los peligros que les acechaban;

La presencia de esa madre protectora debió ser fundamental para el inconsciente de esos hombres que transitaban entre la brutalidad del guerrero y la credulidad infantil. Como la mayor parte de los creyentes católicos, la religión de estos individuos estaba marcada por la magia.

  1. Varios de ellos traían en sus cabalgadura pequeñas imágenes de la Virgen y portaban entre sus pertenecías reliquias y estampas de santos que les servían como amuletos protectores;
  2. Otros cargaban con bulas de Cruzada que los librarían de pasar miles de años en el purgatorio y se confesaban y santiguaban antes de entrar en la batalla como un gesto que les ayudaría a librarse de la muerte o les daría el paso automático al cielo en la otra vida;

La mayoría pensaba que la ambición y la soberbia eran pecados de los que se podían librar con la absolución recibida en la confesión y con encargar unas misas por su alma en sus testamentos. Para ellos era injustificado que algunos frailes, como fray Bartolomé de las Casas, negaran la absolución en el momento de la muerte a aquellos que no liberaran a sus indios encomendados.

Como muchos católicos de su época, los españoles estaban convencidos que la religión era un asunto de rituales y no de moral. Una clara muestra de la fuerte presencia entre los españoles de las creencias religiosas y de su manifestación en actos externos fue la obsesión que tenía Hernán Cortés por derribar “ídolos” en los adoratorios indígenas por considerarlos representaciones demoníacas y suplantarlos con cruces.

Su firme convicción de cumplir con un mandato divino y de tener un mesiánico destino lo llevaba a ver la conversión de los nativos a la fe cristiana como una justificación suficiente para pensar que el oro obtenido era un premio merecido por esta labor.

  1. A los totonacos, tlaxcaltecas y demás pueblos indígenas debieron parecer extrañas las costumbres de los invasores: quitaban a sus deidades para poner en su lugar palos cruzados; pasaban largo tiempo viendo a un hombre vestido con faldas que parecía realizar actos adivinatorios frente a una jícara de metal farfullando palabras; y estaban tan obsesionados por echarle agua solo en la cabeza a las mujeres que les regalaban ya bañadas, antes de tener sexo con ellas;

Para citar: Antonio Rubial García, La religiosidad de los conquistadores españoles y los regalos de mujeres indígenas, México, Noticonquista , http://www. noticonquista. unam. mx/amoxtli/1743/1742. Visto el 19/08/2022.

¿Cuántas religiones hay en España?

AA. El 69,3% de la población española se declara católica, el 1,9% creyente de otra religión, el 16% no creyente y el 10,3% atea, según los datos del barómetro del mes de enero de 2015 del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).

¿Cómo llegó la religión católica a España?

Cristianismo expansivo [ editar ] – En la iconografía cristiana de España, Santiago , patrón de España, es a menudo representado como ” Matamoros “, en alusión a su supuesta intervención en la tal vez legendaria batalla de Clavijo (844). A partir del siglo  XI , la caída del califato, dividido en reinos de taifas , permitió que se consolidase la fortaleza de los reinos cristianos. En términos religiosos, ello tuvo como consecuencia la extensión de los benedictinos de la orden de Cluny , protegida por los reyes, que permitió el florecimiento del arte románico en la mitad norte peninsular; un siglo más tarde la orden del Císter tendría un papel similar en la difusión del gótico primitivo.

  • Simultáneamente, el avance de la reconquista extendía cada vez más hacia el sur el área de influencia de estas nuevas ideas religiosas;
  • Al tiempo que las casas reales emparentaban con la realeza europea (sobre todo con la Casa de Borgoña ), fueron llegando clérigos franceses para ocupar las nuevas sedes reconquistadas, sobre todo en Castilla: ( Bernardo de Cluny en Toledo, Bernardo de Agén en Sigüenza;

) El clero , convertido en una estructura jerarquizada siguiendo la cadena del vasallaje , funcionaba como un estamento privilegiado paralelo a la nobleza , con la que mantenía vínculos inseparables. Los hijos segundones de las casas nobles, tanto varones como mujeres, estaban destinados a formar parte del alto clero: bien al clero secular ( obispos , canónigos , arciprestes y titulares de beneficios eclesiásticos ), bien al regular ( abades y abadesas, monjes y monjas).

El bajo clero, de aún más escasa formación, estaba nutrido por los numerosos curas de las parroquias menos favorecidas y los hermanos legos de los monasterios. Los obispos y las fundaciones monásticas eran una fuerza política trascendental en los reinos cristianos, apoyados en sus inmensas rentas (basadas en el diezmo ) y dominios territoriales).

Por ejemplo: el obispo Gelmírez en Santiago de Compostela (percibía además el voto de Santiago ), el abad Oliba (de Monasterio de Ripoll y Cuixá , a la vez que obispo de Vich ), el monasterio de las Huelgas en el reino de Castilla o el monasterio de Poblet en Cataluña.

  • Los tres votos del clero regular, además de por su valor espiritual, tuvieron tanto éxito por su adecuación a la estructura económica y social del feudalismo : la pobreza no impedía a muchos clérigos vivir de forma opulenta, pero sí disputar a sus hermanos mayores la herencia de los bienes y títulos familiares, en tanto que la castidad , aunque no evitaba que se tuviesen relaciones sexuales, garantizaba que, de tener hijos, estos serían ilegítimos y por tanto tampoco podrían disputarla;

La obediencia mantuvo la cohesión interna de las fundaciones monásticas y diócesis no sin conflictos, a veces violentos y coincidentes con los enfrentamientos civiles. Uno de los motivos de las recurrentes reformas monásticas era el abandono del ideal de vida ascética propuesto por las reglas originales.

  • La conquista de Toledo en 1086 significó la llegada de los reyes cristianos a territorios en los que la población era muy diversa: judíos, mudéjares y mozárabes ( cuyos ritos , de origen visigodo, se mantuvieron distintos a los romanos impuestos desde hacía tiempo en el norte), a los que se añadían repobladores del norte de la península e incluso de fuera de ella ( francos );

La convivencia no siempre fue tolerante, ni siquiera entre los cristianos: la presión hacia los mozárabes significó que en poco tiempo se realizaron grandes transferencias de propiedad, en muchos casos hacia la Iglesia. La archidiócesis de Toledo se convirtió con el tiempo en la más rica de la cristiandad después de la propia sede papal.

Simultáneamente, las invasiones de almorávides y almohades significaron episodios de intolerancia religiosa en la España musulmana, dándose los últimos grandes movimientos de población mozárabe, sobre todo al valle del Ebro recién reconquistado por el reino de Aragón ( Alfonso I el batallador ).

También hubo una importante emigración de comunidades judías que se asentaron en los reinos cristianos.

¿Cuál es la religión más grande del mundo?

Cristianismo – El cristianismo se caracteriza por ser un tipo de religión monoteísta , sus orígenes se basan en reconocer a Jesús de Nazaret como figura central y fundador. Sus seguidores tienen la creencia de que Jesús es el hijo de Dios, así como el Mesías que se profetizó en la Biblia en el Antiguo Testamento.

Sus creyentes creen que murió para redimir los pecados de la humanidad y resucitó después de su muerte. Es la religión más practicada en el mundo, del total de la población mundial, 31% practica el cristianismo, representando a 2.

3 millones de creyentes. Qué Religión Practicaban Los Españoles.

¿Cuál es el país más religioso del mundo?

Los más religiosos – Este es el ranking de los diez países más religiosos de acuerdo con el estudio:

  • Tailandia (94%)
  • Armenia (93%)
  • Bangladesh (93%)
  • Georgia (93%)
  • Marruecos (93%)
  • Fiji (92%)
  • Sudáfrica (91%)
  • Argelia (90%)
  • Kenia (89%)
  • Macedonia (88%)

¿Cuál es la religión más antigua del mundo?

Clasificación de las religiones – Existen muchas religiones en el mundo. Las llamadas religiones reveladas son el cristianismo, el judaísmo y el islamismo ya que son religiones que se cree que fueron fundadas por un grupo de personas escogidas directamente por dios.

  • Las religiones reveladas tienden a ser monoteístas mientras que en las religiones tradicionales resaltan por tener creencias en las que las fuerzas naturales pueden estar tomadas por espíritus o dioses;

Existen 5 principales religiones que figuran como las más relevantes en la historia del hombre y que tienen un gran número de adeptos, esta religiones son: el judaismo, el budismo, el hinduismo, el cristianismo y el islamismo. La iglesia católica es el ente representante de la religión católica en el mundo, su máximo representante es el papa (Papa Francisco en la actualidad).

La Iglesia católica sostiene que en ella subsiste la única Iglesia fundada por Cristo, también llamado Jesús de Nazaret o Jesucristo). El Vaticano es la sede principal de esta religión. El islamismo también es una religion monoteísta, la segunda mas grande del mundo.

En la religión musulmana, Muhammad es el mensajero de Dios y guía para los seres humanos. El Corán es al islamismo lo que la Biblia es a la iglesia católica, un libro sagrado, otro libro sagrado es la Torá. El judaísmo es la religion monoteísta más antigua y también es abrahámica, de ella derivan las creencias islámicas y cristianas.

El hinduismo, también es una religión fascinante y según estudios, es la religión mas antigua del mundo procedente del sur de Asia. Se trata de una mezcolanza de tradiciones sin fundador que data del 500 antes de Cristo.

Mucha gente tiende al confundir el budismo con el hinduismo, sin embargo la principal diferencia es que el budismo es politeísta. Aprende más sobre la influencia que cada uno de estos sistemas de creencia tiene en el grupo de personas adeptos a ellas y su interacción con otras religiones, por medio de cursos en línea disponibles en la plataforma de edX.

Cada país es completamente diferente en la forma en la que afronta la religión. En Estados Unidos por ejemplo no existe una oficial y se respeta la libertad de culto siempre y cuando no interfieran con los derechos civiles, humanos y legales de las otras personas.

En el resto de las Américas y más específicamente en los países hispano hablantes, el catolicismo es la principal religión gracias a la migración de España. Por su parte, Israel es un sitio bastante particular, con una población judía dominante pero que también cuenta con la presencia de lugares sagrados de gran relevancia para la comunidad cristiana en judía.

  1. Aprende sobre este fascinante tema hoy mismo;
  2. La vida humana está llena de historias fascinantes y diferentes que nos acercan un poco más a nuestros orígenes;
  3. Con edX pueden encontrar cursos en ciencias y temas sociales que te ayudan un poco más a acercarte a estas realidades mientras avanzas tu carrera profesional;

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¿Cuál fue la religión que enseñaron los españoles a los nativos americanos?

1 Cualquiera que se interese en los problemas religiosos de México debe apoyarse en el libro esencial de Robert Ricard, La “onquête spirituelle” Mexique, publicado en París en 1933. Con gran erudición, el autor estudió en este libro el proceso histórico por el que millones de indios pasaron del paganismo al cristianismo en menos de medio siglo.

  • Para eso se valió de una vasta documentación manuscrita o impresa, así como de testimonios materiales representados por edificios, esculturas, pinturas, grabados y pictografías de la época;
  • Pero esta documentación provenía, sobre todo, de religiosos misioneros, de miembros del clero secular y de conquistadores o administradores españoles;

Los escasos testimonios indígenas tardíos corresponden a un pequeño número de indios totalmente convertidos e integrados a la sociedad colonial, como Chimalpahin o Ixtlilxóchitl. Localización del altiplano del centro de México. 2 Robert Ricard aborda el aspecto propiamente indio de la conversion al cristianismo sólo en sus conclusiones, en un capítulo titulado “La resistencia indígena”. El punto de vista de los indios aún no convertidos sólo se presenta en la exposición de una discusión libre entre sus jefes y sus sacerdotes con los misioneros, discusión que podría haber tenido lugar en 1524, durante los primeros días de la evangelización.

Esta edificante reseña, en donde las palabras de los indios sólo abarcan algunas paginas, se redactó de hecho más de 40 años después de este encuentro excepcional, en el que se supone que los vencidos habrían tenido derecho a expresarse libremente ( Coloquios y doctrina cristiana, 1986).

3 Intentaremos evocar la conversión de los indios del centro de México e insistiremos en el papel activo que éstos pudieron haber tenido en ella, o en la manera en que ésta pudo haberlos afectado. 4 La conquista española, condición previa necesaria de la “conquista espiritual” de México, tuvo también un aspecto religioso que Ricard resumió perfectamente (1933, pp.

25-31). Cortés se hacía acompañar de un religioso mercedario, el padre Bartolomé Olmedo, quien a pesar de su celo sólo pudo desempeñar un papel muy discreto. Con ayuda de un intérprete, predicó a los indios lo mejor que pudo, la doctrina cristiana.

Varias veces, tuvo que moderar el fervor religioso de Cortés, quien se esforzaba en justificar su conquista con demostraciones espectaculares de lucha contra la idolatría. En Cempoala, donde Cortés no dudó en destruir los ídolos, se edificó un altar con una cruz y una estatua de la Virgen, y se ordenó a los totonacos respetarlas.

En Tlaxcala, cuya alianza era primordial, no se atrevieron a atacar demasiado las creencias indígenas. En México-Tenochtitlan, cuando sintió que tenía superioridad numérica, Cortés terminó por tomar posesión de una parte del Templo Mayor para ponerle una cruz y una imagen de la Virgen.

5 Eran tiempos de violencia total o alianzas negociadas, no de persuasion. En Tlaxcala y Texcoco varios jefes fueron bautizados después de una formación religiosa que podemos suponer más bien somera. De inmediato bautizaron a todas las mujeres indias que fueron entregadas a los españoles y repartidas entre los conquistadores.

El objetivo fundamental que se perseguía era demostrar que la resistencia era imposible y que se exponían a una represión sin piedad, pero que podía recibirse un mejor trato al ponerse del lado de los vencedores.

6 El sitio de México-Tenochtitlan concluyó el 13 de agosto de 1521, cuando Cuauhtémoc cayó prisionero. La ciudad estaba casi destruida, pero Cortés, que primero se instaló en Coyoacán, comenzó a reconstruirla y a edificar casas sólidas para sus capitanes y soldados.

El padre Motolinía (1858, pp. 18-19) nos dice que estas enormes obras, que duraron varios años, fueron uno de los peores males que los indios debieron soportar, pues tuvieron que aportar gratuitamente la mano de obra, los materiales y las herramientas.

7 En cuanto se convirtió en el señor de la parte esencial de México, Cortés instaló el régimen de la “encomienda”, lo que le permitió asegurar su poder y recompensar a los conquistadores que habían combatido bajo sus órdenes. Cada pueblo o cada grupo de pueblos conservó a su señor indígena tradicional, que recibió el nombre de cacique, pero éste fue instalado bajo la autoridad de un español “encomendero”, encargado de garantizar la sumisión de la población y su conversion al cristianismo.

  1. Estos encomenderos podían, libremente, exigir a los indios tributos en especie y trabajos manuales no retribuidos;
  2. 8 Durante esos primeros años de dominio, en los que se consumaron las conquistas de la Huasteca y de Oaxaca, los españoles abusaron de su posición de fuerza y del terror de los indios;

Sus excesos hicieron que se acumulara en su contra un inmenso capital de rencor y odio. Sin embargo, los indios aprendieron a ser sumisos al ver que a aquellos que se habían resistido o que habían intentado resistirse, sin misericordia los esclavizaban y les marcaban el rostro con un hierro al rojo vivo.

9 Los primeros misioneros franciscanos apasionados con la conquista de las aimas llegaron discretamente a México en 1523. Eran tres flamencos, dos de los cuales eran sacerdotes que partieron con Cortés en 1524 hacia Honduras, donde perdieron la vida.

El tercero, que siguió siendo hermano lego con voto de humildad, era el famoso hermano Pedro de Gante, proveniente de una familia noble. Él dedicó su vida a la educación de los indios, con un celo particularmente iluminado y actuante (E. de la Torre Villar, 1973). Los “doce apóstoles” franciscanos de 1524 (fresco del convento de Huejotzingo, Puebla). 10 En mayo de 1524, desembarcaron en Veracruz los “doce apôstoles” franciscanos de la misión dirigida por fray Martin de Valencia. Los indios quedaron muy impresionados por su pobreza y por el hecho de que llegaron a pie a la ciudad de México, el 18 de junio, después de un recorrido de unas 100 leguas.

Cortés les brindó un recibimiento de profundo respeto, en presencia de los señores indígenas más importantes, a quienes recomendó obedecerlos y ayudarlos. Entre los doce se encontraba fray Toribio de Benavente, que adoptó entonces el nombre náhuatl de Motolinía, “el pobre”, como le decían los indios, y quien nos legó los detalles de los inicios de la misión franciscana en su Historia de los indios de la Nueva España, publicada hasta el siglo XIX (1858).

11 En el seno de la orden franciscana, fray Martin de Valencia y los compañeros que había escogido formaban parte de los reformadores que, motivados por fray Juan de Guadalupe, habían logrado fundar, en Extremadura, una provincia independiente llamada San Gabriel, cuyo objetivo era el regreso a la regla primitiva de san Francisco de Asís y a su ideal de pobreza absoluta.

  • Estos reformadores, entusiasmados con el descubrimiento de América, hacían revivir el pensamiento medieval de Joaquín de Fiore, según el cual la siguiente conversion de los últimos infieles, al unir a toda la humanidad en el cristianismo, muy pronto permitiría el advenimiento del reino milenario ideal prometido en el Apocalipsis, precediendo así al fin del mundo y al juicio final (Baudot, 1977, pp;

80-83). 12 Fray Martin de Valencia vivía dichas profecías con singular intensidad. Cuando todavía se encontraba en España había tenido la vision de una multitud de aimas ansiosas por recibir el bautismo (Motolinía, 1858, p. 151; Bataillon, 1952). Su tarea evangelizadora estuvo ante todo marcada por este pensamiento mesiánico, a tal punto que en 1532, al ver que los indios de México acudían en masa a la fe, no dudó en intentar, a los 58 años y, por cierto, en vano, atravesar el océano para llevar el Evangelio a innumerables pueblos que, según él, en China esperaban impacientemente el llamado de Dios.

  • 13 Es evidente que, desde su llegada a México-Tenochtitlan, fray Martín se puso en contacto con fray Pedro de Gante, que ya tenía un año en el lugar y había aprendido a conocer la región;
  • La situación social que debió haber encontrado estaba lejos de ser ideal, pero de ninguna manera quebrantó su convicción de que las promesas del Apocalipsis estaban por cumplirse;

Con esta idea, resultaba evidente que Cortés era el hombre providencial elegido por Dios para colaborar con los franciscanos en la conversion de los indios. De igual forma, los conquistadores, vueltos encomenderos, tenían también un papel necesario que desempeñar, a pesar de sus vicios y abusos, que además eran los mismos de todas las aristocracias dominantes, indias o no.

14 La obra esencial, el fin único que buscaban estos apasionados religiosos, era evangelizar a los indios para crear un mundo cristiano ideal y así preparar el Millenium, que antecede al reino de Dios.

Para esto, era absolutamente necesario mantener a los indios en una especie de mundo aparte, dirigido por los franciscanos, alejados de los españoles y sus vicios. Este mundo indio tenía que preservarse con sus diversas lenguas, que lo aislaban de manera eficaz.

  1. Sus costumbres, una vez depuradas de sus restos de paganismo, merecían ser conocidas y estudiadas, dado que también contribuían a particularizarlo, tal como Dios quería;
  2. En cuanto al régimen de la encomienda, no era incompatible con el sueño de un pueblo indio cristianizado;

El ideal podía conciliarse de forma provisional con la autoridad del soberano español. 15 Evidentemente, este hermoso sueño milenarista suponía la previa conversion de los indios. Era de esperarse que la voluntad divina, con la ayuda de la acción de los misioneros y el ejemplo de sus virtudes, asegurara de antemano dicha conversion.

  1. Desde luego, también se podía esperar que el demonio, preocupado por preservar su poder, inspirara algunas resistencias;
  2. Pero contra los indios rebeldes que pudieran intentar oponerse a la salvación de las aimas llamadas por Dios, se justificaría pedir ayuda eventualmente a Cortés, representante de la autoridad del rey de España;

16 Además, en aquellos tiempos de violencia desatada, las convicciones personales de los indios casi no se tomaban en cuenta, ya que todo dependía de la autoridad de sus jefes. Los religiosos pudieron darse cuenta de esto en Texcoco, en junio de 1524, incluso antes de llegar a la ciudad de México.

El rey Ixtlilxóchitl, totalmente partidario de los españoles, fue inmediatamente bautizado por el mismo fray Martín de Valencia, y Cortés fue su padrino. Pero su madre, Tlacaxhuatzin, quien por nacimiento era una princesa de México-Tenochtitlan, se negaba terminantemente a abandonar a sus antiguos dioses y a que la bautizaran.

Finalmente, su hijo supo “convencerla” con la amenaza de quemarla viva. Si creemos lo que dice Ixtlilxóchitl (1985, t. 1, p. 492), a quien debemos estos detalles, Tlacaxhuatzin fue la primera mujer bautizada en México (o más probablemente, la primera mujer de alto rango en ser bautizada).

17 Motolinía (1858, p. 143), que vivió en carne propia los inicios de la evangelización, nos relata que 15 días después de su llegada, fray Martín de Valencia y sus once compañeros, se reunieron con otros cuatro sacerdotes que habían llegado antes que ellos y con fray Pedro de Gante, para repartirse las tareas.

18 México-Tenochtitlan, Texcoco, Tlaxcala y Huejotzingo fueron los principales centras de acción contemplados entonces. En esos lugares se construyeron conventos franciscanos. De inmediato, los religiosos se pusieron a estudiar la lengua náhuatl. Empezaron a predicar con la ayuda de intérpretes, pero como de esta forma les resultaba difícil convencer a numerosos adultos, desde un principio enfocaron todo su esfuerzo en la cristianización intensiva de un número limitado de niños bien elegidos.

  1. 19 Aquí, el papel de Cortés fue fundamental;
  2. Dio a los principales jefes y miembros de la nobleza indígena la orden estricta de confiar a sus hijos a los franciscanos, con miras a su educación cristiana;

Despojar asi a los ninos de la educación de sus padres era una medida extremadamente autoritaria. Muchos padres se dieron perfectamente cuenta de esto e intentaron quedarse al menos con sus hijos mayores, enviando a otros niños en su lugar. Pero estas estratagemas fueron descubiertas y la voluntad de Cortés no tardó en prevalecer, ya que el temor que les inspiraba era inmenso (Mendieta, 1971, pp.

  1. 217-219);
  2. 20 Muy al principio, los religiosos todavía no hablaban náhuatl y se imponían con el ejemplo de su vida ascética, misma que compartían con sus jóvenes alumnos;
  3. Muy pronto, estos niños quedaron subyugados tanto por la superioridad moral e intelectual de sus maestros como por el fervor de sus convicciones apostólicas;

Aprendieron a rezar y después se les dio una educación cristiana hablándoles de Cristo, de la Virgen, del otro mundo y de la salvación eterna. Más tarde, los más aptos aprendieron a hablar español, así como a leer y escribir. Estos niños, debidamente bautizados, se convirtieron en los primeros verdaderos cristianos de México, convencidos y actuantes.

Una parte de la tarea de evangelización fue obra suya (Mendieta, 1971, pp. 221, 225). Como en su mayoría eran hijos de nobles y dignatarios, también fueron valiosas fuentes de información sobre el mundo indígena.

Sin embargo, esta forma de convertir a los niños, separándolos a la fuerza de sus padres, creó naturalmente un doloroso conflicto generacional en el seno de las familias. 21 Motolinía (1858, p. 225) añade que también se hizo un esfuerzo para la educación de las hijas de nobles y señores.

  1. Fueron confiadas a devotas damas españolas que las educaron en la doctrina cristiana y les enseñaron a bordar;
  2. No contamos con fechas al respecto, pero podemos pensar que esta educación femenina, que duró unos 10 años, fue relativamente tardía y probablemente posterior a 1530;

22 Podemos ubicar quizá en el inicio de estos primeros contactos la famosa controversia religiosa de la que habla Ricard y que ya mencionamos anteriormente (1933, p. 314). Dicha controversia enfrentó a los padres franciscanos con los más grandes señores de México y sus sacerdotes paganos.

Motolinía no habla de ello, pero Sahagún, 40 años más tarde, escribió en náhuatl una detallada reseña al respecto ( Coloquios. , 1986), según notas manuscritas de la época, ahora perdidas. De acuerdo con este texto tardío, todos los indios, después de una cortés polémica, habrían tomado la decisión, aparentemente muy rápida, de renunciar a sus ídolos y servir al Dios de los espanoles.

23 Un episodio sangriento, relatado por Motolinía (1858, pp. 215-216) y Mendieta (1971, pp. 234-236), permite comprobar la rapidez con la que los padres franciscanos lograban obtener una conversión total e incluso apasionada de los jóvenes hijos de familias nobles que habían tomado como alumnos.

  1. Sucedió en Tlaxcala, en 1524, durante los primeros seis meses de la construcción del convento de esta ciudad;
  2. Los religiosos aún se hallaban dedicados al estudio de la lengua náhuatl, pero ya habían logrado convertir a un buen número de hijos de señores que nunca dejaban de proclamar su nueva fe en una ciudad entonces totalmente pagana;

24 Un día que dichos jóvenes se habían dado cita en la plaza del mercado para rezar abiertamente frente a una cruz que se había colocado en el lugar, encontraron a un sacerdote pagano cubierto de insignias y atributos del dios del pulque. Este indio iba pasando entre la multitud, rodeado como siempre del respeto general.

Los espectadores dijeron a los jóvenes “es nuestro dios Orne Tochtli”, a lo que ellos respondieron que no era más que un impostor y un demonio maléfico. Cuando los jóvenes lo abordaron, el extraño personaje les dijo que, efectivamente, él era su dios Orne Tochtli, que habían cometido un error al alejarse de su templo y que su ira podría resultarles fatal.

Los niños le respondieron que no era más que un vulgar demonio al que no temían y que moriría antes que ellos. Finalmente, uno de ellos le lanzó una piedra y pronto todos los demás siguieron su ejemplo. El indio, al tratar de huir, se tropezó y cayó. Entonces lo lapidaron hasta dejarlo convertido en un simple cadáver cubierto de piedras.

Ni la muchedumbre, ni los otros sacerdotes paganos que se habían acercado se atrevieron a intervenir contra esos jóvenes, que eran hijos de grandes señores y que, se sabía, eran protegidos de Cortés. Los jóvenes neófitos, ya de vuelta al convento franciscano, se vanagloriaron de haber matado al diablo, con la ayuda de Jesucristo y la virgen María.

A los religiosos que, por medio de intérpretes, les reprochaban haber cometido un homicidio, les respondieron que no habían hecho más que matar a un demonio y que bastaba con ir a verlo para convencerse de eso. Los padres franciscanos se dirigieron al lugar y probablemente se sintieron desarmados cuando vieron que el cadáver llevaba puestos la vestimenta y los atributos del dios pagano del pulque. Valle de México (según Vaillant, 1941). Meseta de Puebla-Tlaxcala (según Nigel Davies, 1968). 25 Motolinía (1858, p. 22) nos dice que desde junio de 1524 los religiosos mandaron reunir periódicamente a los indios, quizá por barrios, y les predicaron el cristianismo con la ayuda de intérpretes. Añade que esta enseñanza tuvo poco éxito entonces, ya que a los oyentes les parecía “fastidiosa” y preferían asistir a ceremonias paganas, que se seguían realizando de manera más o menos discreta.

Motolinía añade que de este modo los indios pudieron convencerse de las imposturas del demonio. Sobre este episodio, no debemos olvidar que estos jóvenes neófitos convencidos se habían formado en familias donde, pocos años atrás, los sacrificios humanos eran cosatrivial.

26 Los indios de la ciudad de México-Tenochtitlan, que aún tenían mucho que sufrir con los españoles y que veían de cerca su conducta, permanecieron insensibles a la evangelización durante cinco años (Motolinía, 1858, p. 101). Por tanto, a partir de 1524, los misioneros decidieron llevar la palabra verdadera a las ciudades vecinas como Coyoacán.

Al parecer, tuvieron un éxito considerable en el sector de las lagunas de agua dulce de Xochimilco y Tláhuac (Cuitláhuac). Por otro lado, la predicación continuaba además en Texcoco, que en aquel entonces era la segunda ciudad importante de México, así como en Tlaxcala y Huejotzingo.

27 Los franciscanos, gracias a sus jóvenes convertidos, se mantuvieron al tanto de un gran proyecto de insurrección que parece haber enardecido el ánimo de los indios, o al menos de algunos de sus dirigentes, en los últimos meses de 1524. 28 El momento era propicio, pues la mayoría de los conquistadores se hallaban entonces lejos de la ciudad de México.

Una buena cantidad de españoles había partido con Pedro de Alvarado a conquistar Guatemala. Otros se dedicaban a saquear sus encomiendas o se habían ido a explotar alguna mina de plata recientemente descubierta.

Para terminar, muchos de ellos acababan de partir con Cortés hacia Honduras. Durante algunas semanas, no hubo en la ciudad de México más que 50 soldados de caballería y 200 de infantería con posibilidad de portar armas (Motolinía, 1858, p. 143). Mendieta (1971, p.

  1. 229) añade que dichos españoles estaban divididos en varias facciones enemigas y que estaban tan aterrorizados que ya no se atrevían a salir de la ciudad;
  2. Los religiosos eran los que ponían el ejemplo de sangre fría y valor;

Pero los indios se daban cuenta de la debilidad de quienes los dominaban y los explotaban. Podemos creer que un buen número de viejos guerreros ardía en deseos de tomar revancha y masacrar a todos esos españoles que tanto los hacían sufrir. Sin embargo, seguían aterrorizados por Cortés y aguardaban a que estuviera lejos, camino a Honduras.

  • 29 En seis meses, al estar en contacto con sus catecúmenos, los religiosos habían tenido tiempo para empezar a conocer el estado espiritual de los indios;
  • Habían podido darse cuenta de que los indios aún tenían algo de fe en el poder sobrenatural de sus antiguos dioses, principalmente en el de los dioses de la guerra;

Desde 1521, Cortés había prohibido las grandes ceremonias públicas del culto pagano, que poco tiempo atrás terminaban siempre en sacrificios humanos. Sin embargo, la mayoría de los antiguos templos todavía estaba en pie y los indios ya habían reparado aquellos que habían resultado dañados por la Conquista.

  • En estos lugares, los antiguos sacerdotes seguían realizando un culto discreto, y a menudo nocturno, que mantenía encendida la llama de la resistencia (Motolinía, 1858, pp;
  • 25-26);
  • Los franciscanos entendieron que era en este terreno en el que podían minar la moral de sus adversarios;

30 Cortés había partido hacia Honduras consciente del peligro que se corría. En efecto, se había llevado con él a los tres soberanos de la Confederación Azteca: Cuauhtémoc, Coanacoch y Tetlepanquetzal, a los que luego mandó ejecutar bajo sospecha de conspiración.

  • Muy poco después de su partida, los franciscanos se las arreglaron para alcanzarlo y sacarle un mandato enérgico que prohibía rigurosamente las ceremonias idólatras, bajo pena de castigos muy severos (Mendieta, 1971, p;

227). Quizá, el temor que inspiraba Cortés hizo que sus órdenes fueran más o menos acatadas, lo que en sí ya era un éxito. 31 Sin embargo, los franciscanos sentían que el momento era decisivo y que era necesario dar un gran golpe antes de que estallara la insurrección que podría haber sido fatal.

  1. Lo esencial era quebrar la fe religiosa pagana que mantenía el espíritu de resistencia de los indios;
  2. Esto implicaba correr un gran riesgo;
  3. La decisión requirió mucho valor y confianza en la voluntad divina;

32 Un documento descubierto por Zelia Nuttall (1911, pp. 170-171) nos da el emotivo testimonio de la profunda fe que los antiguos dirigentes aztecas podían haber tenido en sus dioses y en sus templos. En este documento se menciona que durante el sitio español de la ciudad de México, después de la muerte de Moctezuma, cuando la batalla hacía estragos en el recinto mismo del Templo Mayor, los tres soberanos aztecas (Cuauhtémoc entre ellos) y el señor de Azcapotzalco corrieron el riesgo mortal de subir a lo alto de la pirámide de Huitzilopochtli para consultar ahí un espejo de adivinación, con la loca esperanza de encontrar en él el augurio de un mejor destino, lo que solamente los dioses habrían podido concederles a través de un milagro total, casi impensable.

  • En 1524, tal vez semejante fe aún no estaba completamente muerta;
  • 33 En la noche del 1° de enero de 1525, tres religiosos, evidentemente ayudados por un buen número de sus jóvenes discípulos, se apoderaron de los más grandes templos de la ciudad de Texcoco y los incendiaron después de haber desalojado a sus ocupantes y haber destruido los ídolos;

A la mañana siguiente, al final de una misa celebrada en la misma ciudad, se pronunció un sermon para condenar los sacrificios humanos y para especificar que, por orden de Dios y del rey, cualquiera que realizara estos sacrificios recibiría un castigo ejemplar.

Al parecer no ocurrió ningún incidente (Motolinía, 1858, p. 26). 34 Causa sorpresa la facilidad con la que se llevó a cabo una acción tan peligrosa en un periodo en el que los españoles estaban en posición de debilidad y en el que algunos dirigentes indígenas planeaban un levantamiento general y la masacre de todos los conquistadores.

Sin lugar a dudas, los franciscanos demostraron audacia y habilidad. 35 El lugar de la acción había sido bien elegido. Texcoco, que había terminado por alinearse del lado de Cortés, había padecido menos la Conquista que México-Tenochtitlan. Los ocupantes españoles eran menos numerosos en este lugar y, quizá, habían cometido menos maltratos, principalmente en lo que se refiere a la construcción de sus casas, por lo que el odio hacia ellos debía ser menos intenso.

Por otro lado, desde su llegada, los franciscanos habían realizado ahí una labor intensa y lograron formar a un gran número de jóvenes catecúmenos convencidos. Finalmente, los templos de Texcoco, intactos o restaurados, eran particularmente imponentes y su incendio constituyó, sin lugar a dudas, un espectáculo nocturno muy impresionante.

36 El secreto de la operación había sido muy bien guardado. Mendieta (1971, p. 229) nos dice que el factor sorpresa fue total y que el incendio se hizo rápidamente incontrolable. Al parecer, los guardianes del templo y la gente de los alrededores, tomados por sorpresa, no tuvieron tiempo de ofrecer resistencia ante el hecho consumado.

Como quiera que haya sido, el temor a terribles represalias debió haberles impedido reaccionar abiertamente. Una vez más, se demostró que, como en cualquier conflicto, la ofensiva siempre brinda una ventaja fundamental.

37 Lo que es cierto es que, pasado el impacto de la sorpresa, los franciscanos no encontraron ninguna resistencia cuando incendiaron de la misma forma los templos de la ciudad de México, Cuauhtitlán, Amecameca, Tlalmanalco, Tenango, Huejotzingo y Tlaxcala (Motolinía, 1858, p.

26; Chimalpahin, 1889, p. 208). En la Relación de Tlaxcala (Relaciones geográficas del siglo xvi , 1984, t. 1-4), donde hay un dibujo que representa el incendio de un templo de esta ciudad, sólo se menciona que los indios se llenaron de una inmensa tristeza (cuadro 10).

Los sueños de un levantamiento indio generalizado y de masacrar a los españoles se esfumaron. Los hechos dieron la razón a los religiosos, que juiciosamente habían pensado que sus adversarios paganos perderían valor al observar la derrota final y la impotencia total de sus dioses, y sobre todo de sus dioses de la guerra, como Huitzilopochtli y Camaxtli, cuyas estatuas acababan de ser destruidas.

A partir de este momento, los jóvenes convertidos pudieron arremeter entonces contra los ídolos sin encontrar verdadera oposición. Lo hicieron muy a menudo (Sahagún, Historia. , 1956, t. iii , p. 163). 38 Mendieta (1971, p.

228) señala que, poco después, se presentaron algunos españoles para decir que los franciscanos no pudieron tener “buena conciencia” cuando se permitieron destruir templos y material religioso que pertenecía a los indios, lo que quizá les habría podido dar motivos para el levantamiento o revuelta.

  • A lo que Mendieta respondió que el valor y audacia de los religiosos era lo que había revertido la situación, salvado a los españoles y permitido la total destrucción de la idolatría, tal como lo había demostrado Motolinía;

39 Resulta bastante evidente que, en este caso, los franciscanos no se preocuparon por respetar los bienes ajenos, puesto que a sus ojos se trataba de luchar contra Satanás y sus demonios. Es igualmente seguro que su acción contra los templos paganos fue, de hecho, el último episodio, ciertamente violento pero no sangriento, de la conquista de México iniciada en 1519.

  1. Los indios lo entendieron así: era parte de su tradición histórica que la derrota de una ciudad se materializara siempre con el incendio de su templo, como se puede ver en la primera parte del Códice Mendocino;

Es impactante la clarividencia de este pequeño grupo de religiosos misticos que, iluminados por el contacto con sus jóvenes catecúmenos, pudieron entender la mentalidad indígena de entonces y actuar de manera eficaz para romper el espíritu de resistencia de sus adversarios.

  • 40 Podemos imaginarnos el abatimiento de los indios;
  • La ciudad de México, agotada por su heroica lucha, se encontraba prácticamente aniquilada, transformada en una inmensa obra en construcción para las casas de los conquistadores;

Las otras ciudades que, como Tlaxcala y Texcoco, habían terminado por aliarse con Cortés y combatir a su lado, supieron entonces que la derrota de México-Tenochtitlan era también la suya, puesto que implicaba el fin de su religión local, fundamento de su vida y su cultura tradicional.

Después de las matanzas, los saqueos y las violaciones de la Conquista, después de los maltratos de los primeros encomenderos, seguía ahora la debacle cultural y moral. 41 En los heroicos tiempos de la Conquista, Cortés y sus hombres tuvieron tratos principalmente con los señores y los nobles indígenas, que eran prácticamente los únicos con cierto nivel de cultura y los que tenían autoridad y poder de decisión.

Los “macehuales”, o gente del pueblo, eran muy numerosos en aquella época, pero bastante incultos y vivían en un estado de pobreza casi absoluta. Dependían por completo de sus nobles, a los que consideraban cercanos a lo sagrado. En cuanto a las mujeres, se consideraba que dependían totalmente de sus padres o sus maridos.

Aquellas que fueron entregadas a los españoles como esclavas o concubinas fueron bautizadas de inmediato, es decir, tratadas como si fueran niños de corta edad. 42 En este ambiente de guerra y alianzas para el combate, los primeros bautizos celebrados, sobre todo en Tlaxcala, tal vez no fueron bien comprendidos por los indios nobles que los recibieron y que no vieron en ellos más que un acto de sumisión.

Esto trajo como consecuencia un malentendido que más tarde, en ocasiones, terminé de forma trágica. En efecto, según los “doce apóstoles” franciscanos, el rito del bautismo implicaba para el recién convertido, no sólo la obligación positiva de adoptar el cristianismo, sino también la obligación negativa de renunciar a Satanás, es decir, de rechazar todas las creencias y todas las prácticas de la religión indígena tradicional.

Al respecto, J. Zapata y Mendoza (1995, p. 97) se limita a comentar: “Aun no se sabía bien”. 43 La religión mesoamericana era particularmente sincrética. Se había constituido a lo largo de los siglos con aportes de tradiciones de orígenes diversos, a merced de las invasiones y conquistas, pero a veces también por la difusión pacífica de elementos culturales que llegaban a imponerse por su propio prestigio.

En estas condiciones, parecía perfectamente normal adoptar un nuevo culto, sin que esto significara abandonar los anteriores. El suroeste de la Sierra de Puebla nos da un ejemplo bastante caracterfstico. La relación de Tetela (Relaciones geográficas del siglo xvi , 1985, t.

  • 5, p;
  • 406) nos dice que los indios de dicho pueblo rendían culto a Huitzilopochtli, dios que les venía de México-Tenochtitlan;
  • Es muy probable que este nuevo culto haya sido adoptado poco antes de la llegada de los españoles, cuando Tetela tuvo que aliarse con la ciudad de México para poder luchar contra Tlaxcala;

Pero este nuevo culto no había excluido los anteriores, pues, a propósito de los “pueblos sujeto” de Tetela, se menciona la veneración de varias divinidades como Aztacóatl y Matlalcueitl ( ibid. , pp. 415 y 421). 44 Los padres franciscanos, por su parte, se apegaron al sentido estricto de la renunciación a Satanás.

En consecuencia, consideraron como “perjuros” o “relapsos” a los bautizados que se abandonaban a los ritos paganos. Fue así como en 1527 (cuando Cortés, que había regresado de Honduras, estaba ahí para apoyar totalmente la acción enérgica de los religiosos) fueron condenados a muerte, por idolatría, tres grandes nobles de Tlaxcala que antes habían luchado del lado de los españoles para conquistar México-Tenochtitlan.

(Gibson, 1952, pp. 34-37). 45 La relación de Tlaxcala (Relaciones geográficas. , 1984, t. 4, cuadros 12 y 14) consigna otros cinco casos, aparentemente análogos, entre ellos el de una mujer. Las ejecuciones se hicieron por ahorcamiento, salvo la de dos hombres que fueron quemados vivos.

El efecto de intimidación, que quizá era lo que buscaba Cortés, se logró sin duda, y no solamente en Tlaxcala, sino mucho más allá. En efecto, una escena del Códice de Xicotepec (1995, cuadro 23) parece mostrar claramente que el cacique de ese lejano pueblo de la Sierra de Puebla se enteró, en 1527, de las ejecuciones por paganismo que acababan de tener lugar en Tlaxcala.

Se dio cuenta del peligro y no tardó en hacerse bautizar, como se aprecia en la siguiente hoja, en la que figuran sus exequias cristianas. 46 Cuando saquearon los santuarios paganos para destruir los ídolos, entre estos se encontraron figuras de Cristo y de la virgen María, que los españoles habían dado a los indios y que también se habían convertido en objeto de culto.

Al respecto, Motolinía (1858, p. 26) se limita a señalar que puesto que los indios tenían no menos de 100 dioses, aceptaban con gusto tener unos cuantos más. 47 El mismo año de 1527, estalló un drama familiar en la casa de otro gran señor de Tlaxcala llamado Acxotécatl, a quien también terminaron colgando.

Como esta ejecución tuvo lugar casi al mismo tiempo que las otras tres que acabamos de mencionar, a menudo se reúnen, de manera muy arbitraria, en un mismo conjunto de cuatro. En realidad, el caso de Axcotécatl, del que tenemos muchos más detalles, parece haber sido especial y mucho más grave (Motolinía, 1858, pp.

217-221). 48 Axcotécatl era un poderoso señor tlaxcalteca que, en 1519, se había convertido en aliado y compañero de Cortés. Había combatido a su lado en Cholula y, más tarde, en la conquista de la ciudad de México.

Después de la Victoria, Cortés le regaló una imagen de la virgen, de la que se hizo devoto. La conservó como un tesoro sagrado y la envolvió en un verdadero culto con danzas y otras ceremonias (Gibson, 1952, p. 35). Sin embargo, cuando Cortés le dio la orden de confiar a sus hijos a los franciscanos para que recibieran una educación cristiana, intentó quedarse con el mayor, que ténia entonces 12 o 13 años y que era hermoso y muy capaz.

Pero los otros hermanos pusieron al tanto de esto a los franciscanos, quienes exigieron que también se les llevara al hijo mayor; éste fue bautizado con el nombre de Cristóbal y pronto se convirtió en un cristiano lleno de celo, a tal punto que se propuso convertir a su padre, a su madre y a toda su familia, así como a sus sirvientes.

49 Axcotécatl ya había sido bautizado, quizá en el ambiente de guerra que se vivía al lado de Cortés y, después, su nueva devoción a la virgen no le había parecido incompatible con el culto a sus antiguos dioses. Era un viejo guerrero, alcohólico, autoritario y obstinado que, sin restricciones, en su palacio de Atlihuetzia, reinaba sobre alrededor de 60 esposas o concubinas.

Evidentemente, no estaba dispuesto a dejarse dirigir por un muchachito de 13 años que repudiaba todas las antiguas tradiciones. Cristóbal, con más vehemencia que nunca, empezó a destruir los ídolos que su padre reverenciaba y a quebrar las grandes jarras de pulque preparadas para las fiestas, dado que siempre terminaban en borracheras.

50 Axcotécatl, furibundo, escuchó lo que le decía una de sus esposas, que le sugirió que escogiera al hijo de ella como heredero principal. A Cristóbal y a su madre los mataron y los enterraron lejos, en secreto. Los otros hermanos no se atrevieron a hablar y tal vez este suceso no habría tenido repercusiones de no ser por la acusación de un español al que Axcotécatl había despojado.

De ahí surgió un proceso que condujo al descubrimiento del doble asesinato. Axcotécatl fue condenado a muerte, pero tenía tantos amigos y parientes, que fue necesario reunir a todos los españoles de la región para poder atreverse a llevar a cabo la ejecución por ahorcamiento.

Él se dirigió valientemente a la horca, sin dejar de proclamar su indignación contra la nobleza india de Tlaxcala, que no se atrevía a defenderlo. Es evidente que se consideraba víctima de una injusta violación a los usos y costumbres de su pueblo y a su casta nobiliaria.

Para él, desde los tiempos de su juventud, un hijo debía ante todo obedecer a su padre, y el respeto a una vida humana era ciertamente menos importante que el respeto a las tradiciones y a la autoridad paterna.

Cabe señalar que su ejecución tuvo lugar en 1528, cuando Cortés se encontraba en España. 51 Dos años después de la muerte de Cristóbal, es decir en 1529, otros dos jóvenes convertidos, alumnos de los franciscanos de Tlaxcala, fueron llevados a Tepeaca por un padre dominico que les encargó buscar ídolos en las casas de los indios y llevárselos para destruirlos.

  1. Uno de estos jóvenes, bautizado con el nombre de Antonio, era el mayor de los nietos de Xicoténcatl, el gran señor que, en 1519, había convencido a los tlaxcaltecas a que se unieran a Cortés;
  2. Seguramente Antonio tenía la autoridad natural y el prestigio de un hijo de gran familia;

El otro, llamado Juan, era su sirviente. 52 Después de haber pasado cuatro días recogiendo ídolos, entrando sin dar explicación alguna a las casas de los indios de Tepeaca, fueron a hacer lo mismo a otros dos pueblos de la región, uno llamado Tecali y el otro Coatlichán.

Como ya se habían hecho fama de iconoclastas, cuando llegaron a este último pueblo, fueron asesinados a mazazos a la entrada de una casa en la que estaban recogiendo ídolos. Los asesinos tiraron los cadáveres en un barranco e intentaron ocultar su crimen con ayuda de las autoridades indígenas de Coatlichán.

Pero la desaparición de un descendiente de uno de los señores más importantes de Tlaxcala no podía pasar desapercibida. La justicia española mandó colgar a los dos asesinos, así como al cacique y a los principales dignatarios de Coatlichán (Motolonía, 1858, p.

224). De los pormenores de este drama, podemos quedarnos con que, en 1529, aún había ídolos en la mayoría de las casas de la región de Tepeaca, Tecali y Coatlichán. 53 En 1990, Juan Pablo II beatificó a los tres niños mártires de Tlaxcala, Cristóbal, Antonio y Juan.

La Iglesia mexicana celebra su fiesta el 23 de septiembre de cada año. 54 A principios de 1529, el gobierno de la Nueva España fue puesto en manos de la Primera Audiencia, cuyo presidente era Nuño de Guzmán y los principales oidores eran Juan Ortiz de Matienzo y Diego Delgadillo.

  • Todos eran acérrimos enemigos de Cortés, quien se encontraba en España en ese momento;
  • Nuño de Guzmán, gobernador de Pánuco, acababa de despoblar la Huasteca, vendiendo a miles de indios como esclavos a los propietarios de plantaciones en las Antillas;

Él y sus oidores estaban totalmente decididos a explotar a los indios al máximo. Ricard (1933, p. 308), aunque moderado en sus juicios, pudo escribir que la Primera Audiencia fue el “gobierno más cínicamente despótico, más deshonesto y más disoluto que México tuvo en toda su época colonial”.

55 Casi al mismo tiempo, llegaba fray Juan de Zumárraga, un franciscano al que el rey acababa de nombrar primer obispo de México y “Protector de los indios”. Desgraciadamente, Zumárraga partió rumbo a México sin haber sido consagrado por el papa, lo que restringía un poco su autoridad.

Cuando se propuso dar seguimiento a las denuncias de los indios, la Audiencia le hizo saber que tenía que limitarse a su formación espiritual. El conflicto se agudizó cuando Zumárraga intentó defender la causa de los indios de Huejotzingo. Guzmán mandó encarcelar a los dignatarios indígenas, maltrató a algunos religiosos y hasta amenazó al obispo con colgarlo por rebelión.

A principios de 1530, después de la partida de Guzmán hacia Nueva Galicia, los excesos de los oidores fueron taies que Zumárraga les aplicó el interdicto. Esto implicó una suspensión del culto, el cual no se reanudó sino hasta después de la Pascua.

Los oidores siguieron excomulgados hasta la llegada de la Segunda Audiencia a principios de 1531 (Ricard, 1933, pp. 303-308). 56 Fue durante este espantoso periodo cuando se dio un giro decisivo en la historia religiosa de México. Después de varios años de recelo, los indios de la ciudad de México se decidieron bruscamente a abandonar lo esencial de su antigua religión y a solicitar masivamente el bautismo.

No hay que descartar que la valiente actitud de Zumárraga haya contribuido a este cambio en la forma de pensar. 57 Motolinía (1858, p. 104) nos dice que los dos primeros años posteriores a la llegada de los “doce apóstoles” franciscanos, 1524 y 1525, fueron poco fructíferos para ellos, ya que estuvieron especialmente ocupados aprendiendo náhuatl.

Durante el tercer año (1526), en la provincia de Texcoco, los indios empezaron a reunirse para aprender la doctrina cristiana y se llevaron a cabo algunos bautizos. Parece que fue en este mismo año, o tal vez en 1527, cuando los religiosos llegaron a Tepeapulco, al norte de la provincia de Texcoco, y que en dos días de prédicas lograron que los indios mismos rompieran sus ídolos e incendiaran sus templos (Motolinía, 1858, pp.

104-105). 58 Después, los bautizos se multiplicaron en diversos lugares, salvo en la ciudad de México, en donde los indios mantuvieron una actitud reservada durante cinco años, es decir hasta 1529 (Motolinía, 1858, p.

101). Pero a partir de esta fecha, y sobre todo a partir de 1530, las conversiones se volvieron incalculables. Después de los hijos de las familias nobles, fue la gente del pueblo, los macehuales pobres, la que también se volvió cristiana. 59 Tenemos una cifra global sobre la cantidad de dichas conversiones, la de la carta que escribió Zumárraga a los franciscanos, el 12 de junio de 1531, que en aquel entonces estaban próximos a reunirse en un capítulo general.

Esta carta la publicó J. García Icazbalceta (1947, t. ii , pp. 300-308). Su texto, escrito en latín, dice que los franciscanos habían bautizado hasta ese momento a más de 250 000 personas. Pero el mismo texto que Mendieta tradujo más tarde al español en su Historia eclesiástica indiana (1971, pp.

637-638), habla de más de un millón de bautizados. 60 Mendieta (1971, p. 266) ha conservado para nosotros la sobrecogedora historia de estas masas apresurándose para recibir el bautismo. Nos describe a religiosos agotados por su labor al final de una jornada en la que habían bautizado a cinco o seis mil personas, hombres, mujeres y niñs.

  1. Era la realización de los sueños milenaristas de Joaquín de Fiore;
  2. 61 De esta manera, es de entenderse que después de estos sucesos, en 1533, fray Martín de Valencia y algunos de sus compañeros más entusiastas hayan pensado en dejar la Nueva España que, a sus ojos, ya se había vuelto cristiana (Motolinía, 1858, p;

170; Mendieta, 1971, p. 588). Querían ir a evangelizar la Gran China, donde debía de haber hombres civilizados, mejor preparados que los mexicanos para recibir la fe en Cristo. Es de suponer que de esta manera esperaban poder apresurar el fin del mundo. Se dieron cita en Tehuantepec, donde Cortés les había hecho construir algunos navíos, pero los armaron con demasiados desperfectos como para atravesar el inmenso Océano Pacífico y la partida no se llevó a cabo.

62 Motolinía (1858, p. 109) afirma que, en 1540, sólo los franciscanos habían ya bautizado a seis millones de indios. Pero el mismo Motolinia ( ibid. , pp. 229-233), al igual que Mendieta (1971, pp. 267-269), nos relata que otros eclesiásticos, dominicos, agustinos o sacerdotes seculares, posteriormente criticaron los incalculables bautizos que los “doce apóstoles” franciscanos, o algunos entusiastas religiosos, llevaron a cabo de manera precipitada.

Se llegó a hablar de bautizos en masa que habrían sido suministrados por medio de aspersorio (Mendieta, ibid. , p. 257). Las críticas eran fáciles e injustas, pues es evidente que la presión de miles de candidatos a recibir el bautismo obligaba a simplificar los ritos y a reducir al mínimo la instrucción religiosa previa.

Motolinía (1858, p. 112) nos dice que empezaban por reunir de manera informai a los niños a los que se bautizaba. Después, el oficiante dirigía un sermon a los adultos para explicarles en qué debían creer y qué debían rechazar, así como las reglas del matrimonio cristiano.

Después de esto, cada individuo recibía las aguas bautismales, con los ritos tradicionales indispensables. El mismo Sahagún externó sus reservas sobre estas conversiones masivas en su Arte adivinatoria, de 1585 (reeditado en 1954). 63 Los vastos alcances del movimiento que llevó a los indios del centra de México a convertirse en cristianos no podían sino llamar la atención de los etnólogos modernos.

Este movimiento de opinión tenía un aspecto positivo, el de la adhesión al cristianismo, que podía atribuirse a la gracia divina, así como un aspecto negativo, el del abandono o rechazo a las antiguas creencias y prácticas paganas.

En 1997 Hugo Nutini, gran conocedor de los indios actuales de Tlaxcala publicó al respecto en The Nahua Newsletter (núm. 23, pp. 17-23) un artículo que le inspiró su amigo y colega, muerto de manera prematura, John Roberts. Este artículo presentaba la siguiente hipótesis, según la cual la conversión masiva de los indios de México podría haberse debido a un caso de “cansancio cultural”.

  1. El gran etnólogo Alfred Kroeber (1948, pp;
  2. 403-405) creó la expresión de “cansancio cultural” (cultural fatigue) tomando el caso de los polinesios de las islas de Hawai, quienes en 1819, incluso antes de la llegada de los primeros misioneros protestantes, acabaron con su antigua religión, cuyo sistema de “tabúes” se había vuelto extremadamente molesto;

Kroeber había citado la Revolución francesa de finales del siglo xviii y el derrotismo francés en vísperas de la guerra de 1939, como otros ejemplos de “cansancio cultural” o de “envejecimiento cultural” (cultural staleness). 64 Es evidente que el caso de las islas Hawai es muy diferente al de México, pues los indios de este país, después de la conquista española, no buscaban de manera visible acabar con su antigua religión.

  1. Motolinía (1858, pp;
  2. 22-26) nos dice que conservaron sus templos o repararon los que habían sido dañados y que en ellos mantuvieron sacerdotes que continuaron celebrando el antiguo culto de manera discreta, en la medida en que los españoles les permitían hacerlo;

Incluso podemos pensar que, de no haber sido por la prohibición de Cortés, habrían seguido practicando las grandes ceremonias públicas de antes, que normalmente incluían sacrificios humanos. Los franciscanos supieron entender que esta supervivencia activa de la antigua religión y la fe en el poder de los antiguos dioses era lo que mantenía entre los indios la esperanza de un levantamiento o revuelta generalizada.

De ahí su audaz iniciativa de incendiar los templos de Texcoco y después los de las demás ciudades principales, como México y Tlaxcala. 65 De hecho, a partir de 1526 o 1527, las conversiones individuales poco a poco se multiplicaron, siendo más o menos numerosas, dependiendo de las regiones.

Incluso algunas terminaron siendo colectivas, como en Tepeapulco. Sin embargo, las resistencias continuaron, pues, como lo pudimos constatar en 1529, había ídolos en la mayoría de las casas de la región de Tepeaca y de Coatlichán y probablemente en muchos otros lugares.

Fue justo en ese mismo año de 1529, ocho o nueve años después de la Conquista, cuando cesó la resistencia religiosa de la ciudad de México y se desencadenó el gran movimiento que tuvo como resultado la conversion de varios millones de indios.

66 Se empezaba entonces a olvidar las fiestas, espectaculares y sangrientas, que en otros tiempos se suponía servían para que el mundo siguiera existiendo y para asegurar la vida y la comida de los hombres. Ciertamente, la epidemia de viruela de 1520-1521 había terminado con cerca de la mitad de la población, pero, la vida había continuado y se había podido cosechar maíz como en el pasado.

Los conceptos y las reglas que antes se imponían habían perdido valor. 67 Así pues, es probable que los indios del centro de México hayan experimentado una crisis de “cansancio cultural”, como las que Alfred Kroeber identificó en otras épocas y países.

Su potencia material estaba aniquilada, su universo espiritual se había derrumbado y les resultaba menos difícil deshacerse del yugo de varias grandes divinidades en cuyo poder ya no tenían fe. También podemos pensar que tal vez se sintieron un poco aliviados de renunciar a los sacrificios humanos que estaban asociados al recuerdo de las incesantes guerras de antaño.

Sin embargo, en el Nuevo Mundo, que era ahora el suyo, se sentían oprimidos y humillados, a merced de las brutalidades de los españoles y del gobierno de la Primera Audiencia. 68 Sumergidos así en este desamparo material y moral, finalmente se dieron cuenta de que se les abría una nueva puerta: adoptar la religión de los vencedores.

Los religiosos franciscanos les presentaron esta opción de manera autoritaria, es verdad, pero al mismo tiempo fraterna. Los indios sintieron que les tendían una mano amiga. Después de más de cinco años de reserva y de posteriores reticencias, las conversiones individuales dieron paso a una adhesión masiva, que rápidamente se extendió hacia todas las regiones.

  • Tal como lo habían esperado los franciscanos, la generación de los hijos terminó por superar a la de los padres;
  • La labor y la pasión de los religiosos hicieron el resto;
  • 69 También podemos pensar que quizá se extendió entonces entre los indios una vaga esperanza de que al volverse cristianos, como los españoles, podrían mejorar su suerte, que era la de ser despreciados y explotados sin piedad;

70 Una de las dificultades que los religiosos tuvieron que superar en sus esfuerzos por convertir a los indios, fue evidentemente el odio que éstos sentían por sus conquistadores españoles. A las atrocidades de la Conquista habían seguido los innumerables maltratos de los primeros encomenderos.

  1. Durante uños 10 años, miles de indios fueron arbitrariamente vendidos como esclavos y marcados en el rostro con un hierro al rojo vivo, después de haber sido despojados de todos sus bienes e incluso de sus mujeres e hijos;

Motolinía, Zumárraga y Vasco de Quiroga condenaron algunos de estos abusos antes de que lo hiciera fray Bartolomé de las Casas. Pero el odio de los indios hacia los españoles, muy pocas veces mencionado en los textos coloniales, no dejó de sorprender a los pocos ingleses que pudieron pasar entonces una temporada en la Nueva España, como Miles Philips hacia 1575 (García Icazbalceta, 1963, p.

128) o Thomas Gage en el siglo xvii. 71 Un elocuente documento indígena que Marcelo Díaz de Salas y Luis Reyes García publicaron en 1970 ( Tlalocan , vol. vi , núm. 3, pp. 193-212) parece tener el excepcional interés de estar fechado en 1531, es decir, la época de la conversion masiva al cristianismo de los indios del centro de México.

Este texto evoca de manera emotiva el asesinato de reyes y grandes señores indígenas. Habla de estos españoles supuestamente cristianos que siempre están tratando de apoderarse del oro de los indios y abusar de sus mujeres. Menciona la construcción de un templo “de adoración donde hemos de colocar al nuevo Dios que nos traen los castellanos”.

Estima que más vale ser bautizado que ser ejecutado y concluye diciendo que permanece la esperanza de “que el verdadero Dios que corre por los cielos [. ] nos favorecerá de las manos de los de Castilla”.

72 Este documento justiciero tendría un valor excepcional si realmente hubiera sido escrito en náhuatl en 1531 y si expresara los sentimientos de los indios de aquella época. Pero la única manera en que lo conocemos es en forma de “traducción” española, redactada en 1770, junto con algunas reivindicaciones territoriales de la comunidad indígena de Axochco (Ajusco), cerca de la ciudad de México.

  1. Así pues, es bastante evidente que este texto, claramente anacónico y que da fe de conocimientos dudosos, es un producto del siglo xviii , época en la que los indios del centro de México desde hacía mucho habían adoptado la costumbre de presentar ante las autoridades documentos históricos un tanto falsos, como Títulos primordiales, Códices Techialoyan, etc;

, para justificar la posesión secular de sus tierras comunales. Al lector podrían llamarle la atención algunas palabras de inspiración pagana que parecen identificar a Dios con el Sol “que corre por los cielos”. Pero no es realmente paganismo, ya que no podemos olvidar que esta concepción sincrética de Dios sigue siendo actualmente la de muchos indios de México, como lo veremos más adelante, y que quizá ya era igual en 1770.

73 Incluso sin el apoyo del documento de Axochco, fácilmente podemos hacernos una idea de la carga de rencor y odio acumulado en el sentir de los indios del valle de México durante los años de la Conquista y sus consecuencias.

En estas tensas condiciones psicológicas, es evidente que la tarea de los franciscanos no era sencilla, cuando debían explicar a los indios que los españoles eran sus hermanos en Jesucristo, que habían venido para convertirlos a una religión de paz, justicia y amor.

  1. Para que los vencidos entendieran que su derrota y esclavitud habían sido voluntad de Dios, era absolutamente necesario hacerlos admitir que ellos se habían hecho merecedores de todos esos castigos por su escandalosa idolatría y, sobre todo, por su criminal práctica de los sacrificios humanos;

74 Estos sacrificios humanos, que causaban horror a todos los espanoles, fueron estrictamente reprimidos y su condena, repetida una y mil veces, se convirtió en un tema esencial de la predicación de los misioneros. Al parecer, muchos indios terminaron por experimentar una especie de remordimiento e incluso un sentimiento de culpa.

Dichos sacrificios humanos quizá fueron abandonados con cierto alivio y remplazados con sacrificios de aves, que primero se practicaron de manera algo clandestina en el altiplano y después abiertamente en las regiones alejadas.

En cuanto al sentimiento antiespañol, ante la imposibilidad de expresarse libremente, éste se manifestó simbólicamente a través del éxito y la difusión de la danza de los “mecos”, es decir, de los chichimecas, los bárbaros del Norte que rechazaron la sumisión y el cristianismo y que, por lo mismo, a menudo fueron comparados con los “pichilingues”, los corsarios holandeses protestantes de Flesinga (Croft, 1957, p.

321). 75 A partir de 1530, los indios del centro de México, casi todos bautizados, muy pronto se convirtieron en cristianos sinceros. Renunciaron totalmente a practicar el culto público de antaño que los misioneros condenaban como demoniaco y casi todos dejaron de tener en sus casas ídolos que representaran a sus antiguos dioses.

A partir de entonces, los defensores de la antigua religión ya no fueron más que excepciones, quizá bastante numerosas, pero se mantuvieron en secreto o adoptaron una actitud de disimulo. En efecto, cualquiera que practicara ritos paganos después de haber aceptado el bautismo, era considerado un relapso, lo que ameritaba un castigo muy severo.

76 Algunos de estos casos de indios del centro de México que fueron conducidos ante el tribunal de la Inquisición, los más sorprendentes son quizá los de Martín Ocelotl y su discípulo Andrés Mixcóatl recién llegados de la región de Texcoco.

77 En 1536, Martín Ocelotl era un hombre de edad avanzada, rico y respetado, originario de la región chinanteca del norte del actual estado de Oaxaca. Toda su vida había practicado la adivinación y afirmaba haber predicho antaño a Moctezuma la llegada de los españoles.

Bautizado en 1525, había recibido en ese momento y desde entonces la enseñanza de la doctrina cristiana. No dejó de practicar la adivinación y realizar ritos paganos, principalmente para atraer la lluvia.

Sin escuchar a los franciscanos, aconsejaba a los indios conservar sus antiguas tradiciones, y a los misioneros los comparaba con los demonios tzitzimitl del fin del mundo. Pero cuando había peligro, sabía defenderse de manera hábil y no dejaba de proclamarse buen cristiano y apegado a la Iglesia.

  1. Su caso era excepcional; un anciano sacerdote pagano que siguió siendo totalmente solidario con el mundo indígena de antaño;
  2. Es evidente que sólo había aceptado el bautismo por razones de prudencia y comodidad momentánea ( Procesos de indios idólatrasy hechiceros, 1912, pp;

17-52). Fue exiliado a España. Su discípulo, Andrés Mixcóatl, también era un converso que había regresado al paganismo, pero como realizó sus actividades sobre todo en los cerros de la región de Huauchinango, hablaremos de él cuando tratemos esa región. 78 No nos parece que el caso de don Carlos Ometochtzin, hijo del último rey de Texcoco, sea testimonio de una verdadera supervivencia de idolatría ( Proceso inquisitorial del cacique de Tetzcoco, 1910).

De hecho, la condena de este cacique, quemado vivo en 1540 después de un breve proceso inquisitorial, fue criticada en Espana por su excesiva severidad hacia un recién convertido. Parece que se trató sobre todo de un juicio un tanto anacronico, basado en testimonios indígenas bastante dudosos (Ricard, 1933, p.

321). Don Carlos, a pesar de haber sido alumno de religiosos, ciertamente era poco asiduo a la misa y a los sacramentos. Tenía la imprudencia de insistir demasiado en sus derechos hereditarios como sucesor de los antiguos reyes de Texcoco y, sobre todo, de criticar de manera abierta los errores más evidentes de las autoridades coloniales, laicas o religiosas, de Nueva España.

Pero nada en las actas de su proceso permite ver que deseara volver a los sacrificios humanos de antaño. Lo juzgaron únicamente como “hereje domatizador”, es decir, como propagador de doctrinas o de ideas que se consideraban heréticas.

El abogado que le asignaron realmente no lo defendió y no se le permitió presentar testigos de descargo ( Proceso. , p. 79). Su proceso fue abiertamente criticado en España y México, tanto en el ámbito religioso como en el jurídico. Poco después de esta condena, dos cédulas reaies del 2 de noviembre de 1540 hicieron que los bienes de don Carlos fueran entregados a sus herederos, porque los indios murmuraban que lo habían quemado vivo para apoderarse de su fortuna (Carreno, 1944, pp.

  1. 159-161);
  2. El obispo Zumárraga, que había promovido esta condena, dejó de ejercer las funciones de inquisidor apostólico;
  3. Desde entonces, sólo tribunales eclesiásticos menores, que no emitían condenas a muerte, podían juzgar a los indios;

79 A pesar de estos casos relativamente excepcionales, es bastante evidente que, en general, la conversion al cristianismo de los indios del centro de México fue sincera y durable. De hecho, poco después se puso a prueba la lealtad de los recién convertidos.

En 1541, un gran levantamiento estalló en Nueva Galicia, región marginal arcaizante que Nuño de Guzmán conquistó de forma tardía con extrema brutalidad. Ahora bien, este levantamiento, que luchaba abiertamente por el regreso al paganismo y por el exterminio de los españoles, no tuvo ningún eco entre los nobles guerreros indígenas del centro de México.

Éstos, por el contrario, vieron ahí una oportunidad para dirigir contra sus hermanos rebeldes una última guerra tradicional, en igualdad de armas, una de esas “guerras floridas” por las que debían sentir nostalgia. 80 Finalmente, y sobre todo en el siglo xvi , multitudes de campesinos indios del centro de México y Oaxaca, evidentemente acompañados de sus nobles y sus religiosos, dieron una prueba material de su fe.

Llevaron a cabo un inmenso trabajo, al principio a menudo sin remuneración, para la construcción y decoración de un considerable número de iglesias y conventos, muchas veces suntuosos, que siguen siendo el testimonio más elocuente de la transformación de su país (Kubler, 1948, v.

I, pp. 134-140). 81 Para terminar, podemos creer en la sinceridad de un buen número de indios que, en sus testamentos, legaron bienes a la Iglesia e incluso pidieron que los enterraran con el hábito de san Francisco de Asís (León-Portilla, 1984, pp. 311-312).

82 Durante la mayor parte del siglo xvi , los indios del centro de México, recién convertidos, fueron objeto de un inmenso y constante esfuerzo de cristianización. Robert Ricard describió de forma precisa los principales aspectos de esta considerable obra en los capítulos que tratan sobre el catecismo, la administración de los sacramentos, la organización de pueblos cristianos, el teatro edificante, la enseñanza técnica, etc.

Esta acción fue realizada fundamentalmente por las tres órdenes religiosas mendicantes, es decir franciscanos, dominicos y agustinos. Acción que logró transformar profundamente el medio humano de estas regiones de clima templado y comunicación accesible, sobre todo en ciertos sectores privilegiados como el valle de México, Michoacán y la planicie de Puebla-Tlaxcala.

Pero, a menudo, al principio todo esto se llevó a cabo de manera muy autoritaria, incluso brutal, lo que a veces terminó por provocar reacciones negativas, como lo señaló Sahagún en su Historia general de las cosas de la Nueva España (1956, t.

iii , pp. 164-165). 83 En las regiones montañosas apartadas, de clima difícil y relieve escarpado, como la Sierra de Puebla, la cristianización fue más difícil. En primer lugar, los misioneros llegaron algo tarde y siempre fueron menos numerosos en estas tierras.

Así, un pueblo tan importante como Huauchinango no tuvo un convento agustino sino hasta 1543. Durante mucho tiempo, Xicotepec sólo tuvo simples “visitas” de sacerdotes y su primer convento (agustino) hacia 1571-1576.

Más aún, ante la falta de religiosos, los franciscanos terminaron por abandonar en 1567 todos sus conventos de la Sierra de Puebla, salvo el de Zacatlán, que se encontraba a orillas del altiplano. 84 El resultado fue que en esas regiones se comprobó desde el siglo xvi , y también después, la supervivencia muy visible de actividades religiosas producto de tradiciones prehispánicas, como lo veremos en detalle más adelante.

En 1537, en Huauchinango, la Inquisición condenó a un indio nahua llamado Mixcóatl, proveniente de los alrededores de Texcoco, por haber predicado contra la Iglesia y haber organizado ceremonias con ofrendas al dios Telpochtli-Tezcatlipoca para lograr buenas cosechas o protegerlas ( Procesos de indios idólatras y hechiceros, 1912, pp.

53-78). En 1539, a consecuencia de una denuncia española, el gran misionero fray Andrés de Olmos se enteró de que los totonacos de Matlatlán aún celebraban anualmente la gran fiesta de Calcuzot, que correspondía a la fiesta azteca de Panquetzalizdi (Olmos, 1912, pp.

211-214). En 1575, los religiosos agustinos suspendieron de sus funciones al cacique nahua de Xicotepec por “palabras heréticas” cuyo contenido y gravedad desconocemos. Este cacique debía mantener una inquietante libertad de espíritu ya que, un poco antes, había pintado o mandado pintar un códice pictográfico de carácter histórico, en cuyas páginas se habían ignorado sistemáticamente la conquista española y la llegada de los primeros misioneros (Stresser-Péan, 1995, pp.

176-179). Semejantes cosas habrían sido poco menos que imposibles, por esas mismas fechas, en el valle de México o en la planicie de PueblaTlaxcala. 85 La situación religiosa de los indios cristianizados de México, muy poco estudiada en el siglo xix , llamó nuevamente la atención del público en los años que siguieron a la Revolución mexicana, que dio comienzo en 1910.

  • En los años 1920, durante la preparación de su tesis, Robert Ricard se encontró ante una teoría, en aquel entonces casi oficial, la de la religión mixta o sincrética, según la cual el paganismo del México antiguo habría sobrevivido hasta nuestros días, integrado al cristianismo de los indios;

La reformuló de manera distinta, pero en cierto modo paralela, la de la “supervivencia del paganismo mexicano en” y “fuera del catolicismo”. Según él, la idea de la supervivencia del paganismo en el marco del cristianismo indígena no era valida más que para los indios de las regiones montañosas apartadas, aquellos que, a causa de los obstáculos geográficos, de los peligros del clima o lo difícil de sus lenguas, apenas habían sido alcanzados por la evangelización primitiva, de los religiosos misioneros del siglo xvi (Ricard, 1933, pp.

  • 320-321);
  • 86 Ricard partió de la idea según la cual el principal esfuerzo de los religiosos franciscanos, dominicos y agustinos del primer medio siglo posterior a la Conquista se había enfocado principalmente en el área de la planicie mexicana y sus alrededores, es decir, en las regiones de clima templado de los actuales estados de México, Puebla, Hidalgo (meridional), Michoacán, Jalisco y Oaxaca;

En estas regiones, cuidadosamente evangelizadas, las antiguas tradiciones del paganismo indígena habrían sido prácticamente eliminadas, de manera que, actualmente, la religión de todos, tanto de los indios como de las personas de lengua española, es un catolicismo verdadero, aunque a menudo repleto de supersticiones populares.

  1. En cambio, en las regiones alejadas y de difícil acceso, (como la Sierra Norte de Puebla), en donde los religiosos del siglo xvi no habían podido actuar de manera tan profunda, Ricard admitía que hubiese podido formarse una religión sincrética, en la cual las tradiciones paganas en ocasiones podían haber llegado a predominar;

87 Ricard, sólidamente documentado sobre el México del siglo xvi , sólo disponía de unos cuantos trabajos etnológicos modernos sobre los indios de las regiones del centro, mismos que fueron las que mejor estudió en su tesis. La principal contribución entonces disponible en este campo era el gran estudio sobre la población del valle de Teotihuacan, publicado en 1922 por Manuel Gamio y sus colaboradores.

Gamio, basado en el estudio “etnográfico” del tomo III, y principalmente en las páginas 207-251, escritas por Noriega Hope, afirmaba que existía una religión “mixta” de los indios de esta región. Ahora bien, este sector, bastante cercano a la capital del país, ya se encontraba muy aculturado en 1922 y la representación de los vestigios paganos presentes en él era, de hecho, muy escasa, como Ricard escribió (1933, p.

326). 88 En lo que se refiere a las regiones montañosas apartadas, Ricard estaba menos informado aún. Así, apoyándose al parecer en algunos datos discutibles del doctor Nicolas León, parece considerar, por ejemplo, que los tarascos de Michoacán poseían restos de paganismo en su catolicismo, lo que las investigaciones modernas no han confirmado (Carrasco, Tarascan Folk religión, 1952).

De la misma forma, basándose en Vicente Lombardo Toledano (1931, pp. 47-48), parece admitir, sin crítica, que los totonacos actuales de la Sierra de Puebla no practican el bautismo, no asisten a misa, etcétera.

89 En realidad, es arriesgado generalizar en taies asuntos, sobre todo cuando se basa uno en documentación insuficiente en la que a veces hay claros prejuicios. Resultaría difícil imaginar que los actuales totonacos de la Sierra de Puebla no practiquen el bautismo.

  1. Efectivamente, en la época colonial, estaban obligados a bautizar a sus hijos, lo que los llevó a desarrollar al máximo los ritos populares del padrinazgo;
  2. Actualmente, en Amixtlán, lugar estudiado por Carlo Antonio Castro (1986), al noreste de Zacatlán, el nacimiento de un hijo obliga a los padres a ofrecer a su compadre una fiesta que dura varios días y a la que se invita a toda la comunidad;

Dicha fiesta, que hace olvidar el bautizo, o que lo reduce a un segundo nivel, es llamada compadre tlacuas, ” festín del compadre”. Es evidente que este nombre híbrido, náhuatl-español, es reciente y muestra en forma clara que se trata de una simple costumbre popular local resultado de los pormenores del bautismo cristiano que sigue siendo esencial.

  1. 90 Desde la segunda mitad del siglo xvi , algunas voces autorizadas, como la de fray Diego de Durán (1967, t;
  2. 1, p;
  3. 218) e incluso la del mismo padre Sahagún (en su Arte adivinatoria, p;
  4. 383) protestaron para denunciar vestigios paganos en los indios del centro de México, a pesar de que habían sido evangelizados con especial cuidado;

Ricard lo menciona, pero insiste con razón en que no se trataba de una oposición total, como la de los cascanes de Nueva Galicia, que abiertamente deseaban expulsar a los españoles y restablecer la religión pagana de antes. En efecto, en el centro de México las fuentes de la época señalan más bien restos locales de creencias y prácticas indígenas antiguas, con fines básicamente prácticos, sobre todo agrícolas o médicos.

  1. En el siglo xvii , cuando los indios muy aculturados dejaron de ser una preocupación, ya no se hablaría de paganismo, sino de supersticiones idolátricas;
  2. 91 Lo que Ricard no menciona de manera suficiente es la diferencia básica entre el fenómeno global de la conversión al cristianismo y el hecho, aparentemente marginal, de la supervivencia más o menos parcial de la mentalidad indígena prehispánica entre los indios convertidos;

Esta mentalidad indígena implicaba cierta concepción no europea del espacio, el tiempo, la vida y el más allá. El indio, convertido o no, aún tenía una idea tradicional del mundo tal como lo conocía y lo entendía, con sus niveles superpuestos desde el cenit hasta el nadir, sus puntos cardinales, sus diversas regiones terrestres o marítimas, sus estaciones y sus fenómenos meteorológicos, etc.

El indio, convertido o no, conservaba aún su concepción tradicional del tiempo, materializada por el calendario mesoamericano, con sus nombres y números para los días ligados al destino de cada ser humano, sus años divididos en 18 meses de 20 días y sus siglos de 52 años.

El indio, convertido o no, conservaba una concepción compleja del alma humana, una parte de la cual era capaz de abandonar temporalmente el cuerpo durante la vida, mientras que la otra era considerada, en general, como capaz de continuar después de la muerte una vida subterránea comparable a la de este mundo, o de tener un destino específico, dependiendo del tipo de deceso que le hubiese tocado.

¿Qué religión impusieron los españoles a los pueblos conquistados?

Reproducción de una bandera utilizada por “Los Cristeros”

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La historia de la Iglesia católica en México comienza con la Conquista en la cual fueron sustituidas las antiguas prácticas religiosas de carácter politeísta, propias de las culturas ancestrales que poblaron el México antiguo, por los dogmas católicos y el idioma español a partir del cual se fusionaron varias creencias hasta crear un sincretismo religioso único en el mundo. La Iglesia católica fue la institución más influyente después del gobierno español en la época del virreinato normando la moralidad y la vida diaria de los novohispanos y siendo parte de la historia negra de la inquisición española. Durante la independencia, la religión fue parte de la lucha, al ser enarbolado el símbolo católico más importante de México La Virgen de Guadalupe , por el considerado iniciador de la guerra y padre de la Patria Miguel Hidalgo y Costilla.

Al finalizar la guerra, Iglesia y Estado de comenzarían unidos en el México independiente y tras los desastrosos experimentos de gobierno, la promulgación de la Constitución Política de 1857 y las Leyes de Reforma , marcan la separación definitiva de la Iglesia y el gobierno, surgiendo así uno de los primeros países laicos de Latinoamérica.

El porfiriato fue una época de pacificación ante la constante hostilidad entre las facciones liberales y las conservadoras de corte católico que caracterizaron al siglo XIX, pero el estallido de la Revolución extendió un alto grado de anticatolicismo por diversas regiones del país culminando con la promulgación de la Constitución de 1917 que limitaría en gran medida las actividades de la grey católica, al grado que se le desconoció personalidad jurídica a esta y se consagró la libertad de culto por esta carta magna.

Las disposiciones en contra de la iglesia católica, aumentaron las tensiones entre los católicos más radicales hasta dar inicio a la guerra cristera como extensión de la revolución hasta agotarse ambos bandos y acordar la paz en el llamado modus vivendi.

Las relaciones entre la Iglesia y el estado se reestablecieron oficialmente hasta 1993, en que el gobierno de Carlos Salinas reconoció permanentemente la personalidad jurídica de todas las religiones establecidas en México, pero cuya reforma iba principalmente dirigida a la iglesia mayoritaria en el país.

¿Cómo era la religión después de la conquista española?

VII. La religión mexica después de la conquista española – La religión ofrecía a la sociedad mexica una visión del mundo completa y coherente, donde aún los misterios y las dudas tenían cabida y aceptación. Podemos, entonces, entender el impacto desconcertante que causó en el ánimo de los indígenas la imposición de una religión y de una cultura extrañas.

Los conquistadores españoles no sólo eran superiores en la tecnología bélica que les permitió vencer a los aborígenes, sino que se reputaban igualmente superiores en todos los demás ámbitos de la existencia.

Su religión no era sincrética, como la nahuamexica, sino proselitista, misionera y excluyente. Había, pues –de acuerdo con tal mentalidad–, que erradicar la antigua religión, como encarnación, no sólo de la ignorancia o del error, sino de las mismas fuerzas diabólicas o del mal.

Muchos aspectos del mundo prehispánico, y sobre todo los relacionados con la religión oficial, desaparecieron para siempre por efecto de ese encuentro súbito y violento de las dos culturas trans-oceánicas; otros muchos, y sobre todo los ligados a la religión popular, se ocultaron momentáneamente, para resurgir más tarde, a veces en forma encubierta o sincretizada.

] Hernando Ruiz de Alarcón escribió en 1629 un Tratado de las supersticiones y costumbres gentílicas que hoy viven entre los indios naturales de esta Nueva España; ahí presenta el texto de algunas invocaciones o conjuros que seguían practicándose clandestinamente en su tiempo.

Así, por ejemplo, cuando un curandero-adivino realizaba un sortilegio con granos de maíz antes de efectuar una curación o para adivinar la suerte futura de una persona, recitaba en náhuatl el conjuro que, traducido libremente, decía: Ven, noble y preciosa Chicomecóatl; venid, dioses familiares que lleváis en vuestro nombre la cifra de cinco.

Veamos cuál es la pena que aflige a este hombre. ¿Será mañana? ¿Será pasado mañana? No, ha de ser ahora. Yo, el anciano Cipactónal, miraré en mi libro y en mi espejo si este enfermo hallará remedio o ya se encamina a su fin. (Ruiz de Alarcón, Tratado…, en Pedro Ponce et al.

, El alma encantada , 1987, p. 193). Las manifestaciones de la religión oficial indígena fueron severamente reprimidas por las autoridades, civiles y religiosas, instauradas en Nueva España desde Europa por el poder imperial.

Los pobladores indígenas que sobrevivieron a la guerra de conquista y a los estragos de las nuevas enfermedades y de la explotación desmedida abandonaron, en su inmensa mayoría y con mayores o menores reticencias, su antigua religión y abrazaron la religión cristiana y católica de los conquistadores y evangelizadores.

Pero, junto a las creencias y las prácticas de la nueva religión han logrado persistir, bajo formas a veces sutilmente veladas, algunos vestigios de la antigua religión, que ahora los etnólogos descubren e identifican, sobre todo en las comunidades indígenas; a su vez, los historiadores, por medio de las fuentes escritas, aprenden y reconstruyen numerosos elementos de la religión y la cultura de quienes antes que nosotros habitaron en este territorio de México.

Rafael Tena. Maestro en historia por la Universidad Iberoamericana e investigador de tiempo completo en la Dirección de Etnohistoria del INAH. Su campo de interés académico es la historia, la cultura, la lengua y la literatura de los antiguos nahuas del centro de México.

¿Cuando vinieron los cristianos a España?

Cristianismo expansivo [ editar ] – En la iconografía cristiana de España, Santiago , patrón de España, es a menudo representado como ” Matamoros “, en alusión a su supuesta intervención en la tal vez legendaria batalla de Clavijo (844). A partir del siglo  XI , la caída del califato, dividido en reinos de taifas , permitió que se consolidase la fortaleza de los reinos cristianos. En términos religiosos, ello tuvo como consecuencia la extensión de los benedictinos de la orden de Cluny , protegida por los reyes, que permitió el florecimiento del arte románico en la mitad norte peninsular; un siglo más tarde la orden del Císter tendría un papel similar en la difusión del gótico primitivo.

  1. Simultáneamente, el avance de la reconquista extendía cada vez más hacia el sur el área de influencia de estas nuevas ideas religiosas;
  2. Al tiempo que las casas reales emparentaban con la realeza europea (sobre todo con la Casa de Borgoña ), fueron llegando clérigos franceses para ocupar las nuevas sedes reconquistadas, sobre todo en Castilla: ( Bernardo de Cluny en Toledo, Bernardo de Agén en Sigüenza;

) El clero , convertido en una estructura jerarquizada siguiendo la cadena del vasallaje , funcionaba como un estamento privilegiado paralelo a la nobleza , con la que mantenía vínculos inseparables. Los hijos segundones de las casas nobles, tanto varones como mujeres, estaban destinados a formar parte del alto clero: bien al clero secular ( obispos , canónigos , arciprestes y titulares de beneficios eclesiásticos ), bien al regular ( abades y abadesas, monjes y monjas).

  • El bajo clero, de aún más escasa formación, estaba nutrido por los numerosos curas de las parroquias menos favorecidas y los hermanos legos de los monasterios;
  • Los obispos y las fundaciones monásticas eran una fuerza política trascendental en los reinos cristianos, apoyados en sus inmensas rentas (basadas en el diezmo ) y dominios territoriales);

Por ejemplo: el obispo Gelmírez en Santiago de Compostela (percibía además el voto de Santiago ), el abad Oliba (de Monasterio de Ripoll y Cuixá , a la vez que obispo de Vich ), el monasterio de las Huelgas en el reino de Castilla o el monasterio de Poblet en Cataluña.

  1. Los tres votos del clero regular, además de por su valor espiritual, tuvieron tanto éxito por su adecuación a la estructura económica y social del feudalismo : la pobreza no impedía a muchos clérigos vivir de forma opulenta, pero sí disputar a sus hermanos mayores la herencia de los bienes y títulos familiares, en tanto que la castidad , aunque no evitaba que se tuviesen relaciones sexuales, garantizaba que, de tener hijos, estos serían ilegítimos y por tanto tampoco podrían disputarla;

La obediencia mantuvo la cohesión interna de las fundaciones monásticas y diócesis no sin conflictos, a veces violentos y coincidentes con los enfrentamientos civiles. Uno de los motivos de las recurrentes reformas monásticas era el abandono del ideal de vida ascética propuesto por las reglas originales.

  • La conquista de Toledo en 1086 significó la llegada de los reyes cristianos a territorios en los que la población era muy diversa: judíos, mudéjares y mozárabes ( cuyos ritos , de origen visigodo, se mantuvieron distintos a los romanos impuestos desde hacía tiempo en el norte), a los que se añadían repobladores del norte de la península e incluso de fuera de ella ( francos );

La convivencia no siempre fue tolerante, ni siquiera entre los cristianos: la presión hacia los mozárabes significó que en poco tiempo se realizaron grandes transferencias de propiedad, en muchos casos hacia la Iglesia. La archidiócesis de Toledo se convirtió con el tiempo en la más rica de la cristiandad después de la propia sede papal.

Simultáneamente, las invasiones de almorávides y almohades significaron episodios de intolerancia religiosa en la España musulmana, dándose los últimos grandes movimientos de población mozárabe, sobre todo al valle del Ebro recién reconquistado por el reino de Aragón ( Alfonso I el batallador ).

También hubo una importante emigración de comunidades judías que se asentaron en los reinos cristianos.

¿Cuántas religiones hay en España?

AA. El 69,3% de la población española se declara católica, el 1,9% creyente de otra religión, el 16% no creyente y el 10,3% atea, según los datos del barómetro del mes de enero de 2015 del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).

¿Cómo se llamaba España en tiempos de Jesús?

Hispania es dividida en tres provincias a finales del siglo I a.

¿Quién evangelizó a España?

uién fue el primero que evangelizó aquella España romana, sabia, próspera y rica, madre fecunda de Sénecas y Lucanos, de Marciales y Columelas? Antigua y piadosa tradición supone que el Apóstol Santiago el Mayor esparció la santa palabra por los ámbitos hespéricos: edificó el primer templo a orillas del Ebro, donde la Santísima Virgen se le apareció sobre el Pilar: y extendió sus predicaciones a tierras de Galicia y Lusitania. Vuelto a Judea, padeció martirio antes que ningún otro Apóstol, y sus discípulos trasportaron [47] el santo cuerpo en una navecilla desde Joppe a las costas gallegas. Realmente, la tradición de la venida de Santiago se remonta, por lo menos, al siglo VII, puesto que San Isidoro la consigna en el librillo De ortu et obitu Patrum, y aunque algunos dudan que esta obra sea suya, es indudable que pertenece a la época visigoda.

Viene en pos el testimonio del Misal, que llaman Gótico o Muzárabe, en estos versos de un himno: Regens Joannes dextram solus Asiam, Ejusque frater potitus Spaniam (sic). Caput refulgens aureum Spaniae. Si a esto agregamos un comentario sobre el Profeta Nahum, que se atribuye a San Julián y anda con las obras de los Padres Toledanos, tendremos juntas casi todas las autoridades que afirman pura y simplemente la venida del Apóstol a nuestra Península.

Más antiguas no las hay, porque Dídimo Alejandrino en el libro II, cap. IV De Trinitate, y San Jerónimo sobre el cap. XXXIV de Isaías, ni siquiera nombran al hijo del Zebedeo, diciendo solamente que un apóstol estuvo en España. Temeridad sería negar la predicación de Santiago, pero tampoco es muy seguro el afirmarla.

  • Desde el siglo XVI anda en tela de juicio;
  • El Cardenal Baronio, que la había admitido como tradición de las iglesias de España en el tomo I de sus Anales, la puso en duda en el tomo IX, y logró que Clemente VIII modificase en tal sentido la lección del Breviario;

Impugnaron a Baronio muchos españoles, y sobre todo Juan de Mariana en el tratado De adventu B. Jacobi Apostoli in Hispaniam, escrito con elegancia, método y serenidad de juicio. Urbano VIII restableció en el Breviario la lección antigua, pero las polémicas continuaron, viniendo a complicarse con la antigua y nunca entibiada contienda entre Toledo y Santiago sobre la primacía, y con la relativa al patronato de Santa Teresa.

  • La cuestión principal adelantó poco;
  • En cuanto a las tradiciones que se enlazan con la [48] venida de Santiago, hay mayor inseguridad todavía;
  • La del Pilar, en sus monumentos escritos, es relativamente moderna;

En 1155, el Obispo de Zaragoza, D. Pedro Librana, habla de un antiguo templo de la Virgen en esta ciudad, pero sin especificar cosa alguna. Si la venida de Santiago a España no es de histórica evidencia, la de San Pablo descansa en fundamentos firmísimos, y es admitida aun por los que niegan o ponen en duda la primera.

El Apóstol de las gentes en el capítulo XV de su Epístola a los Romanos, promete visitarlos cuando se encamine a España. El texto está expreso: δι ύμών είς Σπανίαν ( por vosotros, es decir, pasando por vuestra tierra a España ).

Y adviértase que dice Σπανίαν y no Iberia, por lo que el texto no ha de entenderse en modo alguno de los Iberos del Cáucaso. Fuera de que para el Apóstol, que escribía en Corinto, no era Roma camino para la Georgia y sí para España. No cabe, por tanto, dudar que San Pablo pensó venir a España.

  1. Como las Actas de los Apóstoles no alcanzan más que a la primera prisión del ciudadano de Tarso en Roma, no leemos en ellas noticia de tal viaje ni de los demás que hizo en los ocho últimos años de su vida;

De su predicación en España responden, como de cosa cierta y averiguada, San Clemente (discípulo de San Pablo), quien asegura que su maestro llevó la fe hasta el término o confín de Occidente (Ep. ad Corinthios), el canon de Muratori, tenido generalmente por documento del siglo II, San Hipólito, San Epifanio ( De haeresibus, capítulo XXVII), San Juan Crisóstomo (Homilía 27, in Matthaeum ), San Jerónimo en dos o tres lugares, San Gregorio Magno, San Isidoro y muchos más, todos en términos expresos y designando la Península por su nombre menos anfibológico.

No se trata de una tradición de la Iglesia española como la de Santiago, sino de una creencia general y antiquísima de la Iglesia griega y de la latina, que a maravilla concuerda con los designios y las palabras mismas del Apóstol y con la cronología del primer siglo cristiano.

Triste cosa es el silencio de la historia en lo que más interesa. De la predicación de San Pablo entre los españoles nada sabemos, aunque es tradición que el Apóstol desembarcó en Tarragona. Simeón Metaphrástes (autor de poca fe), y el Menologio griego, le atribuyen la conversión de Xantipa, mujer del prefecto Probo, y la de su hermana Polixena.

[49] Algo y aun mucho debió de fructificar la santa palabra del antiguo Sáulo, y así encontraron abierto el camino los siete varones apostólicos, a quienes San Pedro envió a la Bética por los años de 64 ó 65.

Fueron sus nombres Torcuato, Ctesifon, Indalecio, Eufrasio, Cecilio, Hesichio y Secundo. La historia, que con tanta fruición recuerda insípidas genealogías y lamentables hechos de armas, apenas tiene una página para aquellos héroes que llevaron a término en el suelo español la metamorfosis más prodigiosa y santa.

  • Imaginémonos aquella Bética de los tiempos de Nerón, henchida de colonias y de municipios, agricultora e industriosa, ardiente y novelera, arrullada por el canto de sus poetas, amonestada por la severa voz de sus filósofos; paremos mientes en aquella vida brillante y externa que en Corduba y en Hispalis remedaba las escenas de la Roma imperial, donde entonces daban la ley del gusto los hijos de la tierra turdetana, y nos formaremos un concepto algo parecido al de aquella Atenas, donde predicó San Pablo;

Podemos restaurar mentalmente el ágora (aquí foro ), donde acudía la multitud ansiosa de oír cosas nuevas, y atenta escuchaba la voz del sofista o del retórico griego, los embelecos o trapacerías del hechicero asirio o caldeo, los deslumbramientos y trampantojos del importador de cultos orientales.

Y en medio de este concurso y de estas voces, oiríamos la de alguno de los nueve espíritus generosos, a quienes Simón Bar-jona había confiado el alto empeño de anunciar la nueva ley al peritus iber de Horacio, a los compatriotas de Porcio Latron, de Balbo y de Séneca, preparados quizá a recibirla por la luz que da la ciencia, duros y obstinados acaso, por el orgullo que la ciencia humana infunde, y por los vicios y flaquezas que nacen de la prosperidad y de la opulencia.

¿Qué lides hubieron de sostener los enviados del Señor? ¿En qué manera constituyeron la primitiva Iglesia? ¿Alcanzaron o no la palma del martirio? Poco sabemos, fuera de la conversión prestísima y en masa del pueblo de Acci, afirmada por el oficio muzárabe.

Plebs hic continuo pervolat ad fidem, Et fit catholico dogmate multiplex. A Torcuato se atribuye la fundación de la iglesia Accitana (de Guadix), a Indalecio la de Urci, a Ctesifon la de Bergium (Verja), a Eufrasio la de Iliturgi (Andújar), a Cecilio la de Iliberis, a Hesichio la de [50] Carteya, y a Segundo la de Ávila, única que está fuera de los límites de la Bética.

En cuanto al resto de España, alto silencio. Braga tiene por su primer Obispo a San Pedro de Rates, supuesto discípulo de Santiago. Astigis (Écija), se gloría, con levísimo fundamento, de haber sido visitada por San Pablo. Itálica repite el nombre de Geroncio, su mártir y Prelado.

  1. A Pamplona llega la luz del Evangelio del otro lado de los Pirineos con el presbítero Honesto y el Obispo de Tolosa Saturnino;
  2. Primer Obispo de Toledo llaman a San Eugenio, que padeció en las Galias, durante la persecución de Decio;

Así esta tradición como las de Pamplona, están en el aire, y por más de ocho siglos fueron ignoradas en España. De otras iglesias, como las de Zaragoza y Tortosa, puede afirmarse la antigüedad, pero no el tiempo ni el origen exactos. No importa: ellas darán buena muestra de sí, cuando arrecie el torbellino de las persecuciones.

  • Una inscripción que se dice hallada cerca del Pisuerga, e incluida por primera vez en la sospechosa colección aldina de 1571, ha conservado memoria de los rigores ejercidos en tiempo de Nerón contra los primeros cristianos españoles: his qui novam generi humano superstitionem inculcabant ; pero parece apócrifa , y casi nadie la defiende;

Hasta el siglo III no padeció martirio en Tolosa de Aquitania el navarro San Firmino o Fermín. En tiempo de nuestro español Trajano ponen la muerte de San Mancio, Obispo de Évora, segunda ciudad lusitana que suena en la historia eclesiástica. A la época de los Antoninos refiere con duda Ambrosio de Morales el triunfo de los Santos Facundo y Primitivo en Galicia; pero otros lo traen (y con fundamento) mucho más acá, a la era de Helagábalo o a la de Gordiano II.

Pérez Bayer puso en claro la patria aragonesa de San Laurencio o Lorenzo, diácono y tesorero de la Iglesia de Roma, que alcanzó la palma en la octava persecución, imperando Valeriano. La memoria del espantoso tormento del confesor oscense vive en un valiente himno de Prudencio: Mors illa sancti martyris Mors vera templorum fuit.

[51] Los versos de aquel admirable poeta son la mejor crónica del Cristianismo español en sus primeros tiempos. El himno VI del Peristephanon describe con vivísimos colores la muerte del Obispo de Tarragona Fructuoso, y de los diáconos Augurio y Eulogio, que dieron testimonio de su fe por los años de 259.

  • Félix Tarraco, Fructuose, vestris Attollit caput ignibus coruscum, Levitis geminis procul relucens;
  • Hispanos Deus aspicit benignus, Arcem quandoquidem potens Iberam Trino martyre Trinitas coronat;
  • Y torna a recordarlos en aquella brillante enumeración con que abre el himno de los confesores cesaraugustanos, en versos que hace tiempo traduje así: Madre de Santos, Tarragona pía, Triple diadema ofrecerás a Cristo, Triple diadema que en sutiles lazos         Liga Fructuoso;

Cual áureo cerco las preciadas piedras, Ciñe su nombre el de los dos hermanos: De entrambos arde en esplendor iguales         Fúlgida llama. Ya lo dijo Prudencio: A cada golpe del granizo brotaban nuevos mártires. Viose clara esta verdad en la última y más terrible de las persecuciones excitadas contra el Evangelio, la de Diocleciano y Maximiano (año 301).

  • Vino a España con el cargo de gobernador o presidente ( praeses ) un cierto Daciano, de quien en los Martirologios y en los himnos de Prudencio hay larga y triste, aunque para nuestra Iglesia gloriosa memoria;

No hubo extremo, ni apartado rincón de la Península, desde Laletania a Celtiberia, desde Celtiberia a Lusitania, donde no llegase la cruenta ejecución de los edictos imperiales. En Gerunda (Gerona), pequeña pero rica por tal tesoro, según dice Prudencio, fueron despedazados Los santos miembros del glorioso Félix.

[52] A los ocho días padeció martirio en Barcelona su hermano Cucufate, muy venerado en Cataluña con el nombre de San Cugát, y poco después, y en la misma ciudad, la virgen Eulalia, distinta de la Santa de Mérida, a quien celebró Prudencio.

Pero ninguna ciudad, ni Cartago ni Roma (afirma el poeta), excedieron a Zaragoza en el número y calidad de los trofeos. Hay que leer todo el himno prudenciano para entender aquella postrera y desesperada lid entre el moribundo paganismo y la nueva ley, que se adelantaba radiante y serena, sostenida por el indomable tesón y el brío heroico del carácter celtíbero.

Aquellos aragoneses de fines del siglo III y comienzos del IV, sucumbían ante los verdugos de Daciano, con un valor tan estoico e impasible como sus nietos del siglo XIX ante las legiones del Corso, rayo de la guerra.

Y por eso cantó Prudencio, poeta digno de tales tiempos y de tales hombres: La pura sangre que bañó tus puertas Por siempre excluye la infernal cohorte: Purificada la ciudad, disipa         Densas tinieblas. Nunca las sombras su recinto cubren: Huye la peste del sagrado pueblo, Y Cristo mora en sus abiertas plazas,         Cristo do quiera.

De aquí ceñido con la nívea estola, Emblema noble de togada gente, Tendió su vuelo a la región empírea         Coro triunfante. Aquí, Vicente, tu laurel florece: Aquí, rigiendo al animoso Clero, De los Valerios la mitrada estirpe         Sube a la gloria.

Aragonés era, y en Zaragoza fue ungido con el óleo de fe y virtud aquel Vicente, a cuya gloria dedicó Prudencio el quinto de sus himnos, y de quien en el canto triunfal que he citado, vuelve a hablar en estos términos: Así del Ebro la ciudad te honora Cual si este césped te cubriera amigo, Cual si guardara tus preciados huesos         Tumba paterna.

  • [53] Nuestro es Vicente, aunque en ciudad ignota Logró vencer y conquistar la palma: Tal vez el muro de la gran Sagunto         Vio su martirio;
  • El mismo Prudencio tejió corona de imperecederas flores a la virgen Encrates o Engracia en otro pasaje, que, traducido malamente, dice así: Aquí los huesos de la casta Engracia Son venerados: la violenta virgen Que despreciara del insano mundo         Vana hermosura;

Mártir ninguno en nuestro suelo mora Cuando ha alcanzado su glorioso triunfo: Sola tú, virgen, nuestro suelo habitas,         Vences la muerte. Vives, y aún puedes referir tus penas, Palpando el hueco de arrancada carne: Los negros surcos de la horrible herida         Puedes mostrarnos.

  • ¿Qué atroz sayón te desgarró el costado, Vertió tu sangre, laceró tus miembros? Cortado un pecho, el corazón desnudo         Vióse patente;
  • ¡Dolor más grande que la muerte misma! Cura la muerte los dolores graves, Y al fin otorga a los cansados miembros         Sumo reposo;

Mas tú conservas cicatriz horrible, Hinchó tus venas el dolor ardiente, Y tus médulas pertinaz gangrena         Sorda roía. Aunque el acero del verdugo impío El don te niega de anhelada muerte, Has obtenido, cual si no vivieras,         Mártir, la palma.

  1. De tus entrañas una parte vimos Arrebatada por agudos garfios: Murió una parte de tu propio cuerpo,         Siendo tú viva;
  2. [54] Título nuevo, de perenne gloria, Nunca otorgado, concediera Cristo A Zaragoza: de una mártir viva         Ser la morada;

En esta poesía de hierro, a pesar de su corteza horaciana; en estas estrofas, donde parece que se siente el estridor de las cadenas, de los potros y de los ecúleos, hemos de buscar la expresión más brillante del Catolicismo español, armado siempre para la pelea, duro y tenaz, fuerte e incontrastable, ora lidie contra el gentilismo en las plazas de Zaragoza, ora contra la Reforma del siglo XVI en los campos de Flandes y de Alemania.

Y en esos himnos quedó también bautizada nuestra poesía, que es grande y cristiana desde sus orígenes. ¡Cómo ha de borrarse la fe católica de esta tierra, que para dar testimonio de ella engendró tales mártires, y para cantarla produjo tales poetas! Con Santa Engracia vertieron su sangre por Cristo otros diez y ocho fieles, cuyos nombres enumera Prudencio, no sin algunas dificultades y tropiezos rítmicos, en las últimas estrofas de su canto.

Y a todos éstos han de añadirse los confesores Cayo y Cremencio, Llevando en signo de menor victoria         Palma incruenta. Y finalmente, los innumerables, de cuyos nombres pudiéramos decir con el poeta: Cristo los sabe, y los conserva escritos         Libro celeste.

Ninguna ciudad de España dejó de dar frutos para el cielo, y víctimas a la saña de Daciano. Muchos nombres ha conservado Prudencio en el himno referido, para que los escépticos modernos, incapaces de comprender la grandeza y sublimidad del sacrificio, no pusieran duda en hechos confirmados por autoridad casi coetánea y de todo punto irrecusable.

De Calahorra nombra a los dos guerreros Emeterio y Celedonio, a quienes dedicó himno especial, que es el primero del Peristephanon ; de Mérida a la noble Eulalia, que tiene asimismo canto aparte, señalado con el número tercero; de Compluto a los niños justo y Pastor; de Córdoba a Acisclo, a Zoilo y a Victoria ( las tres coronas ).

Dejó de hacer memoria de otros mártires y confesores que tienen [55] oficio en el Misal y Breviario de San Isidoro, o están mencionados en antiguos Martirologios y Santorales, cuales son Leucadia o Leocadia ( Blanca ), de Toledo; Justa y Rufina, de Sevilla; Vicente, Sabina y Cristeta, de Ávila; Servando y Germán, de Mérida; el Centurión Marcelo y sus doce hijos, de León.

De otros muchos se hallará noticia en los libros de Ambrosio de Morales, del Padre Flórez y del doctor La Fuente, que recogieron los datos relativos a esta materia, y trabajaron en distinguir y separar lo cierto e histórico de lo leyendario y dudoso. Juzgaron los emperadores haber triunfado de la locura de la cruz (insania crucis), y atreviéronse a poner ostentosamente en sus inscripciones «Nomine Christianorum deleto qui rempublicam evertebant», «Superstitione Christianorum ubique deleta et cultu Deorum propagato» , epígrafes que muestran el doble carácter de aquella persecución tan política como religiosa.

Pero calmóse al fin la borrasca antigua, y la nave que parecía próxima a zozobrar continuó segura su derrotero, como la barca de San Pedro en el lago de Tiberiades. Constantino dio la paz a la Iglesia, otorgándole el libre ejercicio de su culto y aun cierta manera de protección, merced a la cual cerróse, aunque no para siempre, la era de la persecución y del martirio, y comenzó la de controversias y herejías, en que el Catolicismo, por boca de sus Concilios y de sus Doctores, atendió a definir el dogma, fijar la disciplina y defenderlos de todo linaje de enemigos interiores y exteriores.

La insania crucis, la religión del sofista crucificado, que decía impíamente Luciano, o quien quiera que fuese el autor del Philopatris y del Peregrino, había triunfado en España, como en todo el mundo romano, de sus primeros adversarios. Lidió contra ella el culto oficial defendido por la espada de los emperadores, y fue vencido en la pelea no sólo porque era absurdo e insuficiente, y habían pasado sus días, sino porque estaba, hacia tiempo, muerto en el entendimiento de los sabios y menoscabado en el ánimo de los pueblos, que del politeísmo conservaban la superstición más bien que la creencia.

Pero lidió Roma en defensa de sus dioses, porque se enlazaban a tradiciones patrióticas; traían a la memoria antiguas hazañas, y parecían tener vinculada la eternidad del imperio. Y de tal suerte resistió, que aun habida consideración al poder de las ideas y a la gran multitud (ingens multitudo) de cristianos, no se entiende ni se explica sin un evidente milagro la difusión prestísima del nuevo culto.

Por lo que [56] hace a nuestra Península, ya en tiempos de Tertuliano se había extendido hasta los últimos confines ( omnes termini ) , hasta los montes cántabros y asturianos, inaccesibles casi a las legiones romanas (loca inaccesa). Innumerables, dice Arnobio que eran los cristianos en España.

  1. El antiguo culto (se ha dicho) era caduco: poco debía costar el destruirlo, cuando filósofos y poetas le habían desacreditado con argumentos y con burlas;
  2. Y no reparan los que esto dicen, que el Cristianismo no venía sencillamente a levantar altar contra altar, sino a herir en el corazón a la sociedad antigua, predicando nueva doctrina filosófica nunca enseñada en Atenas ni en Alejandría, por lo cual debía levantar, y levantó contra sí, todos los fanatismos de la escuela: predicando nueva moral, que debía sublevar, para contrarrestarla, todas las malas pasiones, que andaban desencadenadas y sueltas en los tiempos de Nerón y Domiciano;

Por eso fue larga, empeñada y tremenda la lucha, que no era de una religión vieja y decadente contra otra nueva y generosa, sino de todos los perversos instintos de la carne contra la ley del espíritu, de los vicios y calamidades de la organización social contra la ley de justicia, de todas las sectas filosóficas contra la única y verdadera sabiduría.

  1. En torno del fuego de Vesta, del templo de Jano Bifronte o del altar de la Victoria, no velaban sólo sacerdotes astutos y visionarios, flámines y vestales;
  2. De otra suerte, ¿cómo se entiende que el politeísmo clásico, nunca exclusivo ni intolerante como toda religión débil y vaga, persiguiese con acerbidad y sin descanso a los cristianos? Una nueva secta que hubiese carecido del sello divino, universal e infalible del Cristianismo, habría acabado por entrar en el fondo común de las creencias que no se creían;

Poco les costaba a los romanos introducir en su Panteón nuevos dioses. Pero basta de consideraciones generales, puesto que no trato aquí de la caída del paganismo, tema ya muy estudiado, y que nunca lo será bastante. Volvamos a la Iglesia española, que daba en la cuarta centuria larga cosecha de sabiduría y de virtudes, no sin que germinasen ya ciertas semillas heréticas, ahogadas al nacer por la vigilancia de los santos y gloriosos varones que en todo el Occidente produjo aquella era.

Entramos de lleno en el asunto de estas investigaciones. ——— No pongo ésta cita antes de la de San Isidoro, por más que escritores doctísimos hagan remontar este himno al siglo IV. El Padre Flórez demostró que el himno era anterior a la invasión arábiga, pero no que precediese al cuarto Concilio toledano, en que se uniformó la liturgia.

El Padre Daniel Farlatti publicó a fines del siglo pasado la vida de San Clemente, escrita por Hesichio, Obispo de Salona en el siglo V, el cual dice terminantemente que Santiago fue enviado a España por San Pedro. (Maceda, Actas de San Saturnino ). Joannis Marianae e Societate Jesu Tractatus VII.

De adventu B. Jacobi Apostoli in Hispaniam. Coloniae Agrippinae. Sumptibus Antonii Hierati. Anno 1609, fol. 1 a 31. El Padre Flórez resume la discusión anterior, y esfuerza todos los argumentos en pro de la venida de Santiago ( España Sagrada, tomo III, 1748), excepto el de Dídimo, cuya obra De Trinitate fue publicada la primera vez por el Padre Mingarelli en 1769 (Bolonia).

Vid. además el Padre Tolrá, Venida de Santiago a España (Madrid 1797), que pasa por clásico en la materia. Per Antón Béuter dice que halló escrita la historia del Pilar en un libro de letra antigua de la Biblioteca de la Minerva de Roma. ¡Buena manera de citar, y buena autoridad la de Béuter! Se referirá a algún códice del siglo XIII ó XIV, como el documento que publicó Risco en el tomo XXX de la España Sagrada.

España Sagrada, tomo III, págs. 5 a 39. A la desembarcación de los varones apostólicos hizo una bella canción el Dr. Agustín de Tejada. (Vid. Flores de poetas ilustres, de P. de Espinosa, Valladolid 1605). Véase con el núm.

172 en la colección de Masdeu. (Tomo V de la Historia crítica de España ). Ambrosio de Morales la insertó también, aunque no tenía de ella toda la certidumbre que quisiera, por no haberla visto. (Lib. IX). También Muratori la da por sospechosa. Aurelii Clementis Prudentii Carmina.

  • (Romae 1789, ed;
  • de Arévalo, tomo II, pág;
  • 928);
  • Pérez Bayer, Damasus et Laurentius Hispanis asserti et vindicati;
  • (Romae 1756);
  • Todavía a principios del siglo pasado acertó a poner nobles acentos en boca del diácono oscense el notable historiador y poeta D;

Gabriel Álvarez de Toledo. (Vid. Líricos del siglo XVIII, por D. de Cueto). De la autenticidad de estas inscripciones dudan muchos. Lib: Contra Judaeos, cap. VII. Libro I, Contra gentes.

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