Información adicional – La gracia es un don de nuestro Padre Celestial otorgado a través de Su Hijo, Jesucristo. La palabra gracia, según se usa en las Escrituras, se refiere principalmente al poder habilitador y a la sanación espiritual ofrecidos por medio de la misericordia y del amor de Jesucristo.
Todas las personas de la tierra experimentan la muerte. Mediante la gracia de Jesucristo, todos resucitarán y vivirán para siempre (véase 1 Corintios 15:20–22; 2 Nefi 9:6–13). Asimismo, debido a las elecciones personales, todos sufrirán los efectos del pecado (véase 1 Juan 1:8–10; Mosíah 16:4).
Dichos efectos se denominan muerte espiritual. Por ello, ninguna persona puede regresar a la presencia de Dios sin la gracia divina. Por medio de la Expiación, todos podemos recibir el perdón de nuestros pecados; y volvernos limpios ante Dios. Para recibir este poder habilitador, debemos obedecer el evangelio de Jesucristo, el cual abarca tener fe en Él, arrepentirnos de nuestros pecados, bautizarnos, recibir el don del Espíritu Santo y tratar de seguir las enseñanzas de Jesucristo por el resto de nuestra vida (véase Efesios 2:8–9; Santiago 2:17–22; 2 Nefi 25:23; 31:20).
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¿Cómo funciona la gracia de Dios?
La gracia en la Biblia [ editar ] – La expresión hebrea que es traducida comúnmente por gracia es hen o hesed. [ 2 ] En el Antiguo Testamento implica en primer lugar una actitud magnánima de benevolencia gratuita por parte de Dios que se concreta luego en los bienes que el receptor de tal gracia obtiene.
Es decir, subraya por un lado la humildad del receptor y la gratuidad del don. De ahí expresiones del tipo: “si he hallado gracia ante tus ojos” (cf. Gn 34, 11 ; Ex 3, 21 , 11, 3 ; 12, 36 ; Nm 32, 5 , etc).
En otras ocasiones incluye la recompensa (cf. Dt 28, 50 ) aunque el favor de Dios sigue considerándose no obligado y gratuito. También puede referirse a la cualidad de una persona que hace que Yahveh le tenga benevolencia (cf. Gn 39, 5 ; 1Sm 16, 22 ). Se ha de decir que en todo el Antiguo Testamento no adquiere el sentido de un don sobrenatural o virtud propia del Nuevo Testamento o de la reflexión cristiana.
- En el Nuevo Testamento se encuentra la expresión en el episodio conocido como la Anunciación;
- Según el relato del evangelista Lucas , el ángel Gabriel al saludar a María habría usado la expresión κεχαριτωμένη ( llena de gracia ) que implicaría el tercer sentido de los empleados en el Antiguo Testamento;
En el resto del evangelio de Lucas se usa sea para referirse a la cualidad de la persona sea también para la manifestación de benevolencia activa por parte de Dios. En el epistolario paulino y en los Hechos de los Apóstoles se da el sentido de:
- un don que santifica el alma, que se opone al pecado y que Cristo ha merecido para los cristianos (cf. Rm 4, 4-5 ; 11, 6 ; 2Co 12, 9 , etc. )
- el evangelio (en contraposición a la ley (cf. Rm 6, 14 )
- del poder de predicar y expulsar demonios o hacer milagros (cf. Rm 12, 6 )
- el apostolado como misión (cf. 1Co 15, 10 )
- las virtudes propias del cristiano (cf. 2Co 8, 7 )
- la benevolencia gratuita por parte de Dios (cf. Hch 14, 26 )
- actos de amor a los demás (como participar de la colecta para Jerusalén) (cf. 1Co 16, 3 )
- el plan de salvación renovado tras la Resurrección (cf. Gá 5, 4 ).
Las cartas de Pedro usan la expresión “gracia” para referirse a la salvación misma (cf. 1Pe 10, 15 ) o al evangelio (cf. 1Pe 5, 12 ). También significa el don sobrenatural o las virtudes propias del cristiano (cf. 2Pe 3, 18 ; 1Pe 5, 10 ).
¿Cuál es el estado de gracia?
La gratitud es una de las emociones más intensas que el ser humano pueda experimentar. Aprender, escuchar, abrirse al mundo y recibir, son actitudes necesarias para experimentarla en plenitud. A partir del año 2000, cuando los psicólogos empezaron a hacer investigaciones sobre las emociones positivas, los seres humanos hemos estado más atentos a buscar la felicidad, la inspiración, la compasión y la gratitud.
- Emociones que si nos decidimos a experimentar, cambian no solo nuestras vidas sino la dinámica de nuestro círculo social;
- Veinte años más tarde, estamos en un siglo de tecnología, desarrollo industrial, comunicaciones globales y desarrollo científico, y paradójicamente más cerca a la tristeza, la depresión y a la soledad;
¿Por qué? En mi interpretación, la tecnología puede estar apoyando estos desarrollos científicos pero no las interacciones humanas. Y sin ser la única causante, facilita la competencia que nos lleva a demostrar que somos mejores que los demás, a la falta de sentido o servicio social y a la pérdida de nuestra capacidad de asombro frente a eventos que no están bajo nuestro control.
Situaciones que nos dejan aislados y creyendo que la vida la generamos exclusivamente por nuestras acciones, y no por la interacción del ser humano con el mundo a su entorno. Por eso mi propuesta para combatir este desequilibrio interno como seres humanos, es la gratitud.
Conocí la Gratitud porque alguien me habló de ella en un momento de alto éxito ejecutivo y muy baja felicidad. Me habló de los beneficios que recibía día a día por permitirse solamente estar agradecido. El primer estado de la gratitud tiene que ver con dar gracias por algo que alguien hace por ti y que simplemente es la respuesta a un pedido que tú has hecho.
- Esta sencilla palabra no necesita nada diferente a la decencia que nos enseñan cuando niños;
- Por eso la llaman la palabra mágica, pues admite tus afectos por lo que la gente hace por ti, cuando lo has pedido;
Ésta la defino como agradecer y aun, cuando es el primer nivel emocional de la gratitud, abre puertas. Nos permite ver el ser humano que hay detrás y nos da un primer grado de conexión. Puede ser una estancia básica de interacción, pero nos da la sensación de que hay alguien al otro lado.
- La manera más fácil de reconocer la importancia de este primer nivel de conexión, es lo que sentimos cuando alguien no nos da las gracias; inclusive, yendo más allá de lo cultural, sentimos que esa persona es grosera y difícilmente quisiéramos interactuar con ella;
El segundo estado viene desde más adentro y es el sentirte agradecido. Este nivel de gratitud, requiere un nivel de conciencia mayor y el estar abierto a ver y recibir. El estar agradecido es el reconocimiento que sientes por el bienestar que alguien o algo ha causado en tu vida sin haber pedido nada, algo que te fue dado porque la otra persona quiso darte u ofreció como una parte de sí misma.
- Por ejemplo, los cuidados que dan los padres, el amor y el cariño de familia y amigos, las enseñanzas de maestros o los triunfos de nuestros deportistas;
- Este sentirse agradecido nos permite estar abiertos al amor, al compartir y al dar y recibir;
Permite ver en los otros seres humanos, la posibilidad de un futuro juntos y la confianza de saber, que unidos, logramos más. También nos da júbilo y la necesidad de compartir más allá que un solo encuentro. Nos sentimos más solidarios, y parte de algo que vale la pena.
- El tercer nivel de gratitud, que al comienzo nos exige un poco de asombro y desprendimiento frente a lo que vivimos día a día, no tiene que ver con un evento en particular, es más un estado de ánimo constante que tiene que ver con estar abiertos a la vida, despiertos a ver y escuchar fuera de nosotros, y sobre todo dispuestos a recibir y a saber que estás recibiendo constantemente, que no estás solo o aislado y que no todo lo que tienes lo has producido tú mismo;
Este nivel de gratitud tiene que ver con reconocer el ser inmenso que hay en cada individuo, único y especial, y que cada individuo forma parte de algo más grande, algo que va más allá de las acciones diarias individuales, y que puede llenarnos de sorpresas, si tenemos los ojos para verlas.
- A ese estado le llamo, vivir en gratitud o vivir en estado de gracia, que lejos de tener un sentido religioso, es una sensación de profunda conciencia para recibir la vida;
- Saber que se está vivo y sentirse parte de una cadena vital de acontecimientos que pasan a diario sin que los estemos controlando y que pueden afectarnos positivamente;
Cuando vivimos agradecidos, el espíritu de nuestras acciones es diferente, nos sentimos en bienestar, actuamos para que nuestros actos tengan sentido más grande, y generen una productividad no solo económica sino de bienestar social para nosotros y los que nos rodean.
Este efecto de la gratitud, aumenta la posibilidad de relacionamiento e interacción humana y nos permite entender que estamos en una cadena de acontecimientos. En la gratitud las relaciones sociales se llenan de compasión y la interacción con otros seres humanos se facilita, ahuyentando la soledad.
“¿Crees que hoy es un día más en tu vida? Hoy no es solo “otro” día más. Es el día que te han dado para que vivas hoy. Te lo han dado, ¡es un regalo! Es el único regalo que tienes en este momento y por ello la única respuesta adecuada es “la gratitud”… pues este día es único e irrepetible” David Steindl-Rast Debo confesar, que al principio no fue un sentimiento fácil de entender porque estaba cerrada en mi propia burbuja; luego fue un poco doloroso porque me sentí desagradecida frente a todo lo que tenía y empezaba a ver; pero después de entenderla e incorporarla, sentí que la gratitud es la fuerza que me da la capacidad de disfrutar con intensidad todo lo que tengo en mi vida y sobrellevar momentos difíciles, pues me pone en perspectiva frente a otras situaciones, y frente a las situaciones de vida que otros tienen.
Sé que para muchos la gratitud es un concepto relacionado con la dimensión religiosa. Creemos que estar en gratitud es una práctica dogmatizada por las diferentes religiones. Algunos exponen que es utilizada por las religiones para dominar a sus adeptos.
Y sin saber o querer, entran en esta discusión. Mi punto es que la gratitud es una alegría incontenible que se siente en el cuerpo, que creyentes y ateos no pueden negar cuando ésta los inunda; ni podrán negar, que acto seguido a la gratitud, es el querer relacionarnos afectivamente con otras personas y compartir el júbilo que estamos sintiendo.
Así que desde mi vivencia, y desde lo que he estudiado de ella, me atrevería a explicar la Gratitud en tres niveles o estados de intensidad, no sin antes advertir que para sentirla hay que experimentarla con ganas de aprender, escuchar, abrirse al mundo y recibir.
Escríbele a Maribell:. [email protected] Por:Maribell Gonzalez E. Coach Ejecutiva y de vida – Especialista en liderazgo Colabora en Revista Edu. co.
¿Cómo se divide la gracia de Dios?
¿Qué es gracia? R. Que la gracia santificante de la que aquí principalmente tratamos es: qualitas supernaturalis inhaerens animae, qua filii Dei nominamur, et sumus. Que sea cualidad, en el sentido teólogico, no es de fe, pero sí lo es, el que sea sobrenatural, inhiera al alma, y nos haga hijos adoptivos de Dios.
Se recibe en el alma; porque ella es la que nos da el ser en la línea sobrenatural. Se divide en común, original, y sacramental. Las dos últimas sólo se distinguen de la primera modaliter, en cuanto la original añadía un cierto modo que rectificaba la parte inferior del hombre, sujetándola [15] a la razón, y esta a Dios; y la sacramental añade sobre ella cierto derecho a los auxilios sobrenaturales para conseguir mejor el fin de cada uno de los sacramentos.
Se divide además la gracia en actual, y habitual. Esta es la misma gracia santificante, y aquella es un auxilio sobrenatural, o moción transeúnte. ¿Puede el hombre viribus naturae disponerse próximamente para la gracia? R. Que Pelagio con sus secuaces afirmó poder el hombre.
Después los Semipelagianos, y Masilienses, aunque lo negaron, afirmaban poder los hombres disponerse próximamente por sus fuerzas naturales para el primer auxilio sobrenatural. Uno y otro niega la verdad católica, y consta de las palabras de Cristo por S.
Juan cap. 15. Sine me nihil potestis facere. Y si nada podemos, carecemos de fuerzas, sea para lo mucho, o para lo poco, como elegantemente lo advierte sobre este lugar S. Agustín. Lo mismo dice muchas veces el Apóstol de la Iglesia. Sólo puede el hombre disponerse a la gracia negative, impropie, ac remote, haciendo algunas obras naturales moralmente buenas, por las cuales se halla menos inepto para ella.
Proxime, y positive sólo puede el hombre disponerse a la gracia viribus gratiae; y en este sentido se dice: facienti quod est in se, Deus non denegat gratiam. Dejamos otras cuestiones relativas a esta materia, por no ser tan propias de la Teología moral, como de la escolástica y controvertista.
¿Qué es carácter? R. Que es: signum spirituale indelebile impressum in anima. Es signo natural del Sacerdocio de Jesu Cristo. No se recibe inmediatamente en el alma como la gracia, sino en el entendimiento práctico; porque el carácter no da el ser sobrenatural, sino que se da para recibir o ministrar Sacramentos.
¿Cuáles son sus principales números? R. Que los tres siguientes; es a saber: hacer al hombre idóneo para los ministerios de la vida cristiana, y para obrar o recibir lo tocante al culto divino: asemejarlo y configurarlo con Jesu Cristo eterno Sacerdote: discernir a los bautizados de los no bautizados: a los Sacerdotes de los legos: así como los Soldados por ciertas señales peculiares se distinguen de los que no lo son.
Véase S. Tom. 63. art. [16] P. ¿Es el carácter por su naturaleza indeleble? R. Que sí; porque siendo potencia espiritual no tiene contrario, como lo tiene la gracia, que como hábito se destruye por su contrario, que es el pecado mortal. Por eso el carácter permanece en la otra vida; en los bienaventurados para su gloria; y en los condenados para su ignominia.
¿Los caracteres del Bautismo, Confirmación, y Orden se distinguen real y esencialmente? R. Que sí; porque se ordenan a muneros formalmente diversos; y las potencias se distinguen real y esencialmente por sus muneros u objetos formalmente distintos.
[ Compendio moral salmaticense · Pamplona 1805, tomo 2, páginas 14-16 ].
¿Dónde empieza la gracia de Dios?
Gracia de Dios – La gracia de Dios es el don de Dios que eleva a lo sobrenatural a la criatura racional haciéndola hija suya y participe de su vida. La gracia de Dios no se refiere única y exclusivamente al perdón de Dios sino también a la salvación del hombre, enseñando al hombre a rechazar los deseos mundanos y a los actos impuros.
- La gracia de Dios es fundamental para alcanzar la salvación;
- La gracia de Dios es una virtud por la cual Dios puede dar algo sin nada a cambio, ya que para alcanzar la misma el hombre nada puede hacer por sí mismo;
La gracia de Dios llega por medio de la fe y, la aceptación del sacrificio que Jesús hizo por la humanidad.
¿Qué tengo que hacer para estar en gracia de Dios?
“Les dijo Jesús: “Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed” (Juan 6, 35) Párroco Iglesia Stma. Trinidad Santander de Quilichao, Cauca Para vivir en gracia y aumentarla debemos orar a diario, recibir los sacramentos de la Eucaristía y Confesión, escuchar la Palabra de Dios, leer libros religiosos, evitar malas amistades y las ocasiones de pecar. La confesión: es el sacramento en el cual, por medio de la absolución del sacerdote, recibimos el perdón de nuestros pecados, porque el seguir los ritos exteriores sin un compromiso interior, no nos comunica la vida divina. El sacerdote es el signo y el instrumento de Dios misericordioso. El Apóstol Santiago nos dice: ” Confesaos, pues, mutuamente vuestros pecados y orad los unos por los otros, para que seáis curados” (Santiago 5, 16). Por medio de la confesión recibimos favores especiales: Nos devuelve o nos aumenta la gracia de Dios.
- Nos da fuerzas para rechazar el pecado y la tentación;
- Nos permite rechazar todo lo que ofende a Dios;
- La confesión tendrá valor según el arrepentimiento que tengamos, la sinceridad de corazón es la clave;
Al confesar nuestro pecado renunciamos a él y debemos negarnos a reincidir. Debemos acostumbrarnos a rechazar el pecado. Aún cuando nos falten las fuerzas para dejar de pecar, por la gracia de la confesión recibimos la fuerza de Dios para resistir, si confesamos nuestra debilidad y renunciamos a seguir pecando.
- Hay pecados que exigen humillarse ante la persona a la cual se causó daño (mentiras, insulto, robo, etc;
- ) con humildad y amor a Dios;
- La confesión es el medio de comprometernos ante Dios y renunciar a nuestros pecados y llevar una vida santa;
“Pues no recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibisteis un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre! (Rom 8, 15). La sagrada comunión Es la presencia sacramental de Cristo en la que recibimos al Señor, Dios y hombre que está en la hostia consagrada. Jesús dijo: “Yo soy ese pan vivo, bajado del cielo, si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo” (Juan 6, 51). Jesucristo instituyó la sagrada Comunión para quedar más cerca de nosotros, para aumentarnos su gracia, sus favores, su amistad y para ser él mismo el alimento de nuestra alma.
Jesús dijo: “El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él” (Juan 6,56). Durante la Eucaristía tenemos un encuentro personal con Cristo, la comunión sin un compromiso interior no nos dará la vida en Cristo.
Comulgamos muerte y vida en el pan y en la sangre, para entregarnos al amor y desde el amor y ser salvos de todo egoísmo. La comunión exterior es la que se hace por rutina, en forma superficial y con frialdad: “Examínese, pues, cada cual, y coma así el pan y beba de la copa.
Pues quien como y bebe sin discernir el Cuerpo come y bebe su propio castigo” (1 Corintios 11, 28-29) La comunión interior implica compromiso activo y produce frutos “Pero ya os lo he dicho: Me habéis visto y no creéis” (Juan 6, 36) “El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo le resucitaré el último día” y (Juan 6, 54).
La Sagrada Comunión aumenta el amor a Dios y al prójimo, nos limpia de nuestras faltas, nos da luz para ver lo que nos estorba y lo que nos hace falta; es decir, nos transforma. Jesús dijo: “El que come mi cuerpo y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo lo resucitaré en el último día” (Jn 6,54).
- San Francisco de Sales repetía: “Si eres colérico debes comulgar para que el Señor te traiga un buen genio;
- Si eres pecador, debes comulgar para que Jesucristo te traiga el perdón y las fuerzas para no pecar;
Si eres bueno, comulga para no volverte malo, y si eres malo, comulga para que te vuelvas bueno”. A medida que llevemos esta vida reconoceremos día a día la voz de Dios y los cambios serán más notorios “Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí” (Juan 10, 14).
No es cuestión de renunciar a la eucaristía por no ser digno. Cuanto más indigno se siente uno más apto se es para sufrir las transformaciones divinas; pero hay que creer en ellas y aceptarlas, es la única condición para comulgar “dignamente”.
Mientras más frecuente sea la comunión, menos probabilidad tenemos de desfallecer en nuestro caminar. Si en cada comunión nos comprometemos en un aspecto de nuestra vida, reconociendo lo que nos separa de Dios, cada vez nos transformaremos más en Cristo.
Recuerda que la Eucaristía es Jesús en persona, amándote totalmente a ti, que a veces desconfías y no acabas de creerte que eres amado personalmente por Cristo con un amor infinito. Fíate de Jesús en la Eucaristía y la confianza volverá a tu alma, aunque llores a veces por dentro.
Acoger en la fe el don de la Eucaristía es acogerlo a Él mismo. Leer más….
¿Qué significa vivir la vida desde la gratitud?
¿Qué es la gratitud? – La gratitud es una de las muchas emociones positivas que se pueden sentir. Consiste en centrarse en las cosas buenas de nuestras vidas y en sentirse agradecido por lo que tenemos. La gratitud es detenerse a darse cuenta y valorar las cosas que solemos dar por sentadas, como tener un lugar donde vivir, comida, agua limpia, amigos, familia e, incluso, acceso a la computadora.
¿Qué significa estar en amistad y gracia de Dios?
¿Que es la GRACIA? | El PODER de la GRACIA de DIOS
Significa estar en una amistad íntima y perpetua con Dios, una amistad que nos ayuda y nos sostiene, una amistad que nos ayuda a estar en orden y limpieza en nuestro corazón, una amistad donde reina la belleza del amor de Dios ante los demás.
¿Qué pasa cuando se pierde la gracia de Dios?
No es lo mismo caer en pecado que caer de la gracia – Caer en pecado se refiere a que un creyente elige pecar y en algunos casos hay ciclos de pecado en donde se cae recurrentemente y de manera consiente en una práctica pecaminosa, pero no es lo mismo que caer de la gracia.
Caer de la gracia, de acuerdo a Pablo, significa retroceder, resbalar al correr la carrera de la fe, Pablo dice ustedes corrían muy bien la carrera ¿quién les impidió seguir en la verdad? (Gál 5:7), el apóstol utiliza el mismo lenguaje de la carrera en 1ª de Corintios 9:24-27 ¡así que corran para ganar! respecto a la santificación, pero la ley no trae victoria sino derrota, la batalla moral solo se gana con la llenura del Espíritu que viene por la fe en Jesús, no por méritos humanos por seguir la ley.
En conclusión, estar en la gracia no significa que un creyente es perfecto y no pecará, pues la maldad del pecado aún habita dentro de su persona y hay una lucha entre el Espíritu y la carne, el viejo y el nuevo hombre (Romanos 7, Gálatas 5:16-26 y 6:15).
¿Cuáles son los medios para alcanzar la gracia?
La gracia actual es un auxilio de Dios que ilumina nuestro entendimiento y mueve nuestra voluntad para obrar el bien y evitar el mal. Cuáles son los medios principales para alcanzar la gracia santificante? Los medios principales para alcanzar la gracia santificante son: la oración y los sacramentos.
¿Qué quiere decir por la gracia de Dios soy lo que soy?
Un año con San Pablo Estas palabras de san Pablo que encontramos en la primera carta a los Corintios, nos pueden dar una luz muy clarificadora para encontrar también nosotros el camino hacia una realización de plenitud en nuestra vida. Si pudiéramos entender, comprender y vivir en toda su dimensión lo que esto significa, podríamos desear de verdad que esa gracia divina que no proviene de este mundo ni de nosotros mismos, inundara nuestro corazón y llegara a transformar nuestro ser.
La persona humana no es tan sólo cuerpo y materia, tiene un aspecto espiritual que es precisamente lo que le hace persona. Y es evidente que todos queremos ser personas, todos queremos que nos aprecien, que nos tomen en cuenta y que nos respeten; lo malo es que no siempre nos comportamos a la altura de esa dignidad que Dios mismo ha sembrado en nuestro corazón, y hay ocasiones en que andamos por la vida arrastrando nuestra humanidad como un trapo, en vez de elevarla a los aspectos mejores.
Cuando Jesús libera a un hombre del espíritu malo que le esclaviza, como lo vemos en el Evangelio, nos pone en evidencia que ninguno de nosotros puede andar por allí, haciendo el mal y enlodando su ser con pecados y maldades, a veces deliberadas, a veces solapadas por la irreflexión.
No es difícil levantarse del polvo y hacer de nosotros mismos una persona mejor, más noble, más cercana a lo que Dios quiere, si cada día ponemos el empeño de progresar en todos nuestros aspectos: físicos, mentales, racionales y espirituales.
Cierto es, que es más cómodo dejarse llevar por la corriente de lo más fácil y menos empeñativo, ya que la gracia que el Señor nos comunica es, desde todo punto de vista, un compromiso que involucra a toda la persona con todos sus sentidos, sentimientos y acciones.
Pero ciertamente es un hecho que ese esfuerzo que llevó a san Pablo hasta el lugar en el cual ahora lo contemplamos, fue una decisión radical de cumplir con el compromiso que asumió, para ser fiel a la gracia de Dios cada día y cada momento de su vida en cualquier lugar en el que se encontraba.
Así pudo afirmar también: “La gracia de Dios no ha sido infructuosa en mí, porque en todo cuanto he hecho la gracia de Dios ha estado conmigo”. Es indudable que estamos en un buen momento para pedir a Cristo Jesús que nos libere de los demonios que se pueden haber metido en nuestro corazón, que son los que nos impulsan a las malas acciones; pedirle que nos comunique su gracia para cambiar nuestra conducta y empezar a vivir en la forma más límpida y santa”.
Es bueno también preguntarle a san Pablo cuál fue el secreto de su vida tan llena de santidad. Porque también para él hubo una época en la cual andaba metido en odios y en persecuciones contra los cristianos, que no eran ciertamente acciones que agradaban a Dios; pero el Señor Jesús, con todo su amor, lo llamó y le hizo comprender que aquello no era lo que le iba a dar grandeza ni categoría.
Después de su conversión, san Pablo fue otro, totalmente otro, porque la gracia divina lo transformó, y porque él hizo caso a esa gracia y supo responder positivamente y ser fiel hasta el último día de su vida. Esto es lo que nos lleva hoy a recordarle, aunque han pasado ya dos mil años de su transitar por el mundo, y aún en este presente, cuando ya corren los años del tercer milenio, todavía es posible aprender de él imitando sus ejemplos, que sin duda nos llevarán a ser mejores en todos los aspectos de nuestra vida.
¿Qué pasa cuando se pierde la gracia de Dios?
No es lo mismo caer en pecado que caer de la gracia – Caer en pecado se refiere a que un creyente elige pecar y en algunos casos hay ciclos de pecado en donde se cae recurrentemente y de manera consiente en una práctica pecaminosa, pero no es lo mismo que caer de la gracia.
Caer de la gracia, de acuerdo a Pablo, significa retroceder, resbalar al correr la carrera de la fe, Pablo dice ustedes corrían muy bien la carrera ¿quién les impidió seguir en la verdad? (Gál 5:7), el apóstol utiliza el mismo lenguaje de la carrera en 1ª de Corintios 9:24-27 ¡así que corran para ganar! respecto a la santificación, pero la ley no trae victoria sino derrota, la batalla moral solo se gana con la llenura del Espíritu que viene por la fe en Jesús, no por méritos humanos por seguir la ley.
En conclusión, estar en la gracia no significa que un creyente es perfecto y no pecará, pues la maldad del pecado aún habita dentro de su persona y hay una lucha entre el Espíritu y la carne, el viejo y el nuevo hombre (Romanos 7, Gálatas 5:16-26 y 6:15).
¿Qué quiere decir por la gracia de Dios soy lo que soy?
Un año con San Pablo Estas palabras de san Pablo que encontramos en la primera carta a los Corintios, nos pueden dar una luz muy clarificadora para encontrar también nosotros el camino hacia una realización de plenitud en nuestra vida. Si pudiéramos entender, comprender y vivir en toda su dimensión lo que esto significa, podríamos desear de verdad que esa gracia divina que no proviene de este mundo ni de nosotros mismos, inundara nuestro corazón y llegara a transformar nuestro ser.
La persona humana no es tan sólo cuerpo y materia, tiene un aspecto espiritual que es precisamente lo que le hace persona. Y es evidente que todos queremos ser personas, todos queremos que nos aprecien, que nos tomen en cuenta y que nos respeten; lo malo es que no siempre nos comportamos a la altura de esa dignidad que Dios mismo ha sembrado en nuestro corazón, y hay ocasiones en que andamos por la vida arrastrando nuestra humanidad como un trapo, en vez de elevarla a los aspectos mejores.
Cuando Jesús libera a un hombre del espíritu malo que le esclaviza, como lo vemos en el Evangelio, nos pone en evidencia que ninguno de nosotros puede andar por allí, haciendo el mal y enlodando su ser con pecados y maldades, a veces deliberadas, a veces solapadas por la irreflexión.
No es difícil levantarse del polvo y hacer de nosotros mismos una persona mejor, más noble, más cercana a lo que Dios quiere, si cada día ponemos el empeño de progresar en todos nuestros aspectos: físicos, mentales, racionales y espirituales.
Cierto es, que es más cómodo dejarse llevar por la corriente de lo más fácil y menos empeñativo, ya que la gracia que el Señor nos comunica es, desde todo punto de vista, un compromiso que involucra a toda la persona con todos sus sentidos, sentimientos y acciones.
Pero ciertamente es un hecho que ese esfuerzo que llevó a san Pablo hasta el lugar en el cual ahora lo contemplamos, fue una decisión radical de cumplir con el compromiso que asumió, para ser fiel a la gracia de Dios cada día y cada momento de su vida en cualquier lugar en el que se encontraba.
Así pudo afirmar también: “La gracia de Dios no ha sido infructuosa en mí, porque en todo cuanto he hecho la gracia de Dios ha estado conmigo”. Es indudable que estamos en un buen momento para pedir a Cristo Jesús que nos libere de los demonios que se pueden haber metido en nuestro corazón, que son los que nos impulsan a las malas acciones; pedirle que nos comunique su gracia para cambiar nuestra conducta y empezar a vivir en la forma más límpida y santa”.
Es bueno también preguntarle a san Pablo cuál fue el secreto de su vida tan llena de santidad. Porque también para él hubo una época en la cual andaba metido en odios y en persecuciones contra los cristianos, que no eran ciertamente acciones que agradaban a Dios; pero el Señor Jesús, con todo su amor, lo llamó y le hizo comprender que aquello no era lo que le iba a dar grandeza ni categoría.
Después de su conversión, san Pablo fue otro, totalmente otro, porque la gracia divina lo transformó, y porque él hizo caso a esa gracia y supo responder positivamente y ser fiel hasta el último día de su vida. Esto es lo que nos lleva hoy a recordarle, aunque han pasado ya dos mil años de su transitar por el mundo, y aún en este presente, cuando ya corren los años del tercer milenio, todavía es posible aprender de él imitando sus ejemplos, que sin duda nos llevarán a ser mejores en todos los aspectos de nuestra vida.
¿Por qué por gracia sois salvos por medio de la fe?
1 Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais a muertos en vuestros delitos y pecados, 2 en los que anduvisteis en otro tiempo conforme a la corriente de este a mundo , conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de b desobediencia , 3 entre los cuales todos nosotros también vivimos en otro tiempo, andando según nuestros a deseos carnales, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos; y éramos por b naturaleza hijos de ira, también como los demás.
4 Pero Dios, que es rico en a misericordia , por el gran amor con que nos amó, 5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos a dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos). 6 Y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, 7 para mostrar en los siglos venideros las abundantes a riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.
8 Porque por a gracia sois b salvos por medio de la c fe ; y esto no de vosotros, pues es d don de Dios; 9 no por obras, para que nadie a se gloríe. 10 Porque somos a hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que b anduviésemos en ellas.
11 Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión, hecha con mano en la carne; 12 y de que en aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel, y ajenos a los a convenios de la promesa, sin b esperanza y c sin Dios en el mundo.
13 Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. 14 Porque él es nuestra a paz , que de ambos pueblos hizo uno, derribando la b pared intermedia de separación, 15 a aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en b ordenanzas , para crear en sí mismo de los dos un solo y c nuevo hombre , haciendo la paz, 16 y mediante la cruz a reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades.