Que Es El Amor De Dios?

Amor de Dios El amor de Dios es un concepto central en las concepciones monoteístas de Dios. En la teología, este amor es el atributo divino según el cual Dios desea dirigirse o comunicarse bondadosamente con su creación.

¿Qué es el amor de Dios significado?

Amor a Dios se refiere aconectar la mente, el corazón y el alma para hacer todo aquello que haga feliz a Dios, de allí que sea el primer y más importante mandamiento para los cristianos.

¿Como dice la Biblia que es el amor de Dios?

1 Juan 4:7–8. 7 Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. 8 El que no ama, no conoce a Dios, porque Dios es amor.

¿Cuál es el verdadero amor de Dios?

‘…la caridad es el amor puro de Cristo, y permanece para siempre; y a quien la posea en el postrer día, le irá bien. ‘Por consiguiente, amados hermanos míos, pedid al Padre con toda la energía de vuestros corazones, que seáis llenos de este amor ‘ (Moroni 7:47–48).

¿Cómo se muestra el amor de Dios?

La mayor expresión del amor de Dios La última palabra Por el presidente M. Russell Ballard Presidente en funciones del Cuórum de los Doce Apóstoles Imagen De un discurso de la Conferencia General de abril de 1988 Dios expresa Su amor por nosotros al proporcionarnos la guía que necesitamos para progresar y alcanzar nuestro potencial. Aquel que lo sabe todo de nosotros, que conoce nuestro potencial y nuestras posibilidades eternas, nos ha dado consejo divino y mandamientos en Sus manuales de instrucciones: las Sagradas Escrituras. Cuando comprendemos y seguimos esas instrucciones, nuestra vida tiene propósito y significado.

Aprendemos que nuestro Hacedor nos ama y desea que seamos felices. En una manifestación incomparable de Su amor divino por nosotros, Él envió a Su Hijo Unigénito Jesucristo. “Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna.

“Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él” ( Juan 3:16–17 ). Jesús nació en el mundo. Vivió en forma perfecta y, al hacerlo, marcó el sendero que debemos seguir. Él enseñó a Sus discípulos: “… Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” ( Juan 8:12 ).

Quizás podamos tener una idea de la profundidad del amor de Cristo por nosotros al considerar que estuvo dispuesto a expiar y sufrir el dolor de nuestros pecados, “que hizo que [Él], Dios, el mayor de todos, temblara a causa del dolor y sangrara por cada poro y padeciera, tanto en el cuerpo como en el espíritu” ( Doctrina y Convenios 19:18 ).

En esta Pascua, demos fervientes gracias a Dios por la expiación y resurrección de Su amado Hijo Jesucristo. Porque en Él, por Él y mediante Él, esta condición mortal y temporaria se puede convertir en una existencia permanente y perfecta, hecho por el cual no hay palabras con las que podamos expresar nuestro gozo. Imagen.

¿Cuáles son los tres amores de Dios?

Una de las confusiones que genera más frustración en la vida diaria, es en cuanto al amor. Esto sucede porque confundimos conceptos y nos generamos problemas innecesarios. Estos conceptos son muy importantes porque son los que delinean conductas familiares y forjan generaciones enteras.

Veamos lo que nos dice la Palabra de Dios. Es importante que los cristianos comprendan que hay cuatro palabras griegas para amor. Son agape, fileo, storge, y eros. Tres de ellas aparecen en la Biblia. Si vamos a comprender la Biblia y el mundo espiritual, es importante que comprendamos lo que significan estas palabras y cómo difieren.

I) LA PALABRA GRIEGA PARA AMOR SEXUAL O AMOR DE PASIÓN ES EROS De la misma obtenemos palabras tales como “erótico. ” La palabra griega eros no aparece en el texto bíblico, así que no le dedicaremos tiempo, pero ha tenido tal impacto en el idioma español que es importante mencionarla.

  • ¿Entonces son las pasiones sexuales amor verdadero? No;
  • Y sobre esto la biblia nos enseña en muchos versículos; Romanos 8:12-14; Romanos 13:12-13; Efesios 4:22-24; Juan 6:63;
  • Cuando se habla de un concepto tan famoso en el mundo y que la Palabra de Dios lo descarta, el Espíritu Santo espera que tengamos su misma visión y pensamiento;

Espera que consideremos importante lo que Dios considera importante. En una sociedad totalmente erotizada Dios espera que seamos sus representantes y comencemos por nuestra casa ¡Y le demos a cada cosa su lugar! (Juan 6:63) (Marcos 12:24-25). II) LA PALABRA GRIEGA QUE SE REFIERE AL AMOR DE DIOS HACIA LAS PERSONAS, Y ES POR TANTO UNA DE LAS CLASES DE AMOR QUE DEBEMOS TENER HACIA LAS PERSONAS, ES ÁGAPE Ágape es la naturaleza misma de Dios, porque Dios es amor (1 Juan 4:7- 12).

  1. La gente de hoy está acostumbrada a pensar del amor como un sentimiento, pero ése no es necesariamente el caso con el amor ágape;
  2. Ágape es amor a causa de lo que hace, no debido a cómo se siente;
  3. Juan 3:16;

Dios de tal manera “amó” (ágape) que dio a Su Hijo. No se sintió bien Dios al hacer eso de enviar a sufrir a su hijo, pero fue lo que por amor debía hacerse. Cristo de tal manera amó (ágape) que dio su vida. Él mismo no quería morir, pero él amó, así que hizo lo que Dios requirió.

El amor ágape no es simplemente un impulso generado por emociones o sensaciones. Más bien, el amor ágape es un ejercicio de la voluntad, una decisión deliberada. Esta es la razón por la cual Dios puede ordenar que amemos a nuestros enemigos (Mateo 5:44; Éxodo 23:1-5).

La manera de saber que amamos (ágape) a Dios es que obedezcamos Sus mandamientos. Hay cristianos que dicen que aman a Dios, pero su forma de vida es contraria a la voluntad de Dios. Estas personas confunden sus sentimientos de afecto por Dios y creen que ese es el verdadero amor ágape.

  1. (Juan 14:21, Juan 14:24);
  2. Lo que “por amor” debe hacerse, puede no ser siempre fácil, y el amor verdadero no es “sentimentalismo exagerado”;
  3. Esto no quiere decir que el amor ágape no tenga sentimientos asociados, y la situación ideal ocurre cuando lo que debe hacerse por amor, también es lo que deseamos hacer;

Los cristianos deben ser conocidos por su amor los unos a los otros (Juan 13:35). III) LA TERCERA PALABRA PARA “AMOR” QUE NECESITAMOS EXAMINAR ES FILEO Sería provechoso si fileo nunca fuera traducido “amor” en el Nuevo Testamento, porque se refiere a un fuerte agrado o a una fuerte amistad.

  1. Usted puede agape a sus enemigos, pero usted no los puede amar fileo;
  2. La diferencia entre ágape y fileo queda muy clara en Juan 21:15-17;
  3. Pero desafortunadamente se obscurece en muchas traducciones;
  4. Después de ser levantado de los muertos, Jesús se encontró con Pedro;

¿Por qué hay una diferencia en las palabras que se utilizan para “amor” en esta conversación? Jesús dos veces le preguntó a Pedro “¿tú me amas ágape?” (Es decir ¿estás dispuesto de hacer por mí aquellas cosas que tú no deseas hacer?). Pedro no estaba seguro dónde estaba parado en su relación con Jesús, así que intentaba hacerle saber a Jesús que en él seguía teniendo a un amigo verdadero, y que tenía cariño fileo por Jesús.

  1. La tercera vez que Jesús le habló a Pedro, descendió al nivel de Pedro y le preguntó si Pedro era, de hecho, un amigo verdadero (fileo), lo cual afligió a Pedro;
  2. Sin embargo, era importante porque Jesús sabía lo que Pedro no sabía: que Jesús ascendería al cielo, y Pedro y los otros quedarían para realizar su trabajo en la Tierra, lo cual requeriría que todos ellos fueran sus buenos amigos e hicieran su voluntad aun cuando significase adversidad;

IV) LA CUARTA PALABRA GRIEGA QUE NECESITAMOS COMPRENDER ES STORGE Es el amor y el afecto que ocurre naturalmente entre padres e hijos, que puede existir entre hermanos, y que existe entre maridos y esposas en un buen matrimonio. Romanos 12:10 es un versículo muy importante, que nos guía a ser muy cariñosos y amables unos con otros.

Si hemos de tener una vida cristiana maravillosa, obediente a la voz de Dios, y a tener una enriquecedora comunión con otros cristianos, necesitaremos ejercitar estas tres clases de amor. Necesitamos amor ágape porque algunas de las cosas que Dios requiere de nosotros no son ni divertidas ni fáciles, pero necesitan ser hechas.

Necesitamos tener amor fileo porque necesitamos amigos verdaderos que se mantengan a nuestro lado, gente que esté conectada emocionalmente con nosotros y con quien podamos compartir nuestros pensamientos y sentimientos más íntimos. Finalmente, los cristianos necesitamos brindarnos amor storge unos a otros, un afecto familiar profundo que nos conforte y nos ayude a sentirnos conectados, con un sentido de pertenencia y sentirnos unidos a nuestra familia espiritual.

¿Cuáles son las características del amor de Dios?

Como habrá apreciado, solo Jesús poseyó y exhibió las verdaderas características del amor de Dios. El fue benigno, apacible, sumiso, dócil, manso, humilde, disciplinado y obediente.

¿Cuál es la prueba más grande del amor de Dios?

La Muerte de Cristo es la prueba suprema del amor de Dios.

¿Cómo demostrar el amor de Dios a mi familia?

Lo más importante que debemos hacer para fortalecer el amor de nuestra familia es vivir el primero y grande mandamiento: ‘Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente’ (Mateo 22:37). Nuestro Padre Celestial es la fuente de toda verdad y de todo amor.

¿Cómo se manifiesta el amor de Dios en la familia?

“Dios te ama” es una frase común y algunas veces carente de sentido. Dios te ama, más de lo que te pueda amar nadie en este mundo. Es una verdad. Decía San Ignacio de Loyola: Conoced y gustad interiormente. Dios nos revela que es un Padre Amoroso… ¿Pero en realidad sentimos que nos ama? Para sentir es necesario conocer que el amor de Dios es motivado por su paternidad, no por nuestra bondad; nos ama porque es nuestro Padre y nosotros somos sus hijos.

Suponga que vive en una familia formada por ocho hermanos, usted sentirá el amor de su padre por la relación personal que tenga con usted. Así se manifiesta el amor de Dios, él te ama a ti, porque se relaciona personalmente contigo.

Te ama incondicionalmente. Dios nos ama con amor eterno, antes de que tú le hayas amado, él… ya te amaba, porque su esencia divina es ser amor… “Dios es amor” dice San Juan. Dios nos manifiesta su amor en términos absolutos, siempre es siempre, nunca es nunca.

Dios no es hombre para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta, como puede ser el amor de nosotros para los demás o el mismo amor que le regresamos a Dios mismo, a veces sí, a veces no, a veces más, a veces menos.

Las ataduras que nos forjamos, como ser suficientemente buenos ante nuestros ojos; suficientemente inteligentes, suficientemente atractivos o suficientemente competitivos ante los ojos de los demás, es lo que nos aleja de sentir el verdadero amor… Dios te ama, te amó antes de que nacieras y te amará siempre y nunca te dejará de amar. Ahora que somos conscientes de la paternidad de Dios Nuestro Señor, de su amor perfecto, muéstrate a Dios como eres, porque además, te ama con misericordia; no temas, si hay algo en tu vida que Dios quiere perfeccionar en ti, te dará la gracia que podrás utilizar para ser mejor, o tirar esa gracia a la basura y seguir igual, pero igual ¡Eres un Hijo Amado de Dios! ¡Haz clic para ver la edición digital! Sylene Moreno de Carreon http://www. mifamiliamagazine. net/?team=sylene-moreno-de-carreon Fundadora de la Organización sin fines de lucro PCI Tesoros de Luz cuya misión es desarrollar de manera integral y eficiente, el adecuado proceso de rehabilitación en Niños con Parálisis Cerebral. Involucrando a los Padres, quienes aprenden las técnicas y la correcta administración de las Terapias en el hogar; basándose en la información de profesionales en la materia..

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¿Cómo se manifiesta Dios hoy en día?

Revelación, tradición e inculturación. Pautas para un ensayo – A) LA REVELACIÓN Y SU ACOGIDA EN LA FE Dios se da a conocer al hombre por medio de la creación ( 1 ). Así, en sentido amplio, se podría hablar de una revelación por la creación. También intuimos su presencia en lo profundo de nuestro interior: hacia Él, suma Verdad y sumo Bien, tiende todo el dinamismo humano, y en Él encuentra la felicidad.

Pero Dios, en su amor y libertad absoluta, puede venir al encuentro del hombre en la historia, autorrevelársele ( 2 ). De hecho, fue así y su autocomunicación culminó en la donación de sí mismo en Jesucristo mediante el Espíritu.

La pascua de Jesús, su muerte y resurrección (con la donación de su Espíritu), es esa culminación, el comienzo de lo definitivo (escatología), de la venida del reinado de Dios. Pero para que haya revelación, para que sea salvadora respecto al hombre concreto, ella tiene que ser recibida, es decir, necesita la respuesta de la fe ( 3 ).

  1. Esto es esencial al proceso de la autocomunicación de Dios: acoger su Palabra;
  2. La Palabra de Dios se la acoge propiamente en la fe, por la que el hombre se entrega a Dios en la obediencia de la fe ( 4 );

La fe viva es transformante y el pecador es justificado. Lo que recibe no es un recuerdo de Cristo, sino al mismo Cristo actuante en su Espíritu, y así el creyente pasa a ser una nueva creación ( 5 ) en Cristo, un hijo de Dios, con acceso al Padre por Cristo en el Espíritu ( 6 ).

  1. La fe es un don gratuito de Dios ( 7 );
  2. Por eso se puede recibir a Dios sin convertirlo en ídolo, a la medida humana: en el fondo, Dios se recibe a sí mismo en nuestro acto de fe;
  3. La fe es eclesial;
  4. ¿Cómo creeríamos si no se nos anuncia el Evangelio? ( 8 );

La Palabra reveladora de Dios convoca una comunidad, Iglesia, y es confiada a ella para su transmisión. Siempre que se recibe la Palabra, se produce (consuma) la revelación para ese individuo o comunidad. Lo que se revela y comunica es Dios mismo y su plan de salvación (economía) ( 9 ).

  1. Es la revelación del reinado de Dios y su venida en la historia y como historia;
  2. Se comunica, pues, al hombre la verdad y amor salvíficos, la vida eterna, la comunión con Dios;
  3. Dios es la Verdad que se comunica;

La revelación, por tanto, es la autocomunicación salvadora de Dios al hombre en la historia, que se recibe en la fe eclesial. B) LA TRANSMISIÓN DE LA REVELACIÓN Dios revela en la historia y utiliza a los hombres y comunidades creyentes para transmitir su revelación de unos a otros ( 10 ).

El hombre es así asociado a la acción de Dios. Así Jesús encargó a sus apóstoles (y sucesores) el anunciar el Evangelio, y todo fiel cristiano tiene el deber profético de testimoniarlo y proclamarlo ( 11 ).

Esa transmisión, que incluye la Escritura como forma privilegiada de ella, se llama también `tradición’, en un sentido amplio de esta palabra ( 12 ). En el sentido restringido, Tradición se contrapone a la Escritura. Así el concilio Vaticano II dice que la Tradición ( 13 ) y la Escritura están íntimamente conectadas y se comunican, formando, de algún modo, una unidad ( 14 ).

  • “La Sagrada Escritura, en efecto, es la locución de Dios, en cuanto, por inspiración del Espíritu Santo, se consigna por escrito; y la sagrada tradición, por su parte, transmite íntegramente la palabra de Dios, confiada por Cristo Señor y el Espíritu Santo a los Apóstoles, a los sucesores de ellos…” ( 15 );

Ambas constituyen el `depósito de la revelación’, un tesoro entregado a la Iglesia para ser conservado y transmitido en forma íntegra y vital a todos los hombres que lo reciban en la misma fe. Escritura y Tradición son dos modos diferentes (íntimamente conectados y formando una unidad) en que nos llega la única revelación, la Palabra viva y operante de Dios, el Evangelio de Cristo ( 16 ).

  • Porque la única revelación transmitida oralmente por los apóstoles, fue consignada por escrito, en forma privilegiada ( 17 ), por inspiración del mismo Espíritu que asistía a los apóstoles en su predicación ( 18 );

La Iglesia venera la Palabra de Dios con igual afecto en la Tradición y en la Escritura ( 19 ). La Iglesia no saca solo de la Escritura su certeza de todo lo revelado ( 20 ). La íntima trabazón entre Tradición y Escritura ( 21 ) corresponde muy bien a la naturaleza histórica y social del hombre.

  • Así la objetividad (en cierto sentido la letra) de la Escritura, que no admite cambio ( 22 ), parece indispensable para que la Tradición no se desvíe ( 23 );
  • ; y a su vez, la Tradición parece indispensable para que recibamos (interpretemos) la Escritura en forma vital y salvífica en los diversos tiempos y circunstancias ( 24 );

En la Tradición, gracias al Espíritu Santo, la Iglesia reconoce lo que es Escritura inspirada y declara el canon de esta. Gracias al Espíritu, la Iglesia sabe que la revelación pública de Dios terminó con los tiempos apostólicos, que nos transmiten lo de Cristo, el Hijo, palabra definitiva de Dios, en el que ella culmina (Hb 1, 1s) ( 25 ).

“De donde se sigue que la economía cristiana, como nueva y definitiva alianza, no pasará jamás, y ya no hay que esperar nueva revelación pública antes de la gloriosa manifestación de nuestro Señor Jesucristo (cf.

1Tm 6, 14; Tt 2, 13)” ( 26 ). Así la revelación queda constituida delimitadamente como hecho histórico ( 27 ), y la tradición posterior se mueve en torno a la acogida y continua interpretación de una revelación ya históricamente realizada. Y es esa culminación conclusiva (escatológica) en Cristo, la que nos permite interpretarla desde Él y su pascua.

  1. De lo contrario, al no estar cerrada como revelación, no tendríamos una clave segura de interpretación;
  2. Y esa misma culminación conclusiva de la revelación en Cristo contribuye a que la Tradición sea un constante volver a esa su fuente para una mejor interpretación de la revelación en el presente;

Así la Tradición, transmitiendo la revelación, vive reinterpretándola, explicitando y profundizando, pero no añadiendo nuevo contenido, porque la revelación pública ya está terminada ( 28 ). Es interpretación sobre todo de la Biblia ( 29 ), pero también de los testimonios de la tradición eclesiástica para llegar a escuchar lo que la Palabra de Dios, siempre actual, nos quiere decir ahora, a la luz del testimonio interior del Espíritu.

Pero, gracias al Espíritu Santo, la Tradición termina en una nueva acogida en la fe, lo que constituye a su vez revelación para ese nuevo creyente (30). De esta manera la revelación continúa aconteciendo salvadoramente para nosotros, en nuestra apropiación vital por la fe.

Nos dice el Concilio: “Por la misma Tradición conoce la Iglesia el canon íntegro de los libros sagrados, y las mismas sagradas letras son en ella entendidas más a fondo y se tornan constantemente operantes; y así Dios, que habló antaño, sigue hablando sin intermisión con la esposa de su Hijo amado; y el Espíritu Santo, por quien la voz viva del Evangelio resuena en la Iglesia y por ella en el mundo, conduce a los creyentes a toda la verdad y hace que en ellos habite copiosamente la palabra de Cristo (cf.

  • Col 3, 16)” ( 31 );
  • Así la revelación va llegando a los hombres a lo largo de la historia;
  • No es, como ya dijimos, que Dios nos dé una nueva revelación pública, sino que se trata de la misma revelación pasada que, bajo el Espíritu, se va actualizando y enriqueciendo en su comprensión por los creyentes, y a través de este proceso Dios nos sigue hablando;

Dios, por tanto, sigue obrando la historia de salvación en y a través de su revelación en Cristo. En la lectura de los signos de los tiempos ( 32 ), el Espíritu Santo nos abre a nuevas perspectivas de la acción de Dios, que nos permiten una mejor actualización de la Tradición.

  1. La Iglesia, en su doctrina, vida y culto, transmite todo lo que ella es, todo lo que cree ( 33 );
  2. Y no solo la jerarquía, los institutos de vida consagrada y las sociedades de vida apostólica, las asociaciones de fieles, sino también todo fiel cristiano ( 34 ) está llamado a dar testimonio de su fe, a ser eslabón en esta cadena de transmisión (recepción y nuevo testimonio) de la revelación, que comenzó con el testimonio de la acogida primitiva y fundante de parte de la Iglesia apostólica ( 35 );

En la cadena de transmisión se destaca la época de los Padres de la Iglesia ( 36 ). Pero el oficio de interpretar auténticamente la Palabra de Dios escrita o por Tradición, compete al Magisterio de la Iglesia, el que no está por sobre la Palabra de Dios sino a su servicio ( 37 ), y goza en determinadas circunstancias del carisma de infalibilidad por asistencia especial del Espíritu.

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Pero, como la revelación termina en el creyente y Dios se revela a su Iglesia, a todos sus fieles, la comunidad creyente en su conjunto, conducida por el Espíritu, no puede errar en su fe ( 38 ), y al servicio de esa fe está el Magisterio.

De ahí que tanto Pío IX como Pío XII, antes de proclamar respectivamente los dogmas de la Inmaculada Concepción y de la Asunción de María, hayan preguntado por la fe, en esas verdades, de todas las Iglesias particulares. C) EL ESPÍRITU UNIVERSALIZA Y DESARROLLA EN EL TIEMPO El acontecimiento de Jesús, nuestro único mediador de la Nueva Alianza ( 39 ), fue un hecho singular en la historia, que Dios realizó una vez para siempre, como nos dice Hb respecto al sacrificio de Cristo ( 40 ).

  • Y sin embargo, es la Palabra decisiva de salvación para todas las edades y circuntancias de los hombres;
  • No ha sido dado otro nombre bajo el cielo en el que uno se pueda salvar ( 41 );
  • El plan de Dios es recapitular todas las cosas en Cristo ( 42 );

Cristo, siempre presente, de diversas maneras ( 43 ), en su Iglesia peregrina hasta la consumación de los tiempos ( 44 ), está sentado a la diestra del Padre, donde intercede por nosotros ( 45 ), esperando que sus enemigos sean sometidos bajo sus pies ( 46 ).

  1. Entonces entregará el reino al Padre para que Dios sea todo en todos ( 47 );
  2. ¿Cómo se universaliza la pascua salvadora de Jesús para todos los tiempos? Por el Espíritu de filiación ( 48 ) que nos derrama el Señor resucitado ( 49 ) y constituido en espíritu vivificante ( 50 );

El Espíritu es el don de Dios en los últimos tiempos ( 51 ), que está en nuestros corazones ( 52 ) y clama al Padre a nombre nuestro ( 53 ). Nos configura a Cristo, la Palabra de Dios. El Espíritu, que ya actuó en los profetas, en Jesús, en los apóstoles y en la fijación por escrito de la revelación, es el que actúa en la transmisión (“tradición”) de ella, en su acogida por el creyente.

  1. Es el que une (y da la identidad) a través de la pluralidad de expresiones de los hombres en la contemporaneidad, y a través de los tiempos históricos ( 54 ); y a la vez, es el que constantemente abre la Tradición a nuevas expresiones culturales en las cambiantes circunstancias;

Así como interviene en la inspiración de la Escritura, en la encarnación del Verbo, en la transubstanciación de las especies eucarísticas, así también a su nivel, en la siempre renovada inculturación de la revelación. Es la fuerza transformante de Dios para que recibamos su Palabra en la fe, su autocomunicación, y para que así seamos testigos ( 55 ).

Este es el Espíritu de la verdad ( 56 ), maestro interior, que actualiza lo de Cristo para cada circunstancia y nos va conduciendo a la verdad plena ( 57 ). El conoce las profundidades de Dios y nos hace profundizar en el conocimiento del misterio ( 58 ).

Y el creyente, en la medida de su conformación con Cristo (en su seguimiento) y de su apertura y docilidad al Espíritu, reflejando en sí mismo cada vez más el misterio de Dios, va creciendo en su comprensión. En ese sentido, el santo, transparencia de Dios y de Cristo, manifestación más cumplida de la revelación salvadora, es un lugar teológico para la profundización en la revelación ( 59 ).

Igualmente el pobre en el espíritu, de quien es el reino de los cielos ( 60 ), nos enseña quién es el Dios que se ha revelado y cómo corresponderle; en él encontramos a Jesús ( 61 ). Por otro lado, el Espíritu Santo es el que va purificando, vivificando y cristificando las culturas ( 62 ) en las que se presenta la revelación, se expresa la fe.

Así la inteligencia de la revelación va creciendo con el paso del tiempo, se va enriqueciendo hasta el día de la plenitud del reinado de Dios. Nos dice el Concilio: “Esta, que es la Tradición desde los apóstoles, progresa en la Iglesia bajo la asistencia del Espíritu Santo: pues crece tanto la percepción de las realidades cuanto de las palabras transmitidas, ya sea por la contemplación y estudio de los creyentes, que la confieren en su corazón (Lc 2, 19 y 51), ya sea por la íntima inteligencia de las cosas espirituales que experimentan, ya sea por el anuncio de aquellos que recibieron el carisma cierto de la verdad con la sucesión del episcopado.

Es decir, la Iglesia, en el correr de los siglos, tiende incesantemente a la plenitud de la verdad divina hasta que en ella se consumen las palabras de Dios” ( 63 ). Y en el día final ya no veremos en fragmento y en espejo, sino en la transformante visión cara a cara ( 64 ).

La comunidad de los salvados, Iglesia celeste, contemplará y alabará ( 65 ) en el gozo exuberante del cielo, en que Dios se nos comunicará directamente ( 66 ). Esto no significa que entonces se evacue el misterio del Dios uno y trino sino que este se volverá más esplendente como trascendente origen y patria de todo ( 67 ).

D) LA INCULTURACIÓN La aceptación de la revelación siempre es inculturada, porque la recibe (se la apropia) el hombre dentro de su cultura, en la que vive, piensa y se expresa; y así la transmite ( 68 ).

El mismo Verbo de Dios en su Encarnación, haciendo culminar la historia salvífica, se apropió la cultura de su época y medio, expresándose en ella. La autorrevelación de Dios es, pues, expresada y recibida en un lenguaje humano. ¿Puede el lenguaje humano elaborado a partir de lo sensible, expresar al Dios trascendente y su acción respecto al hombre? Aunque siempre queda corto, puede analógicamente, porque el lenguaje humano está abierto a ser “vehiculado” para significar, o hacer presente y comunicar una realidad que lo trascienda.

  • Correspondientemente en nuestro interior experimentamos la autotrascendencia del dinamismo de nuestro espíritu hacia la Verdad y Bien absolutos;
  • Pero nos advierte el concilio lateranense IV que en toda semejanza entre el Creador y su creatura hay que notar una mayor desemejanza ( 69 );

Jesús nos habló de Dios, su Padre, y nos contó la venida de su reinado en parábolas. Y ver a Jesús es ver al Padre ( 70 ), porque Cristo es la imagen del Dios invisible ( 71 ). Jesús en la cruz nos revela en plenitud que Dios Padre es amor ( 72 ). Este amor se muestra triunfante ( 73 ) en la pascua de Jesús, que incluye la donación del Espíritu de vida y libertad ( 74 ), de filiación.

  1. La revelación no puede no ser inculturada, pero las culturas son diferentes y cambiantes como el hombre a través de su historia;
  2. Por eso la Tradición debe ser viva, bajo la acción del Espíritu, para que la Palabra de Dios resuene con fuerza salvadora, sea interpelante, anuncie la buena nueva en lenguaje apropiado para ese hombre en sus circunstancias ( 75 );

Para esto se debe respetar la pluralidad de expresiones de la fe, p. en la liturgia, disciplina y modo de vida, dentro de la debida unidad. Para esto debería haber un cambio continuado en la forma de anunciar y presentar la Palabra conforme a la sucesión de las épocas.

Para realizar esto, ¿se puede distinguir fácilmente entre el contenido de la revelación y su forma de inculturación, propia esta última de una época, que puede haber ya pasado? La primera dificultad es que no podemos concebir un contenido sin algún tipo de lenguaje, que siempre lleva consigo la particularización de la cultura, debido a sus circuntancias.

Pero en la historia de la expresión de la fe, se va como decantando, sedimentando, de otra manera, el núcleo permanente de esta y, por tanto, de la revelación, a través de las nunca del todo satisfactorias expresiones de nuestro deficiente y cambiante lenguaje.

  1. Porque la fe, comunicada y entregada al hombre en la Tradición, está siempre en busca de inteligencia y de una más adecuada expresión ( 76 );
  2. Así, con esta transformación sucesiva del lenguaje, se va perfilando mejor el contenido de la Revelación;

Es la autocomunicación de Dios que se va iluminando con las cambiantes circunstancias. Es obvio que las diversas transculturaciones del mensaje van enriqueciendo su comprensión progresivamente. Además va creciendo, como ya dijimos, la intelección del misterio revelado, transmitido y experimentado, conduciéndonos el Espíritu a la verdad plena ( 77 ).

De esta manera, dada la mayor inteligencia y explicitación, se habla de la evolución o profundización del dogma, dentro de la misma fe ( 78 ). En la transmisión y desarrollo vital de la comprensión de la revelación encontramos, pues, una tensión permanente entre la unidad (histórica o diacrónica, y sincrónica) ( 79 ) y la diversidad plural.

El centro de unidad no solo es el origen, el contenido y la misión, sino el mismo Dios que se sigue revelando a cada hombre y comunidad en esa cadena de transmisión de la fe a través de su único Espíritu. Así los creyentes entran a participar de la única fe de la Iglesia que camina en la historia hacia la morada del Padre.

  • Esta revelación una, continuada, plural en sus expresiones, vehiculada por la Tradición, que siempre se renueva (se pone al día) meditando sus orígenes y que va profundizando su autocomprensión, es una admirable obra del Espíritu en la historia (80 ), que nos manifiesta el amor de Dios;

Es la presencia entre nosotros del Cristo glorioso, que nos va integrando a su pascua victoriosa, y a su obediente entrega al Padre. Y esta armonía o comunión sincrónica y diacrónica ( 81 ) (con una apostolicidad que se sigue renovando en la historia y abierta a la escatología) es una gran señal de que se trata del cauce auténtico de la Tradición viva, de su verdad, cuya manifestación culminará en la plenitud de los tiempos.

  1. Presupone la armonía con la Escritura, que nos hace siempre presente la fundante tradición apostólica ( 82 );
  2. El sensus fidei ( 83 ), obra del Espíritu, sabe discernir si lo que se dice, obra y vive corresponde (refleja) o no lo de Jesús;

Por eso que es tan importante la recepción por parte de toda la Iglesia. La Jerarquía, además de transmitir la Tradición en su predicación, etc. , es la gran garante de su autenticidad, bajo la asistencia del Espíritu. El gran lugar teológico es, pues, la Iglesia.

  1. El acto de fe, como dice Santo Tomás ( 84 ), no termina en las palabras o expresiones sino en la realidad;
  2. Como comenta el Catecismo de la Iglesia Católica ( 85 ), “nos acercamos a estas realidades con la ayuda de las formulaciones de la fe”;

Y el misterio siempre va a estar más allá, va a exceder a sus formulaciones. Pero porque el hombre siempre es el mismo, sus expresiones, si son fieles, alcanzan un valor universal, para todas las épocas, con tal que se las entienda según los contextos en que fueron definidas o adoptadas ( 86 ).

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Así, por ejemplo, la liturgia ( 87 ) nos presenta un rico tesoro de expresiones de la fe; igualmente los concilios, etc. Con todo, es deber pastoral de la Iglesia seguir buscando mejores adaptaciones a las diversas culturas ( 88 ) justamente para mantener la vitalidad de la Tradición.

Mantener viva la Tradición para que la Palabra de Dios llegue a los contemporáneos en forma interpelante y salvífica, requiere de los teólogos, pastores y fieles cristianos un continuo esfuerzo hermenéutico para aggiornar el mensaje con una seria consideración de la Escritura y Tradición en sus contextos vitales y su respectiva reinterpretación también vital para el mundo de hoy.

Así se habla del círculo hermenéutico. E) EJEMPLOS DE RELECTURAS BÍBLICAS Sucesivas reinterpretaciones o desplazamientos de vocablos no solo acontecen en la tradición posbíblica, sino que estaban en el mismo corazón de la Biblia, a medida que se realizaba la progresiva revelación de Dios.

Así, por ejemplo, en el Antiguo Testamento el cumplimiento de una promesa puede convertirse en el punto de partida de otra ( 89 ); las profecías podrán ser reinterpretadas. Podríamos decir que hay una continua relectura de la revelación ya habida. Así la apocalíptica es una literatura de relectura.

  1. Y el Nuevo Testamento va a ser también una relectura fundamental del antiguo, que culmina en él;
  2. Para el cristiano solo desde Cristo se lee en plenitud (se quita el velo ( 90 )) el Antiguo Testamento, que es una cierta preparación del nuevo, una gran profecía (en sentido amplio) de este;

Pero, a su vez, solo conociendo al antiguo se domina el lenguaje que va a ser reutilizado en el nuevo. La profecía, aunque sea sombra y tipo, sirve también para aclarar el cumplimiento. Nos dice DV 16: “Dios, por tanto, inspirador y autor de los libros de uno y otro testamento, los dispuso con tal sabiduría que el nuevo estuviera oculto en el viejo y el viejo manifiesto en el nuevo.

  • Porque, si bien Cristo con su sangre fundó una nueva alianza (cf;
  • Lc 22, 20; 1Co 11, 25), sin embargo, los libros del Antiguo Testamento, asumidos íntegros en el anuncio evangélico, adquieren y muestran en el Nuevo Testamento su significación completa (cf;

Mt 5, 17; Lc 24, 27; Rm 16, 25s; 2Co 3, 14-16) y, a su vez, lo iluminan y explican”. Más de una vez en la historia, la raíz veterotestamentaria ha contribuido a que el cristianismo no derivara en gnosis. La relación del Nuevo Testamento al antiguo, como culminación, como superación y conservación a la vez, es clave para la correcta intelección del cristianismo.

Si nos fijamos ahora solo en algunos de los títulos de Jesús, en el Nuevo Testamento, percibiremos desplazamientos que corresponden a condiciones culturales y espirituales de profundización o explicitación de la fe.

Así, por ejemplo, el misterioso y ambiguo `Hijo del hombre’, que rememoraba el personaje de Dn 7 y que usó Jesús, según los evangelios, para autodesignarse, desaparece rápidamente en los otros escritos del Nuevo Testamento, y con el tiempo “Hijo del hombre’ se contrapondrá simplemente a `Hijo de Dios’, al tratar de Cristo ( 91 ).

Por el contrario, el título mesiánico de `Hijo de Dios’, al que se refiere el sumo sacerdote en el interrogatorio de la pasión, pasará a significar al Hijo unigénito del Padre, que es preexistente y fue enviado.

Y el mismo título `Cristo’, que para un judío significaba mesías (ungido), para muchos oídos griegos pasará a integrar el nombre propio `Jesucristo’. F) EJEMPLOS DE RELECTURAS DOGMÁTICAS Pasando a la época de los Padres de la Iglesia, época privilegiada y paradigmática de la Tradición, en que se produce la inculturación greco-latina de la revelación, también constatamos en ella desplazamientos en las expresiones de la fe.

Si nos fijamos solamente en la elaboración de las fórmulas dogmáticas, de gran trascendencia salvífica y de mucho influjo en la cultura, que expresan los misterios del Dios trino ( 92 ) y la encarnación ( 93 ), veremos lo difícil de la búsqueda, el tiempo que tomó y la recuperación de fórmulas o vocablos que podrían parecer rechazados en ciertos momentos.

Así, por ejemplo, entre Nicea y Constantinopla I, los Padres Capadocios tienen que reformular la noción de hipóstasis como diferente a la de ousía, contrariamente a la equivalencia de esos dos vocablos en Nicea. Agustín, que traduce la “hipóstasis” griega por “substancia”, dirá que la fórmula trinitaria griega quizás se deba al uso de esa lengua.

  1. El hablará de “tres personas”, pero esto para no quedarse callado y por tradición, porque si persona es un absoluto (no un relativo), debería ser una ( 94 );
  2. Pasando ahora a la fórmula de la Encarnación, en Calcedonia se niega el “de dos naturalezas” de Eutiques, para afirmar la persona “en dos naturalezas”, después de la unión;

Sin embargo, una vez consolidada esta interpretación básica, se retomará el “de dos” adjuntándolo a “en dos” ( 95 ). Igualmente se propondrá una lectura ortodoxa para la fórmula de S. Cirilo de Alejandría: “una naturaleza del Logos Dios, encarnada” ( 96 ).

Más aún, después de la histórica y lamentable separación de la Iglesia Ortodoxa Copta respecto a la Iglesia Católica, ambas Iglesias acaban de reconocerse mutuamente la fe verdadera bajo expresiones diferentes ( 97 ).

Estos ejemplos nos señalan algunas de las búsquedas e insatisfacciones que rodean las fórmulas con que expresamos el misterio en el deficiente lenguaje humano y que es dependiente de las culturas. G) REVELACIÓN CRISTIANA Y POSIBLES MANIFESTACIONES EN OTRAS RELIGIONES Vista esta presentación sumaria de algunos aspectos de la Tradición viva, terminemos considerando cómo pueda la Revelación en la práctica ser ofrecida a todos los hombres y ser aceptada, con ayuda de la gracia, por los hombres de buena voluntad, cuando estos se encuentran fuera de las fronteras del testimonio y de la predicación cristianos, cuando no están directamente al alcance de la Tradición.

Recordemos que la revelación es salvadora y que la fe es condición de salvación ( 98 ). Por otro lado, Dios quiere que todos se salven ( 99 ) y existen masas y culturas en las que no se oye hablar de Cristo.

En ese contexto histórico, si la posibilidad de salvación es real, tenemos que aceptar que basta la fe implicada en una real entrega del hombre al `Dios desconocido’ ( 100 ). Y en esa fe implícita se realiza para esos hombres, a su modo, una cierta revelación (entendiéndola no en el sentido de la revelación cristiana) o manifestación salvadora que culmina en ese acto de fe.

  1. Pero además de esto, algunos, como K;
  2. Rahner ( 101 ), se preguntan si Dios no habrá `revelado’ (en el sentido recién dicho), para algunos públicos en alguna otra religión, algo de su verdad, en los enormes espacios y tiempos de la historia, dado el corto espacio de tiempo de la revelación “oficial” judeocristiana y de su tradición posterior;

Pero esos como girones de manifestación de Dios, que entonces podríamos tener en otras religiones, oscurecidos por el pecado de los hombres y pueblos, no estarían garantizados por Dios. Y la forma de discernir la posible verdad revelatoria en ellos sería con la luz del Nuevo Testamento, con el criterio de lo de Cristo Jesús.

H) CONCLUSIÓN La Revelación es, pues, la Palabra de Dios para salvación de los hombres. Está inculturada en el lenguaje humano, lenguaje que aportan las culturas y que es, a su vez, transformado por esta Palabra.

Así la Palabra de Dios, revelada e inculturada, guarda una profunda similitud con Jesús, la Palabra del Padre encarnada y también inculturada, en el que culmina toda palabra, toda revelación de Dios ( 102 ). Él, el revelador, enviado por el Padre ( 103 ), está siempre presente en su Iglesia, de la que es cabeza ( 104 ).

Su Espíritu es el maestro interior que nos lleva a toda verdad sobre Él y nos lo actualiza; es el gran agente de inculturación de la revelación. En la Eucaristía, en que Cristo goza de varias presencias ( 105 ), tenemos ambas palabras de Dios: la mesa de la Escritura y la mesa en que Cristo y su sacrificio redentor se hacen verdadera y realmente presentes en misterio ( 106 ).

La primera se ordena a la segunda. Y así como la Eucaristía prolonga la Encarnación de Cristo en extrema kénosis ( 107 ), así también, en cierta manera, la Palabra de Dios (inculturada) es también una encarnación del Dios que se revela, y apunta a la Encarnación de Cristo en el seno de María la Virgen.

Solo queda que todo el pueblo de Dios, bajo la guía del Espíritu y siguiendo la auténtica interpretación del Magisterio, reciba siempre inculturadamente la revelación y, dando testimonio, la transmita en forma viva y creativa a otros hombres, generaciones y culturas, para la salvación.

Y para descubrir toda la riqueza de la Tradición debemos escuchar atentamente las expresiones del Espíritu en las otras Iglesias cristianas y comunidades eclesiales, debemos convertirnos a la Palabra viviente. El Dios de la revelación es el Dios de la vida y de la salvación, que tiene un amor especial por los más pobres.

RESUMEN El autor nos presenta un ensayo sobre la Tradición. Después de describir el papel de la Escritura y tradición en la transmisión de la revelación, destaca la gran obra del Espíritu al respecto. La revelación sigue realizándose para el creyente que la acepta en la fe.

La revelación siempre es inculturada en la diversas y cambiantes culturas humanas. En ese sentido no hay una revelación pura a la que se pueda simplemente añadir o sacar una cultura determinada. Con todo, en la historia se va como decantando, sedimentando, un núcleo permanente de la revelación, más allá de las expresiones culturales.

  1. Se produce un progresivo enriquecimiento en su comprensión;
  2. La armonía sincrónica y diacrónica constituye una gran señal del cauce auténtico de la Tradición;
  3. Como la verdad no se agota en las palabras, el autor trae ejemplo de relecturas bíblicas y patrísticas;

Finalmente, se pregunta por posibles manifestaciones “reveladoras” de Dios, al margen de la tradición cristiana. ABSTRACT The article presents an essay on the Tradition. After describing the role of the Scriptures and the Tradition in the transmission of the revelation, the author highlights the great work of the Spirit in this respect.

He claims that the revelation is still in progress for those who accept it with faith. This revelation always appears embedded in the various changing human cultures. In this sense, there is not a pure revelation, to which a certain culture can be simply added to or removed from.

However, there is a certain permanent core of the revelation, which seeps into history, as sediments, going beyond cultural manifestations, and providing so a progressive enrichment to its understanding. The synchronic and diachronic harmony makes up the sign of the authentic path of the Tradition.