Por Que Dios Permite La Maldad?

Por Que Dios Permite La Maldad
¿Cómo nos ponemos de parte de Dios? – Nuestro modo de vivir demuestra si queremos o no que Dios nos gobierne Para empezar, tenemos que averiguar cómo quiere que lo adoremos y comenzar a practicar la religión verdadera, la cual basa sus enseñanzas en la Biblia ( Juan 4:23 ).

  1. Además, si seguimos el ejemplo de Jesús y no participamos en la política ni en las guerras , estaremos rechazando el gobierno de Satanás;
  2. Lea Juan 17:14;
  3. Satanás usa su influencia para que la gente adopte prácticas que le hacen daño y que son inmorales;

Al rechazar tales prácticas, puede que amigos y familiares se burlen de nosotros o nos hagan la vida difícil ( 1 Pedro 4:3, 4 ). Si eso sucede, tendremos que tomar una decisión. ¿Buscaremos la compañía de quienes aman a Dios? ¿Obedeceremos las sabias leyes divinas? Si lo hacemos, demostraremos que Satanás mintió al decir que, bajo presión, nadie obedece a Dios.

¿Qué dice Dios con respecto del mal?

Mal como ausencia de bien o teodicea agustiniana [ editar ] – El teólogo del siglo V Agustín de Hipona mantuvo que el mal solo existía como privación o ausencia de bien. La ignorancia es un mal, pero solo es la ausencia de conocimiento, que es bueno; así mismo la enfermedad es la ausencia de salud y la crueldad lo es de compasión.

  • Dado que el mal no tiene realidad positiva per se , no puede causarse su existencia, por lo que Dios no es el responsable de ella;
  • En su forma más fuerte, este principio identifica al mal como ausencia de Dios, que sería la única fuente de todo lo que es bueno;

Una opinión similar utiliza el concepto taoísta del yin-yang , que permite que tanto el bien y el mal tengan una realidad positiva, pero sostiene que son opuestos complementarios tal que la existencia de cada uno es dependiente de la existencia del otro.

  1. La compasión, como virtud, solo puede existir si hay sufrimiento del que compadecerse; la valentía solo existe si enfrentamos el peligro; el altruismo solo es preciso cuando hay los otros son necesitados;

A veces es llamado el “argumento por el contraste”. [ 123 ] ​ Quizás la crítica más importante de estos argumentos es que, aun si se concede su victoria frente al argumento del mal, son inútiles contra un “argumento de la ausencia de bien” que puede esgrimirse en su reemplazo, por lo que la repuesta solo es superficialmente eficaz.

[ 124 ] ​ [ 125 ] ​ Tomás de Aquino expresó este problema: Si uno de los contrarios es infinito, el otro queda totalmente anulado. Esto es lo que sucede con el nombre Dios al darle el significado de bien absoluto.

Pues si existiese Dios, no existiría ningún mal. Pero el mal se da en el mundo. Por lo tanto, Dios no existe.

¿Por qué existe la maldad en el mundo?

Una investigación ha identificado el origen común de la maldad humana: se llama Factor D. Agrupa a nueve comportamientos maliciosos que expresan el núcleo oscuro de la personalidad: el afán de poner por encima de los demás y de la comunidad, a cualquier precio, los intereses propios. Por Que Dios Permite La Maldad Una investigación en la que han participado científicos daneses y alemanes ha identificado el origen común de la maldad humana y lo han llamado el “factor oscuro de la personalidad” o “Factor D”. Según esta investigación, el “Factor D”  es la tendencia general a maximizar el interés individual sin tener en cuenta, de manera malintencionada, el daño que ese comportamiento puede tener sobre los demás, ni la inutilidad de su comportamiento. Todos los rasgos oscuros de la personalidad se explican por esta tendencia psicológica a poner los intereses personales por encima de cualquier otro interés, ya sea de otra persona o comunidad, según esta investigación.

  • Esta tendencia se expresa incluso cuando se disfruta haciendo daño a los demás;
  • Una  serie de creencias sirven como justificaciones que evitan los sentimientos de culpa, vergüenza o similares, en las personas que actúan de esta manera Esta investigación aporta también una compilación de los rasgos oscuros de la personalidad más frecuentes, acompañados de sus respectivas definiciones;

Pueden agruparse en nueve. Nueve rasgos oscuros El egoísmo es el primero de ellos y puede definirse como la preocupación excesiva por el beneficio propio a expensas de los demás y de la comunidad. El segundo es el maquiavelismo,  una actitud manipuladora e insensible hacia los demás, acompañada de la convicción de que el fin justifica los medios.

La desconexión moral es el tercero de los rasgos oscuros de la personalidad y se define como un estilo de procesamiento cognitivo que permite comportarse de manera amoral sin sentir remordimiento alguno por ello.

El narcisismo, cuarto rasgo, se define como una auto-admiración excesiva, acompañada de un sentimiento de superioridad y de una necesidad extrema de atraer constantemente la atención de los demás. La creencia persistente de que uno es mejor que los demás y que por lo tanto merece ser tratado mejor, es el quinto rasgo oscuro de la personalidad y se llama derecho psicológico.

  1. La psicopatía, sexto rasgo, se define como la falta de empatía y autocontrol, a lo que se le agrega un comportamiento impulsivo;
  2. El sadismo es el séptimo rasgo y se define como el deseo de infligir daño mental o físico a otros por placer;

El interés propio (entendido como el deseo de promover y destacar el propio estatus social) y el rencor, definido como destructividad y disposición a causar daño a otros, incluso si uno corre el riesgo de infligirse daño a sí mismo, son respectivamente el octavo y noveno rasgos oscuros de la personalidad establecidos en esta investigación.

Núcleo oscuro Según los autores de este trabajo, la mayoría de estos rasgos oscuros se pueden entender como manifestaciones de una única disposición subyacente común: el “núcleo oscuro” de la personalidad.

En la práctica, esto implica que, si se tiene tendencia a mostrar uno de estos rasgos oscuros de personalidad, también es más probable que se tenga una fuerte tendencia a mostrar otros de los rasgos oscuros. Ingo Zettler, autor principal de esta investigación, explica al respecto en un comunicado que en una persona determinada, el Factor D puede manifestarse principalmente como narcisismo, psicopatía o cualquiera de los otros rasgos oscuros, o bien como una combinación de varios.

  • “Nuestra gráfica del denominador común de los diversos rasgos oscuros de la personalidad, permite establecer que determinada persona tiene un Factor D alto;
  • Esto se debe a que el Factor D indica la probabilidad de que una persona participe en el comportamiento asociado con uno o más de estos rasgos oscuros «, dice Zettler;

En la práctica, esto significa que una persona que exhibe un comportamiento malévolo particular (como que le gusta humillar a otros) tendrá una mayor probabilidad de participar también en otras actividades malévolas (como hacer trampas, mentir o robar).

500 encuestados Aunque los nueve rasgos oscuros pueden dar lugar a tipos específicos de comportamiento, sin embargo, en su núcleo, generalmente tienen mucho más en común que lo que los diferencia. Por ello, el conocimiento de este «núcleo oscuro» puede jugar un papel importante para los investigadores o terapeutas que trabajan con personas con rasgos específicos de personalidad oscura, ya que es este “Factor D” es  el que determina diferentes tipos de comportamientos y acciones humanas imprudentes y maliciosas.

“Lo vemos, por ejemplo, en casos de violencia extrema, incumplimiento de normas, mentira y engaño en los sectores corporativo o público. Aquí, el conocimiento sobre el Factor D de una persona puede ser una herramienta útil, por ejemplo, para evaluar la probabilidad de que la persona vuelva a delinquir o participe en conductas más dañinas”, afirma Zettler.

  • Para llegar a estas conclusiones los investigadores encuestaron a más de 2;
  • 500 personas a las que, a través de una intensa batería de preguntas relacionadas con los comportamientos oscuros, estudiaron sus actitudes hacia la agresión o la impulsividad y sus comportamientos egoístas y poco éticos;

Referencia The dark core of personality. Moshagen Morten et al. Psychological Review, DOI:http://dx. doi. org/10. 1037/rev0000111.

¿Cómo se siente Dios al vernos sufrir?

(Isaías 63:9). Como vemos a Jehová le duele mucho vernos sufrir, a él no sólo le duele ver sufrir a Su Pueblo, sino también le duele ver sufrir a las demás personas, porque él valora la vida de cada persona, él es un Dios amoroso (1 Juan 4:8).

¿Qué es el mal desde el punto de vista religioso?

El mal para la religión Para las religiones abrahamánicas (judaísmo, cristianismo, islamismo) la concepción del mal deriva del dualismo con el bien y de la relación con un principio llamado Dios; se reduce al concepto de pecado.

¿Dónde se originó el mal?

El mal proviene de la nada que es ausencia y privación de Ser. Lo enun- cia como falta de participación del Ser Supremo. El hombre es ser en cuanto Dios le ha permitido participar de su Ser. Lo que no somos no viene de Dios sino de la nada.

¿Qué Salmo leer cuando hay problemas?

1 Líbrame de mis enemigos, oh Dios mío;ponme a salvo de los que contra mí se levantan. 2 a Líbrame de los que hacen iniquidad,y sálvame de hombres sanguinarios. 3 Porque, he aquí, han puesto acechanza contra mi vida;se han juntado contra mí poderosos,no por transgresión mía ni por pecado mío, oh Jehová.

¿Cómo actúa una persona mala?

11/10/2018 20:00 Actualizado a 17/09/2019 14:21 A cualquier persona que le preguntes te dirá que ha conocido a alguien “malo”. Pero no “malo” de ser un asesino en serie, un delincuente violento o el bueno de Twisty (que también), sino a ese tipo de persona que es “malo” a nivel psicológico; con una personalidad que incluye características que dejan bastante que desear.

  1. A nivel general, son personas que destacan por ser mentirosas, crueles, egocéntricos, tener una falta total de empatía o conciencia, además de ser terriblemente manipuladores;
  2. Todo ello, encubierto por una inteligencia, carisma, extroversión y encanto sin igual, que hace que más de uno (y de dos) caigan en sus redes;

Son personas de éxito, sí, pero también seres malignos que no pueden vivir si no se salen con la suya o ven sufrir a los demás. A algunos de ellos se les llama psicópatas, a otros narcisistas o maquiavélicos; y padecen un trastorno antisocial de la personalidad, que les hace vivir una vida en la que solo valen sus propias reglas de comportamiento, que saben adaptar a las normas sociales para pasar desapercibidos.

Existen diversas pruebas con las que un especialista puede determinar si padeces algún tipo de psicopatía, pero ninguna de esas características puede determinar si alguien tiene maldad. Porque no solo existe la psicopatía como trastorno antisocial de la personalidad, sino que hay muchos otros rasgos que muestran el lado más oscuro de la personalidad humana, como pueden ser el sadismo, el narcisismo o el maquiavelismo, entre otros.

Bien, pues todos ellos podrían tener un “origen” común que determinaría su maldad; o al menos, es lo que dice un reciente estudio de la Universidad de Copenhague, que habría conseguido demostrar que los aspectos más oscuros de la personalidad no solo estarían relacionados en todas esas manifestaciones antisociales, sino que además tendrían un mismo núcleo, que los investigadores han denominado Factor D y que también indicaría que aquellos que padecen cualquiera de estos trastornos probablemente muestren rasgos de otros trastornos igual de oscuros.

Según los investigadores, el Factor D estaría presente en los rasgos más oscuros de nuestra personalidad: el egoísmo, la agresividad, el maquiavelismo, el narcisismo, el sadismo, la psicopatía, la malevolencia, la arrogancia o la malevolencia.

Y es que este Factor D se podría definir como la “auténtica maldad”, que alguien manifestaría cuando intenta maximizar su utilidad a nivel individual ignorando, aceptando e incluso provocando de manera maliciosa la inutilidad de los demás, siempre acompañado de creencias propias que le sirven como justificaciones.

En resumen: todos estos tipos de personalidad tienden a poner sus propios intereses por encima de cualquier cosa, sin ningún tipo de culpa o vergüenza y no pensando en si hacen algún tipo de daño a otros (e incluso a sí mismos, si les ayuda a conseguir sus fines).

El estudio, publicado en la revista especializada , supone todo un avance en el estudio de los diferentes rasgos de la personalidad y sus posibles causas, siendo la primera vez que se establece un origen común o relacionado. Su importancia radica, sobre todo, en la dificultad de tratamiento de este tipo de trastornos, que han de ser tratados a través de terapia con un especialista que pueda identificar todos esos rasgos tan específicos y no con fármacos, ya que no existe un tratamiento específico para el trastorno de personalidad antisocial (pero sí se pueden tratar farmacológicamente alguno de sus síntomas, como la depresión que normalmente va asociada a este tipo de personalidades) y puede ayudar a evaluar las probabilidades de que el paciente desarrolle comportamientos incluso más dañinos.

¿Dónde reside la maldad?

Neurólogo asegura haber encontrado la región del cerebro donde reside la maldad. En la mayoría de los casos, este comportamiento se representa como una mancha oscura en el lóbulo frontal del cerebro.

¿Cuáles son las consecuencias de la maldad?

LÍBRESE DE LAS CONSECUENCIAS DE LA MALDAD En la Biblia aprendemos qué frutos trae, que, de hecho, afectan nuestra vida personal y espiritual: La maldad produce intranquilidad (Isaías 57:20-21) La maldad puede producir enfermedades físicas (Salmos 38:5-8) La maldad roba la paz interior (Salmos 38:5-8).

¿Qué dice la Biblia cuando uno está triste?

CITA – El presidente Ezra Taft Benson dijo: “Es común encontrar hombres y mujeres en el mundo que sienten remordimiento por las cosas que hacen y que están mal. A veces esto se debe a que sus acciones les causan, a ellos o a sus familiares, mucho dolor y sufrimiento.

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A veces se sienten así debido a que se les descubre y son castigados por sus acciones; sin embargo, este tipo de sentimientos no constituye la ‘tristeza que es según Dios’ (2 Corintios 7:10). “La tristeza que es según Dios es un don del Espíritu.

Es una forma sincera de darnos cuenta de que nuestras acciones han ofendido a nuestro Padre y a nuestro Dios. Es un conocimiento agudo y penetrante de que nuestro comportamiento hizo que el Salvador, que no conoció pecado, Él que es el mayor de todos, haya sufrido dolor infinito.

¿Qué dice la Biblia sobre el sufrimiento por amor?

El modelo del amor – Las Escrituras nos enseñan que Jesús sufrió por amor a Su iglesia. Así se revela el modelo perfecto del amor: el propio Hijo de Dios se dispuso al sufrimiento al que el Padre quiso someterle para rescatar a su pueblo. Por amor. Y amándonos, nos hizo amarle (Isaías 53:10, 1 Juan 4:19).

El Dios que dijo mediante Jeremías ” con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia “, es el mismo que más tarde revela, mediante Pablo escribiendo a los Efesios, que el misterio del amor del esposo hacia la esposa es un modelo a escala del amor de Cristo por sus escogidos, por quienes sufrió hasta entregar su vida (Jeremías 31:3, Efesios 5:25, 32) Este modelo de amor es perfecto, encarnado en aquel que ” por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando su propia vergüenza… ” (Hebreos 12:2).

Este amor es un ejemplo que no podemos ignorar, sino más bien apreciar y adoptar sin temor. No deberíamos, por tanto, huir del amor por miedo al sufrimiento.

¿Cómo se manifiesta el sufrimiento?

La ilimitada totalidad de sentido – La cuestión sobre el sentido del sufrimiento es específicamente bíblica. Presupone la fe en una ilimitada totalidad de sentido, la fe en que el universo en su conjunto descansa dentro de un contexto de sentido. Sólo desde ahí tiene sentido preguntar sobre el sentido del sufrimiento.

  1. Tal pregunta se plantea ante todo allí donde se cree en un Dios omnipotente y bueno, es decir, allí donde, por tanto, es posible preguntar: «¿cómo se armoniza ese hecho con la existencia de sufrimiento en el mundo?»;

En Homero no se plantea la pregunta sobre el sentido del sufrimiento. Los héroes homéricos viven todos dentro de una cierta tristeza. Saben que estarán sobre la tierra sólo un corto tiempo, y que luego deben bajar al Hades, donde les aguarda un oscuro destino.

A ninguno de ellos se le ocurre preguntar qué sentido tiene todo aquello. Es la «necesidad», contra la cual tampoco los dioses pueden nada. Sólo donde se acepta y se cree en un sentido universal, como sucede en la religión bíblica, llega a ser planteada como tal la pregunta sobre el sufrimiento.

Aparece como pregunta sobre la justificación de Dios (es decir, como justificación del obrar de Dios), pero no entendida en el sentido de que si Dios quisiera podría evitar cualquier sufrimiento (es decir, no poniendo en Dios la causa del sufrimiento).

Hay muchos que piensan que Dios podría haber hecho también una tierra de jauja (Schlaraffenland). Pero la pregunta entonces es si ése sería un mundo más deseable. Podemos fácilmente explicarnos que el obrar humano supone una naturaleza independiente del hombre.

Para poder obrar debemos contar con una tal fiable naturaleza. Además (la pregunta sobre el sentido del sufrimiento) presupone el hecho real de que vivimos en un mundo que nos es común, en el que seguimos los más divergentes fines; y que existe un mundo externo al hombre que es indiferente respecto a los gustos de cada cual y que, por eso, le opone resistencia.

La idea de una tierra de Jauja carece de sentido. No carece, sin embargo, de él la idea de una naturaleza que armonice por completo con los fines de la praxis humana. Pero de hecho tenemos que tratar con otra naturaleza distinta, emancipada de la praxis humana.

Aunque hay en ella, ciertamente, una razonable coordinación, integración, utilidad y belleza, todas esas cosas son sólo como ciertos vestigios de sentido dentro de un conjunto que no es verdadera totalidad, sino un mar de indiferencia formado por partículas que sólo giran alrededor de su propia reproducción.

  • Un símbolo de esa desintegración, es decir, de esa falta de sentido, es la tumoración cancerosa, la emancipación de las células;
  • La desintegración, la falta de sentido, es experimentada como sufrimiento;

El Nuevo Testamento, en la Pasión de Cristo, nos sitúa de manera extrema ante la dolorosa experiencia de la falta de sentido: «Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» También esto, en efecto, es un rol dentro de un drama. Jesús reza un versículo de un salmo, y representa el papel del siervo sufriente de Dios del Antiguo Testamento.

Pero el papel debe ser representado comprometiendo la entera existencia, y eso significa que quien lo representa debe perder de vista el conjunto del guión. El sentido del papel es la experiencia de la falta de sentido.

No cabe ver en esa historia de la Pasión ningún vestigio del heroísmo estoico. La Pasión de Jesús está descrita expresamente como algo que se hace contra su voluntad. A ella pertenece el ruego que dice: «haz que este cáliz pase de mí». Si nos preguntamos por el sentido cristiano del sufrimiento, debemos considerar cómo es interpretada la Pasión de Jesús en el Nuevo Testamento.

  • Hay en él dos pasajes centrales que ofrecen esa interpretación, uno del apóstol Pablo, quien afirma que Jesús se hizo «obediente hasta la muerte», y otro de la Epístola a los Hebreos, en el que de manera aún más fuerte se dice que «aprendió a obedecer a través del sufrimiento»;

¿Qué significa esto? En esos pasajes se presupone claramente que los hombres en su conjunto viven en un estado que no es el normal. El sufrimiento se manifiesta como el reverso pasivo del mal, que ha sido causado por la desobediencia. Pero también como el único medio para suprimir el mal, precisamente a través de una experiencia adecuada a él.

El mal atrae el sufrimiento, y con ello su propio juicio. Lo finito, que se pavonea de ser el centro de todo –y eso se llama desobediencia–, nada puede hacer para llegar a ser verdaderamente Dios. Su pretensión ilusoria se quiebra y su verdad pasa a ser el sufrimiento.

Pero en la verdad no puede existir el mal. El mal es esencialmente mentira. La autoafirmación propia del mal consiste sobre todo en separar mi propio mundo de experiencia del de los demás, de manera que el sufrimiento esté en los otros y en mí las ventajas.

Esa situación de asimetría, de alienación, sólo puede ser cambiada si la curvatio in seipsum, la curvatura propia del mal sobre uno mismo, se rompe; es decir, si dicha situación es contemplada desde un punto de vista exterior y, de esa manera, puede ser experimentado su absurdo como sufrimiento.

Sólo así torna el mal a la obediencia. El cristianismo enseña que todos nos encontramos en una situación como la descrita. La doctrina cristiana sobre el pecado original no dice sino que todos vivimos en un contexto general de culpa, en el que todos entran a formar parte cuando comienzan a pertenecer a la sociedad humana.

  1. La Psicología demuestra que, en una familia, por ejemplo, pueden existir situaciones neuróticas tales que, quien entre a formar parte de esa familia padecerá un tic, reproducirá la situación;
  2. Cada uno de nosotros está implicado ya desde niño en un inevitable contexto de culpa en el que se hace también culpable;

No se trata de que cada uno sea sólo una víctima pasiva, sino de que cada uno forma parte del juego, participa en la injusticia que cada uno comete contra los otros.

¿Por qué es necesario el mal?

Adrián Isaac Rojas Pérez – Mi corazón estaba concebido para el amor y la simpatía, y cuando la desdicha lo transformó hacia la maldad y el odio, sufrí un tormento que no puedes siquiera imaginar… el mal se convirtió desde entonces en el bien para mí.

  • MARY W;
  • SHELLEY, Frankenstein;
  • C omo veremos, la historia va entrelazando la gigantesca cadena de los siglos y ordena los hechos humanos de modo para nosotros ininteligible;
  • Es una interminable sucesión de eslabones del mal: sangre, sudor y lágrimas; de dolor, tristeza y miedo; de abandono, desesperación y muerte;

Por tanto, si hay un Dios benevolente, ¿por qué existe el mal y el sufrimiento? ¿El mal existe en los seres humanos? Estos densos interrogantes sobre el origen y el porqué de las dolencias de la humanidad, que indudablemente constituyen el desafío individual más grande de la fe cristiana y del hombre contemporáneo, han vagado por la mente de los hombres desde los tiempos de Epicuro, uno de los primeros pensadores en interesarse en tan turbulento tema.

En el siglo XX y en este siglo XXI debido a la gran cantidad de enfrentamientos bélicos y de otras muchas dolencias que han azotado a la humanidad, ocasionando pérdidas de vidas humanas y perjuicios aún más inconmensurables, ha resurgido la preocupación en la filosofía en torno al problema del mal.

Esos cataclismos, esos genocidios, esas guerras, esa pululante hambruna y otros males que retuercen al mundo moderno y ofenden a la humanidad entera, nos impulsan a indagar en el enigma que plantea la existencia del mal. En sus diversas modalidades el tema del mal es tan antiguo como el nacimiento de la humanidad.

Intrínsecos del ser humano, el mal y el bien no pueden ser excluidos de la filosofía. Con este motivo, hay que analizar la trayectoria de la producción literaria en cuanto a este tema a través de los entresijos que nos ha dejado la obra de George Bataille.

El autor de La parte maldita señala que la complicidad de la literatura con el mal conduce a una creación moral superior, que él llama hipermoral. La literatura es la expresión de una forma aguda del mal, y el mal para Bataille está vinculado a la embriaguez divina, a la preferencia por el instante sobre el futuro, al reino espontáneo de la infancia, a la vivencia del erotismo que implica romper con los límites del individuo y el acercamiento a la muerte.

  • En este sentido, la concepción del mal en Goethe es afín a la de Bataille;
  • Ahora bien, todos estas pulsiones tienen algo de infantil, y son naturalmente contrarias al bien;
  • El bien piensa más en el futuro, tiene más interés en el porvenir que en el presente, en el carpe diem más cercano a los instintos infantiles y también parecido al pulso de las pasiones de los amantes llenas de divina embriaguez;

Por tanto, la presencia del mal está justificada como preocupación del presente y como impulso de la infancia. Además, la pasión es contraria a la razón; el sentido es contrario al intelecto. Hay todo un conjunto de parejas irreconciliables que, en los argumentos de todas estas tramas conduce a consolidar la presencia del mal frente al bien como un elemento “razonable”.

Pero, más que dualidades o posiciones contrarias —aclaramos— es la conjunción de ambos conjugados, bien y mal, dolor y alegría, lo que estas experiencias persiguen. Y, justamente como tal, la rebeldía es la única postura que otorga al hombre su “totalidad”, su máxima intencionalidad, su grandeza en la medida que se sustituye su espíritu de conservación y apego a la vida por la tolerancia y búsqueda de la muerte.

Las nociones de rebelión, soberanía, irracionalidad y del mal se mezclan en la literatura de Bataille. Según Mario Vargas Llosa, la idea que constituye la raíz de esta concepción es la siguiente: la literatura puede expresar toda la experiencia humana, pero fundamentalmente expresa “la parte maldita” de esa experiencia; es el vehículo más eficaz y certero, el menos tramposo, que tiene ese lado combatido y deformado por la sociedad.

A esto cabe agregar que todo poeta, todo filósofo, todo revolucionario y todo científico llevan, por lo tanto —al construir un espejo independiente—, el estigma del pecado y lo demoniaco. 1 La desobediencia al orden unánime se traslada silogísticamente a la desobediencia a diferentes órdenes de lo establecido, en que cualquier intento de innovación o de búsqueda, cualquier “espejo independiente”, incurre en pecado y rebeldía.

De esta acentuación tenemos como ejemplo las Sagradas Escrituras. La Biblia empieza con esa historia. (Que la creamos o no es otro problema. ) Esa narración extraordinaria presenta al Mal en su más excelsa funcionalidad. Es decir, sin el Mal no existiría la historia humana.

No hay quien no lo sepa, está ahí: en la Biblia, el libro que está en el cajoncito de la mesa de luz de los hoteles, salvo en aquellos donde está el Corán. Si la Biblia se limitara a contar la historia del paraíso terrenal sería un libro muy aburrido.

Un mero relato naturalista y sin alternativas sobre dos seres que se pasean desnudos a través de la geografía paradisíaca. Todo esto es terriblemente vano, insulso y terriblemente aburrido, aunque tediosamente edificante. Al tentar a Adán, la serpiente le ofrece la posibilidad de la historia.

Al caer en la tentación, Adán ya no podrá seguir vagando desnudo entre las flores de la inocencia, pues al elegir la manzana —al elegir el pecado—, se arroja a la temporalidad, que es lo propio de la historia.

Lo eterno pertenece a lo divino. En el Paraíso, Adán y Eva habitaban los parajes de la eternidad bajo la mirada del buen Dios. Y de este modo, expulsados del Paraíso, dan inicio a la historia. La eternidad ha sido herida de muerte por el pecado. ¿Qué le faltaba al Paraíso? Le faltaba lo que señaló Hegel: la seriedad, el dolor, la paciencia y el trabajo de lo negativo.

En cuanto al Nuevo Testamento, el Mal se corporiza en un gran villano: Judas Iscariote. Se ha reflexionado mucho al respecto, pero vamos a insistir en un par de puntos. Judas es un villano tan perfecto y admirable porque sin él la historia de la redención humana por medio de la crucifixión del hijo no tendría lugar.

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La crucifixión reparará el pecado de la desobediencia inicial. Jesús viene a morir por todos nosotros, viene a redimir a los hombres del pecado, que se inició allá, muy tempranamente, en el Paraíso. Escrito el Antiguo Testamento —el del pecado, la ley y la ira de Dios—, había que escribir el Nuevo, que es el del sacrificio y la redención.

Pero en el Nuevo, tanto como en el Antiguo, el relato se cumple por la presencia del Mal. Para redimir a los hombres, Jesús debía ser crucificado. Para que Jesús fuera crucificado, Judas tenía que venderlo por treinta monedas, que parecen escasas pero fueron, no obstante, el precio metálico de la redención.

Esas treinta monedas compraron la conciencia de Judas, y transformaron su fe y su fidelidad en traición (desobediencia, pecado, mal), que puso a Jesús en el lugar exacto en que debía ser puesto para redimir los pecados de los hombres: en la Cruz. Dicho en otras palabras, sólo hay alguien tan importante como Jesús en la historia de la redención: Judas.

Era menester que Judas traicionara para que Jesucristo entregara su cuerpo al martirio y cumpliera su misión redentora. De ello resultará que la traición abra el camino a la redención y que el pecado posibilite la santidad del que debe morir para que todos sean perdonados.

Ninguno de los dos relatos (el del Antiguo y el del Nuevo Testamento) podría realizarse sin la presencia del Mal. Claro está que hablar del cristianismo como un “acontecimiento” implica restituirle su consistencia declarada: realización del mensaje bíblico, fragmentación de la historia en dos eras y promesa fundadora de una nueva historia.

Esta revelación tiene como médula la imposibilidad de la encarnación; empero, no plantea la muerte de Dios (lugar común del ateísmo contemporáneo), sino la “muerte de la muerte”, que es la condición de todo pensamiento del mal.

Se dice además que la dramaturgia del mal, de Cristo, culmina en el instante de la agonía, que es el punto de intersección entre la historia y la nueva historia, concebida como obra de la salvación y de la promesa de resurrección. En el pensamiento cristiano expresado por San Agustín el combate al mal es subjetivo y está en pugna constante entre las pasiones y el deseo de Dios.

Si el ser humano toma la opción de las pasiones del mal, es un mal radical, y esto implica el uso de la libertad para optar entre el bien y el mal. 2 Desde la Edad Media se considera que el ámbito imaginario de lo diabólico debe comprenderse partiendo de la coherencia interna y evolución histórica del discurso de la fe.

El mundo imaginario medieval tiene que ver con la angelología y la demonología orientales: se puede comprobar la insistencia de una visión dualista, incluso gnóstica, que no debe aislarse de la preocupación cristiana de sí mismo ni de la escatología de la salvación.

En el siglo XIV empezó a aglutinarse en un intenso sentimiento de miedo, sufrimiento y muerte. El ejemplo del antípoda posible de la imaginación creadora es Sade, en cuyos textos destaca la atrocidad como momento de angustia, que representa asimismo la complejidad del momento histórico que le tocó vivir.

El hecho de que ese momento sea el del sujeto moderno concebido como ateo puede discernirse en las obras de Molière: Don Juan encarna abiertamente el deseo del ateo, pues el movimiento de su desafío implica un momento de atrocidad… Sichére sostiene que la ficción sadiana, como antiteología del mal extremo, es la respuesta atea a la dramaturgia cristiana de la salvación.

Si el ateísmo integral como libertinaje es un atolladero, Sade representa el mal radical como lo impensado de la razón moderna. En la actualidad, afrontar la insistencia del pensamiento del mal exige considerar los discursos de la política, el psicoanálisis, la literatura y el cine.

Sichére afirma que la política, como fuerza de verdad, concibe las tres formas del mal: la barbarie colectiva, la criminalidad extrema y la delincuencia. Esta concepción parte de la trascendencia de la ley (para la que el sujeto del crimen está destinado a la redención: “axioma de Dimitri Karamazov”) y de la afirmación rebelde del sujeto soberano que trasciende todo orden social y toda legalidad.

  1. Recordemos que ese discurso aborda la dimensión del mal bajo los auspicios de la pulsión de muerte e intenta responder a la crisis de la sublimación moderna por medio de la ética;
  2. En el seminario “La ética del psicoanálisis”, en 1960, Lacan llamó al mal radical la “Cosa”, definida como la región límite que se encuentra de lado de toda subjetividad: el vacío que se encuentra en toda operación subjetiva;

En el cine sobran ejemplos: Entrevista con el vampiro , Seven , El abogado del diablo y Ase sinos por naturaleza , donde el diablo existe como construcción simbólica y profundamente significativa de la sociedad actual. En tanto, para Baudrillard (1991: 93), en la sociedad actual el mal se ha metido en todas partes; tenemos tanto miedo de enfrentarlo que preferimos disfrazarlo o ni siquiera nombrarlo.

En pocas palabras, todo lo que expurga su parte maldita firma su propia muerte. Éste es el teorema de la parte maldita , el pensamiento del posmodernismo que representa una lógica en el campo de las ideas: la perpetua reduplicación de uno de los términos resuelve toda contradicción, aunque en realidad sólo la encubra.

De igual modo, la energía o violencia de la parte maldita es la misma del principio del mal: el caos, el desorden y el desarreglo motivan la búsqueda de un nuevo orden o un nuevo caos. 3 Para Baudrillard el principio del mal implica un juicio crítico y criminal de las cosas; este juicio es, hasta hoy, públicamente impronunciable en cualquier sociedad (¡incluso liberal como la nuestra!); esta intolerancia se ha convertido en un muro que parece indestructible.

4 La totalidad del bien y del mal nos supera, pero debemos aceptarla por completo. No existe ninguna comprensión de las cosas al margen de esta regla fundamental. Es innegable que Jean Baudillard ha desarrollado una teoría muy interesante en su libro La transparencia del mal : a fuerza de expulsar nosotros la parte maldita y de dejar brillar únicamente los valores positivos, nos hemos vuelto dramáticamente vulnerables al menor ataque viral, como el del ayatollah, quien en cambio, no sufre, sin duda de un estado de deficiencia inmunitaria.

No se quiere decir con esto que deba existir el mal como violencia, sino saber denominarlo sin emplear eufemismos. Partimos de la idea de que todo lo que deshecha la parte maldita está condenado a su muerte puesto que el mal también engendra energía. No olvidemos que el mal es un principio vital: es principio de conocimiento desde el Paraíso.

Si abolimos el mal, abolimos parte de la existencia sólo para instaurar paraísos artificiales y simbólicos que no son los nuestros. Se debe mantener el principio de la existencia del Mal porque forma parte de nuestro universo simbólico.

Si se intenta expurgar el Mal instauramos un orden simbólico que no es el nuestro (no sería verdadero un paraíso en el que todo funcionara muy bien). De lo cual resulta que la seducción del mal es un desorden natural del mundo. Es decir, el mundo cree en el mal como un valor cruel y por eso es rechazado.

  • No obstante, constituye la otra parte del bien y es necesario;
  • Como dice Baudrillard, hemos de conformarnos con la dualidad bien y mal;
  • Como sabemos, la existencia está hecha de opuestos; sin embargo, muchas veces no comprendemos su alcance y nos confundimos en una danza de palabras oscuras y sin sentido;

Si queremos explorar seriamente y a fondo lo que es la verdad, debemos considerar los errores que cometemos generalmente al hablar de conceptos aparentemente opuestos como el amor y el odio o el bien y el mal. Para la mayoría, es bastante obvio que una actitud de amor es opuesta a una de odio, o que un acto bueno es totalmente contrario a un acto malo.

Sin embargo, ¿qué es lo que define el alcance de los conceptos del bien y el mal? Podemos decir, por ejemplo, que matar está mal y que salvar a una persona que se ahoga mar adentro está bien, y en ello casi todos estaremos de acuerdo.

Sin embargo, cuando pensamos en si está bien o mal casarse varias veces, o hasta casarse con muchas mujeres o muchos hombres, el veredicto sobre si “está bien” o “está mal” variará de acuerdo a las culturas y los sistemas de creencias. Volviendo a nuestros interrogantes principales: ¿qué es el bien?, ¿qué es el mal?, ¿quién dicta lo que es bueno y quién lo que es malo?, ¿son éstas definiciones sólo válidas dentro de un determinado contexto, dentro de los límites de un sistema, o podemos encontrar significados que aporten universalidad a sus contenidos?, resulta claro y obvio —más allá de situaciones límites— que no hay definiciones absolutas y que las posibles dependerán del observador.

  1. Tenemos conciencia en la vida cotidiana, al tomar numerosas decisiones con el pasar de los minutos, de que uno de los regalos de mayor valor que se nos ha concedido en la vida es el libre albedrío: la libertad de voluntad, la capacidad del individuo de elegir una línea de acción, sin ser manejado por influencias externas a su pensamiento;

En este mundo donde vagan el estigma del sufrimiento y la daga del dolor empujada por la mano de los seres humanos, cuando hace mal uso de su libertad la voluntad del hombre es propia, y sólo él es responsable de sus actos. Dios no es más que un simple espectador.

  1. Los hombres obnubilados por las obras malignas, capaces de disfrutar con el mal, de obrar de forma egoísta causando dolor y sufrimiento al prójimo con el fin de alcanzar el bien propio o de conseguir conocimiento, esos sujetos que pululan en nuestra sociedad, ¿por qué son así? Podemos tratar de entender ese comportamiento mediante el pensamiento de uno de los más grandes intelectuales franceses, Jean Jacques Rousseau, quien en El Contrato Social afirma que el “estado natural” del ser humano es ser bueno;

Rousseau describe al hombre natural en los términos del buen salvaje , como parte de una teoría que se popularizó junto con su célebre aserto: Todo es perfecto al salir de las manos del Creador y todo degenera en manos de los hombres. Con ello, nos da a entender que el mal no nace, sino que se hace; que el hombre moderno, al vivir en la sociedad, se ve llevado gradualmente a la necesidad de establecer vínculos sociales, saliendo de su estado natural.

En consecuencia, el hombre ha sido corrompido por la sociedad y se ha convertido en un ente del mal al tener contacto con ella. Kant, quien vivió también durante el siglo XVIII, dijo que todo hombre adolece de una inclinación natural al mal, de ahí que todos los padecimientos del hombre moderno resultan de empujar un copo de nieve colina abajo que termina convirtiéndose en una avalancha cuando culmina el desarrollo del individuo.

Con todo, esta justificación del mal es derrotista. Tal vez nunca llegaremos a comprender la maligna mente del hombre moderno, pero lo que sí entendemos es que al nacer y entrar en este mundo, el hombre es víctima del azar, de los zarpazos de la humanidad y de la sociedad.

Lamentablemente su frágil mente no es capaz de soportar los infortunios de la vida, y se torna al lado oscuro del yo. En su busca de ser confortado, el hombre se refugia en el odio y el rencor. Mary W. Shelley pone en las palabras del monstruo de Frankenstein, cuando éste presencia la muerte de su acosado creador lo siguiente: “Mi corazón estaba concebido para el amor y la simpatía, y cuando la desdicha lo transformó hacia la maldad y el odio, sufrí un tormento que no puedes siquiera imaginar… el mal se convirtió desde entonces en el bien para mí.

” Resulta así comprensible que a lo largo del camino de la vida nos encontremos ante bifurcaciones, viremos en incontables recodos y suframos innumerables golpes. El sufrimiento que resulta nos lleva a preguntarnos acerca del Mal. Hay golpes inevitables y de tal vigor que inundan de dolor al individuo.

Resuena entonces con diáfano sentido la poesía de Baudelaire dentro de las ruinas circulares de la mente humana. Cada día nos confrontamos con el mal, pequeño o grande: enfermedad y muerte, desastres naturales, pérdida de la cosecha o de un amor… o la mala suerte que anuncia la exposición en un cartel a la entrada para justificar el programa.

Y sigue: aunque tratamos de erradicarlo con ciencia, armas, muros y tecnología, no acabamos de tener éxito. Cuando los medios racionales no dan con la explicación, buscamos la causa en lo sobrenatural, porque la idea de que el mal está en nosotros mismos resulta humillante.

  1. El origen del mal, su representación y cómo lo mantenemos alejado de nosotros o luchamos contra él son las tres fases que completan la respuesta a esta cuestión universal;
  2. Percibimos el mal desde la infancia y tenemos de él experiencia de primera mano, pues todos, con mayor o menor entusiasmo, lo hemos hecho;

De esta manera, el problema del mal puede formularse así: si Dios hizo el mundo y Dios es santo e infinitamente bueno, entonces ¿por qué hay tanto sufrimiento y tanta maldad en el mundo? Ahora, si Dios creó el mundo y vio que era bueno, ¿de dónde sale el mal?, ¿quién lo creó?, ¿o nadie lo creó y brotó como hongo de la nada? Las religiones politeístas han elevado a sus panteones a dioses del mal.

El monoteísmo no puede hacerlo, porque no cabe concebir un Dios único sin que sea justo y bueno. De aquí se sigue que el infractor no piensa o considera a los demás, e ignora antecedentes, consecuencias y alternativas: se abalanza sobre un solo aspecto.

Tiene una obsesión que necesita saciar para liberarse de ella. En términos de Dostoievski, es una especie de poseso, de endemoniado. De entre todas las obsesiones, la que ha probado ser más peligrosa es la que surge del encandilamiento de las ideas, sobre todo las políticas.

  1. Lo que lleva a Raskolnikov al crimen son ciertas concepciones morales;
  2. Crimen y castigo es la apasionada respuesta de Dostoievski al superhombre nietzscheano, que cree estar más allá del bien y el mal;
  3. Pero los grandes crímenes del siglo XX, los de Hitler y Stalin, que sobrepasan en alcance y atrocidad a los cometidos en cualquier otro siglo, son resultado de designios políticos obsesivos y utópicos, encarnados por hombres que se creían puros, eficaces y lúcidos, cuando sólo eran desalmados y ciegos;
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Y, claro, ambiciosos: todos querían “quedar bien” y así, quedando bien, se hicieron criminales (¿con qué grado de conciencia?, ¿no se ve ahí cristalinamente que el mal que perpetraban se les ocultaba?). No todos están de acuerdo con esta visión, la oficial, y en cierto modo tranquilizadora, del mal.

  1. Hay otras, como la de Bataille, por ejemplo, que son perturbadoras;
  2. Un análisis del concepto del mal revela, según Bataille, que si se hace el mal para obtener una ganancia cualquiera (robas para tener algo de dinero, eliminas a alguien porque estorba tus ambiciones de poder), el mal que se perpetra es impuro, es casi un pseudomal;

El mal, dice, para serlo en pureza, debe ser gratuito e inmotivado. Uno de los méritos de novelas como Cumbres borrascosas —que, como se sabe, fue icono surrealista (Buñuel la filmó en México, con poco acierto)— es que presentan el mal así, inmotivado y sin ganancia alguna, pero no por ello menos encarnizado y virulento.

  • ¿Por qué hiciste lo que hiciste? Porque sí, no tengo ninguna razón;
  • Esta respuesta es inquietante: los humanos somos buscadores incansables de significados, y hemos desarrollado muchas maneras de hacer inteligible lo que nos sucede;

Pero hallamos aquí una imposibilidad: el mal, en esta concepción, es tal justamente porque no tiene ni puede tener sentido. Cualquier sentido lo disminuye y evapora. Extrae por completo el sentido de una acción, destruye por destruir, daña por dañar: ahí tienes el mal destilado y puro.

De aquí a decir que el mal es por necesidad banal, como se atrevió a sostener Hanna Arendt, no hay muchos pasos. Sobre el mal no puede construirse nada; el mal es autocontradictorio y autodestructivo, y por ello no puede prevalecer.

No se puede extraer el sentido de una acción generosa porque su propia generosidad engendra un sentido. La succión del sentido sólo puede aparecer en lo dañino e inmotivado. Para Dios no hay bien y mal, pero para nosotros sí. Lo que haya no lo podemos saber, pues bien y mal son categorías del pensamiento humano.

De ahí que el problema del mal, aunque pueda formularse, no tiene respuesta alguna. La existencia del Mal en el mundo actual es irrefutable desde nuestra racionalidad. Que sea una fachada del Bien de Dios, ininteligible para nosotros los hombres modernos, es algo que (hasta ahora) no podemos discernir.

Por otro lado, ¿eliminar el Mal?, ¿qué sería el Bien sin el Mal? Es difícil pensar en la existencia de uno sin que exista el otro. El Mal le da sentido a la búsqueda del bien. Hace que el hombre quiera superarse, aunque sea doloroso el precio. Sin embargo, es cierto que el hombre es culpable de consentir el mal y de no luchar contra la sociedad o contra sí mismo para evitarlo.

  • En la corrupta sociedad moderna vive o sobrevive el ser humano acosado por quienes padecen emociones tormentosas: misántropos que van por la vida con el peso del yunque del rencor y la culpa originados en misteriosos pecados y viejas dolencias;

En su última entrega literaria, escrita cuando ya tenía 86 años, con el sugestivo título de Antes del fin , Ernesto Sábato hace una especie de declaración de esperanza, de fe en el ser humano, dedicada a la juventud: “Sí, escribo esto sobre todo para los adolescentes y jóvenes, pero también para los que, como yo, se acercan a la muerte.

” Y enuncia de esta manera su principal mensaje: “Les propongo, entonces, con la gravedad de las palabras finales de la vida, que nos abracemos en un compromiso[…] Sólo quienes sean capaces de sostener la utopía, serán aptos para el combate decisivo, el de recuperar cuanto de humanidad hayamos perdido.

” Pero pronto caemos en la cuenta de que en el Mal siempre hay algo superfluo, un exceso que lo vuelve incomprensible. Es ese abismo que nos arroja más allá de lo humano. Un goce monstruoso, innecesario y fastuoso que devasta con sangre y pavor nuestras tímidas fronteras de lo posible.

  1. Al mismo tiempo, con caricias de colores, los artistas han representado el movimiento hisomórfico de los cuerpos haciendo el amor: lucha y atracción, vaivén que se acelera, placer que culmina con náusea, fuego fatuo: “Todo el ardor y el arrobamiento debe desembocar en el vacío”, señala Lou Andreas Salomé (1993: 77), “¿Y que otra cosa puedo hacer en un vacío sino caer en él?”, se pregunta Bataille (1984: 45);

Mas, para sobrevivir a la caída, los artistas y pensadores se unen en un abrazo cómplice que nos recuerda que este juego también es el juego del amor. Un ejemplo elocuente de lo anterior es el mismo Bataille, 5 quien meditó sobre el erotismo toda su vida (desde lo poético y lo literario hasta la teoría y la revisión antropológica del tema), con una postura consistente que ha marcado, sin duda, una manera recurrente de abarcar el tema.

Para Bataille, el erotismo es la experiencia del límite, la transgresión por excelencia, el derrumbe del orden de lo posible y el acceso a un reino extasiado en la eternidad de un instante efímero; en pocas palabras: lo imposible.

No se trata sólo de experiencias gemelas por su intensidad y arrebato, sino que éxtasis religioso y éxtasis sexual son dos ramas de la misma raíz arcaica, que comunica a lo humano con lo animal. La violencia del deseo sexual despierta en la carne trémula la memoria de la caza; el sujeto se vuelve salvaje y exige sangre.

  1. El arrebato sexual se asemeja al asesinato: hay un deseo inconfesable de destrozo y de muerte;
  2. La violencia del placer espasmódico, nos dice Bataille, es, a la vez, el corazón de la muerte;
  3. El ritual religioso, por su parte, siempre ha estado ligado a la muerte;

El sacrificio es un asesinato. Ante Cristo crucificado los cristianos practican su piedad. En el grabado de José Hugo Sánchez, La última tentación de Cristo (con la rapidez del inconsciente que se expresa mediante el dibujo sobre la hoja en blanco), se abre la excomulgada hipótesis del orgasmo del crucificado.

Semen y sangre derramados atan al culto cristiano con lo más atávico y arcaico. El impulso erótico, tanto como el religioso, 6 son movimientos que tienden al exceso, su realización se idealiza como la fractura del límite, la fusión con la totalidad, la disolución en la continuidad del ser.

El humano, carente y discontinuo, busca en estos arrebatos la paz de la totalidad, que no es sino pulsión de muerte. Entre los conceptos que arrojó Bataille, es célebre la noción de petit mort para referirse al orgasmo. LC.

¿Cuáles son las características de la maldad?

El individuo que presenta maldad se caracteriza especialmente por no tener sentimientos de cariño, amabilidad, aprecio, empatía por el otro que sufre, entre otras emociones positivas, sino por el contrario, un sentimiento de absoluta aversión por todo lo que lo rodea, que lo guiará a actuar con la conducta más fría y.

¿Qué podemos hacer para evitar la maldad?

¿Qué dice en Proverbios 13 3?

3 El que guarda su boca guarda su alma,pero el que mucho abre sus a labios acaba en desastre. 4 El alma del perezoso desea y nada alcanza,pero el alma de los diligentes será prosperada.

¿Qué dice Proverbios 17 13?

13 Al que da mal por bien,el mal no se apartará de su casa. 14 El comienzo de la contención es como el soltar de las aguas;deja, pues, la a rencilla antes que se complique. 15 El que a justifica al malvado y el que condena al justo,ambos son igualmente abominación a Jehová.

¿Qué dice en Proverbios 15 1?

1 La a blanda respuesta quita la ira,mas la palabra áspera hace subir el furor. 2 La lengua del sabio emplea bien el conocimiento,mas la boca de los necios profiere a sandeces. 3 Los a ojos de Jehová están en todo lugar,mirando a los malos y a los buenos.

¿Qué dice en Mateo 5 44?

1 a Y al ver las multitudes, subió al monte y se sentó. Y vinieron a él sus discípulos. 2 Y abriendo su boca, les enseñaba, diciendo: 3 a Bienaventurados los b pobres en espíritu , porque de ellos es el reino de los cielos. 4 Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.

5 Bienaventurados los a mansos , porque ellos recibirán la b tierra como heredad. 6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de a justicia , porque ellos serán b saciados. 7 Bienaventurados los a misericordiosos , porque ellos alcanzarán misericordia.

8 Bienaventurados los de a limpio b corazón , porque ellos c verán a Dios. 9 Bienaventurados los a pacificadores , porque ellos serán llamados b hijos de Dios. 10 Bienaventurados los que padecen a persecución por causa de la justicia, porque b de ellos es el reino de los cielos.

  1. 11 Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de a mal contra vosotros, mintiendo;
  2. 12 a Gozaos y alegraos, porque vuestro b galardón es grande en los cielos; pues así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros;

13 Vosotros sois la a sal de la tierra; pero si la sal perdiere su sabor, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. 14 Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.

15 Ni se enciende una a vela y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. 16 Así alumbre vuestra a luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas b obras y c glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.

17 No penséis que he venido para abrogar la a ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para b cumplir. 18 Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se a haya cumplido.

  1. 19 De manera que a cualquiera que b quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así c enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos;
  2. Pero cualquiera que los cumpla y los enseñe, este será llamado grande en el reino de los cielos;

20 Porque os digo que si vuestra a justicia no excede a la de los b escribas y a la de los fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. 21 Oísteis que fue dicho a los antiguos: a No b matarás ; y cualquiera que matare c será culpable de juicio. 22 Pero yo os digo que cualquiera que se a enoje con su hermano será culpable de juicio; y cualquiera que diga a su hermano: b Raca , será c culpable ante el concilio; y cualquiera que diga: Insensato, quedará expuesto al fuego del d infierno.

23 Por tanto, si traes tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, 24 deja allí tu ofrenda delante del altar y ve, a reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.

25 a Reconcíliate pronto con tu adversario, entretanto que estás con él en el camino, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez te entregue al alguacil, y seas echado en la cárcel. 26 De cierto te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el a último cuadrante.

  • 27 Oísteis que fue dicho: No a cometerás adulterio;
  • 28 Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para a codiciarla , ya ha cometido adulterio con ella en su corazón;
  • 29 Por tanto, si tu ojo derecho te es a ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; porque mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al b infierno;

30 Y si tu a mano derecha te es ocasión de caer, córtala y échala de ti; porque mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al b infierno. 31 También fue dicho: Cualquiera que repudie a su esposa, déle carta de a divorcio.

  1. 32 Pero yo os digo que el que a repudia a su esposa, a no ser por causa de b adulterio , hace que ella cometa adulterio; y el que se casa con la repudiada comete adulterio;
  2. 33 Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: No a jurarás falsamente, sino que cumplirás al Señor tus b juramentos;

34 Pero yo os digo: No a juréis de ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; 35 ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. 36 Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro ni un solo cabello.

37 Mas sea vuestro hablar: Sí, sí, o No, no, porque lo que es más de esto, del a mal procede. 38 Oísteis que fue dicho: a Ojo por ojo, y diente por diente. 39 Pero yo os digo: No resistáis al malo; antes bien, a cualquiera que te golpee en la mejilla derecha, a vuélvele también la otra; 40 y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; 41 y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos.

42 Al que te pida, a dale ; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses. 43 Oísteis que fue dicho: Amarás a tu a prójimo y aborrecerás a tu enemigo. 44 Pero yo os digo: a Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y b orad por los que os ultrajan y os persiguen; 45 para que a seáis b hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos.