Donde Esta El Espiritu De Dios Hay Libertad?

Donde Esta El Espiritu De Dios Hay Libertad

El Espíritu de Dios da libertad para elegir lo bueno. – El Espíritu de Dios rompe todas las ataduras que te impiden agradar a Dios. Esta es la libertad que te da: libertad para negarte a hacer lo malo y elegir  lo bueno. Libertad para alabarle en vez de quejarte. Es libertad para hablar de Cristo sin ningún temor. Significa que tienes la libertad para actuar según la justicia de Dios y no por lo que te dictan tus emociones. Así que tienes que creer que eres libre de miedo, de tristeza, de culpas, de ira, de dolor, de enfermedades, de pobreza.

  • Eres libre de todo el pecado que te abrumaba antes de recibir el perdón;
  • Ya no hay nada que te detenga para llevar una vida que te lleve a la bendición de Dios;
  • ¡Vive con amor, gozo y paz! Tienes libertad para perdonar, para estar alegre y para tener calma en medio de una tormenta;

El Espíritu Santo vive en ti y recuerda que el Espíritu de Dios da libertad siempre. Avanza a todo lo que es agradable al Señor para que vivas la vida en  victoria que Jesús te ha dado por herencia en esta tierra… y al final la vida  eterna. Te ayudará también: ” Guíame Espíritu Santo ” Querida amiga, si te ha bendecido este mensaje, no dudes en compartirlo con tus contactos y deja un comentario para saber que nos visitaste.

¿Dónde está el Espíritu de Dios hay libertad según la Biblia?

17 Porque el Señor es el Espíritu ; y donde está el a Espíritu del Señor, allí hay b libertad. 18 Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la a gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma b semejanza, como por el Espíritu del Señor.

¿Qué es la libertad del Espíritu Santo?

Es el que no se ve atado a planes ajenos, por sesudos que éstos sean, puesto que en la vida de cada cual los diseños más importantes son los propios. Este espíritu actúa por derecho y no por permiso.

¿Dónde habita el Espíritu de Dios?

Al hablar de una persona enseguida nos viene a la mente preguntar: ¿quién es?, ¿de dónde viene?, ¿cuál es su origen, su nacionalidad, su estirpe…? Pero al referirnos al Espíritu Santo, se nos rompen los moldes y tenemos que echar mano de la fe para trasladarnos a los planos divinos en donde lo incomprensible se estrella con nuestras limitaciones mentales y con la carencia datos históricos.

  1. No obstante, el Espíritu Santo ha estado presente en el mundo y la vida, desde antes que todo lo creado y visible tomara forma;
  2. El primer verso de la Biblia afirma que el Espíritu Santo existía ya desde antes; y aún más, cuando todo era oscuridad y caos, ya el Espíritu de Dios se mecía  sobre las aguas;

(Gen 1,1) Por Él fueron creadas todas las cosas que podemos contemplar y es Él quien renueva la vida. ¿Quién es el Espíritu Santo? El Espíritu Santo es una de las tres personas de la Santísima Trinidad; y no es precisamente fácil hablar del Espíritu Santo, porque tampoco es sencillo hablar de la Santísima Trinidad, pues  nuestra mentalidad no logra abarcar a Dios en su totalidad, ya que el Espíritu Santo es el mismo espíritu de Dios, y el espíritu de Jesús que vive y actúa en su Iglesia y en el corazón de cada persona.

A Dios Padre lo identificamos como “creador”, a su Hijo Jesucristo como el “redentor”, y al Espíritu Santo como “santificador” ¿Dónde podemos encontrar al Espíritu Santo? Al Espíritu Santo no podemos verlo físicamente, pero sabemos por la fe que vive en lo más íntimo de cada uno.

Ese espacio que unos llaman el corazón, el alma, el centro del ser… o cualquier otro nombre, es lo que constituye verdaderamente a la persona. Aunque bien sabemos que se no trata de un espacio físico, sino de lo que verdaderamente somos. Allí, en ese íntimo “yo”  percibimos con demasiada evidencia la acción de Dios que nos acompaña en toda la vida.

También lo vemos en las personas que manifiestan la presencia del espíritu de Dios desde las acciones que van desplegando día a día… ¿Cómo actúa el Espíritu Santo? Es el Espíritu Santo quien mueve los corazones hacia el bien, para que hagamos lo que es bueno.

Hay cosas incomprensibles para los seres humanos. No podemos explicarnos ciertos comportamientos generosos, de personas que se desprenden de lo suyo, o que se dedican en cuerpo y alma a hacer el bien a sus semejantes en forma desinteresada, ¿sólo por gusto?, ¿sólo por el placer de hacerlo? No.

  1. Hay sacrificios verdaderamente heroicos, que proceden de una fuerza superior a la que dictan los instintos humanos, cosas que verdaderamente proceden de Dios y no los percibimos sino desde una óptica superior;

Personas que renuncian a sus bienes y que dejan su tierra para comunicar el Evangelio a sus semejantes, porque saben que en el Evangelio  están la salvación y la alegría para todos, tanto en esta vida como de la futura. Cuando nos llega de pronto la claridad para resolver un problema o encontramos el cómo solucionar algún asunto, o la forma de restablecer una amistad, reconciliándolos con alguna persona.

en estas y muchas otras ocasiones está la mano de Dios, haciéndonos saber que está con nosotros, que no nos olvida y que nos acompaña siempre con su Espíritu Santo. El Espíritu Santo fue la gran promesa de Jesús.

Las palabras de Jesús que son la mayor evidencia de que por su Espíritu, Dios sigue presente entre nosotros, Jesús promete el Espíritu Santo a la humanidad de todos los lugares y de todos los tiempos. (Jn 14, 16) Si nos detenemos a reflexionar un poco, nos damos cuenta de la enorme fuerza que tiene una promesa y de la influencia que ejerce en la vida de quien la recibe.

Una promesa crea una expectativa y aviva la fe, la confianza y es altamente motivadora, ya que mueve a muchísimas acciones que sin ella no se llevarían a cabo. Por eso cuando Jesús promete al Espíritu Santo, estamos recibiendo el regalo divino más grande que todos los mundos y más extenso que todos los tiempos.

Las promesas de Dios superan con mucho a las promesas humanas, y podemos tener la certeza de que, si tenemos confianza y ponemos todo cuanto toca a nuestra parte, El no fallará. El don del Espíritu Santo El don del Espíritu Santo es Dios mismo, que se da a todos y cada uno de aquellos que están dispuestos a recibirle.

Es el mismo Cristo Jesús que vive y actúa desde el corazón de cada uno. El Espíritu Santo es un don del cual proceden muchos otros dones que se manifiestan en la vida, como: sabiduría, ciencia, inteligencia, fortaleza, piedad, capacidad de aconsejar y de escuchar consejos, y un sano temor de ofender a Dios.

¿Dónde vive ahora el Espíritu Santo? El Espíritu Santo vive en cada uno de los seres que habitan en el mundo, aunque no en todos de la misma manera. En algunos permanece marginado, olvidado, relegado a lo más ínfimo y muchas veces hasta oprimido por el mal que la persona permite entre en su corazón.

  1. En otros tiene libertad de acción y da impulso para hacer lo bueno y caminar hacia lo mejor;
  2. Estas personas escuchan su voz y atienden a sus inspiraciones, porque siempre les sugiere actos de bondad, de perdón de tolerancia, de justicia y de paz;

Aunque a veces dejamos desperdiciar el precioso don de Dios, hay ocasiones en que creemos falsamente que estamos siguiendo los caminos del espíritu, cuando tan sólo seguimos nuestro egoísmo o nuestros intereses personales. Al Espíritu Santo no podemos verlo con los ojos del cuerpo, pero su presencia se siente muy viva en el corazón, si le dejamos espacio y ponemos atención para escuchar su voz, tan imperceptible como la gracia que constantemente comunica.

Y claro, aun el don más gratuito lleva adherido un compromiso. Donde el Espíritu Santo vive, se empiezan a ver frutos de justicia, de esperanza, de alegría verdadera y de caridad ilimitada. ¿Cómo reconocer la presencia y la acción del Espíritu Santo? Es muy fácil reconocer a quienes viven en el Espíritu, porque los dones del Espíritu Santo se manifiestan en la vida como: sabiduría, ciencia, inteligencia, fortaleza, piedad, capacidad de aconsejar y un sano temor de ofender a Dios.

”  Y como también leemos en la Carta a los Gálatas: (5,22):”los frutos del Espíritu son amor, alegría, paz, tolerancia, confianza, generosidad, lealtad, sencillez, dominio de sí…”  Bien lo dice el Señor Jesús: “por sus frutos los conocerán” ¿Qué tenemos que hacer? El compromiso que nos implica  el Espíritu de Dios que recibimos en el Bautismo y de manera más explícita en la Confirmación, nos apremia a abrir el corazón y ser fieles a la Palabra que Jesús nos enseña desde su Evangelio.

Lo importante en este caso se da de parte nuestra, en la parte humana; es preciso que nos pongamos a considerar seriamente si también nosotros queremos vivir con Él y si estamos dispuestos a hacerle lugar en nuestra persona, en nuestra familia y en el propio corazón.

Nuestro Dios no es un Dios lejano, sino que vive con su pueblo, está en medio de nosotros y le gusta morar en los corazones. El Espíritu Santo en nuestro hoy Hoy es el tiempo del Espíritu, porque hoy más que nunca sentimos la necesidad de una presencia viva y fuerte que oriente nuestra vida por el camino seguro que nos conduzca a la verdadera realización de nuestro ser a la consecución de una meta sólida y definitiva.

El mismo que a través del tiempo ha venido actuando en tantas y diversas formas, generación tras generación, hoy por hoy no ha perdido fuerza ni actualidad y sigue animando y santificando a cuantos quieren dejarse guiar por sus impulsos y le permiten ejercer su acción renovadora en la vida propia, porque este Espíritu de Dios es para beneficio de cada persona que viene a este mundo.

El Espíritu Santo en nuestra propia vida La presencia viva está  allí, el Señor Jesús lo prometió y Él no falla; el Espíritu Santo está siempre a nuestro lado, nos guía, nos acompaña, nos inspira y nos explica todas las cosas que necesitamos para desterrar de nuestra vida el miedo, la incertidumbre, los temores.

  1. y para darnos seguridad, fortaleza, claridad de mente y buenos deseos;
  2. Conclusión Terminamos con las palabras de san Pablo tomadas de la carta a los romanos: capítulo 15, verso 13: “El Dios de la esperanza os colme  de todo gozo y paz en la fe, hasta rebosar  de esperanza por la fuerza del Espíritu  Santo;

”    ORACIÓN Señor Dios, Tú has querido hacerte presente en el mundo y la vida por medio de Jesucristo y del Espíritu Santo. Te damos gracias por tan insigne don. Te pedimos perdón porque a veces creemos más en brujas, en duendes, en fantasías, que en ese espíritu divino que vive en lo más íntimo de nuestro corazón, que nos llena de gracia y de alegría y nos enseña con certeza lo que es verdadero, bueno, noble y santo.

¿Qué dice San Juan 4 24?

24 a Dios es b Espíritu; y los que le adoran, es necesario que le adoren en espíritu y en verdad.

¿Cuál es la libertad que nos da Dios?

Es un dogma inamovible en algunos círculos intelectuales de nuestro país que creer en Dios significa alienación, esclavitud o falta de libertad. El razonamiento se funda en el hecho de que la pertenencia a toda confesión religiosa es, de por sí, una anulación de la libre autodeterminación, del libre pensamiento o del libre arbitrio.

  1. De hecho, es común afirmar que la creencia religiosa implica una obediencia ciega a la doctrina que la apadrina y la expresa en determinadas formas institucionales;
  2. Tampoco es raro en nuestro medio que instituciones religiosas afirmen categóricamente que la fidelidad a Dios implica, sin más, la sumisión a sus preceptos y normas, porque ellas son la única garantía de salvación;

Pero ¿algunas de las posiciones antes mencionadas describe acertadamente la esencia del cristianismo? La respuesta es un rotundo “no”. La fe cristiana, en particular la católica, nunca ha afirmado que la doctrina en la que se expresa se identifique de manera radical con el misterio de Dios, ni, mucho menos, que la institución eclesiástica sea la panacea de la voluntad divina.

Lo anterior, por una sencilla razón: Dios es siempre motor de libertad, de cuestionamiento, de conversión, y de Él hablamos solo por analogía. Por eso, resulta irrisorio para un creyente contraponer a Dios con la democracia.

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Claro está, cuando la democracia resulta una atrofia de la libertad humana, el creyente no se puede identificar con ella por carente y aberrante. Experiencia vital. El creyente no busca cualquier libertad y se interroga siempre sobre qué significa ser humanamente libre.

Es decir, el creyente, primero que todo, quiere ser consciente de su realidad, que no se circunscribe a su individualidad, sino que atañe a su interior, a sus relaciones con otros, a sus motivaciones más profundas, y a su acción real y concreta en su ambiente (social, biológico, político, económico).

La razón de semejante deseo es que el Dios que se le revela lo hace desde, en y para ese mundo. Dios no puede ser conocido, si no es en la concreción de la historia, donde su palabra cobra relieve y significatividad. El origen de la fe no es la metafísica, sino la experiencia vital en el mundo humano.

  1. Recordemos que el pueblo de Israel conoció el nombre de Dios solo cuando clamó a Él desde su cautiverio en Egipto;
  2. Lo interesante de las tradiciones judeocristianas es que Dios responde a la necesidad de su pueblo, pero no es un populista;

En las tradiciones bíblicas siempre hay una tensión entre la voluntad de Dios y aquello que parece ser el sueño de grandeza de su pueblo. De otra parte, en los textos proféticos y en los salmos encontramos reclamos directos hacia de Dios de parte de sus fieles.

La vida humana puede ser muy dura, pero mantener la fe en circunstancias adversas puede poner en riesgo la propia vida o la esperanza. La palabra de Dios en esas ocasiones nunca es un consuelo fácil, siempre conlleva un nuevo desafío para el creyente.

Dios no espera menos de los que tienen fe, sino que, confiando en su humanidad, les da a escoger entre el camino radical de los valores o la búsqueda de la propia satisfacción en la opción facilista del que se lava las manos en el devenir de la historia.

Sin ciega fidelidad. Alguien podría decir que el mandato divino a mantenerse fiel es un signo del carácter opresivo de la religión. Pero Dios nunca reclama que hay que serle ciegamente fiel. El profeta, el enviado, el apóstol o el simple creyente es un mediador, alguien que se mantiene fiel a la verdad, pues su testimonio habla de Dios a todo el pueblo.

Dios se ha dado a conocer porque hombres y mujeres, movidos por su fe, fueron capaces de vivir siempre en la justicia, la esperanza y la verdad, sin ser amedrentados por quienes los oprimían o querían que renunciaran a su libertad. El Dios de los cristianos es el crucificado, que no condena, sino que salva; que no busca honores, sino que testimonia su honor amando en la cruz; que no busca venganza, sino reconciliación.

¿Las Cruzadas o las guerras santas acaso –se nos podría decir– no fueron (o son) expresión de la brutalidad nacida de la fe? Una pregunta legítima y puesta repetidamente en el tapete por los medios de comunicación.

Para nadie resulta desconocido que el poder de las instituciones religiosas se identificó o se alió con el poder civil, con el mundo de la riqueza y sus objetivos. En la historia se testimonia que la fe se usó como mampara ideológica para sostener el poder temporal de las instituciones religiosas.

Pero, con todo, solamente ha sido eso: una mampara que reducía el mensaje del Nuevo Testamento a proclamas vinculadas con el afán de poder político y económico. Los textos bíblicos están muy lejos de ser la manifestación de una teología imperial.

Quienes defienden otra cosa nunca han leído completa la Biblia y apenas conocen la historia eclesiástica. Liberación del egoísmo. ¿Qué relación existe entre la libertad que viene de Dios y la democracia? No es una pregunta banal, sino muy actual. La respuesta del creyente es simple: se busca siempre la libertad que viene de Dios, pues nos libra del egoísmo que nos aparta de los otros, y nos hace renunciar a la intolerancia que nos divide en bandos contrarios y opuestos.

  • La libertad que viene de Dios nos exorciza de la tentación del poder para someter a los enemigos, y nos empuja a la gratuidad de nuestra entrega en beneficio de los demás;
  • La libertad que viene de Dios no nos deja abdicar en nuestras convicciones más profundas y auténticas, porque ellas son cribadas desde la más feroz autocrítica, porque, para el creyente, evadir cualquier perspectiva para evaluarse es sinónimo de traición al deseo de crecer como personas y miembros de la sociedad;

El creyente no puede ejercer sus derechos democráticos, si no es desde su fe, pues, de lo contrario, corre el riesgo de renegarse a sí mismo o al otro ser humano que comparte la misma situación histórica que le ha tocado vivir. Por ello, nunca renuncia a la posibilidad de crecer en el conocimiento de la verdad y acepta con humildad que él no la posee enteramente.

Esto a su vez implica que el creyente mantiene, sin ambigüedad, que ninguna institución humana puede negar el derecho a volver a criticar, con rigor y racionalidad, cualquier decisión tomada por la mayoría o impuesta por una minoría.

El creyente nunca puede dejar de pensar así, pues su meta es la fraternidad universal y en entendimiento humano. Convocación a la esperanza. Para muchos, lo dicho hasta aquí no es más que una simple fábula, y tratarán por todos los medios de demostrar que los creyentes somos idiotas útiles a los intereses de una jerarquía sumisa a los poderosos de nuestra sociedad.

  1. Pero, desde lo más profundo de nuestro ser, la voz de Dios resuena siempre como convocación a la esperanza y como proclama de auténtica libertad;
  2. Es imposible que pensemos la vida sin Dios, porque, sin Él, no seremos más que cañas movidas por el viento de la conveniencia personal y egoísta, y dejaríamos de estar comprometidos con la construcción de nuestra comunidad;

Sin Dios, nos sería imposible pensar con la objetividad del que se sabe responsable del destino de una nación, compuesta por muchos individuos que tienen derechos y deberes, y no podríamos ejercer nuestros derechos democráticos con honradez, sinceridad y total liberalidad.

¿Qué dijo Jesús sobre la libertad?

El albedrío es un principio eterno –

  • Si alguien le preguntara por qué es importante tener albedrío, ¿qué diría?

“…podrás escoger según tu voluntad, porque te es concedido;…” ( Moisés 3:17 ). Dios nos ha dicho por medio de Sus profetas que somos libres de escoger entre el bien y el mal. Podemos elegir la libertad y la vida eterna al seguir a Jesucristo; también somos libres para elegir el cautiverio y la muerte como resultado de seguir a Satanás (véase 2 Nefi 2:27 ).

Al derecho de escoger entre el bien y el mal, y de actuar según nuestra voluntad se le llama albedrío. En la vida preterrenal poseíamos albedrío moral. Uno de los propósitos de la vida terrenal es demostrar qué tipo de decisiones tomaremos (véase 2 Nefi 2:15–16 ).

Si se nos forzara a escoger lo correcto, no podríamos demostrar lo que hubiéramos elegido por nosotros mismos; además, somos más dichosos cuando tomamos nuestras propias decisiones. El albedrío fue uno de los temas principales que surgió en el concilio de los cielos, en la vida preterrenal, y fue una de las causas principales del conflicto entre los seguidores de Cristo y los seguidores de Satanás.

  1. Satanás dijo: “…Heme aquí, envíame a mí;
  2. Seré tu hijo y redimiré a todo el género humano, de modo que no se perderá ni una sola alma, y de seguro lo haré; dame, pues, tu honra” ( Moisés 4:1 );
  3. Al decir esto, “…se rebeló contra [Dios], y pretendió destruir el albedrío del hombre…” ( Moisés 4:3 );

Su propuesta se rechazó y fue expulsado de los cielos junto con sus seguidores (véase D. y C. 29:36–37 ).

¿Qué relación tiene el Espíritu Santo con la libertad?

“Hazme libre en tu sonrisa” Estamos invitados a vivir en la libertad del Espíritu, en el dinamismo del aliento divino y los torrentes de agua viva… Pero… ¿qué significa vivir y ser libre? Además del amor, la experiencia más intensa de quien se encuentra con Jesús en su propia vida, es la de la libertad: comenzamos a vivir bajo el dinamismo de su Espíritu que nos hace libres.

  • El Espíritu nos conecta con la verdad de nuestro propio ser: nos impulsa a salir de esquemas caducos o las mismas reacciones de siempre que empobrecen nuestra vida y nuestras relaciones;
  • Cuando no conocemos nuestra propia verdad dejamos que otros nos impongan la suya, dejamos que hablen o decidan por nosotros pero, si algo no funciona, buscamos la culpa del fracaso en nuestro interior;

Conocer nuestra propia verdad significa ir clarificando nuestra propia identidad: ¿quién soy? ¿Cuál es mi identidad real? ¿cuál es la imagen de Dios que hay en mí? ¿qué estoy llamado a realizar en mi vida? ¿qué siento? ¿qué es lo que pienso cuando no me dejo condicionar por otros? ¿cuál es el sueño de mi vida? ¿qué quiero expresar con mi vida? ¿qué quiero realizar en el mundo? ¿cómo vivo mi soledad? ¿cómo vivo en comunidad? ¿tengo confianza en mí? ¿soy capaz de amarme y amar a otros? ¿soy capaz de mantenerme fiel a mis convicciones? Jesús nos libra del pecado y de la muerte que trae el pecado, el Espíritu crea en nosotros un corazón capaz de vivir en esa libertad.

Y qué es el pecado? Etimológicamente, significa fallar en la meta o no dar en la diana, en el centro… Así, podemos decir que el pecado nos aparta de la meta de vivir plenamente, nos hace esclavos de nuestros propios errores.

El Espíritu viene a liberarnos de los esquemas de vida que nos llevan a la tristeza, la desesperanza, la mentira, la indiferencia… Es Espíritu nos libera de estar muertos en vida. El Espíritu que hemos recibido nos libera de toda esclavitud y de vivir bajo el temor, nos hace hijos de Dios.

  • Los cristianos somos libres porque no necesitamos guiarnos por los criterios de los demás ni vivir bajo el temor de no contentar a todos, viviendo en la esclavitud del “qué dirán” o haciendo cosas por el solo hecho de quedar bien ante ciertas personas o grupos;

El Espíritu nos hace libres: podemos ir por el mundo y por la vida con la cabeza en alto, con una dignidad invulnerable, sin la necesidad de comprar una máscara para disfrazar nuestra propia identidad. Quien es libre no necesita de los halagos o la amabilidad que vienen de una adaptación a los deseos de otros o de satisfacer las expectativas de los demás que nada tienen que ver con nuestra propia verdad e identidad.

  • El Espíritu nos abre a la aventura de ser, con toda la fuerza de la vida, nosotros mismos;
  • Libres para poder rechazar a quienes nos quieren hacer dependientes y vulnerables;
  • Libres para no vivir bajo la opresión de conformar a todos ni ser la imagen que los demás pretenden que seamos;

El Espíritu nos libera para vivir el Evangelio de Jesús y dar frutos de amor, alegría y paz… Sabemos que vivimos la libertad del Espíritu cuando no nos dejamos llevar por el miedo, la dureza de corazón, la autojustificación, la estrechez de mirada… Esto es, sin dudas, un ejercicio diario donde estamos invitados a trabajar sobre nosotros mismos y saber que somos quienes vivimos nuestra propia vida y no una copia de otras vidas.

  1. Esto quiere decir que necesitamos asumir la responsabilidad sobre nuestra propia vida, de una manera amorosa y también madura, sin victimizaciones ni el apego a nuestros errores pasados como si estuviésemos condenados a repetir siempre lo mismo;

Ser plenamente libres nos abre la posibilidad de vivir comunitariamente de una forma sana, el Espíritu nos sostiene en el arte de vivir relaciones maduras, responsables y profundamente humanizadoras. Y, en este camino, no estamos solos, el Espíritu nos asiste si nos abrimos a su presencia cariñosa y salvadora.

¿Quién nos quita la libertad?

El único que nos puede quitar la libertad es Dios. Siendo libres podemos opinar de lo que creemos favorable o perjudicialmente, podemos hacer públicos nuestros sueños y anhelos. Con libertad podemos entrenar sin restricciones, procurando hacer realidad nuestros objetivos y proyectos.

Para los deportistas es fundamental la libertad porque así podemos obtener mejores resultados dentro y fuera del país. Podemos caer y levantarnos, pero con libertad podemos superar cualquier adversidad. Gracias a ella pude decidir mi carrera de deportista, sin descuidar mis estudios.

Es un orgullo que pocas personas tenemos de representar al Ecuador. Siempre he tenido la libertad de expresarme sin ataduras ante mis superiores. En el caso del deporte, mis actividades las hago en coordinación con los entrenadores y dirigentes. Tomo las debidas precauciones cuando emito un criterio para no afectar a nadie.

¿Cómo se vive según el Espíritu de Dios?

Aunque los creyentes son libres de la ley, andar en novedad de vida se basa en una estructura moral firme (de ahí, “la ley del Espíritu”, Ro 8:2). Pablo le llama a esta estructura moral “vivir conforme al Espíritu” o poner la mente en el Espíritu (Ro 8:5).

Ambos términos se refieren al proceso de razonamiento moral que nos guía mientras caminamos en novedad de vida. Esta clase de guía moral no funciona listando hechos específicos que son correctos o incorrectos.

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En cambio, consiste en seguir la “ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús” que ha liberado a los creyentes “de la ley del pecado y de la muerte” (Ro 8:1–2). Las palabras vida y muerte son la clave. Como lo discutimos anteriormente en Romanos 6, Pablo entiende el “pecado”, la “muerte” y la “carne” como fuerzas espirituales en el mundo, que llevan a las personas a actuar de formas contrarias a la voluntad de Dios y que producen caos, desespero, conflicto y destrucción en sus vidas y en sus comunidades.

  • En contraste, vivir conforme al Espíritu significa hacer todo lo que traiga vida en vez de muerte;
  • “Porque la mente puesta en la carne [nuestra costumbre antigua de juzgar] es muerte, pero la mente puesta en el Espíritu es vida y paz” (Ro 8:6);

Poner la mente en el Espíritu significa buscar lo que puede traer más vida a cada situación. Por ejemplo, la ley judía enseña, “no matarás” (Éx 20:13). Pero vivir conforme al Espíritu va mucho más allá de no matar a alguien literalmente, sino que busca de forma activa oportunidades de traer una mejor calidad de vida para las personas.

Puede que implique limpiar la habitación de un hotel para que los huéspedes tengan buena salud. Puede que signifique quitar el hielo de la acera (o el pavimento) de un vecino para que los peatones puedan caminar seguros.

Puede que implique estudiar durante años para obtener un doctorado con el fin de desarrollar nuevos tratamientos para el cáncer. Otra forma de verlo es que vivir conforme al Espíritu significa vivir una nueva calidad de vida en Cristo. Esto viene de dejar a un lado nuestros juicios sobre lo que merecen otras personas y en cambio, buscar lo que les traería una mejor calidad de vida, sea que lo merezcan o no.

  1. Al distribuir tareas, un gerente podría asignar tareas que amplíen las habilidades de sus subordinados, en vez de limitarlos a lo que ya son capaces de hacer, e invitarlos a pedir información todos los días;

Cuando le soliciten que preste una herramienta de recambio, un proveedor habilidoso podría mostrarle a un trabajador con poca experiencia una nueva técnica que evitará que se rompa la herramienta la próxima vez. Cuando su hijo le pregunte, “¿por qué murió nuestra mascota?”, un padre podría preguntarle, “¿tienes miedo de que muera alguien que amas?”, en vez de solamente explicar la causa directa de la muerte de la mascota.

En cada una de estas situaciones, la meta moral es traer una mejor calidad de vida para la otra persona, en vez de cumplir un mandato de la ley. Traer vida, en vez de cumplir la ley, es la guía moral de aquellos que están siendo salvos por la gracia de Dios.

Somos libres de actuar conforme al Espíritu en vez de esclavizarnos a la ley, porque “no hay ahora condenación para los que están en Cristo Jesús” (Ro 8:1). La inclusión de Pablo de la “paz” como una característica de poner nuestra mente en el Espíritu (Ro 13:6, como se mencionó anteriormente), apunta a los aspectos sociales de vivir conforme al Espíritu, porque la paz es un fenómeno social.

[1]  Cuando seguimos a Cristo, tratamos de traer una nueva calidad de vida para nuestra sociedad, no solo para nosotros mismos. Esto significa prestar atención a las condiciones sociales que menoscaban la vida en el trabajo y en todos los demás lugares.

Hacemos lo que podemos para contribuir a que la vida de las personas con las que trabajamos sea mejor. Al mismo tiempo, trabajamos para que haya justicia/rectitud en los sistemas sociales que determinan las condiciones del trabajo y los trabajadores. Los cristianos podemos ser una fuerza positiva para el mejoramiento —e incluso la supervivencia— si les ayudamos a nuestras organizaciones a tener en cuenta la necesidad de una nueva calidad de vida.

  1. Tal vez no podamos hacer grandes cambios en nuestras organizaciones por nuestra cuenta, pero si podemos construir relaciones con otros, ganarnos la confianza de las personas y escuchar a los que no son escuchados, ayudaremos a que la organización progrese;

Además, tenemos el ingrediente secreto: nuestra fe de que la gracia de Dios nos puede usar para traer vida incluso a la situación en la que haya más muerte. Por el otro lado, si no ponemos nuestra mente en el Espíritu, podemos llegar a ser arrogantes y destructivos en nuestras relaciones con los demás trabajadores, los competidores, los clientes u otros.

Poner nuestra mente en el Espíritu requiere evaluar constantemente las consecuencias o el fruto de nuestro trabajo, siempre preguntando si nuestro trabajo realza la calidad de vida de otras personas. Si somos honestos en nuestra evaluación, también se requiere sin duda un arrepentimiento diario y la gracia para cambiar.

Robert Jewett, Romans: A Commentary [Un comentario de Romanos] (Minneapolis: Fortress Press, 2007), 487.

¿Donde dice la Biblia que Dios está en el tercer cielo?

2 Corintios 12:2—Pablo ve el reino celestial – El élder Bruce R. McConkie dijo: “Refiriéndose a sí mismo, Pablo dice que ‘fue arrebatado hasta el tercer cielo’, o sea, el reino celestial”( The Mortal Messiah , tomo IV, pág. 394).

¿Cómo se siente la presencia del Espíritu Santo?

Es probable que hayas escuchado a la gente decir: “En este momento siento el Espíritu muy fuerte”. Quizás tú también sientas algo en ese momento, pero ¿tienes algún problema si tú no lo sientes? Respuesta corta: en absoluto, porque las personas experimentan la influencia del Espíritu Santo de manera diferente.

Eso es lo milagroso de los mensajes del Espíritu Santo: van dirigidos solo para ti. Para algunas personas, el Espíritu Santo puede hacer que se sientan impresionadas por la emoción y conmovidas hasta las lágrimas; para otras, las lágrimas rara vez o nunca llegan, lo cual está bien.

Para ellas, el Espíritu Santo puede producir un sutil sentimiento de gratitud, paz, reverencia o amor (véase Gálatas 5:22–23 ). En las Escrituras también se describe al Espíritu Santo como un “ardor” en el pecho (véase Doctrina y Convenios 9:8–9 ). Pero la intensidad o el grado de ese “ardor” puede ser diferente para todos.

A veces es como una pequeña brasa resplandeciente en lugar de un fuego arrasador. O tal vez hayas oído la descripción del Espíritu Santo como una “voz suave y apacible” (véase Doctrina y Convenios 85:6 ).

Y de inmediato pensaste: “Pero no he OÍDO una voz. ¿Me pasa algo?”. Y repetimos, no en absoluto. Esa descripción de las Escrituras no significa necesariamente que todos oímos una voz literal. El élder Ronald A. Rasband, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó: “El espíritu habla con palabras que sentimos.

  • Tales sentimientos son delicados, un suave impulso a actuar, a hacer algo, a decir algo, a reaccionar de cierta manera”1;
  • El punto es: cada uno de nosotros experimentará el Espíritu Santo de forma diferente y en diferentes grados;

Lo importante es que vivamos dignos de recibirlo y que lo reconozcamos cuando venga. Al hacerlo, empezaremos a notar que Su influencia está presente en nuestra vida mucho más de lo que esperábamos..

¿Qué dice Hebreos 11 27?

1 Es, pues, la a fe la certeza de lo que b se espera, la c convicción de lo que no se ve. 2 Porque por ella alcanzaron aprobación los a antiguos. 3 Por la fe entendemos que los mundos a fueron formados por b la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue de lo que no se veía.

  1. 4 Por la fe a Abel ofreció a Dios un mejor b sacrificio que Caín, por lo cual recibió c testimonio de que era justo, dando Dios aprobación de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella;
  2. 5 Por la fe a Enoc fue b trasladado para no ver la muerte, y no fue hallado, porque lo trasladó Dios;

Y antes que fuese trasladado, tuvo c testimonio de haber agradado a Dios. 6 Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que a se acerca a Dios crea que él existe y que es galardonador de los que le b buscan. 7 Por la fe a Noé , habiendo sido b advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, c con temor preparó el arca para que su casa se salvase; por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la d justicia que es según la fe.

8 Por la fe a Abraham , siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como heredad; y salió b sin saber a dónde iba. 9 Por la fe a habitó como extranjero en la b tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa, 10 porque esperaba la a ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.

11 Por la fe también la misma a Sara , siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque consideró que era fiel el que lo había prometido. 12 Por lo cual también, de uno, y ese ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en a multitud , y como la arena innumerable que está a la orilla del mar.

  • 13 En la fe murieron todos estos sin haber recibido las cosas a prometidas , sino mirándolas de lejos, y creyéndolas, y aceptándolas, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra;
  • 14 Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria, 15 pues si en verdad se hubiesen acordado de aquella de donde salieron, habrían tenido tiempo de volver;

16 Pero deseaban a una mejor, a saber, la celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos, porque les había preparado una ciudad. 17 Por la a fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía a su unigénito, 18 habiéndosele dicho: En a Isaac te será llamada descendencia, 19 considerando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir.

20 Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú con respecto a cosas que habían de venir. 21 Por la fe a Jacob , estando ya para morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró, apoyándose en el extremo de su bastón.

22 Por la fe a José , al borde de la muerte, mencionó la salida de los hijos de Israel, y dio mandamiento acerca de sus huesos. 23 Por la fe a Moisés , cuando nació, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque le vieron niño hermoso y no temieron el edicto del rey.

24 Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó ser llamado hijo de la hija de Faraón, 25 escogiendo ser afligido con el pueblo de Dios, antes que gozar de los placeres temporales del pecado. 26 Teniendo por mayores a riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía la mirada puesta en la recompensa.

27 Por la fe salió de Egipto, no temiendo la ira del rey, porque se sostuvo como si estuviese viendo al Invisible. 28 Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el que mataba a los primogénitos no los tocase. 29 Por la fe pasaron el mar Rojo como por tierra seca; y cuando los egipcios intentaron hacer lo mismo, fueron ahogados.

  • 30 Por la fe cayeron los a muros de Jericó después de rodearlos siete días;
  • 31 Por la fe la ramera a Rahab no pereció juntamente con b los incrédulos , pues había recibido a los espías en paz;
  • 32 ¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría para contar de Gedeón, de a Barac , de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas, 33 quienes por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de a leones , 34 apagaron a fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron b fuertes en batallas y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros;

35 Las mujeres a recibieron sus muertos por medio de la resurrección; mas otros fueron torturados, no aceptando el rescate, para obtener b mejor resurrección ; 36 otros experimentaron vituperios y azotes, y además de esto, prisiones y cárceles; 37 fueron a apedreados , aserrados, puestos a prueba, muertos a espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados y maltratados; 38 de los que el mundo no era digno, anduvieron errantes por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra.

¿Qué dice en Efesios 5 18?

Sagradas Escrituras (1569) (Español) SEV – Efesios 5:18 Y no os embriaguéis de vino, en lo cual hay disolución; mas sed llenos de Espíritu;.

¿Qué dice Lucas 6 36?

36 Sed, pues, a misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso. 37 a No juzguéis, y no seréis juzgados; b no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis c perdonados.

¿Qué dice en Romanos 8 9?

1 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no a andan conforme a la carne, sino conforme al espíritu. 2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha a librado de la ley del pecado y de la muerte. 3 Porque lo que era imposible para la a ley , por cuanto era b débil por la carne , c Dios , enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne, 4 para que la justicia de la ley fuese cumplida en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al espíritu.

  • 5 Porque los que viven conforme a la carne, en las cosas que son de la carne se ocupan; pero los que viven conforme al espíritu, en las cosas del espíritu;
  • 6 Porque el ánimo a carnal es b muerte , pero el ánimo c espiritual es vida y d paz;
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7 Por cuanto la inclinación de la carne es enemistad contra Dios, porque no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede. 8 Así que, los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. 9 Pero vosotros no vivís según la carne, sino según el espíritu, si es que el a Espíritu de Dios mora en vosotros.

Y si alguno no tiene el b Espíritu de Cristo , no es de él. 10 Y si a Cristo está en vosotros, b el cuerpo a la verdad está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu es vida a causa de la c justicia. 11 Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó a Cristo Jesús de los muertos a vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.

12 Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne, 13 porque si vivís conforme a la carne, a moriréis ; pero si por el espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. 14 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, son a hijos de Dios.

15 Porque no habéis recibido el espíritu de a servidumbre para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! 16 Porque el Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos a hijos de Dios.

17 Y si hijos, también a herederos ; herederos de Dios, y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. 18 Porque considero que los a sufrimientos de este tiempo no son dignos de ser comparados con la b gloria venidera que c en nosotros ha de ser manifestada.

  1. 19 Porque el anhelo profundo de la creación es el esperar la manifestación de los hijos de Dios;
  2. 20 Porque la creación fue a sujetada a la vanidad, no de buen grado, sino por causa del que la sujetó en esperanza, 21 porque también la creación misma será a librada de la servidumbre de la corrupción a la libertad gloriosa de los hijos de Dios;

22 Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una sufre dolores de parto hasta ahora. 23 Y no solo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las a primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la b adopción , a saber, la c redención de nuestro cuerpo.

24 Porque en a esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que b se ve, ya no es esperanza, porque lo que se ve, ¿para qué esperarlo? 25 Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo esperamos. 26 Y asimismo, también el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, porque no sabemos lo que hemos de a pedir como es debido, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.

27 Pero el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque él, conforme a la voluntad de Dios, a intercede por los santos. 28 Y sabemos que para los que aman a Dios, a todas las cosas obrarán juntamente para su bien, para los que conforme a su propósito son llamados.

29 a Porque a los que b antes conoció, también c predestinó para que fuesen hechos d conforme a la e imagen de su Hijo, a fin de que él sea el f primogénito entre muchos hermanos; 30 y a los que predestinó, a estos también llamó; y a los que llamó, a estos también justificó; y a los que justificó, a estos también glorificó.

31 ¿Pues qué diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién a contra nosotros ? 32 a El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que le entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él b todas las cosas? 33 ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.

  1. 34 ¿Quién es el que condenará? a Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, quien además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros;
  2. 35 ¿Quién nos apartará del a amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? 36 Como está escrito: a Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos considerados como ovejas de matadero;

37 Antes bien, en todas estas cosas somos más que a vencedores por medio de aquel que nos amó. 38 Por lo cual estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá apartar del a amor de Dios, que es en Cristo Jesús, Señor nuestro..

¿Qué dice la Biblia en Juan 8 32?

1 Y Jesús se fue al monte de los Olivos. 2 Y por la mañana volvió al templo, y todo el pueblo vino a él; y sentado él, les enseñaba. 3 Entonces los escribas y los fariseos le llevaron una mujer sorprendida en a adulterio ; y poniéndola en medio, 4 le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio; 5 y en la a ley , Moisés nos mandó apedrear a tales mujeres; tú, pues, ¿qué dices? 6 Mas esto decían tentándole, para tener de qué acusarle.

  • Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en la tierra con el a dedo;
  • 7 Y como insistieron en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de entre vosotros esté sin a pecado sea el b primero en arrojar la piedra contra ella;

8 E inclinándose de nuevo, siguió escribiendo en la tierra. 9 Al oír esto, acusados por su a conciencia , salieron uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los últimos; y quedaron solo Jesús y la mujer, que estaba en medio. 10 Y enderezándose Jesús y no viendo a nadie más que a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te ha condenado? 11 Y ella dijo: Ninguno, Señor.

Entonces Jesús le dijo: Ni yo te a condeno ; vete, y b no peques c más. 12 Y Jesús les habló otra vez, diciendo: Yo soy la a luz del mundo; el que me sigue no andará en b tinieblas , sino que tendrá la luz de la vida.

13 Entonces los fariseos le dijeron: Tú das testimonio de ti mismo; tu testimonio no es verdadero. 14 Respondió Jesús y les dijo: Aunque yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé a de dónde he venido y a dónde voy; pero vosotros no sabéis de dónde vengo ni a dónde voy.

  • 15 Vosotros juzgáis según la carne, pero yo no juzgo a nadie;
  • 16 Y si yo juzgo, mi a juicio es verdadero, porque no soy yo b solo , sino yo y el Padre que me envió;
  • 17 Y en vuestra ley está escrito que el a testimonio de dos hombres es verdadero;

18 Yo soy el que doy a testimonio de mí mismo, y el b Padre que me envió da testimonio de mí. 19 Y le dijeron: ¿Dónde está tu Padre? Respondió Jesús: Ni a mí me conocéis, ni a mi Padre; si a mí me a conocieseis , también a mi Padre conoceríais. 20 Estas palabras habló Jesús en el lugar de las ofrendas, enseñando en el templo; y nadie le prendió, porque aún no había llegado su hora.

  • 21 Y les dijo otra vez Jesús: Yo me voy, y me buscaréis, pero en vuestro a pecado moriréis; a donde yo voy, vosotros no podéis ir;
  • 22 Decían entonces los judíos: ¿Acaso se irá a matar, que dice: A donde yo voy, vosotros no podéis ir? 23 Y les dijo: Vosotros sois de abajo; yo soy de arriba; vosotros sois de este a mundo ; yo no soy de este mundo;

24 Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados, porque si no a creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis. 25 Y le dijeron: Tú, ¿quién eres? Entonces Jesús les dijo: Lo que desde el principio os he dicho. 26 Muchas cosas tengo que decir y juzgar de vosotros, pero el que me envió es verdadero; y yo, lo que he a oído de él, esto hablo al mundo.

  • 27 Pero no entendieron que él les hablaba del Padre;
  • 28 Les dijo, pues, Jesús: Cuando a hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces sabréis que yo soy, y que b nada hago por mí mismo, sino que, como el Padre me enseñó, c así hablo;

29 Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado a solo el Padre, porque yo hago siempre lo que a él le b agrada. 30 Al decir él estas cosas, muchos a creyeron en él. 31 Dijo Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros a permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis b discípulos ; 32 y conoceréis la a verdad , y la verdad b os hará libres.

  • 33 Y le respondieron: Linaje de a Abraham somos y jamás hemos sido esclavos de nadie;
  • ¿Cómo dices tú: Seréis libres? 34 Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que comete a pecado , b esclavo es del pecado;

35 Y el esclavo no se queda en la casa para siempre, mas el hijo sí se queda para siempre. 36 Así que, si el Hijo os hace libres, seréis verdaderamente libres. 37 Sé que sois descendientes de Abraham; sin embargo, procuráis matarme, porque mi palabra no tiene cabida en vosotros.

38 Yo hablo lo que he visto estando junto al Padre; y vosotros hacéis lo que habéis visto junto a vuestro padre. 39 Respondieron y le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fuerais a hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais.

40 Pero ahora procuráis matarme a mí, un hombre que os ha hablado la verdad, la cual he oído de Dios; eso no hizo Abraham. 41 Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Entonces le dijeron: Nosotros no hemos nacido de fornicación; un padre tenemos, que es Dios.

42 Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuera Dios, ciertamente me amaríais, porque yo de Dios he salido y he venido; pues no he venido por mí mismo, sino que él me envió. 43 ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis a oír mi palabra.

44 Vosotros sois de vuestro padre el a diablo , y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de sí mismo habla, porque es b mentiroso y padre de la mentira.

  • 45 Y a mí, porque yo digo la verdad, no me creéis;
  • 46 ¿Quién de vosotros me acusa de pecado? Pues si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis? 47 a El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios;

48 Respondieron entonces los judíos y le dijeron: ¿No decimos bien nosotros que tú eres samaritano y que tienes a demonio ? 49 Respondió Jesús: Yo no tengo demonio, antes bien honro a mi Padre; y vosotros me deshonráis a mí. 50 Pero yo no busco mi a gloria ; hay quien la busca y juzga.

51 De cierto, de cierto os digo que el que guarda mi palabra no verá la a muerte jamás. 52 Entonces los judíos le dijeron: Ahora sabemos que tienes demonio. Abraham murió, y también los profetas, y tú dices: El que guarda mi palabra no a gustará la muerte jamás.

53 ¿Eres tú acaso mayor que nuestro padre Abraham, que murió? También los profetas murieron; ¿quién te haces a ti mismo? 54 Respondió Jesús: Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria no es nada; mi Padre es el que me glorifica, el que vosotros decís que es vuestro Dios.

  1. 55 Y vosotros no le conocéis, pero yo sí le conozco; y si digo que no le conozco, sería mentiroso como vosotros; pero le conozco y guardo su palabra;
  2. 56 Abraham, vuestro padre, se regocijó de que a vería mi día; y lo vio y se regocijó;

57 Le dijeron entonces los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham? 58 Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: a Antes que Abraham fuese, b yo soy. 59 Tomaron entonces a piedras para arrojárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo; y atravesando por en medio de ellos, b se fue..

¿Qué dice Gálatas 5 1?

Permaneced firmes en la libertad del Evangelio — Buscad la fe, el amor y también a Cristo y al Espíritu — Se nombran las obras de la carne y los frutos del Espíritu. 1 Permaneced, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo a libres, y no b volváis otra vez a ser presos en el c yugo de esclavitud.

¿Cuál es la misión del Espíritu Santo en nuestras vidas?

el Espíritu Santo se manifiesta como Persona que actúa en toda la misión de Cristo, y que en la vida y en la historia de los seguidores de Cristo libra del mal, de la fuerza en la lucha con el espíritu de las tinieblas, prodiga el gozo sobrenatural del conocimiento de Dios y del testi- monio de Él incluso en las.