Cuales Son Las Obras Que Dios Quiere Que Hagamos?

Cuales Son Las Obras Que Dios Quiere Que Hagamos

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¿Qué es lo que Dios quiere que hagamos?

Haz preguntas durante la oración – Dios siempre escucha y contesta nuestras oraciones. En el libro de Mateo, Jesús hace una promesa: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá” (Mateo 7:7). Dios quiere bendecirnos. Él desea dirigirnos, guiarnos y enseñarnos, pero no suele contestar las oraciones o las preguntas que nunca le hacemos.

Demuestra tu fe en Dios comunicándote con Él por medio de la oración. Pregúntale qué es lo que Él desea para ti en la vida. Es posible que no recibas una respuesta inmediata o de la manera que esperas, pero llegará.

Las Sagradas Escrituras están llenas de los tratos de Dios con Sus hijos. Tanto la Santa Biblia  como el Libro de Mormón  nos enseñan quién es Dios, cómo podemos desarrollar una relación con Él y cómo podemos volver a vivir con Él algún día. Dios es el mismo ayer, hoy y para siempre, por lo que Sus palabras y mandamientos son importantes para nosotros.

  1. Desde los días antiguos, Dios ha llamado a profetas para guiar a Su pueblo;
  2. Un profeta es alguien al que Dios ha llamado para dar guía al mundo entero;
  3. Aunque los mandamientos de Dios nunca cambian, las circunstancias que enfrentamos en el mundo siempre lo hacen;

Por medio de los profetas, Dios nos ayuda a saber cómo navegar a través de los desafíos y las pruebas singulares de nuestros días. Al estudiar las palabras de los profetas, apóstoles y otros líderes inspirados, puedes descubrir el mensaje que Dios tiene para ti en la actualidad.

“Siento su amor al leer las escrituras, al tener gente tan buena en mi vida, al saber que me protege de tentaciones y al yo ser feliz por lo que tengo. Eso me hace ser agradecida con él y saber que me ama.

” “Lo siento cada vez que miro a mi familia y contemplo a mis hijos. Veo a Dios en todo el amor que me rodea. Cada vez que sucede algo inesperado veo a Dios y su infinito amor ayudándome a seguir su camino, ayudándome a gozar y disfrutar la vida. Él nos quiere felices y cada vez que siento alegría y felicidad, yo siento su amor.

” “Siento el amor de Dios en mi vida a través de todas las situaciones positivas que me ocurren; al igual que los momentos difíciles, porque sé que me traerán algo bueno. Desde el momento en que veo el sol salir hasta el momento en que me despido de mis hijos al dormir.

” “Al ver sus creaciones, cuando voy por la calle corriendo o caminando ver las flores, el sol, los pájaros, ver triunfar a las personas que amo. ” “Siento el amor de Mi Padre al despertar, al saber que tengo las verdades restauradas del Evangelio para recibir sus bendiciones.

Siento su amor a través de mi familia y amigos. Siento su amor cada vez que tengo una segunda oportunidad. Siento su amor cada vez que me tengo que arrodillar a pedirle ayuda por los desafíos que tenga en mi vida.

Son muchas las oportunidades en que siento este sentimiento cálido en mi corazón. De que no estoy solo y que puedo sentir que alguien está a mi lado dándome un amor infinito que no puedo comprender pero que es real. ” “El amor de Dios para mi es el ver su mano día a día en mi vida, ya sea por actos de servicio o pequeñas oportunidades que se presentan a través del día.

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Estas muchas veces evidencian que Dios nos cuida y que provee para nuestras necesidades. ” “Siento el amor de mi Padre Celestial en cada detalle de mi vida. De verdad, Él participa de cada detalle de nuestras vidas.

Él me ha dado bendiciones sumamente personales y especiales, me ha brindado fortaleza para hacer frente a mis desafíos, me ha otorgado la confianza necesaria ante las pruebas. Su amorosa bondad ha hecho toda la diferencia en mi vida, la cual no sería igual sin Él.

¿Cuál es la obra de Dios en nosotros?

Puntos destacados del artículo –

  • La obra del Señor es la obra de salvación, tanto para los hijos de Dios aquí en la tierra como para los que han muerto sin el Evangelio.
  • Las oportunidades para compartir el Evangelio fluirán como el resultado natural de nuestro amor por los demás.
  • La obra de historia familiar proporciona oportunidades misionales que se pueden realizar en nuestros hogares.

“Interactuar a diario con los demás puede contribuir fuertemente a la obra del Señor si se hace con fe y ‘la mira puesta únicamente en la gloria de Dios'”. —Neill F. Marriott, de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes En su discurso final en la reciente conferencia general, el presidente Thomas S. Monson pidió a los miembros de la Iglesia que “siempre estemos embarcados en la obra del Señor” (” Hasta que nos volvamos a ver “).

¿Cuál es la “obra del Señor”? Sabemos que la obra en general del Señor es “llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre” ( Moisés 1:39 ). Es la obra de salvación, no sólo para nosotros y para los hijos de Dios aquí en la tierra, sino también para aquellos que han muerto sin el Evangelio.

Si estamos embarcados en la obra del Señor, traeremos salvación a nuestras propias almas. Doctrina y Convenios 4:4 nos promete, “pues he aquí, el campo blanco está ya para la siega; y he aquí, quien mete su hoz con su fuerza atesora para sí, de modo que no perece, sino que trae salvación a su alma”.

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Hace algunos años, con el fin de “meter mi hoz”, tuve la oportunidad de compartir el Evangelio. Mi presidente de estaca había invitado a la estaca a compartir el Libro de Mormón con otras personas. Decidí que daría un Libro de Mormón a una persona durante mi siguiente viaje a Luisiana; quería informar de mi obediencia al presidente de estaca.

En el avión, me senté al lado de una joven con quien conversé durante todo el vuelo. Cuando fue obvio para mí que ella no era miembro de la Iglesia, pensé: “¡Ajá! Aquí está mi historia de éxito para el presidente de estaca”. Cuando empezamos el descenso saqué de mi bolso un Libro de Mormón, en el cual había estado pensando incesantemente.

  1. Le dije con amabilidad: “Me gustaría darle un Libro de Mormón”;
  2. Inmediatamente la joven puso las manos delante de su rostro y dijo en voz alta, “¡NO!”;
  3. ¡Me sorprendió! ¡Qué vergüenza! Rápidamente puse las Escrituras en mi bolso y dije: “Oh, bueno, es realmente un buen libro”;

Ella contestó con firmeza: “No necesito eso”. El avión aterrizó y me alejé lo más rápido posible. ¿Qué había hecho mal? Muchas cosas. Al reflexionar sobre la situación, era obvio que no había seguido el consejo dado en Doctrina y Convenios 4:5 : “Y fe, esperanza, caridad y amor, con la mira puesta únicamente en la gloria de Dios, lo califican para la obra”.

  • Carecía de cualidades, tanto que no existían en mí;
  • A pesar de que tenía fe y esperanza, mi caridad y amor por la persona que se sentó a mi lado no se desarrollaron, ya que la consideré una oportunidad para mi éxito misional;

Mi mira no estaba puesta únicamente en la gloria de Dios, sino en la esperanza de obtener un logro personal. En pocas palabras, mis objetivos “misionales” fueron egoístas, así que el Espíritu no estaba presente. En la conferencia de octubre, el élder S. Gifford Nielsen nos dio un “plan de juego” en cuanto a cómo llevar a cabo la obra.

“Oren pidiendo específicamente que cada día puedan hacer que alguien se acerque más al Salvador y a Su evangelio… Todos los días oren, por nombre, por los misioneros que prestan servicio en su área y por los investigadores que ellos tengan… Inviten a un amigo a una actividad” (” ¡Apresuremos el plan de juego del Señor! “).

El élder M. Russell Ballard nos instó a “arrodillarnos en oración y pedir al Señor que [nos] bendiga con oportunidades misionales”. Las oportunidades llegarán y fluirán como resultado natural de nuestro amor por los demás. “Simplemente sean positivos, y las personas con las que hablen sentirán su amor” (” Confíen en el Señor “, Conferencia General de octubre de 2013).

¿Cómo la juventud puede estar embarcada en la obra del Señor? Pueden interactuar todos los días con sus compañeros en la escuela, con sus familiares, sus amigos y otras personas. El “interactuar” a diario con los demás puede contribuir fuertemente a la obra del Señor si se hace con fe y “la mira puesta únicamente en la gloria de Dios”.

No olviden que los jóvenes de la Iglesia tienen mucha destreza con la tecnología y pueden ser una fuerza poderosa en la obra del Señor al utilizar los recursos en línea para buscar y encontrar los registros de sus antepasados. La historia familiar proporciona oportunidades misionales que se pueden realizar en nuestros hogares.

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El presidente Henry B. Eyring , Primer Consejero de la Primera Presidencia, nos recordó: “Cuando ustedes fueron bautizados, sus antepasados los contemplaron desde el mundo de los espíritus con esperanza.

Quizás, al cabo de siglos, se regocijaron al ver a uno de sus descendientes hacer el convenio de buscarlos y de brindarles la libertad. Cuando se reúnan con ellos, verán en sus ojos ya sea gratitud o una terrible desilusión. El corazón de ellos está ligado a ustedes y su esperanza está en las manos de ustedes” (” Teniendo entrelazados sus corazones “, Liahona, mayo de 2005, pág.

¿Qué debemos hacer para hacer las obras de Dios?

Lectura del santo evangelio de hoy según San Juan 6,22-29 – DESPUÉS de que Jesús hubo saciado a cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el mar. Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del mar notó que allí no había habido más que una barca y que Jesús no había embarcado con sus discípulos, sino que sus discípulos se habían marchado solos.

  1. Entretanto, unas barcas de Tiberíades llegaron cerca del sitio donde habían comido el pan después que el Señor había dado gracias;
  2. Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús;

Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo has venido aquí?». Jesús les contestó: «En verdad, en verdad os digo: me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a este lo ha sellado el Padre, Dios».