Sara (שָׂרָה) fue según la Biblia, la esposa de Abraham y madre de Isaac.
Contents
¿Qué le dijo Dios a Sara?
1 Y siendo Abram de edad de noventa y nueve años, a se le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; b anda delante de mí y sé c perfecto. 2 Y pondré mi a convenio entre yo y tú, y te multiplicaré en gran manera. 3 a Entonces Abram se postró sobre su rostro, y Dios habló con él, diciendo: 4 En cuanto a mí, he aquí, mi convenio es contigo: Serás a padre de muchas b naciones.
5 Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre a Abraham , porque te he puesto por padre de muchas naciones. 6 Y te multiplicaré en gran manera y de ti haré naciones, y reyes saldrán de ti.
7 a Y estableceré mi b convenio entre yo y tú y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por c convenio eterno , para ser tu Dios y el de tu descendencia después de ti. 8 Y te daré a ti y a tu descendencia después de ti la a tierra de tus peregrinaciones, toda la tierra de Canaán en b heredad perpetua; y seré el Dios de ellos.
- 9 Dijo de nuevo Dios a Abraham: Tú guardarás mi convenio, tú y tu descendencia después de ti por sus generaciones;
- 10 Este será mi a convenio , que guardaréis entre yo y vosotros y tu descendencia después de ti: Será b circuncidado todo varón de entre vosotros;
11 Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por a señal del convenio entre yo y vosotros. 12 Y de edad de ocho días será circuncidado todo varón entre vosotros por vuestras generaciones, el nacido en casa y el comprado con dinero a cualquier extranjero que no fuere de tu descendencia.
- 13 Debe ser circuncidado el nacido en tu casa y el comprado por tu dinero; y estará mi convenio en vuestra carne por a convenio eterno;
- 14 Y el varón incircunciso, que no hubiere circuncidado la carne de su prepucio, aquella persona será talada de su pueblo; ha violado mi convenio;
15 Dijo también Dios a Abraham: A Sarai, tu esposa, no la llamarás Sarai, mas a Sara será su nombre. 16 Y la bendeciré y también te daré de ella un hijo; sí, la bendeciré, y vendrá a ser a madre de naciones; reyes de pueblos saldrán de ella. 17 a Entonces Abraham se postró sobre su rostro, y se b rio , y dijo en su corazón: ¿A hombre de cien años ha de nacer hijo? ¿Y Sara, ya de noventa años, ha de dar a luz? 18 Y dijo Abraham a Dios: Ojalá Ismael viva delante de ti.
- 19 Y respondió Dios: Ciertamente Sara, tu esposa, te dará un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi convenio con él como convenio eterno para su descendencia después de él;
- 20 Y en cuanto a a Ismael , también te he oído; he aquí que le bendeciré y le haré fructificar y multiplicarse en gran manera;
Doce príncipes engendrará, y haré de él una gran nación. 21 Mas yo estableceré mi convenio con Isaac, el que Sara te dará a luz por este tiempo, el año que viene. 22 Y acabó de hablar con él y subió Dios de estar con Abraham. 23 Entonces tomó Abraham a Ismael, su hijo, y a todos los siervos nacidos en su casa y a todos los comprados con su dinero, a todo varón entre los de la casa de Abraham, y a circuncidó la carne del prepucio de ellos en aquel mismo día, como Dios le había dicho.
24 Era Abraham de edad de noventa y nueve años cuando circuncidó la carne de su prepucio. 25 E Ismael, su hijo, era de trece años cuando fue circuncidada la carne de su prepucio. 26 En el mismo día fueron circuncidados Abraham e Ismael, su hijo.
27 Y todos los varones de su casa, el siervo nacido en casa y el comprado con dinero a un extranjero, fueron circuncidados con él..
¿Cuáles son las características de Sara?
La historia de Sara tal y como se narra en el libro del Génesis revela las cualidades femeninas más apreciadas en la época: belleza, castidad, sumisión, obediencia y sabiduría, pero también, soberbia, celos y crueldad.
¿Cuál es la historia de Abraham y Sara?
Primeros años de Abraham y Sara – Comenzamos este resumen de la historia de Abraham y Sara hablando de los primeros años de estos personajes de la Biblia. Abraham era descendiente de una larga lista de personajes bíblicos relevantes, siendo su ascendente más famoso el gran Noé.
- Cuando Abraham ya contaba con una avanzada edad, se casó con su medio hermana Sara , una mujer de gran belleza pero que se dice que era estéril, por lo que no podía tener descendencia;
- Poco después de casarse, Abraham y Sara marcharon a la ciudad de Canaán, ya que Dios había prometido a Abraham que yendo a este lugar le daría tierras para que él y que su familia formarían un gran pueblo;
Poco después, y por indicación de Dios, Abraham y Sara viajaron hacia Egipto , siendo el lugar donde Abraham se dio cuenta de la belleza de su esposa. Se dice que Abraham escondió a Sara en un baúl para que nadie la viera, pero se dice que unos oficiales obligaron a Abraham a abrir el baúl y al ver la belleza de Sara todos los oficiales compitieron por comprarlo y finalmente fue llevada hasta el mismísimo faraón.
La pareja se hizo pasar por hermanos provocando que el faraón diera muchos regalos a Sara para intentar ganar su amor, pero tras darse cuenta de que en realidad los dos estaban casados fueron expulsados de la región.
Se dice que todas aquellas personas que intentaron poseer a Sara fueron maldecidos por Dios , que no aceptaba que nadie intentara tomar a una mujer casada. Tras años vagando por Egipto, la pareja volvió a Canaán para pasar el resto de su vida en la zona, construyendo un altar para Dios que visitaban todos los días.
Fue en esta etapa que Sara ofreció su esclava a Abraham, para que el seguidor de Dios pudiera tener un hijo al ser Sara estéril. De la relación entre la esclava Agar y Abraham nació Ismael , siendo un personaje de gran importancia en la tradición bíblica.
Cuando Abraham llegó a los 99 años recibió junto a su mujer la visita de Dios, quien les dijo que su promesa se cumpliría en breve, y que Sara podría engendrar un hijo. Este hecho es de gran relevancia, ya que convierte a Sara en la única profeta mujer que recibió la visita de Dios , mostrando con ello su gran relevancia. Imagen: Slideshare.
¿Por qué Sara se rió de la promesa de Dios?
SARA.- Mujeres de la Biblia
1 Y se le apareció a Jehová en el valle de Mamre, estando él sentado a la puerta de su tienda en el calor del día. 2 Y alzó sus ojos y miró, y he aquí tres a varones que estaban frente a él; y cuando los vio, salió corriendo de la puerta de su tienda a recibirlos, y se postró en tierra 3 y dijo: a Señor , si ahora he hallado gracia ante tus ojos, te ruego que no pases de tu siervo.
4 Que se traiga ahora un poco de agua, y lavad vuestros pies y recostaos debajo de un árbol; 5 y traeré un bocado de pan, y sustentad vuestro corazón; después pasaréis, porque por eso habéis pasado cerca de vuestro siervo.
Y ellos dijeron: Haz así como has dicho. 6 Entonces Abraham fue deprisa a la tienda donde estaba Sara y le dijo: Toma enseguida tres medidas de flor de harina, amásala y haz panes cocidos. 7 Y corrió Abraham a las vacas y tomó un becerro tierno y bueno, y lo dio al criado, y este se dio prisa a prepararlo.
8 Tomó también cuajada y leche, y el becerro que había preparado, y lo puso delante de ellos; y él estaba junto a ellos debajo del árbol, y comieron. 9 Y le dijeron: ¿Dónde está Sara, tu esposa? Y él respondió: Aquí en la tienda.
10 Entonces dijo: De cierto volveré a ti según el tiempo de la vida, y he aquí, Sara, tu esposa, tendrá un a hijo. Y Sara escuchaba a la puerta de la tienda, que estaba detrás de él. 11 Y Abraham y Sara eran viejos, entrados en años; a Sara le había cesado ya la costumbre de las mujeres.
12 Se rio, pues, Sara para sí, diciendo: ¿Después que he envejecido tendré deleite, siendo también mi señor ya viejo? 13 Entonces Jehová dijo a Abraham: ¿Por qué se ha reído Sara, diciendo: Será cierto que he de dar a luz siendo ya vieja? 14 ¿Hay para Dios alguna a cosa difícil? Al tiempo señalado volveré a ti, según el tiempo de la vida, y Sara tendrá un hijo.
15 Entonces Sara lo negó, porque tuvo miedo, diciendo: No me reí. Y él dijo: No es así, sino que te has reído. 16 Y los varones se levantaron de allí y miraron hacia Sodoma; y Abraham iba con ellos, acompañándolos. 17 Y Jehová dijo: ¿ a Encubriré yo a Abraham lo que voy a hacer, 18 habiendo de ser Abraham una nación grande y fuerte, y habiendo de a ser benditas en él todas las naciones de la tierra? 19 Porque yo a lo conozco, que mandará a sus b hijos y a su casa después de sí que c guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y d juicio , para que haga venir Jehová sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él.
- 20 Entonces Jehová le dijo: Por cuanto el clamor de Sodoma y Gomorra aumenta más y más, y a el pecado de ellos se ha agravado en extremo, 21 descenderé ahora y veré si han consumado su obra según el clamor que ha venido hasta mí; y si no, a lo sabré;
22 a Y se apartaron de allí los varones y fueron hacia Sodoma, mas Abraham estaba aún delante de Jehová. 23 Y se acercó Abraham y dijo: ¿ a Destruirás también al justo con el b malvado ? 24 Quizá haya cincuenta justos dentro de la ciudad; ¿destruirás también el lugar y no lo perdonarás por amor a cincuenta justos que estén dentro de él? 25 Lejos de ti está el hacer tal, que hagas morir al justo con el malvado, y que sea el justo tratado como el malvado; nunca tal hagas.
El a Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo? 26 Entonces respondió Jehová: Si hallare en Sodoma cincuenta a justos dentro de la ciudad, perdonaré a todo este lugar por amor a ellos. 27 Y Abraham replicó y dijo: He aquí, ahora me he atrevido a hablar a mi Señor, aunque soy a polvo y ceniza.
28 Quizá de cincuenta justos falten cinco; ¿destruirás por aquellos cinco toda la ciudad? Y dijo: No la destruiré si hallare allí cuarenta y cinco. 29 Y volvió a hablarle y dijo: Quizá se hallen allí cuarenta. Y respondió: No lo haré por amor a los cuarenta.
- 30 Y dijo: No se enoje ahora mi Señor si yo hablo: Quizá se hallen allí treinta;
- Y respondió: No lo haré si hallare allí treinta;
- 31 Y dijo: He aquí, ahora me he atrevido a hablar a mi Señor: Quizá se hallen allí veinte;
No la destruiré, respondió, por amor a los veinte. 32 Y volvió a decir: No se enoje ahora mi Señor si hablo solamente una vez más: Quizá se hallen allí diez. No la destruiré, respondió, por amor a los diez. 33 Y Jehová se fue luego que acabó de hablar a Abraham; y Abraham volvió a su lugar..
¿Cuántos años tenía Sara cuando recibe la promesa?
En Génesis 20 leemos que Dios nuevamente le mandó a Abraham que dijera que Sara era su hermana con el fin de salvar la vida. Como consecuencia de ello, el Señor pudo hacer saber a un hombre llamado Abimelec y a su familia que Abraham era un profeta. Los miembros de la familia de Abimelec fueron bendecidos porque creyeron que Abraham era un hombre de Dios y un profeta.
En ocasiones nuestra paciencia y nuestra fe se ponen a prueba cuando buscamos que se cumplan las promesas del Señor. Génesis 21 contiene el relato de cómo se cumplió la promesa que Dios les hizo a Abraham y a Sara de que tendrían un hijo.
Los acontecimientos narrados en Génesis 21 tuvieron lugar cuando Abraham tenía cien años de edad y Sara noventa. ¿Podría existir alguna duda de que el nacimiento de su hijo haya sido un milagro y una bendición de Dios?.
¿Cómo fue la fe de Sara?
Sara era estéril hasta que recibió un milagro después de que su nombre fuese cambiado de ‘Sarai’ a ‘ Sara ‘. Cuando su fertilidad fue restaurada dio a luz a Isaac, pero la gente no creyó que fuese un milagro sino que decían que el patriarca y su esposa habían adoptado un bebé huérfano simulando que era su propio hijo.
¿Cuál es el significado del nombre Sara?
De Wikipedia, la enciclopedia libre Ir a la navegación Ir a la búsqueda
Sara | |
---|---|
Sarah Bernhardt | |
Origen | Hebreo |
Género | Femenino |
Santoral | 19 de agosto |
Significado | ‘Princesa’ |
Zona de uso común | Todo el mundo |
Artículos en Wikipedia | Todas las páginas que comienzan por « Sara ». |
[ editar datos en Wikidata ] |
Sara es un nombre propio femenino de origen hebreo en su variante en español. Proviene del hebreo שָׂרָה ( Śārāh ), y significa ‘princesa’. Sara es el nombre de un personaje bíblico del libro del Génesis , mujer del patriarca Abraham ; se calcula que los hechos de su vida ocurrirían hacia el 1800 a.
¿Cómo fue el matrimonio de Sara y Abraham?
En Génesis 15 leemos acerca de las dudas y las preocupaciones que sentía Abraham, y en Génesis 16 aprendemos un poco sobre los sentimientos que embargaban a Sara. El Señor le mandó a Sara que entregara a Agar como esposa a Abraham y le mandó a Abraham que la tomara por mujer (véase D.
¿Donde dice en la Biblia que Sara se rió?
Nathalie Besse «Reír es lo propio del hombre».
François Rabelais, Gargantúa. |
«El sabio por excelencia, el Verbo Encarnado, nunca ha reído».
Charles Baudelaire, «De la esencia de la risa…», Lo cómico y la caricatura. |
«Entonces dijo Sara: “Me ha hecho reír Dios, y cuantos lo sepan reirán conmigo”» , reza el primer epígrafe de la novela Sara extracto del Génesis (21: 1-6). Esta ficción se inspira en el texto bíblico y en la primera esposa de patriarca, madre del pueblo de Israel, para concebir, según las palabras del mismo autor, «una mujer inteligente a la que le prohíben reírse del mundo autoritario pero que se ríe; que defiende la vida de su hijo Isaac de los designios divinos del Mago; que busca ser libre dentro de sí misma y hacia afuera; y que siempre está reclamando un lugar justo en el mundo» 1.
- Desde el epígrafe inaugural se subraya la importancia de la risa, a la que la cita de Sergio Ramírez asocia la inteligencia, frente a un poder que en este caso es absoluto puesto que se trata de Dios;
- Recordemos la escena bíblica: aunque Sara es estéril, le aseguran a Abraham que será el ancestro de una multitud, y ella al oírlo ríe para sus adentros;
Pero si el apóstol Pedro la da como ejemplo de mujer sumisa al marido y si ella aparece en la «Epístola a los Hebreos» como un modelo de fe, Sergio Ramírez nos ofrece el retrato de una mujer incrédula e insumisa, muy diferente del que presentan los exégetas, y plantea una relación de fuerza entre ella y Dios.
- Es de precisar que, como bien lo explica Sergio Ramírez en varias entrevistas, él no reescribe el texto bíblico, no ha «tomado la Biblia como un texto sagrado sino como una fuente de historias» 2 : Sara es una novela, una novela que por cierto se inspira en la Biblia pero en tanto «fuente inagotable de historias humanas» , porque es un texto lleno de «silencios, que ofrece mucho espacio para leer entre líneas» y porque le interesan sobremanera esas historias que «tienen que ver con las luchas por el poder, con los celos, con los triángulos amorosos;
Y con seres llenos de contradicciones y debilidades» 3. Si esta Sara inconforme con su época recuerda a la protagonista de la novela precedente de Sergio Ramírez, La fugitiva (2011), la temática del poder es una constante en su narrativa. Volvemos a encontrar pues los temas de predilección del autor, a lo que podemos añadir la muerte (con holocaustos de diferentes índoles como la masacre o el sacrificio) sin sorpresa provocada por el poder, así como la relativización de la palabra mediante versiones discordantes que insinúan, contra cualquier dogma, la incertidumbre en todo.
Nos centraremos primero en la risa de esta mujer incrédula y libre frente a un poder que, como veremos luego, es ampliamente ridiculizado y puesto en tela de juicio. Sara o la risa de la incredulidad Sergio Ramírez elige de nuevo un personaje principal femenino que en este caso da su nombre al título de la novela, un nombre solo para un título depurado que le depara un verdadero protagonismo a Sara.
¿Por qué una mujer? Por un lado, la mujer, sometida por el sistema patriarcal, le permite al escritor ofrecer el retrato de un personaje excluido -Sara aparece a menudo detrás de la cortina en el texto genesíaco- que va a entrar en conflicto con la autoridad masculina, precisamente con la figura mayor del «padre»; por otro lado, se supone que la mujer inhibe menos sus emociones que los hombres -a diferencia de Abraham que obedece las reglas sin muchos dilemas sentimentales-, de ahí esa mujer que ríe ante lo que parece mentira, aunque emana del poder «supremo».
¿Por qué Sara? Cuando le preguntan a Sergio Ramírez qué le llamó la atención en este personaje, él contesta: «la relación que ella tiene con Dios. Siempre me pareció que es una relación conflictiva y para una buena historia se necesita un buen conflicto.
Tengo en frente un doble conflicto: Sara frente a Dios y Sara frente a su esposo Abraham » 4. Otra vez el conflicto, la relación de fuerzas que supone y engendra el poder. Ahora bien, una expresión de la contestación de esta Sara novelesca es la risa, que representa una primera distancia frente al poder; lo patentizan las apreciaciones del narrador después de la primera risa debida al hecho de que le anuncian a Abraham que Sara va a parir un hijo varón: «No fue ninguna carcajada [.
- ] sino una especie de graznido despectivo, que mostraba incredulidad y desprecio;
- La risa del desdén» (37), una risa debida al «sentimiento molesto de que [;
- ] le estaban tomando el pelo» (41) 5;
- Observamos primero que «el que se enoja ante la risa de Sara es el Mago mismo» (43) cuyos mensajeros regañan a la mujer: «ten cuidado, te estás burlando» (45), por donde vemos cómo la risa se opone al poder, y el poder a la risa, algo que Sergio Ramírez afirma con notable concisión: «el poder no conoce el humor» porque «no le gusta que lo desnuden» 6;
Segundo, esa risa que tanto le desagrada al poder, también lo fuerza, lo coacciona si tenemos en cuenta los pensamientos de Sara expresados con términos que evidencian -e invierten explícitamente- la relación de poder: «era la primera vez que el Mago se dirigía a ella [.
] ¿No era aquello un triunfo? Aunque fuera a costa de su cólera, lo había doblegado. De algo sirve la risa, se dijo, y volvió a reírse por lo bajo, cuidando esta vez que nadie la oyera» (45-46). Esas palabras son una legitimación en regla de la risa que aparece como un verdadero poder capaz de transformar la relación de fuerzas, de ahí que Sara siga desobedeciendo.
Bien vemos cómo la risa de Sara constituye una respuesta al poder, una réplica, que contiene una crítica y que es por lo tanto una expresión de libertad. Reír es escapar al control del otro, a su poder, y en esta novela es una forma de transgresión. No dice otra cosa el autor que se interesa en la manera como «Sara va buscando cómo obtener la libertad en aquellos remotos tiempos.
Y parte de esa es el don de la risa que se le niega» 7. De hecho, más de una vez en la novela, Sara se comporta como una mujer libre que no sólo se ríe, sino que también piensa y actúa. Sara duda, cuestiona, no deja de criticar, como lo muestran sus pensamientos: la mayor parte de los hechos están narrados desde su perspectiva lo más a menudo escéptica y burlona.
Su risa es una expresión, entre otras, de esa lucidez y de esa conciencia libre que caracterizan a lo largo de la narración a esa mujer «perspicaz y aguda en sus juicios» (20). Así, no entiende la sumisión de su marido frente a los designios del Mago: si Abraham obedece, se arrodilla, se mutila, acepta sacrificar a su propio hijo tanto tiempo esperado, Sara refunfuña, se indigna, enjuicia casi sistemáticamente lo que ordena el Mago: «Escucho y obedezco, respondió Abraham bajando la cabeza [.
- ¿No sabe nunca decir no este hombre blando como la cera de las colmenas?» (51);
- Demuestra la misma desconfianza y la misma irritación ante los emisarios del Mago que le parecen faltos de cortesía y arrogantes; ella los «infantiliza» con palabras como «mozalbetes» o «imberbes» (75, 30) y, más atrevido aún, no duda en acusar su ligereza y su locura cuando deciden destruir Sodoma y Gomorra: «¿Qué era aquel juego?» , «otra de las bromas de aquellos tres» (52), «esos mozalbetes tan pagados de su arrogancia, y, según se ve, enfermos de la cabeza, pues a nadie en su sano juicio se le ocurriría urdir calamidad semejante» (75);
Denostar a esos emisarios es agraviar al mismo Dios del que son las representaciones. De hecho, la mayoría de las críticas de Sara están dirigidas hacia esa figura invisible que lo decide todo y cuyo poder ella, que «tiene declarado un pleito tenaz con el Mago» (46), desacredita vigorosamente. A título de ejemplos:
- -es caprichoso: «Si el Mago de verdad existía, era impredecible, olvidadizo y caprichoso como el que más» (117);
- -es autoritario: «orden perentoria» (188);
- -es incluso un enfermo del poder -¿a imagen de los tiranos?-: «el Mago se siente celoso», «su celo por ser único es patente» (57), «Los celos son la expresión de su dominio absoluto» (58);
- -es ilógico: «órdenes insensatas» (193), «y quién te entiende, te disgustan los que se ríen, y ordenas poner por nombre a mi hijo el reídor» (203) 8 ;
- -es injusto: «¿De modo que morirán a la vez el culpable y el inocente?» (59);
- -es vengativo y falso: «Nunca me perdonó que me riera cuando te anunció que quedaría preñada, y ahora su venganza es quitarme a mi hijo [. ] jamás he visto a nadie más vengativo y rencoroso [. ] rabió Sara, vengativo, rencoroso, falso, desleal y mentiroso» (220).
Sara, que se siente a la vez excluida y prisionera (15), con la impresión de no poder escapar de su voluntad y capricho (18), no escatima en reproches entre otras insolencias que a veces van hasta un franco rechazo acompañado de imperativos que invierten singularmente la relación de autoridad entre los dos: «déjanos en paz, ya es suficiente, búscate a otros, por qué nos persigues, no sigas con ese cuento de que un día voy a parir un hijo» (19). El diálogo final entre una Sara que va a morir y un Mago que se sincera con ella muestra finalmente, más allá de la irreverencia, una espontaneidad, una facilidad en el intercambio, incluso una confianza, casi filial -como si se tratase de un padre con su hija rebelde, o en cualquier caso de dos personas que se conocen bien y no se mienten-: «Al fin te has dignado venir, pero más vale tarde que nunca. Tres episodios lo demuestran:
- -cuando expulsa a Agar, la esclava egipcia a quien pidió primero que le diese un hijo a Abraham y a quien rechaza luego dos veces por rivalidades, pegándola incluso, exacerbando una relación de poder preexistente en la que Agar sólo tenía que obedecer (127);
- -cuando el Mago quiere destruir Sodoma y Gomorra donde vive el sobrino de Abraham, Lot, y Sara, sin confesarle la verdad a este último, le pide con firmeza que haga lo que ella le dice, urdiendo un plan para salvarlo, maniobrando a espaldas del Mago, anteponiendo a los designios superiores de este sus propios sentimientos; pero si bien el narrador recalca el protagonismo de Sara -«si se sigue bien el hilo, el cabo va a terminar en manos de Sara, pues sin ella no hay dame y te doy [. ], astucia al fin y al cabo» (182)-, el Mago relativiza la actuación de la misma afirmando el poder de su voluntad divina por encima de cualquier decisión humana como lo muestran sus pensamientos: «Sara la incorregible, emprendió camino hacia Sodoma por su propio acuerdo para buscar cómo entrometerse en mis asuntos [. ] ¿No sabe ella que si Lot había de esperarme en la puerta de los Cardadores es porque yo lo decidí así?» (187);
- -cuando Abraham debe sacrificar a su hijo Isaac, la acción determinada de Sara desafía la figura opresiva del poder siguiendo las incitaciones del tuerto, un personaje equívoco, quizá una figura maligna, que responde a las súplicas de Sara: «Quien puede salvarlo eres tú misma [. Levántate y ve en pos de tu hijo» (221), «deja que levante el altar, y en el momento preciso detén su mano antes de que golpee el cuello de Isaac con el cuchillo [. ] yo siempre te he tenido por astuta» (222).
Se imponen unas observaciones respecto a este último ejemplo: primero, el lector aprecia otra vez la pertinencia de Sara frente a la sumisión de Abraham ante quien objeta, con la risa del desprecio, «ahora me vas a salir con que el Mago lo que quería era ponerte a prueba [. Me da risa eso, para qué habría de ponerte a prueba si ya sabe de sobra que eres su fiel sirviente» (233), como si denunciase un poder abusivo. Segundo, Sara desobedece porque está del lado de la vida -«Ya he salido otras veces sin que te dieras cuenta, pensó Sara, siempre detrás de tus pasos para salvar a quien debe ser salvado» (233)-, es decir que es ella quien encarna la salvación frente a los mortíferos designios del Mago al que, con sus emisarios, ella tacha de «asesinos» (217), siendo esa asociación directa entre poder y muerte un «hilo rojo» que atraviesa las novelas de Sergio Ramírez.
- Sara, Sara, cuándo te vas a componer, empiezas siempre con el mal impulso en la boca [;
- La verdad es que has tardado, dijo Sara, la voz llena de reproche» (245);
- Hemos dicho que esta mujer crítica y astuta -no sin razón Sergio Ramírez pensaba titular la novela «Astucia»- también actúa libremente: «busca ejercer su propia voluntad para influir en los acontecimientos, y eso es muy seductor» , asegura el autor 9;
Tercero, y tratándose precisamente de rebelión contra el poder, el tuerto aparece como el conspirador en frases cuyo campo léxico politiza el hecho, puesto que ese personaje inclasificable que conoce los decretos supremos del Mago (226), exhorta a Sara a desobedecer: «al inducirla a que interfiera en los planos trazados y los frustre, ha entrado en una conspiración en toda regla» (227), a lo que se añaden en la misma página términos convergentes como «rebelión», «rebelde», «contrainteligencia», «exilio».
- Fiel a sus ambigüedades narrativas que despistan al lector y recuerdan que la verdad siempre es huidiza, el narrador se pregunta, antes de acabar con una voltereta discursiva: Pero, ¿no es el tuerto de los pichones una parte del Mago junto con los otros tres lugartenientes [;
]? ¿Puede el Mago rebelarse contra sí mismo, o disentir dentro de sí mismo [. ]? Como esta es una novela y no un tratado de teología, mejor me abstengo de buscar cómo dilucidarlo [. Lo que importa es en efecto qué relaciones establece o provoca el poder como acabamos de ver, y en qué medida es contestable, despreciable e ilusorio, en una palabra ridículo.
Sergio Ramírez y la ridiculización del poder En sus novelas precedentes, Sergio Ramírez se las ingeniaba para parodiar o satirizar el poder, un poder corrupto, es decir sucio y como tal relacionado a veces con lo abyecto, lo excrementicio, lo monstruoso, etc.
En Sara , nos hallamos de nuevo ante cuerpos grotescos que siempre se han prestado al humor, aun en escenas que podrían ser patéticas y en las que basta una incongruencia para que gane el ridículo: anomalía, devaluación, exceso, exageración, entre otras condiciones del humor, deforman o desmitifican, el «cuerpo del poder», sea este el poder político con el Faraón y el rey de los filistinos Abimelec, o el poder divino representado en este caso por los emisarios de Dios.
- Es un Faraón desvirilizado y repugnante que posee a su «prisionera sexual» Sara (99): se señalan un miembro corto y arrugado (86) -siendo el falo un símbolo de poder, bien se percibe aquí cómo se le quita toda potencia al potentado- y un olor repugnante que podría evocar los miasmas del poder: la derribó de inmediato en el lecho y la penetró sin gracia, antes de que el efecto de la pócima de ajos machacados con enebro se desvaneciera, de modo que tuvo ella que tragarse no sólo el olor a ajos y el del aceite rancio con que se ungía, sino también el de sus sobacos y de su entrepierna ya que poco se bañaba;
Otro ejemplo de «impotencia» es el rey Abimelec que ni siquiera puede tocar a Sara puesto que el mismo Dios le amenaza con quitarle la vida (195). Cuando los dos mensajeros divinos Rafael y Miguel llegan a Sodoma, ciudad corrompida por antonomasia, lugar de la depravación, la concupiscencia y el vicio (55), del latrocinio, el robo y la estafa (56), desencadenan pasiones: esos ángeles de la Biblia se convierten, bajo la pluma irreverente de Sergio Ramírez, en «mancebos», afeminados y erotizados por la narración: «finos y delicados como doncellas» (53), y que según Lot «en nada se diferenciaban de los efebos más corrompidos de los lupanares» (146).
Suscitan las pulsiones más primarias y una turba se dirige hacia la casa de Lot que hospeda a los dos emisarios divinos: «¡Saquémoslos de una vez, y los desnudamos, que son nuestros! [. ] ¡todos tenemos derecho a montarlos!» (157).
Quizá podamos añadir aquí el ejemplo de Abraham, primer patriarca de la Biblia, como tal figura de autoridad y representante de un antiguo sistema que era de dominación: en esta novela lo vemos arrodillado, sumiso, humillado las más de las veces -«puesto de rodillas, las manos en el suelo y la cabeza humillada» (213) frente al Mago.
La ridiculización de la autoridad suele ser una expresión posible de lo cómico que se vale de esquemas de inversión y toma entonces un cariz subversivo o transgresivo. A semejanza de Aristófanes burlándose de Sócrates, o de Nietzsche que se ríe de los maestros que no se burlan de sí mismos en La gaya ciencia , Sergio Ramírez recurre a la risa, en este caso blasfematoria, frente al Mago en tanto figura del poder absoluto, y que como tal no se ríe ni quiere que se rían; pero si reír es lo propio del hombre, ¿no será «inhumano» el que no ríe?, ¿no será inhumano el poder? Ese poder que a menudo deshumaniza a los que lo soportan, también supone la deshumanización del que lo ejerce.
Sara no sólo ridiculiza a las figuras del poder, también las pone en acusación en cierto modo si tenemos en cuenta la insistencia en una dureza, incluso una «inhumanidad», del Mago y de sus representantes. Cuántas veces la narración señala el carácter severo e inclemente de los emisarios, especialmente Rafael que hasta parece cruel en ciertas ocasiones: «aire adusto» (149), «con dureza» (162), «mancebo de armas tomar» (182), «vengativo» (61) y, para terminar con un ejemplo contundente en relación con la destrucción de Sodoma y Gomorra: «ejecutar de manera eficaz y expedita la operación limpieza que tenían asignada» (171).
Esos ángeles exterminadores son comparables a esbirros al servicio de un todopoderoso Mago que recuerda aquí los dictadores más mortíferos, y al que el narrador no trata con más deferencia. En efecto, ese Mago ubicuo y omnisciente, representación máxima del poder, -«No se mueve la hoja de un árbol si yo no la soplo con mi aliento» (246)-, parece abusivo y arbitrario si se cree a Sara, cuando no asesino como hemos visto con Sodoma y Gomorra o con el sacrificio de Isaac que lo convierte en «loco» para Sara (219).
De hecho, el Mago afirma: «Soy un todo indisoluble [. ], en mí viven juntos tanto el bien como el mal» (247). El narrador cuestiona castigos inmerecidos como la petrificación de Edith, mujer de Lot, en estatua de sal sólo por mirar lo que no debía: Pues el Mago podía perdonar bigamias, alcahueterías, adulterios, y aun incestos [.
- ] pero no indisciplinas ni desacatos de mujeres, les dices no comas del fruto de ese árbol y por puro vicio de desobediencia se apresuran a morderlo; no mires lo que no debes y no has terminado de advertírselo cuando ya sus ojos van raudos tras lo prohibido por puro placer de curiosidad;
Para el Mago no hay curiosidad inocente de mujer. La curiosidad lleva a preguntar, a buscar, a no conformarse, es como un «no» ante lo que parece evidente, siempre quiere más, precede el saber, expresa la inteligencia, antítesis de la ignorancia y de la sumisión ciega, resulta ser una seria amenaza para el poder.
Cabe señalar aquí un aspecto que han desarrollado las mejores novelas sobre dictadores: la soledad del poder. Cuando el Mago se sincera con su incorregible Sara en un desenlace-encuentro, él mismo confiesa implícitamente, como presa de un profundo cansancio ante «todo eso», la vacuidad de su potencia: «el cielo verdaderamente está vacío, todas esas estrellas del firmamento en realidad son falsas, murieron hace mucho tiempo aunque aún brillen [.
] No es que sea falso, es que está muerto» (248). Los comentarios de Sara que acompañan esas confidencias, a lo largo de un discurso que entreteje las palabras de los dialogantes en un mismo fluir sin el signo gráfico del guion, denuncian la mentira ¿y la falsedad de su grandiosidad? como una gran comedia:
- -«Ellos son yo, y yo soy ellos, dijo el Niño. Disfraces, dijo Sara, los magos gustan de los disfraces» (246);
- -«No soy un mago, soy un hacedor, dijo el Niño. Un hacedor de trucos, como los de las plazas, que engañan a quienes pagan por verlos, y por eso mismo que son mentirosos, pues fingir como realidad lo que no es cierto es mentir. No necesito mentirte en este momento, dijo el Niño» dos líneas antes del final de la novela donde muere Sara (249);
- -¿De verdad eres real, o siempre has sido una mentira? No te entiendo, respondió el Niño. Una ilusión, un espejismo del desierto. Mira lo que se te ocurre, dijo el Niño, además de terca eres fantasiosa. Un espejismo que se pone solamente delante de dos personas, Abraham y yo, y somos nosotros dos los que te reflejamos delante de los demás. ¿Qué quieres decir con eso?, ¿que si no estuviera en la mente de ustedes dos no existiría? Más o menos, respondió Sara.
Bien se sabe que el humor, que puede mostrar el mundo bajo un ángulo inesperado y revelador, tiene a menudo una intención reformadora, hace reír para hacer reflexionar. Es obvio aquí donde asoma una relativización del poder, una invitación a la crítica que no sólo se expresa mediante la risa, sino también, y como a menudo en Sergio Ramírez «abogado de formación y sabedor de que nada es cierto o de que la palabra siempre es dudosa», mediante un multiperspectivismo que delata la imposibilidad de conocer la verdad.
Yo soy el que soy, dijo el Niño en tono molesto [. La duda siempre ofende [. Una necesaria relativización Tanto las versiones disonantes como la contestación argumentada de personas que hacen autoridad, perturban las conclusiones sacadas demasiado rápidamente y las opiniones establecidas, despistan al narratario incitándolo a dudar, y en última instancia a reconsiderar su dictamen.
Primero las versiones discordantes: la polifonía, las diferentes perspectivas, ofrecen interpretaciones y puntos de vista divergentes, impiden cualquier afirmación irrefutable, es decir cualquier dogma, posibilitan el debate abriendo así el camino no de la discordia sino de la tolerancia.
- Abundan palabras o grupos nominales tales como «múltiples fuentes de diversa procedencia», «versión [;
- ] fantasiosa» (105), «especulaciones y versiones cruzadas» (162), «depende de las traducciones» (106), «se cuenta también» (236), «También se relata que» (237), «apócrifo», «incongruencias» (106), «exageraciones», «mentira» (239); sin olvidar expresiones de la incertidumbre como «O quien sabe» (237), «Creo, pues» (236), «no puede descartarse nada» (238), cuando no se trata de sentencias sin apelación: los historiadores en los mercados y en las plazas adornan y trastocan las noticias destinadas a ser ejemplares, hasta deformarlas, dándoles la apariencia de verdaderas mentiras [;
] los viajeros de las caravanas, no hacían sino agravar la situación, pues no existían gentes más falsarias. Segundo: la contestación de las versiones comúnmente aceptadas, incluso cuando emanan de los padres de la Iglesia -Tertuliano, Ireneo de Lyon, Basilio de Cesarea, Jerónimo de Estridón (182, 186)-, teólogos, exégetas cuyos puntos de vista el narrador cuestiona o relativiza, oponiendo el análisis o el buen sentido a la creencia y planteando el problema de la veracidad de los hechos en el caso de un pasado tan remoto. El enfoque de este narrador razonado y deductivo, que no se deja confundir con cuentos descabellados, se caracteriza por:
- -la razón: «Vivió hasta la edad de ciento veintisiete años, según se afirma, y merecería creerlo si no fuera por los argumentos suficientemente razonados que ya he ofrecido, y porque, además, semejante longevidad trastorna las cuentas» (236);
- -la verosimilitud: «Es más conveniente por tanto, a todos los efectos, la versión de que Lot [. ] era todavía un muchacho de catorce a quince años [. ], y ahí sí las cosas calzan sin necesidad alguna de forzarlas [. Si así les parece, sigo entonces adelante» (84);
- -suposiciones con la repetición de «supongamos» (166-167) o la legitimación de la conjetura a falta de mejor solución:
Todas estas no son, se dirá, sino suposiciones de un profano que manosea a su gusto y antojo hechos de tan lejana data para convertirlos en historias fingidas, en las que todo puede faltar menos las invenciones, que no obedecen a reglas ni gobierno. Pero si alguien tiene otras herramientas de las que valerse, mejor lo declara pronto. Entendámonos: este narrador que pregunta, supone, da su parecer, contradice, argumenta, no cuestiona para nada los dogmas del Antiguo Testamento, Sergio Ramírez no puede ser más claro al respecto cuando alega: «No me meto con los dogmas, no los cuestiono» 10.
- En cambio, sí condena «los cánones inflexibles de la ortodoxia religiosa» , y responde a toda rigidez por la tolerancia, la capacidad de adoptar la perspectiva del otro: «La mayor revolución es ver el mundo como lo ve el otro;
En la política, pocos como Mandela o Luther King consiguieron encarnarse en el otro» 11. De la novela Sara a la política, y de la política a la escritura, el autor explica en la misma entrevista que: son antagónicas. El papel del escritor debe ser crítico; un escritor alienado sólo resulta una voz burocrática.
- Yo viví la experiencia en el poder;
- Defendía la causa como relacionista público de la revolución;
- Y realmente no podía ser crítico con lo que estaba viviendo;
- Hubiera sido un contrasentido;
- El espacio crítico es indisoluble de la escritura y el poder no te lo permite;
En otro encuentro titulado «La literatura está reñida con la militancia», el escritor comenta: Yo recomiendo siempre a los alumnos que me encuentro en talleres y seminarios que no se metan en política, lo cual no quiere decir que no opinen. Uno tiene que tener una conciencia abierta y crítica, sobre todo en países con tantas anormalidades públicas como tienen los de América Latina.
Pero la obra literaria debe abordarse desde la libertad y hablarle al poder, no plegarse a él; y eso es algo que, si uno pertenece a un partido, o forma parte de un régimen, se ve notablemente limitado 12.
¿En qué medida Sara resulta ser, como otras novelas de Sergio Ramírez, un espejo del autor? ¿Hasta dónde refleja o revela viejos demonios? Como Sergio Ramírez, Sara es dubitativa y crítica ante el poder; como él, ve realizada su mayor esperanza después de verdaderos sacrificios pero debe perderla; como él, se niega a hacerlo.
- ¿Hasta qué punto podemos proponer una doble lectura? El caso es que ciertos revolucionarios fueron capaces, a imagen de Abraham, de sacrificar a su bien más preciado en nombre del poder, y que ese tipo de personajes se hallan en otras novelas de Sergio Ramírez, siendo esa repetición probablemente significativa;
Lo cierto es que, por más crítico y revelador que sea el humor de Sergio Ramírez, esa risa que resuena en cada una de sus ficciones expresa también una forma de generosidad, tiene que ver con el placer de vivir, con la alegría; no sólo o no siempre se opone al poder y a la muerte, emana igualmente de la misma vida.
En un antiguo proyecto de autobiografía titulado Retrato de familia con volcán , Sergio Ramírez evoca a sus tíos músicos por su sentido del humor -al que rinde homenaje en su novela Un baile de máscaras (1995)-: «todos se burlaban de todos y de quienes acertaban a pasar, para su desgracia, por allí» 13 , pero esa fiesta perpetua fue sobre todo para el joven Sergio Ramírez una «escuela de humor» cuya primera lección consistió en aprender que «para reírse de los demás, hay que empezar por reírse de uno mismo» 14 ; asimismo aprendió, según cuenta el autor en Una vida por la palabra , que «el que es humorista es a la vez sentimental; [.
] que el llanto y la risa, el humor y la melancolía suelen estar juntos» (63). Aunque al fin y al cabo nada es cierto, sospechamos, al leer esas evocaciones del pasado, la importancia y por consiguiente la influencia que tuvo esa «escuela de la vida» en la manera como Sergio Ramírez ve o aborda ciertos problemas, desplegando luego en sus novelas todas las facetas del humor, crítico e inmotivado, duro y ligero, despectivo y tierno, entristecido y alegre.
- Obras consultadas
- BAKHTINE Mikhaïl, L’œuvre de François Rabelais. (La culture populaire au Moyen-Âge et sous la Renaissance), Paris, Éditions Gallimard, 1985.
- BESSE Nathalie, «Satire et mort des mythes nationaux dans Margarita, está linda la mar de Sergio Ramírez», La satire en Amérique latine, formes et fonctions , volume 2, «La satire contemporaine», América-Cahiers du CRICCAL, n. º 38, Presses de la Sorbonne Nouvelle-Paris III, 2008, pp. 19-25.
- BESSE Nathalie, «Poder de la corrupción y contrapoder de la ética en El cielo llora por mí de Sergio Ramírez», Página oficial de Sergio Ramírez, sección «Crítica», mayo de 2009.
- BESSE Nathalie, «Les corps malmenés de Sergio Ramírez. Images d’un Nicaragua meurtri», Les représentations du corps dans la littérature latino-américaine , reCHERches , n. º 4 (ss dir. Nathalie Besse), Université de Strasbourg, 2010, pp. 103-116.
- DUVIGNAUD Jean, Le propre de l’homme , Paris, Hachette, 1985.
- EMELINA Jean, Le Comique. Essai d’interprétation générale , Paris, Collection Présences critiques, Éditions Sedes, 1991.
- RAMÍREZ Sergio, Sara , Madrid, Editorial Alfaguara, 2015.
- RAMÍREZ Sergio, «Retrato de familia con violín», Página oficial de Sergio Ramírez.
- RAMÍREZ Sergio, «Retrato de niño estrábico con lentes», Otrolunes , n. º 9, agosto 2009.
- RAMÍREZ Sergio, Una vida por la palabra , Entrevista de Silvia Cherem, Prólogo de Carlos Fuentes, México, Fondo de Cultura Económica, 2004.
- Entrevistas
- La Prensa Cultura , 2 de junio de 2015, Arnulfo Agüero: «Sara: una historia seductora».
- El País Cultura , Madrid, 5 de marzo de 2015, Ferrán Bono: «Sergio Ramírez: “La mayor revolución es ver el mundo como lo ve el otro”».
- Noticias , 6 de marzo de 2015, Alberto Gordo: «Sergio Ramírez: “La literatura está reñida con la militancia”».
- La Prensa , 11 de marzo de 2015, Ana Mendoza: «”Sara” vista de otras maneras».
- El Nuevo Diario , 14 de junio de 2015, Letzira Sevilla Bolaños: «Sergio Ramírez rompe el silencio de Sara, esposa de Abraham».
.
¿Dónde dijo Abraham que Sara era su hermana?
1 De allí partió Abraham a la tierra del sur, y se asentó entre Cades y Shur, y habitó como forastero en a Gerar. 2 Y dijo Abraham de Sara, su esposa: Mi a hermana es. Y Abimelec, rey de Gerar, envió por Sara y tomó a Sara. 3 Pero a Dios vino a Abimelec en sueños de noche y le dijo: He aquí, muerto eres a causa de la mujer que has tomado, la cual es casada con marido.
4 Mas Abimelec no se había llegado a ella y dijo: Señor, ¿matarás también a a la gente justa ? 5 ¿No me dijo él: Mi a hermana es; y ella también dijo: Es mi hermano? Con b sencillez de mi corazón y con limpieza de mis manos he hecho esto.
6 Y le dijo Dios en sueños: Yo también sé que con integridad de tu corazón has hecho esto; y yo también te detuve de pecar contra mí, y así no te permití que la tocases. 7 Ahora, pues, devuelve la mujer a su marido, porque es profeta y a orará por ti, y vivirás.
Y si tú no la devolvieres, sabe de cierto que morirás, tú y todos los tuyos. 8 Entonces Abimelec se levantó de mañana, y llamó a todos sus siervos y dijo todas estas palabras a oídos de ellos; y temieron los hombres en gran manera.
9 Después llamó a Abimelec a Abraham y le dijo: ¿Qué nos has hecho? ¿Y en qué pequé yo contra ti, que has atraído sobre mí y sobre mi reino tan gran pecado? Lo que no debiste hacer has hecho conmigo. 10 Y dijo Abimelec a Abraham: ¿Qué has visto para que hicieses esto? 11 Y Abraham respondió: Porque dije para mí: Ciertamente no hay a temor de Dios en este lugar, y me matarán por causa de mi esposa.
- 12 Y a la verdad también es mi hermana, hija de mi padre, mas no hija de mi madre, y la tomé por esposa;
- 13 Y aconteció que, cuando Dios a me hizo salir errante de la casa de mi padre, yo le dije a ella: esta es la merced que tú me harás, que en todos los lugares adonde lleguemos, digas de mí: Mi hermano es;
14 Entonces Abimelec tomó ovejas y vacas, y siervos y siervas, y se los dio a Abraham y le devolvió a Sara, su esposa. 15 Y dijo Abimelec: He aquí mi tierra está delante de ti; habita donde bien te parezca. 16 Y a Sara dijo: He aquí, he dado mil monedas de plata a tu hermano; mira que él es para ti como un velo ante los ojos de todos los que están contigo y para con todos; así fue vindicada.
¿Donde dice que Sara era hermana de Abraham?
Antes de viajar a Egipto, Abraham fue instruido por Dios: “He aquí, Sarai tu esposa es de hermoso aspecto; por tanto, sucederá que cuando la vean los egipcios, dirán: Su esposa es; y te matarán, mas a ella le preservarán la vida; por tanto, hazlo de esta manera: Diga ella a los egipcios que es tu hermana, y vivirá tu alma” (Abraham 2:22–23).
Este pasaje es paralelo en Génesis 12: 10–20. 1 El motivo detrás de lo que Abraham hizo es bastante claro. Tenía “miedo que la belleza de su esposa [lo] pusiera en peligro cuando la pareja llegara a un reino extranjero, porque podría ser asesinado si el rey deseara a su esposa hermosa para sí mismo.
Este no [era] un miedo poco realista, ya que en la antigüedad la realeza podría ser implacable”. 2 Sin embargo, una diferencia clave entre los relatos de Génesis y el Libro de Abraham es que el Libro de Abraham describe a Dios como instruyendo a Abraham a participar en el subterfugio, un detalle que no se encuentra en el relato de Génesis.
- La pregunta que naturalmente se hace es si Abraham estaba mintiendo al decir que Sarai era su hermana en lugar de su esposa;
- 3 Algunos lectores del Libro de Abraham están especialmente molestos por lo que a primera vista parece ser Dios quien le ordena a Abraham que mienta;
Lo importante a tener en cuenta es que Génesis 20:12 identifica a Sarai como la media hermana de Abraham. “Por lo tanto, al menos es posible que Sara perteneciera a la familia extendida de Abraham y, por lo tanto, se la considerara su ‘hermana’ en el sentido de un pariente cercano de sangre”.
4 Abraham, por lo tanto, usaba una terminología algo ambigua y no necesariamente hacía una declaración falsa. 5 Esta táctica habría funcionado bien en el antiguo egipcio. Como lo explica el egiptólogo John Gee: Dios instruyó a Abraham para que se refiriera a su esposa, Sara, como su hermana (Abraham 2:22–25).
Esto aprovecha una ambigüedad en el idioma egipcio: la palabra egipcia para esposa (hime) significa solo esposa, pero la palabra egipcia para hermana (sone) significa hermana y esposa. Por lo tanto, el término que Abraham usó no era falso, sino ambiguo.
- También era necesario: dado que numerosos textos egipcios discuten cómo los faraones podían tomar a cualquier mujer que quisieran y matarían al esposo si la mujer era casada, este consejo salvó la vida de Abraham;
6 Finalmente, es digno de mención que un texto de los Rollos del Mar Muerto, llamado Genesis Apocryphon, muestra a Abraham siendo advertido en un sueño sobre el peligro que enfrentaba al viajar a Egipto debido a la belleza de Sarai. Esto a su vez propició su equívoco con el faraón.
¿Que le pidió Dios a Abraham para probar su fe?
La tradición religiosa cuenta que Abraham vivía en la hermosa ciudad de Ur (antigua Mesopotamia, actual Irak) cuando Dios le pidió el sacrifico de alejarse de su tierra e irse a un país desconocido. Él aceptó este sacrificio y el Señor realizó con él la alianza: le prometió la tierra de Canaán, entre el Mediterráneo y el río Jordán, para él y sus descendientes.
- Sin embargo, sus pruebas continuaron;
- Su esposa Sara, quien era estéril, logró concebir con la gracia de Dios y tuvo un hijo, Isaac, a quien amó mucho;
- Años después, Dios quiso probar la obediencia de Abraham y le pidió en sacrificio a su más grande tesoro: el pequeño Isaac;
El sacrificio. Totalmente angustiado pero con una fe inquebrantable, el patriarca aceptó el mandato. Condujo a su hijo hasta la cima de una colina para darlo en sacrificio, pero en el preciso instante en el que iba a matarlo, la voz del Ángel del Señor lo llamó diciendo: “Detente, no le hagas daño al muchacho, porque ahora sé que tú respetas y obedeces a Dios”. 0 Comentarios –> Suscríbete al newsletter de “PODCAST RPP” Te presentamos el audio a la carta de RPP para que lo escuches cuando, donde y como quieras, en nuestra plataforma o en la de suscripción que prefieras. Aquí encontrarás algunas recomendaciones de la semana incluidas en nuestro catálogo. Enviado cada jueves.