Qué es Resurrección de Jesús: – La resurrección de Jesús es la acción mediante la cual se cree que Jesús de Nazaret o Jesucristo vuelve a la vida de entre los muertos, tres días después de tras haber sido crucificado y sepultado. Se trata de la creencia fundamental de los cristianos a partir de la cual se propagó esta confesión religiosa.
- Incluye también la convicción de que, tras la resurrección, Jesús asciende en cuerpo y alma a la presencia del Padre y desde allí reina sobre todo lo creado;
- A esta última creencia se le conoce con el nombre de Ascensión del Señor;
Para los creyentes, la resurrección confirma el origen divino de Jesús, pues en el marco del pensamiento religioso, resucitar en un poder atribuido exclusivamente a Dios. Así, el acto de la resurrección de Jesús es prueba de su naturaleza divina y es, al mismo tiempo, promesa y esperanza para todos los cristianos.
Este acontecimiento es el fundamento de la celebración de la pascua y la sagrada comunión o eucaristía, en la cual se recuerda el memorial de la pasión, muerte y resurrección de Jesús. La centralidad de la resurrección en el pensamiento cristiano le dio su nombre actual al día domingo en las lenguas latinas.
Domingo quiere decir, así, día del Señor. Además, la resurrección de Jesús se celebra solemnemente todos los años en la Semana Santa. Es el punto culminante o álgido de la Pascua , y se recuerda a través de dos rituales complementarios: las misas de “Sábado de Gloria” (a la media noche del sábado al domingo) y “Domingo de Resurrección” (a plena luz del día).
Contents
- 1 ¿Cuál es el significado de la resurrección?
- 1.1 ¿Qué significa la resurrección de Jesús para nosotros en estos tiempos de pandemia?
- 1.2 ¿Cuál es la enseñanza más importante que nos dejó Jesús?
- 1.3 ¿Qué significa Yo soy la resurrección y la vida el que cree en mí aunque este muerto vivirá?
- 1.4 ¿Qué valor nos enseña Jesús cuando dio su vida por nosotros?
- 1.5 ¿Que proposito y promesa nos dio Jesús con su resurrección?
- 1.6 ¿Qué pasa después de la resurrección de Cristo?
¿Qué significa la resurrección de Jesús para el ser humano?
Lo que ocurre es que, después de arrepentirse, Dios no lo destruye, sino que va a intentar reconquistarlo cambiarlo, etc… Es decir, el perdón, la resurrección de Jesús significa que, por brutal, por criminal, por maldito que sea este mundo, Dios no lo abandona, está reconciliado con él y quiere reconquistarlo como sea.
¿Cuál es el significado de la resurrección?
Qué es Resurrección: – La palabra resurrección proviene del latín resurrectio, que quiere decir levantarse de nuevo, resurgir o alzarse una vez más. Con esta palabra se designa a la acción y efecto de resucitar, de volver a la vida derrotando a la muerte.
- La creencia en la resurrección está vinculada a la interpretación antigua del comportamiento solar, que cada día nace y muere, solo para volver a nacer al día siguiente;
- la resurrección es una figura recurrente en la literatura de la antigüedad;
Es atribuida a un misterio de los dioses, solo realizable por ellos. El conocimiento del poder de resucitar está prohibido a los seres humanos. Esta idea es común a diferentes sistemas de pensamiento y fe.
¿Qué significa la resurrección de Jesús para nosotros en estos tiempos de pandemia?
“Hago nueva todas las cosas” (Ap 21,5) Queridos colegas y amigos, queridos hermanos y hermanas. Estamos viviendo tiempos difíciles. La pandemia de Coronavirus-19 es un tremendo desafío para la Iglesia, para todas las personas del mundo, y para nuestra casa común.
- Sin embargo, la crisis es una oportunidad para comenzar de nuevo;
- Esta es una calamidad urgente y compleja que requiere nuevas soluciones: “vino nuevo, odres nuevos” (Mc 2,22), nuevas formas de vida, nuevas formas de trabajar, nuevos modelos de desarrollo;
En Pascua, Cristo resucitado hace “nuevas todas las cosas ” (Ap. 21,5), y nos sostiene en nuestra vulnerabilidad, nos guía a través de la oscuridad y nos reconcilia con la fuente de la Vida. En nombre del Cardenal Peter K. Turkson (Prefecto), Mons. Bruno Marie Duffé (Secretario) ha preparado un mensaje simple y profundo para ayudarnos a abrir nuestros corazones a la Luz y la Vida de Cristo en este tiempo de oscuridad y muerte.
Que el Señor bendiga a cada uno de ustedes y a sus familias, muy Feliz Pascua. Augusto Zampini, Secretario adjunto *** Mensaje de Pascua en el contexto de la pandemia del Covid-19 1. En la mañana de Pascua, la comunidad cristiana, en la grande y hermosa diversidad de culturas, tradiciones e idiomas, afirma que la Vida es más fuerte que la muerte.
Cristo, que compartió nuestra condición humana, también en la injusticia, en el sufrimiento y en la muerte, es levantado de la muerte por Dios Padre, de quien recibimos la vida, la capacidad de crecer y de ser. Y lo creemos: ¡Cristo está vivo para siempre! Él viene a visitarnos y tiende la mano a nuestra humanidad en este momento de angustia y dolor.
- Viene a levantar a los enfermos y a traer nueva vida a los que están en las tinieblas de la soledad, del agotamiento y de la desesperación;
- La Pascua, el corazón de la fe cristiana en el que celebramos el triunfo de la Vida sobre la muerte, adquiere una actualidad singular en el contexto mundial de la terrible pandemia de Covid-19;
¿Cómo podemos decir que Cristo Jesús ha resucitado y no sentirnos abrumados por el dolor y la aflicción de los que están enfermos, de los que mueren, de los que están de luto, de todos los que cuidan a los demás hasta el límite de sus fuerzas? Es a ellos y a todos aquellos que viven este tiempo de Pascua con preocupación y tristeza que nos atrevemos a anunciar que la Vida será más fuerte que la muerte.
Cristo ha abierto para todos un camino que conduce a la Vida. Este movimiento de la Resurrección lleva consigo a la creación y a todos los seres vivientes, a los que hemos cuidado y amado, a los que murieron solos, abandonados, a los que esperan y luchan, con dignidad y esperanza.
Todos son llamados y son levantados con Cristo, “el Primogénito de entre los muertos”, sobre quien la muerte ya no tiene poder. El mensaje de la Resurrección es un mensaje de confianza para todos los habitantes de nuestro mundo. Porque Dios no abandona a ninguno de aquellos a quienes dio vida.
Cuida de todos ofreciendo un perdón incansable que es realmente un nuevo nacimiento. La “crisis sanitaria y humanitaria de COVID-19” es una gran pregunta para todos. La reflexión sobre los orígenes y las consecuencias de esta pandemia acaba de comenzar.
¿Qué nos ha pasado? ¿Y qué debemos hacer para salir de esta muerte? Estamos empezando a entenderlo un poco: esta enfermedad está vinculada a la enfermedad de todos los organismos vivos con los que estamos llamados a compartir nuestra existencia. La creación que hemos recibido de Dios está enferma y “gime con dolores de parto” (Rm.
8, 22). Nuestra instrumentalización excesiva de los recursos y de los seres vivientes es un camino de muerte. Estamos empezando a comprender que es esencial abrirnos a una nueva vida, respetando el equilibrio entre todos los seres vivos, respetando la Creación, en su rica y hermosa biodiversidad.
Solo una respuesta integral , basada en una conversión a una “ecología integral”, que integre el cuidado del más pequeños de los organismos y de la salud de todos los humanos, nos permitirá enfrentar los desafíos de la vida y del futuro. ¿Queremos vivir la Pascua de la Creación? Se trata de una conversión a la que estamos llamados, para que cada organismo participe en la vida misma de Dios y descubramos que somos complementarios, en la riqueza de nuestros carismas, nuestras funciones, nuestros roles y nuestras experiencias.
La experiencia de nuestra pobreza frente a la enfermedad y la muerte de nuestros amigos, compañeros y seres queridos, nos hace comprender que de ahora en adelante nada será igual. Esta es otra forma de hablar de la transformación radical de Pascua: el pasar del duelo a la esperanza y de la muerte a la vida.
Las lógicas de muerte deben ser abandonadas para que ahora vivamos como hombres y mujeres responsables, humildes y justos. Lo sabemos, al elegir la Vida, también tendremos que elegir un nuevo modelo de desarrollo, protegiendo la naturaleza, la tierra, las fuentes de vida, trabajando juntos, de manera pacífica y solidaria, cuidando a los más frágiles y adoptando una vida pobre, con los pobres.
Porque somos un todo vulnerable, experimentamos la fragilidad y la solidaridad. Todos necesitamos a todos. Cuidar la vida es una responsabilidad compartida. Al recibir la nueva Vida, fruto de la Pascua, dejando que Cristo resucitado venga a habitar en nosotros y con nosotros, buscamos un nuevo ritmo para nuestra historia común.
Lo creemos: el Cristo Resucitado camina con nosotros. Incluso cuando no lo reconocemos, permanece cerca y “nos abre el significado” de nuestra aventura humana. Nuestros ojos se abren en el Resucitado cuando comparte nuestro pan (cf. Lc 24,13-35). Por lo tanto, cuidar, compartir, alentar y tener esperanza se convierten en los verbos que expresan el llamado a la Vida, para que nosotros también podamos vivir como resucitados, “transeúntes” de la muerte a la vida.
Cristo, en la mañana de Pascua, se muestra a María Magdalena y a los que tienen el corazón abierto a la vida y al amor. Está cerca de los científicos, médicos, cuidadores, quienes toman decisiones y los responsables económicos, financieros y políticos que se preocupan por el bien común y los más pobres.
Arroja luz sobre quienes ejercen, ya desde hoy, la carga del futuro. Lo creemos y lo entendemos: tendremos que compartir nuestras reservas, nuestras capacidades, nuestros talentos y crear nuevas formas de trabajo y nuevos empleos; vivir una solidaridad moral, social y financiera ( Laudato Si’ , 2015: 156, 157), considerando las necesidades fundamentales de nuestra humanidad: salud, educación, derechos humanos y vida espiritual.
Pascua es el comienzo de un tiempo nuevo: el tiempo de la sanación y de la dignidad restaurada para todos, el tiempo del encuentro, de la justicia y del amor. La historia no ha terminado. La historia se reabre : cada uno está llamado a vivir la resurrección con Cristo.
Al igual que Abraham, “esperamos contra toda esperanza” (Rom 4, 18), como los profetas de la Biblia, “denunciamos” lo que es fuente de muerte y “anunciamos” a Cristo, quien es la fuente de la vida (Is. 41 y 42). Inspirados por el Espíritu del Señor, muerto y resucitado, nos atrevemos a anunciar que está vivo y que nos llama a abandonar todo lo que conduce a la muerte para vivir como seres nuevos, resucitados con él (cf.
Hechos 2, 14-36). Al igual que Tomás (cf. Jn 20, 24-29), podemos estar atravesados por la duda y pensar que es necesario ver para creer. El Cristo resucitado viene y se vuelca hacia nosotros. Se deja tocar, a través del testimonio de aquellos que dan su vida, para que nuestra fe crezca, sea fructífera y dé fruto.
Cuando “damos lo que nosotros mismos hemos recibido” (Cf. 1 Co. 11, 23), el signo de nuestro pan compartido es la realización del Cordero Pascual, compartido en memoria de la Pascua liberadora. 10. La “buena noticia” de Pascua, que los primeros cristianos se comunicaron como un aliento mutuo: “Cristo ha resucitado.
Él ha resucitado verdaderamente” es, para nosotros, que queremos seguir los pasos del Dios vivo, un mensaje de aliento y de consuelo, dirigido a todos los hermanos y hermanas afectados en su cuerpo, en su ser y en sus afectos.
Pero es un compromiso, para cada persona bautizada, de ofrecer a su prójimo, con su fe, la palabra de aliento y confianza: “Dios te ama”; “Cristo te salva”; “Cristo está vivo” (cf. Christus Vivit , 2019). Mons. Bruno Marie Duffé, Secretario.
¿Qué aprendemos de la resurrección de Cristo?
En la resurrección de Cristo fuimos regenerados. – En cierto sentido, fuimos regenerados, o nacimos de nuevo , en una fecha y lugar determinado. En otro sentido, sin embargo, la Biblia nos dice que fuimos regenerados cuando Cristo resucitó de entre los muertos.
La Palabra de Dios nos muestra este hecho extraordinario en 1 Pedro 1:3: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según Su grande misericordia n os ha regenerado para una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos”.
La nota 4 del Nuevo Testamento Versión Recobro explica el significado que esto tiene para nosotros: “La regeneración, como la redención y la justificación, es un aspecto de la plena salvación de Dios. La redención y la justificación resuelven el problema que tenemos con Dios y nos reconcilian con Él; la regeneración nos vivifica con la vida de Dios, llevándonos a una relación de vida, una unión orgánica, con Dios.
Por consiguiente, la regeneración da por resultado una esperanza viva. Tal regeneración es efectuada por medio de la resurrección de Cristo de entre los muertos”. Nacimos de nuevo, es decir, fuimos regenerados en la resurrección de Cristo.
La resurrección de Cristo fue como un gran parto, no solamente de Cristo mismo como el Hijo primogénito de Dios, sino también de todos los creyentes de Cristo como los muchos hijos de Dos. En la resurrección de Cristo fuimos regenerados, nacimos de nuevo de la vida divina.
- Como la nota explica, la regeneración nos lleva a una relación de vida con Dios;
- No solamente somos aquellos que adoran a Dios y creen en Dios de manera objetiva;
- Tenemos una relación con Dios que es subjetiva, una relación de vida;
Al ser regenerados con Su vida ahora tenemos la vida divina de Dios. Para poder apreciar y entender más sobre la regeneración como una relación de vida con Dios, le animamos a leer estas entradas: ¿Qué significa nacer de nuevo? y ¿ Qué sucede cuando una persona es salva?.
¿Cuál es la enseñanza más importante que nos dejó Jesús?
La Luz del mundo – Jesús también enseñó: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas” ( Juan 8:12 ). Además declaró: “Yo soy el camino, y la verdad y la vida” ( Juan 14:6 ). Él es el camino y Él es la luz porque Sus enseñanzas iluminan nuestro camino en la vida mortal y nos muestran el camino de regreso a nuestro Padre.
¿Qué significa Yo soy la resurrección y la vida el que cree en mí aunque este muerto vivirá?
Poco a poco, el creyente va descubriendo que esas palabras de Jesús ‘ Yo soy la resurrección y la vida ‘ no son sólo una promesa que abre nuestra existencia a una esperanza de vida eterna; al mismo tiempo va comprobando que, ya desde ahora, Jesucristo es alguien que resucita lo que en nosotros estaba muerto, y nos.
¿Cómo nos ayudan los frutos de la resurrección en nuestra vida diaria?
La alegría es el principal fruto de la resurrección. La Pascua nos descubre la vida eterna que Dios, por su gran amor, nos regala, y esto nos hace felices. La paz, que nos ayuda a lograr una convivencia pacífica. El amor, que debemos practicar con los demás para entrar en el cielo.
¿Qué valor nos enseña Jesús cuando dio su vida por nosotros?
Imagen Hace poco leí una entrada en un blog donde la autora mencionaba el papel tan importante que el Salvador juega en la vida cotidiana de ella. Me alegré de que estuviese dispuesta a compartir sus sentimientos, pero me entristeció la respuesta de un lector: “Él no tiene ninguna importancia en mi vida; nunca ha sido importante, ni nunca lo será”. Ese lector está muy equivocado; tarde o temprano, todos necesitaremos al Salvador.
Todos cometemos errores que no podemos reparar; sufrimos pérdidas que no podemos recuperar y afrontamos dolor, persecución, tragedias, cargas y desilusiones que no podemos sobrellevar solos. Lo bueno es que no tenemos que sobrellevarlas solos.
“En un momento de debilidad quizá clamemos: ‘Nadie sabe lo que se siente; nadie entiende’. Pero el Hijo de Dios sabe y entiende perfectamente, ya que Él ha sentido y llevado las cargas de cada uno [de nosotros]”, dijo el élder David A. Bednar, del Quórum de los Doce Apóstoles; “y gracias a Su infinito y eterno sacrificio (véase Alma 34:14 ), tiene perfecta empatía y nos puede extender Su brazo de misericordia” 1.
¿Que proposito y promesa nos dio Jesús con su resurrección?
Tenemos esperanza en Jesucristo – Imagen Las tres Marías EN EL SEPULCRO, por William-Adolphe Bouguereau, Superstock. com Desde el momento en que se vio el sepulcro vacío, la resurrección de Jesucristo ha brindado esperanza, ya que reconocemos en Su resurrección la esperanza de la nuestra, en la cual “todas [nuestras] pérdidas se [nos] compensarán… si [continuamos] siendo fieles” 14.
- Los primeros apóstoles del Salvador pudieron testificar osadamente de Su resurrección, puesto que habían visto y palpado Su cuerpo; sin embargo, se trataba de mucho más que eso;
- Del mismo modo en que Jesucristo había sanado enfermedades del cuerpo a fin de mostrar que tenía poder para perdonar pecados (véase Lucas 5:23–25 ), Su resurrección —la prueba tangible de Su poder para vencer la muerte física— llegó a ser la certeza que tenían Sus discípulos de Su poder para vencer la muerte espiritual;
Las promesas que extendió en Sus enseñanzas —el perdón de los pecados, la paz en esta vida, la vida eterna en el reino del Padre— llegaron a hacerse realidad y, la fe de ellos, inquebrantable. “Si Cristo no resucitó, [nuestra] fe es vana” ( 1 Corintios 15:17 ).
- No obstante, dado que Él sí resucitó de entre los muertos, podemos “tener esperanza [en que] por medio de la expiación de Cristo y el poder de su resurrección… [seremos] levantados a vida eterna, y esto por causa de [nuestra] fe en él, de acuerdo con la promesa” (véase Moroni 7:41 );
Durante Su vida terrenal, Jesucristo invitaba a las personas a seguirlo; tras Su muerte y resurrección, el lugar de destino se tornó aun más claro. Si nosotros, mediante la obediencia a las leyes y ordenanzas del Evangelio, cultivamos un “espíritu celestial” en nuestro interior, podemos “[recibir] el mismo cuerpo que fue el cuerpo natural” y ser “vivificados por una porción de la gloria celestial [y recibir] entonces de ella, sí, una plenitud” ( D.
¿Qué es vivir una vida resucitada?
Temor o resurrección – Cuando los apóstoles escucharon decir a Jesús que era necesario que padeciera mucho y fuera entregado a la muerte y que luego resucitaría al tercer día, sus respuestas fueron siempre desubicadas. Probablemente al atisbar la dificultad del camino, su corazón se cerró a toda promesa sobre el final.
Sus reacciones fueron de huída y rechazo. Y la respuesta más concreta a la invitación del Señor a que cada uno cargara su propia cruz y lo siguiera, quedó puesta de manifiesto en la soledad y el abandono en los que dejaron a Cristo en el monte Calvario.
Aún cuando nosotros reconocemos la necesidad de plantearnos la cuestión de la vida después de la muerte, muchas veces nos encontramos con otro obstáculo: evitamos pensar en esperar la resurrección cuando esto solo es posible después de asumir que la pasión y la muerte son ineludibles.
Hay en nosotros un profundo rechazo al sufrimiento. Y si bien esto es natural ya que fuimos hechos para ser felices, la búsqueda incondicional del placer y el éxito, tan propios de nuestro tiempo, nos lleva a veces a un rechazo y negación de nuestra presente condición débil y mortal.
Esto nos genera una cierta incapacidad para valorar el esfuerzo arduo y asumir la dificultad como camino hacia algo mejor. Y aún peor, nos hace débiles cuando aparecen complicaciones y nos cuesta sostener nuestras elecciones. Esperar resucitar implica esperar morir.
- No como algo definitivo, sino como un paso;
- Nuestra vida cae en un cierto idealismo que pronto se transforma en frustración cuando pretendemos lograr lo pleno y definitivo sin estar dispuestos a que muera lo pasajero;
Vivir en la obediencia al Padre nuestras muertes, es la condición de posibilidad para recuperar la vida entregada. Es Dios el que puede resucitar y es el hombre, como hijo fiel a Dios, quien puede ser resucitado. Asumir el esfuerzo, el costo, de vivir todo lo que decidimos, no como un gasto desperdiciado sino como una inversión superior a todas las demás, puede hacernos cambiar nuestras opciones.
¿Cuál es el significado de la muerte de Cristo?
Teología y Vida, Vol. L n4 (2009), 846 – 849 NOTICIAS DE LIBROS ¿Por qué murió Jesús? Iniciación a los Evangelios. Volumen III: lectura del protagonista Mike van Treek PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE FACULTAD DE TEOLOGÍA El libro puede ser presentado en cuatro partes 1 : (1) los principios de lectura propuestos por el autor; (2) la articulación del libro; (3) la respuesta a la pregunta por la muerte de Jesús; (4) valoración teológica de la respuesta a la pregunta por el sentido.
Principios de lectura propuestos por el autor El autor expresa su gran meta: “Ayudar a los lectores de hoy a comprender la riqueza del texto de los Evangelios” (Introducción). Esta afirmación encierra algunas riquezas que el texto va desplegando; veamos algunas de ellas.
El libro es un facilitador, no un contenedor de respuestas ya hechas y listas para usar. En 699 páginas caben muchos datos, pero el lector no encuentra todo hecho. Se le facilita el trabajo y al mismo tiempo se le responsabiliza de él. Comprender los evangelios significa aceptar la invitación de entrar en el mundo que despliegan frente al lector: “El mundo del Jesús predicador de salvación, anunciador de la buena noticia (el “evangelio”) del Reinado de Dios que está a punto de irrumpir en nuestra historia” (Introducción).
El lenguaje usado por los evangelios se orienta no a informar sino a crear ese mundo habitable por el lector (Introducción). Encontrarse con el Jesús de los evangelios implica para el lector reconocer que -como toda la Biblia- son textos literarios y que se expresan en diversos niveles del lenguaje.
Silva usa un cierto instrumental en ello y divide entre denotación y connotación. Hay otros posibles, él se mantiene fiel a ese y saca buen provecho. El Jesús de los evangelios es lo que se quiere comprender. Silva se sitúa aquí entre dos tendencias de la teología y de la exegesis.
Por una parte, se ha tratado de reducir a Jesús al “Cristo de la fe” a unas cuantas verdades seguras sobre Jesús formuladas en diversas instancias magisteriales. Por otra parte, se ha tratado de encerrar a Jesús en el “Jesús de la historia”, es decir en una reconstrucción de Jesús según los métodos de la ciencia histórica moderna.
Si ambos registros tienen razón para sustentarse, han puesto a la sombra lo único certero: el texto. De ahí la importancia para el autor de recuperar al Jesús que ha sido tejido literariamente por los evangelistas. Se propone una hipótesis que explica el por qué de la sombra proyectada sobre el Jesús de los Evangelios: “Ambas búsquedas, tanto la del Jesús histórico como la del Cristo de la fe, me parece que han estado motivadas por el deseo de ‘fijar’ una imagen definitiva de Jesús que lo sustraiga al incómodo flujo de la historia” (Introducción).
- La articulación del libro El libro se estructura en cuatro partes principales emplazadas entre una introducción metodológica y un final en la cual sintetiza los datos del libro para dar respuesta a la pregunta que motiva la escritura de todo este proyecto editorial: el sentido de la muerte de Jesús;
El lector va encontrando que la respuesta tiene una estructura “multicapa” compleja. En la primera parte -hechos biográficos- explora la vida de Jesús tal y cual la narran los 4 evangelistas canónicos centrándose en la cuestión de su ministerio público.
- Ahí asoma ya una primera capa de la respuesta a la pregunta por el sentido de la muerte de Jesús;
- Retomando la respuesta del volumen primero realiza algo nuevo: decide explorar la muerte de Jesús poniendo atención al proceso que el personaje mismo vive frente a ella, esa es la primera capa de la respuesta;
La opción me parece que ha sido lograda con atractiva belleza teológica; luego diré por qué. En la segunda parte -Jesús, uno de nosotros- Silva se esfuerza por analizar el personaje de Jesús según el mismo modelo con que se abordó la cuestión de la cultura en el volumen segundo (Toda cultura enfrenta cinco diferentes desafíos, a saber, subsistencia, convivencia, autoridad, coexistencia y sentido [cf Vol.
- Tercer parte]);
- Cada uno de los aspectos vistos en Jesús van dando carne a un personaje humano que elabora el sentido de su vida (rescato el espacio dado al cuerpo y a las emociones de Jesús;
- En esta parte se delinea una segunda capa de la respuesta: el sentido de la vida de Jesús él solo lo encuentra en relación a la voluntad de su Padre, sentido que Jesús va a elaborar enfrentando el fracaso y la muerte;
En la tercera parte -La causa de Jesús- se logra apreciar la cohesión del personaje. Como el sentido de la vida de Jesús es hacer la voluntad del Padre, la causa de Jesús es la verificación de esa realización histórica. Si las repeticiones con el primer volumen son inevitables (cf.
- Vol 1;
- segunda parte), el punto de vista varía bastante;
- Se enfatiza que el comportamiento de Jesús adquiere coherencia en el horizonte del sentido de su vida;
- Así, un rasgo sobresale: Jesús es maestro;
- Esto significa que si él anuncia la inminencia del Reino de su Padre y lo realiza en su comportamiento -sobre todo en la acogida de los marginados- el discipulado es el sentido de la vida que todo lector y lectora estamos llamados a descubrir;
La capa de la respuesta es que el sentido de la muerte de Jesús es oferta de sentido para la humanidad. En la cuarta parte – ~La identidad de Jesús- Silva muestra que seguidores y adversarios se enfrentan en lecturas mutuamente excluyentes y los más cercanos a Jesús frecuentan respuestas algo o bastante inadecuadas.
- Aquí la pluma del autor añade otra capa a la respuesta a la pregunta por el sentido de la muerte de Jesús;
- La respuesta auténtica a la identidad de Jesús es que es el mesías escatológico enviado por Dios a su pueblo;
Pero el mesianismo de Jesús es escandaloso y no satisface las expectivativas de los seguidores e irrita a los adversarios puesto que Jesús enfatiza los aspectos más incluyentes de la Torah y manifiesta una clara orientación universalista y antisegregacionista.
La respuesta a la pregunta por la muerte de Jesús El final. La explicación de la muerte de Jesús es doble: es consecuencia de su actuar histórico y es aceptación de la voluntad del Padre que lo envía. En otras palabras, si su manera de vivir el mesianismo es la causa de su muerte desde el plano objetivo -es condenado por sus adversarios y abandonado por sus seguidores por ello- lo es también desde el plano subjetivo puesto que es la aceptación libre de la muerte por amor al Padre.
Entrega total a la causa del Reino, obediencia total a su Padre que reina y reinará en aquél. La muerte de Jesús transforma la muerte en dos sentidos. El primer sentido es que “todos los asesinados en la historia de la humanidad -todos los vencidos y derrotados [.
] todos aquéllos cuyas vidas fueron aplastadas [. ]- se concentran en Jesús que muere, él los hace suyos, para trasladarlos, con él, al reino de la resurrección” (Capítulo 20: El final). El segundo sentido es que “desde la perspectiva de la muerte como realidad humana, la muerte de Jesús puede ser vista como el acto por el cual Dios hace suya la única realidad que Él no ha creado [.
] para transformarla en posibilidad de entregar la vida por amor” (ídem). De esta forma el teólogo chileno profundiza en la respuesta a la pregunta planteada ya en el primer volumen de la actual trilogía. Lo particular y valioso del recorrido presente es que el autor y el lector de este volumen muestran y aprecian la perspectiva del protagonista -Jesús- y de cómo él puede ir articulando ese sentido para su vida y ofrecerlo a la humanidad.
- Valoración teológica de la repuesta a la pregunta por el sentido La lectura de este libro ha significado un desafío y una alegría;
- El desafío no es solo la longitud del escrito, sino que más profundamente la cuestión del diálogo;
Desde el principio el libro estimuló mi interés sobre cómo un teólogo del ámbito de la teología fundamental iba a plantear una lectura tan minuciosa de un texto bíblico. Descubrí que hay muchos motivos para celebrar esta incursión y que los temores se resolvieron sin violencia.
El texto de Silva permite hacer teología bíblica resaltando la unidad de la Biblia. En este marco, quiero destacar algo que forma parte del núcleo de la propuesta: la cuestión del sentido de la vida de Jesús como la plantea el autor lo conecta con una honda tradición teológica bíblica.
El autor explora la forma en que Jesús elabora y descubre el sentido de su vida. Jesús lo realiza en su ministerio y dado que el sentido es simultáneamente la entrega a los suyos y la obediencia al Padre, el espacio privilegiado para esa elaboración-búsqueda es la escucha de la Palabra.
- Silva cita dos textos bíblicos en esta línea: Le 24,44 y Le 11,27-28;
- La elaboración-descubrimiento del sentido de la vida para Jesús no basta, es necesario que ese sentido sea también descubierto por sus seguidores;
¿Qué nos dice esto de la relación entre Jesús y su Padre y la relación de los hombres con el Espíritu? El Padre no pide a Jesús ser obedecido sin antes ser conocido, experimentado y comprendido. No hay sentido teológico de la obediencia de Jesús sin horizonte de la voluntad salvífica del Padre: el horizonte de la obediencia es el amor por el Reino de Dios.
Creo que la respuesta va en profunda continuidad con el Dios del éxodo: Dios no pide ser obedecido sin antes ser conocido; el decálogo no comienza con un precepto sino con una palabra que resume la experiencia: “Yo soy el Señor tu Dios que te saqué de la tierra de Egipto, fuera de la casa de servidumbre” (Ex 20,1).
En síntesis, mediante una exploración literaria y teológica del personaje Jesús, Silva presenta una respuesta compleja a la pregunta por el sentido de la muerte de Jesús: sentido que es asesinato y entrega libre por amor al Padre que ama a la humanidad.
Este sentido encuentra una continuidad bíblica que impulsa a la reflexión teológica y al diálogo entre sus diversos campos disciplinarios. Distancia crítica Señalo aquí dos elementos con los cuales no me siento demasiado cómodo en la lectura.
Intento plantear estos límites tomando en cuenta las mismas pretensiones que el autor enuncia como su marco metodológico. El autor propone que el lector debe entrar en el mundo que el texto despliega frente a él y en contacto con el cual el lector elabora el sentido del texto.
- El principio ricoeriano que enuncia implica que se atienda a la particular construcción del relato;
- En ese marco, el concepto de trama o intriga en relación con el de narrador son cruciales y me parece que han quedado demasiado disimulados en este volumen (no así en el primero) o reducidas a la misma intriga para los cuatro evangelistas;
Este déficit plantea el peligro de uniformización o conflación de la figura de Jesús. ¿Los cuatro evangelios contestan de la misma forma la pregunta? Poca duda cabe. ¿Los cuatro llevan al lector por el mismo camino? El libro puede apoyar un sí que no es tan rotundo.
Este es un peligro que Silva intenta superar indicando las diferencias que se presentan en cada evangelio en los episodios que analiza y por tanto invito a los futuros lectores de este libro a tomar en serio esta intención del autor.
Otras dos indicaciones me parecen útiles en esta línea: (1) la lectura conjunta o cercana del volumen primero, que contiene la categoría de “drama”; (2) la segunda indicación puede parecer obvia: el libro se trata de una ayuda para entrar en los evangelios, que la lectura de las páginas no deje al lector solo en el umbral del mundo de los evangelios, sino que se anime a entrar en ellos.
Un segundo límite. Sergio Silva propone una lectura del “Jesús de los evangelios” tratando de navegar fuera de la corriente de las aguas de la exegesis histórica pero aprovechando bastantes de sus resultados.
Yo situaría la obra entre las búsquedas de la recuperación de la Biblia entendida como una obra de arte literaria y teológica; lo dice él mismo. En el cuerpo del texto, hay cierto uso del vocabulario utilizado que deja cierto sabor historizante más que literario (p.
¿Qué pasa después de la resurrección de Cristo?
El reporte de María [ editar ] – Jesús se aparece a la Magdalena de Fra Angélico. Jesús aparece sosteniendo una azuela, simbolizando el pensamiento de María de él como un jardinero. Mateo 28:1 señala que María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. Después de la resurrección, Jesús les salió al encuentro. Después de que él las saludó, «Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies, y le adoraron.
Entonces Jesús les dijo: No temáis; id, dad las nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea, y allí me verán» ( Mateo 28:9-10 ). Mateo también reporta que mientras María y la otra María regresaban a donde los discípulos, los guardias de la tumba informaron a los jefes de los sacerdotes de «todas las cosas que habían acontecido», y el Sanedrín dio dinero a los soldados para difundir el mensaje de que el cadáver de Jesús había sido robado por sus discípulos.
Mateo menciona que este se había convertido en un alegato común entre los judíos ( Mateo 28:11-15 ). Marcos solamente afirma que Jesús se encontró con María ( Marcos 16:10 ). Lucas señala que «[las mujeres] se acordaron de sus palabras, y volviendo del sepulcro, dieron nuevas de todas estas cosas a los once, y a todos los demás.
Eran María Magdalena, y Juana, y María madre de Jacobo, y las demás con ellas, quienes dijeron estas cosas a los apóstoles. Mas a ellos les parecían locura las palabras de ellas, y no las creían» ( Lucas 24:8-11 ).
El Evangelio de Juan da un informe bastante completo de la aparición después de la resurrección de Jesús a María: Cuando había dicho esto, se volvió, y vio a Jesús que estaba allí; mas no sabía que era Jesús. Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré.
Jesús le dijo: ¡María! Volviéndose ella, le dijo: ¡Raboni! (que quiere decir, Maestro). Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.
Fue entonces María Magdalena para dar a los discípulos las nuevas de que había visto al Señor, y que él le había dicho estas cosas. — Juan 20:14-18.