Qué Significa La Resurrección De Jesús?

Qué Significa La Resurrección De Jesús
Qué es Resurrección de Jesús: – La resurrección de Jesús es la acción mediante la cual se cree que Jesús de Nazaret o Jesucristo vuelve a la vida de entre los muertos, tres días después de tras haber sido crucificado y sepultado. Se trata de la creencia fundamental de los cristianos a partir de la cual se propagó esta confesión religiosa.

Incluye también la convicción de que, tras la resurrección, Jesús asciende en cuerpo y alma a la presencia del Padre y desde allí reina sobre todo lo creado. A esta última creencia se le conoce con el nombre de Ascensión del Señor.

Para los creyentes, la resurrección confirma el origen divino de Jesús, pues en el marco del pensamiento religioso, resucitar en un poder atribuido exclusivamente a Dios. Así, el acto de la resurrección de Jesús es prueba de su naturaleza divina y es, al mismo tiempo, promesa y esperanza para todos los cristianos.

Este acontecimiento es el fundamento de la celebración de la pascua y la sagrada comunión o eucaristía, en la cual se recuerda el memorial de la pasión, muerte y resurrección de Jesús. La centralidad de la resurrección en el pensamiento cristiano le dio su nombre actual al día domingo en las lenguas latinas.

Domingo quiere decir, así, día del Señor. Además, la resurrección de Jesús se celebra solemnemente todos los años en la Semana Santa. Es el punto culminante o álgido de la Pascua , y se recuerda a través de dos rituales complementarios: las misas de “Sábado de Gloria” (a la media noche del sábado al domingo) y “Domingo de Resurrección” (a plena luz del día).

¿Cuál es el significado de la resurrección de Cristo?

Es decir, el perdón, la resurrección de Jesús significa que, por brutal, por criminal, por maldito que sea este mundo, Dios no lo abandona, está reconciliado con él y quiere reconquistarlo como sea.

¿Qué significa resurrección bíblicamente?

Perteneciente o relativo a la Biblia.

¿Que ganamos con la resurrección de Jesús?

Pérdidas y ganancias – Durante su estancia en prisión, el apóstol Pablo reflexionó sobre cómo lo había perdido «todo», incluida su reputación, su poder y su libertad (Filipenses 3:4–8), pero también concluyó que todo lo que había perdido no era nada comparado con lo que había ganado en Cristo.

En el versículo 10, Pablo dice: «Anhelo conocerlo a él y el poder de su resurrección». Pablo se refiere a conocer a Cristo en el poder de la resurrección o a través de él. La resurrección de Jesús no fue como la experiencia de resurrección de Lázaro (Juan 11:43–44).

Lázaro salió del sepulcro, pero, luego, volvió a morir. Jesús se levantó de entre los muertos y volvió a vivir. Su victoria ante la muerte y su cuerpo glorificado nos dan la seguridad de que no solo está con nosotros hoy, sino que un día todas las cosas serán renovadas.

¿Qué significa la resurrección de Jesús para nosotros en estos tiempos de pandemia?

“Hago nueva todas las cosas” (Ap 21,5) Queridos colegas y amigos, queridos hermanos y hermanas. Estamos viviendo tiempos difíciles. La pandemia de Coronavirus-19 es un tremendo desafío para la Iglesia, para todas las personas del mundo, y para nuestra casa común.

Sin embargo, la crisis es una oportunidad para comenzar de nuevo. Esta es una calamidad urgente y compleja que requiere nuevas soluciones: “vino nuevo, odres nuevos” (Mc 2,22), nuevas formas de vida, nuevas formas de trabajar, nuevos modelos de desarrollo.

En Pascua, Cristo resucitado hace “nuevas todas las cosas ” (Ap. 21,5), y nos sostiene en nuestra vulnerabilidad, nos guía a través de la oscuridad y nos reconcilia con la fuente de la Vida. En nombre del Cardenal Peter K. Turkson (Prefecto), Mons. Bruno Marie Duffé (Secretario) ha preparado un mensaje simple y profundo para ayudarnos a abrir nuestros corazones a la Luz y la Vida de Cristo en este tiempo de oscuridad y muerte.

  1. Que el Señor bendiga a cada uno de ustedes y a sus familias, muy Feliz Pascua;
  2. Augusto Zampini, Secretario adjunto *** Mensaje de Pascua en el contexto de la pandemia del Covid-19 1;
  3. En la mañana de Pascua, la comunidad cristiana, en la grande y hermosa diversidad de culturas, tradiciones e idiomas, afirma que la Vida es más fuerte que la muerte;

Cristo, que compartió nuestra condición humana, también en la injusticia, en el sufrimiento y en la muerte, es levantado de la muerte por Dios Padre, de quien recibimos la vida, la capacidad de crecer y de ser. Y lo creemos: ¡Cristo está vivo para siempre! Él viene a visitarnos y tiende la mano a nuestra humanidad en este momento de angustia y dolor.

Viene a levantar a los enfermos y a traer nueva vida a los que están en las tinieblas de la soledad, del agotamiento y de la desesperación. La Pascua, el corazón de la fe cristiana en el que celebramos el triunfo de la Vida sobre la muerte, adquiere una actualidad singular en el contexto mundial de la terrible pandemia de Covid-19.

¿Cómo podemos decir que Cristo Jesús ha resucitado y no sentirnos abrumados por el dolor y la aflicción de los que están enfermos, de los que mueren, de los que están de luto, de todos los que cuidan a los demás hasta el límite de sus fuerzas? Es a ellos y a todos aquellos que viven este tiempo de Pascua con preocupación y tristeza que nos atrevemos a anunciar que la Vida será más fuerte que la muerte.

Cristo ha abierto para todos un camino que conduce a la Vida. Este movimiento de la Resurrección lleva consigo a la creación y a todos los seres vivientes, a los que hemos cuidado y amado, a los que murieron solos, abandonados, a los que esperan y luchan, con dignidad y esperanza.

Todos son llamados y son levantados con Cristo, “el Primogénito de entre los muertos”, sobre quien la muerte ya no tiene poder. El mensaje de la Resurrección es un mensaje de confianza para todos los habitantes de nuestro mundo. Porque Dios no abandona a ninguno de aquellos a quienes dio vida.

  1. Cuida de todos ofreciendo un perdón incansable que es realmente un nuevo nacimiento;
  2. La “crisis sanitaria y humanitaria de COVID-19” es una gran pregunta para todos;
  3. La reflexión sobre los orígenes y las consecuencias de esta pandemia acaba de comenzar;

¿Qué nos ha pasado? ¿Y qué debemos hacer para salir de esta muerte? Estamos empezando a entenderlo un poco: esta enfermedad está vinculada a la enfermedad de todos los organismos vivos con los que estamos llamados a compartir nuestra existencia. La creación que hemos recibido de Dios está enferma y “gime con dolores de parto” (Rm.

  • 8, 22);
  • Nuestra instrumentalización excesiva de los recursos y de los seres vivientes es un camino de muerte;
  • Estamos empezando a comprender que es esencial abrirnos a una nueva vida, respetando el equilibrio entre todos los seres vivos, respetando la Creación, en su rica y hermosa biodiversidad;

Solo una respuesta integral , basada en una conversión a una “ecología integral”, que integre el cuidado del más pequeños de los organismos y de la salud de todos los humanos, nos permitirá enfrentar los desafíos de la vida y del futuro. ¿Queremos vivir la Pascua de la Creación? Se trata de una conversión a la que estamos llamados, para que cada organismo participe en la vida misma de Dios y descubramos que somos complementarios, en la riqueza de nuestros carismas, nuestras funciones, nuestros roles y nuestras experiencias.

La experiencia de nuestra pobreza frente a la enfermedad y la muerte de nuestros amigos, compañeros y seres queridos, nos hace comprender que de ahora en adelante nada será igual. Esta es otra forma de hablar de la transformación radical de Pascua: el pasar del duelo a la esperanza y de la muerte a la vida.

Las lógicas de muerte deben ser abandonadas para que ahora vivamos como hombres y mujeres responsables, humildes y justos. Lo sabemos, al elegir la Vida, también tendremos que elegir un nuevo modelo de desarrollo, protegiendo la naturaleza, la tierra, las fuentes de vida, trabajando juntos, de manera pacífica y solidaria, cuidando a los más frágiles y adoptando una vida pobre, con los pobres.

Porque somos un todo vulnerable, experimentamos la fragilidad y la solidaridad. Todos necesitamos a todos. Cuidar la vida es una responsabilidad compartida. Al recibir la nueva Vida, fruto de la Pascua, dejando que Cristo resucitado venga a habitar en nosotros y con nosotros, buscamos un nuevo ritmo para nuestra historia común.

Lo creemos: el Cristo Resucitado camina con nosotros. Incluso cuando no lo reconocemos, permanece cerca y “nos abre el significado” de nuestra aventura humana. Nuestros ojos se abren en el Resucitado cuando comparte nuestro pan (cf. Lc 24,13-35). Por lo tanto, cuidar, compartir, alentar y tener esperanza se convierten en los verbos que expresan el llamado a la Vida, para que nosotros también podamos vivir como resucitados, “transeúntes” de la muerte a la vida.

  1. Cristo, en la mañana de Pascua, se muestra a María Magdalena y a los que tienen el corazón abierto a la vida y al amor;
  2. Está cerca de los científicos, médicos, cuidadores, quienes toman decisiones y los responsables económicos, financieros y políticos que se preocupan por el bien común y los más pobres;
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Arroja luz sobre quienes ejercen, ya desde hoy, la carga del futuro. Lo creemos y lo entendemos: tendremos que compartir nuestras reservas, nuestras capacidades, nuestros talentos y crear nuevas formas de trabajo y nuevos empleos; vivir una solidaridad moral, social y financiera ( Laudato Si’ , 2015: 156, 157), considerando las necesidades fundamentales de nuestra humanidad: salud, educación, derechos humanos y vida espiritual.

Pascua es el comienzo de un tiempo nuevo: el tiempo de la sanación y de la dignidad restaurada para todos, el tiempo del encuentro, de la justicia y del amor. La historia no ha terminado. La historia se reabre : cada uno está llamado a vivir la resurrección con Cristo.

Al igual que Abraham, “esperamos contra toda esperanza” (Rom 4, 18), como los profetas de la Biblia, “denunciamos” lo que es fuente de muerte y “anunciamos” a Cristo, quien es la fuente de la vida (Is. 41 y 42). Inspirados por el Espíritu del Señor, muerto y resucitado, nos atrevemos a anunciar que está vivo y que nos llama a abandonar todo lo que conduce a la muerte para vivir como seres nuevos, resucitados con él (cf.

  1. Hechos 2, 14-36);
  2. Al igual que Tomás (cf;
  3. Jn 20, 24-29), podemos estar atravesados ​​por la duda y pensar que es necesario ver para creer;
  4. El Cristo resucitado viene y se vuelca hacia nosotros;
  5. Se deja tocar, a través del testimonio de aquellos que dan su vida, para que nuestra fe crezca, sea fructífera y dé fruto;

Cuando “damos lo que nosotros mismos hemos recibido” (Cf. 1 Co. 11, 23), el signo de nuestro pan compartido es la realización del Cordero Pascual, compartido en memoria de la Pascua liberadora. 10. La “buena noticia” de Pascua, que los primeros cristianos se comunicaron como un aliento mutuo: “Cristo ha resucitado.

Él ha resucitado verdaderamente” es, para nosotros, que queremos seguir los pasos del Dios vivo, un mensaje de aliento y de consuelo, dirigido a todos los hermanos y hermanas afectados en su cuerpo, en su ser y en sus afectos.

Pero es un compromiso, para cada persona bautizada, de ofrecer a su prójimo, con su fe, la palabra de aliento y confianza: “Dios te ama”; “Cristo te salva”; “Cristo está vivo” (cf. Christus Vivit , 2019). Mons. Bruno Marie Duffé, Secretario.

¿Qué significa con biblicamente?

Qué es, concepto o significado Este vocablo de uso obsoleto, se entiende por bíblicamente que es de modo bíblico, que se relaciona con la recopilación de libros canónico llamada la Biblia.

¿Que nos quiere decir la Biblia?

Qué es la Biblia: – La Biblia es una colección o recopilación de libros sagrados, que contiene las historias, doctrinas, códigos y tradiciones que orientan a los cristianos, con base en la tradición judía (Antiguo Testamento) y el anuncio del Evangelio (Nuevo Testamento).

Biblia es un término procedente de la palabra griega βιβλίον ( biblíon ), que significa rollo, papiro o libro , y de la expresión griega τὰ βιβλία τὰ ἅγια ( ta biblía ta hágia ), que significa libros sagrados.

Fue escrita por unos 40 hombres en un período aproximado de los 1600 años. El primer libro de la Biblia es el Génesis. Fue escrito alrededor del 1445 a. El último libro es el Apocalipsis, escrito alrededor del 90-96 d. Originalmente se escribió en hebreo, arameo y griego.

La Santa Biblia ( biblia sacra en latín) es el libro más vendido de todos los tiempos. Ha sido traducida a más de 2500 idiomas, y está disponible en diferentes versiones según las tradiciones y las traducciones.

Actualmente está disponible también en formato digital. En sentido figurado , el término también se utiliza para referirse a un libro de suma importancia y que contiene toda la información relevante en un área determinada. Por ejemplo, La Biblia de Java Script, La Biblia de la Administración de Empresas, La Biblia del Músico, La Biblia del Fútbol, etc.

¿Qué significa 4 13?

Consideremos uno de los versículos más conocidos y más citados en el Nuevo Testamento, uno de los más populares en nuestra cultura evangélica hoy en día. Me refiero a Filipenses 4:13: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece». Este vehículo se ha impreso en carteles, playeras y en murales en la pared.

Una búsqueda rápida en el Internet revela que se pueden comprar llaveros, anillos, botones, camisetas, pegatinas, postales, pulseras, bolsos, y otras baratijas “cristianizadas” con las palabras de este versículo estampadas, bordadas o grabadas en ellos.

La ironía es que, al tomar este versículo fuera de contexto, personas han llegado a asignarle un significado extraño e incorrecto, completamente contrario a lo que realmente significa. A tal grado han llegado a distorsionar su significado, que se ha convertido en una consigna de superación personal y un slogan de ambición y logros.

Para muchos, este versículo se ha convertido en una especie de lema para motivar la prosperidad material, la promoción profesional y el logro de éxito. Pero su verdadero significado no tiene nada que ver con esto.

Si leemos Filipenses 4:13 aisladamente, sin mirar su contexto, es posible entender porque tantas personas lo toman como un slogan de superación personal o como un cheque en blanco que promete cualquier deseo. Fuera de contexto, « todo lo puedo»  pudiera ser tomado como licencia para lograr cualquier cosa que queramos, desde ganar un partido de fútbol, perder peso, hasta conseguir un nuevo trabajo.

  • Fuera de contexto puede ser tomado como una inspiración espiritual a algún deseo o ambición personal;
  • Pero en contexto, Filipenses 4:13 es un versículo que habla acerca de contentamiento, no de sueños hechos realidad o metas logradas;
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Se trata de estar alegre, satisfecho y fiel aun en las situaciones más duras de la vida. Este versículo no se trata de ganar el partido de fútbol, se trata de la forma de responder cuando se pierde el partido de fútbol,o se lesiona durante la temporada.

  1. No se trata de conseguir aquel nuevo puesto de trabajo, aquella casa nueva o aquel traje nuevo; se trata de encontrar satisfacción en el trabajo ya hecho, en la casa que ya posee y en la vestimenta que ya cuelga en su armario;

No se trata de las palabras mágicas para cambiar sus circunstancias, más bien, se trata de confiar en el poder de Dios para estar contento en medio de circunstancias que no puede cambiar. Consideremos por un momento el contexto de Filipenses 4:13. Pablo escribe a los creyentes en Filipos: « 10 En gran manera me gocé en el Señor de que ya al fin habéis revivido vuestro cuidado de mí; de lo cual también estabais solícitos, pero os faltaba la oportunidad.

  1. 11   No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación;
  2. 12   Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad;

13   Todo lo puedo en Cristo que me fortalece». Cuando el apóstol dice: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” , está hablando de contentamiento. Él había aprendido a depender de Cristo y estar alegre sin importar lo que estuviera pasando. Esto es lo que debemos aprender de este versículo, y lo que estamos llamados a imitar de Pablo.

  • Por esa misma razón él escribe en el versículo 9: Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros;
  • Si tomamos  “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”  fuera de contexto fracasamos en entender que esas palabras no hablan acerca de superación personal, sino de gozo y satisfacción en el Señor;

Éste es el ejemplo que Pablo exhorta a los creyentes a seguir, pues la actitud que él poseía debe caracterizarnos a nosotros también. **** Nathan Busenitz (Ph. ) es profesor de teología histórica en The Master’s Seminary. Después de haber servido como asistente personal de John MacArthur, Nathan llegó a formar parte del profesorado de TMS en el 2009.

¿Que proposito y promesa nos dio Jesús con su resurrección?

Tenemos esperanza en Jesucristo – Imagen Las tres Marías EN EL SEPULCRO, por William-Adolphe Bouguereau, Superstock. com Desde el momento en que se vio el sepulcro vacío, la resurrección de Jesucristo ha brindado esperanza, ya que reconocemos en Su resurrección la esperanza de la nuestra, en la cual “todas [nuestras] pérdidas se [nos] compensarán… si [continuamos] siendo fieles” 14.

  • Los primeros apóstoles del Salvador pudieron testificar osadamente de Su resurrección, puesto que habían visto y palpado Su cuerpo; sin embargo, se trataba de mucho más que eso;
  • Del mismo modo en que Jesucristo había sanado enfermedades del cuerpo a fin de mostrar que tenía poder para perdonar pecados (véase Lucas 5:23–25 ), Su resurrección —la prueba tangible de Su poder para vencer la muerte física— llegó a ser la certeza que tenían Sus discípulos de Su poder para vencer la muerte espiritual;

Las promesas que extendió en Sus enseñanzas —el perdón de los pecados, la paz en esta vida, la vida eterna en el reino del Padre— llegaron a hacerse realidad y, la fe de ellos, inquebrantable. “Si Cristo no resucitó, [nuestra] fe es vana” ( 1 Corintios 15:17 ).

  1. No obstante, dado que Él sí resucitó de entre los muertos, podemos “tener esperanza [en que] por medio de la expiación de Cristo y el poder de su resurrección… [seremos] levantados a vida eterna, y esto por causa de [nuestra] fe en él, de acuerdo con la promesa” (véase Moroni 7:41 );

Durante Su vida terrenal, Jesucristo invitaba a las personas a seguirlo; tras Su muerte y resurrección, el lugar de destino se tornó aun más claro. Si nosotros, mediante la obediencia a las leyes y ordenanzas del Evangelio, cultivamos un “espíritu celestial” en nuestro interior, podemos “[recibir] el mismo cuerpo que fue el cuerpo natural” y ser “vivificados por una porción de la gloria celestial [y recibir] entonces de ella, sí, una plenitud” ( D.

¿Cuál es la enseñanza más importante que nos dejó Jesús?

La Luz del mundo – Jesús también enseñó: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas” ( Juan 8:12 ). Además declaró: “Yo soy el camino, y la verdad y la vida” ( Juan 14:6 ). Él es el camino y Él es la luz porque Sus enseñanzas iluminan nuestro camino en la vida mortal y nos muestran el camino de regreso a nuestro Padre.

¿Cuál es la importancia de la resurrección de Cristo?

De acuerdo con el Nuevo Testamento, Jesús fue resucitado por Dios,​ ascendió al cielo, a la «diestra de Dios»,​ y volverá de nuevo para cumplir el resto de la profecía mesiánica como la resurrección de los muertos, el Juicio Final y el establecimiento del Reino de Dios.

¿Qué significa la resurrección de la carne y la vida eterna?

Así dice el Credo de los cristianos: “creo en la resurrección de la carne”. Y toca a los teólogos y teólogas explicar su significado, seguro que para indicar la esperanza en una vida eterna después de la muerte, de una nueva vida para toda nuestra persona, en todas sus dimensiones.

Pero yo creo también en la resurrección de la carne en el más acá. Lo creo y lo espero. La resurrección cotidiana Cada vez que nos “ponemos en pie”, resucitamos. Cada vez que conseguimos que triunfe la vida y el amor sobre cualquier forma de muerte y de límite humano, apostamos y experimentamos la resurrección.

De hecho,también cuando creemos que un accidente o una enfermedad podría haber tenido consecuencias más graves, nos expresamos así: “ha nacido de nuevo”. Y eso es lo que yo espero,que nazca de nuevo nuestra carne, la carne, la salud en nuestro modo de concebir “la carne”.

Nace de nuevo la carne cuando ha habido una herida y vemos que al curarse, crece. Nace de nuevo la carne cuando un órgano que no funcionaba ha recuperado su funcionalidad. Nace de nuevo la carne cuando una persona recibe un transplante de un órgano y allí donde se preparaba la muerte, se recupera la vida.

Cada día, cuando sale el sol, resucitamos al alba, a la relación, a la carne. Nos ponemos en pie (los que podemos), pero todos simbólicamente, para afrontar las cosas de la vida. El día es nueva vida, es oportunidad para ver y mirar las cosas con mirada renovada, con esperanza comprometida.

  • También la relación de ayuda produce resurrección: cada vez que una persona empuja a otra para que supere cualquier dificultad, ha sido instrumento de resurrección;
  • Donde había abatimiento, hay postura erguida, donde había soledad, hay comunión;

La resurrección de la carne Pero yo creo también en la resurrección de la carne en otro sentido. Ha sido tanta la connotación negativa dada a la carne, que me parece que bien merece que la resucitemos sanamente en nuestra mente y en nuestro corazón. La carne es débil, sí.

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Lo es porque enferma y porque es vulnerable. Lo es la persona entera, en el fondo, y eso es su genuino significado. Pero la carne es buena. Dios mismo la asumió y se encarnó. La carne, nuestra carne, nuestra condición carnal, es nuestra posibilidad de relacionarnos unos con otros.

La carne es puerta de acceso a la experiencia de placer, pero no sólo. La carne es posibilidad de aproximarnos, de vincularnos, de querernos tangiblemente. Es vínculo y vehículo, es expresión. Yo espero en la resurrección de una visión positiva de la carne.

Espero asistir al funeral del elogio de la razón como instancia pura y fuente de bien en contraposición de las bajas pasiones de la carne. Espero en la resurrección de un modo saludable de pensar en nuestros sentimientos, en nuestros deseos, en nuestras pasiones.

Ellos son energía. Pueden ser motor para hacer el bien. Espero en la resurrección de un nuevo modo de mirar, de un nuevo modo de tocar, de un nuevo modo de escuchar, de un nuevo modo de gustar de las cosas y de la vida, de un nuevo modo de oler cuanto nos rodea.

  • Espero porque deseo la salud en todos los sentidos;
  • Confío en que cambie la connotación del color negro que Platón pone uno de los caballos del mito del auriga y el carro alado en Fedro;
  • En él, el auriga representa la parte racional, conduciendo dos caballos, uno blanco y otro negro;

El blanco simboliza el valor, impulso, coraje, la valentía, con connotación siempre positiva; el negro, el deseo y los sentimientos, con connotación siempre negativa. En el fondo, humanizarse no es otra cosa que reconocer nuestra condición carnal, débil, sí, pero blanda y viva.

Mortal, sí, pero capaz de permitirnos hacer experiencia de eternidad en el más acá. Creo en el más allá No, no es fácil creer en la resurrección. No lo es cuando la muerte se impone con su ley incontestable, cuando lo hace en situaciones inesperadas, de manera violenta, por accidente, en edad temprana y en tantas y tantas situaciones.

De manera intensa experimentamos confusión, aturdimiento, sinsentido, vacío, soledad, irracionalidad, desgarro. Se nos rompe el corazón y muy difícilmente somos capaces de tender hilos entre la razón y el sentimiento. Sin embargo, si escuchamos allá en el corazón, en alguno de los últimos rincones, no podemos más que reconocer que la muerte no puede tener la última palabra.

  1. La experiencia del amor es más fuerte que la de la muerte;
  2. Y esperar en la resurrección no es más que abandonarse al reconocimiento (no a la demostración) de que el amor reclama eternidad y de que de alguna manera no explicable con categorías meramente humanas, nuestra vida, al terminar, será transformada y plenificada;

Pensar la resurrección no puede consistir en lanzar a un futuro un modo de vida como la de ahora, pero en otro lugar. No. Creer en la resurrección es apostar y comprometerse porque la vida y el amor digan siempre una palabra más fuerte que el sufrimiento y la muerte.

Más allá del aquí y ahora de nuestra vida en la tierra, más allá de la muerte, el tiempo y el espacio no existen. Resucitar por tanto, no puede ser ir a otro lugar a vivir felices. Este modo de expresarnos nos ayuda a decir lo que creemos, como otros muchos, como hablar del cielo, el paraíso… Yo creo que resucitar es dejarse levantar por Dios cuando nosotros nos sentimos caídos y abatidos, doloridos y muertos.

Resucitar es dejar que Dios diga y haga y sea en nosotros todo y para siempre. Entender así la resurrección es también un compromiso comunitario de fe, de trabajo por el amor y la justicia, porque Dios y su palabra (Jesús) constituyan buena noticia de amor para toda la humanidad.

Creo en la resurrección de los pueblos Trabajar por el desarrollo y la salud de los países en vías de desarrollo, los más afectados por las epidemias y sus consecuencias, es situarse en el corazón de la fe en la resurrección.

La resurrección deja de ser fundamentalmente un suceso que aconteció en la historia de la salvación para convertirse en una dinámica vital del creyente que implica todas sus relaciones y hace que sean fuente de vida y de verdadera salud global. La fe en la resurrección se convierte así en una estructura permanente en virtud de la cual se cree y se trabaja por una nueva creación aquí y ahora.

  • Toda intervención que quiera ser realmente pascual debe ser necesariamente liberación de toda forma de muerte, de esclavitud y de dominación, porque la revelación nos presenta a un Dios liberador, siempre al lado de los pobres y de los oprimidos y en contra de los opresores;

Creer en la resurrección significa trabajar para salir del desierto de lo puramente legal y avanzar hacia un espacio común de construcción, en el que se apuesta por la dignidad humana, es decir, un espacio de salud y salvación, que es asimismo de liberación.

Es preciso no solamente ser buenos samaritanos que curan, sino preguntarse proféticamente cómo evitar que haya tantos desventurados en esos países, paralizados por un neocolonialismo económico y cultural.

Por eso, hoy me nace del corazón esta oración: “Danos hoy nuestra dosis de resurrección cotidiana”. VOLVER.

¿Qué es vivir una vida resucitada?

Temor o resurrección – Cuando los apóstoles escucharon decir a Jesús que era necesario que padeciera mucho y fuera entregado a la muerte y que luego resucitaría al tercer día, sus respuestas fueron siempre desubicadas. Probablemente al atisbar la dificultad del camino, su corazón se cerró a toda promesa sobre el final.

  1. Sus reacciones fueron de huída y rechazo;
  2. Y la respuesta más concreta a la invitación del Señor a que cada uno cargara su propia cruz y lo siguiera, quedó puesta de manifiesto en la soledad y el abandono en los que dejaron a Cristo en el monte Calvario;

Aún cuando nosotros reconocemos la necesidad de plantearnos la cuestión de la vida después de la muerte, muchas veces nos encontramos con otro obstáculo: evitamos pensar en esperar la resurrección cuando esto solo es posible después de asumir que la pasión y la muerte son ineludibles.

  1. Hay en nosotros un profundo rechazo al sufrimiento;
  2. Y si bien esto es natural ya que fuimos hechos para ser felices, la búsqueda incondicional del placer y el éxito, tan propios de nuestro tiempo, nos lleva a veces a un rechazo y negación de nuestra presente condición débil y mortal;

Esto nos genera una cierta incapacidad para valorar el esfuerzo arduo y asumir la dificultad como camino hacia algo mejor. Y aún peor, nos hace débiles cuando aparecen complicaciones y nos cuesta sostener nuestras elecciones. Esperar resucitar implica esperar morir.

No como algo definitivo, sino como un paso. Nuestra vida cae en un cierto idealismo que pronto se transforma en frustración cuando pretendemos lograr lo pleno y definitivo sin estar dispuestos a que muera lo pasajero.

Vivir en la obediencia al Padre nuestras muertes, es la condición de posibilidad para recuperar la vida entregada. Es Dios el que puede resucitar y es el hombre, como hijo fiel a Dios, quien puede ser resucitado. Asumir el esfuerzo, el costo, de vivir todo lo que decidimos, no como un gasto desperdiciado sino como una inversión superior a todas las demás, puede hacernos cambiar nuestras opciones.