Que Significa El Reino De Dios?

Que Significa El Reino De Dios
El Reino en el cristianismo [ editar ] – El Catecismo de la Iglesia Católica indica que en el Nuevo Testamento se utilizan varias expresiones para caracterizar la bienaventuranza a la que Dios llama al hombre: la llegada del Reino de Dios; «Dichosos los limpios de corazón porque ellos verán a Dios» —Mt 5, 8—; «la entrada en el gozo del Señor» — Mt 25; 21.

23 —; «la entrada en el descanso de Dios» — Hb 4, 7-11—. [ 1 ] ​ « Allí descansaremos y veremos; veremos y nos amaremos; amaremos y alabaremos. He aquí lo que acontecerá al fin sin fin. ¿Y qué otro fin tenemos, sino llegar al Reino que no tendrá fin?.

San Agustín civ. 22,30» La idea del Reino de Dios se encuentra predominantemente en el Nuevo Testamento , especialmente en los Evangelios. [ 2 ] ​ El Reino de Dios es un término usado indistintamente con el de «Reino de los Cielos». En el Evangelio según Mateo se utiliza esta última expresión, mientras que en el de Lucas , en el de Marcos y en el de Juan se utiliza «Reino de Dios».

  • La explicación habitual es que el evangelio de Mateo está destinado a los judíos quienes prefieren evitar el uso directo del nombre de Dios;
  • Marcos y Lucas están dirigidos a una audiencia más general y menos familiarizada con el término «Reino de los Cielos»;

Algunos intérpretes premilenaristas piensan que el «Reino de los Cielos» se refiere al reino milenario de Dios, mientras que el «Reino de Dios» se refiere a su reinado universal. Otros opinan que no hay base para tal distinción. El historiador, escritor y filósofo británico H.

  • Wells escribió: «La doctrina del Reino de los Cielos, que fue la enseñanza principal de Jesús , es ciertamente una de las doctrinas más revolucionarias que alguna vez haya animado y transformado el pensamiento humano;

» [ 3 ] ​ H. Wells (1920), Outline of History El pensamiento cristiano del Reino de Dios agrupa distintos conceptos según el entendimiento de cada denominación, entre las que destacan las siguientes.

  • El Reino de Dios es un gobierno único celestial que regirá en toda la tierra después de Armagedón , cuando todas las personas inicuas hayan sido destruidas.
  • El rey de este reino es Jesucristo, de acuerdo con el pacto que hizo Dios con David.
  • Jesucristo habla muchas veces del Reino de Dios, que está cerca y la manera de explicarlo es con parábolas que son comparaciones que expresan una enseñanza.

¿Qué expreso Jesús acerca del Reino de Dios?

La intención de Jesús era decir que la semilla del evangelio ya ha sido sembrada y este evangelio engendra, como palabra nuevamente creadora, al verdadero Israel. El pueblo de Dios del fin de los tiempos crece aunque el poder destructivo de los adversarios sea muy grande.

¿Qué es el Reino de Dios opinión?

Un tema central destaca en el evangelio: el Reino de Dios. Quizá para nosotros hoy las parábolas que emplea Jesucristo no nos resulten tan sugerentes como lo fueron para los primeros que las escucharon de labios del Señor o en la proclamación de este texto en los orígenes del cristianismo.

  1. Dentro y fuera de nuestros templos hemos oído esta expresión en numerosas ocasiones;
  2. Con todo, ¿terminamos de entender, asumir, comprender qué quiere decir, qué es el Reino de Dios? Si lo tienes claro, estupendo, pero continúa leyendo porque tal vez te reafirmarás en lo que ya sabías o completarás tu conocimiento;

Si no te interesa, sigue leyendo también porque, sin duda, te vas a sorprender. Ahí va la respuesta: el Reino de Dios es la realidad en la que habita Dios. ¿Lo que hemos llamado tradicionalmente «el cielo»? Exacto, pero también la tierra. También aquí habita Dios.

¿Y ya está? Pues sí, ya está. Donde está Dios, está su Reino. La dureza de nuestra vida, nuestros problemas cotidianos, los sufrimientos y preocupaciones que nos atormentan parece que nos están diciendo otra cosa.

¿Cómo puede existir aquí en este mundo el Reino de Dios en medio del orgullo, la soberbia, la envidia, el odio, el resentimiento, el rencor, y tantos y tantos pecados que nos hacen devorarnos los unos a los otros? Hemos llegado al momento clave de nuestra reflexión.

  • Cuanto más espacio dejemos a Dios en nuestra vida, en nuestra sociedad, en nuestra historia, mayor será nuestra experiencia del Reino de Dios;
  • Dios y el demonio no pueden convivir, el día y la noche no se dan a la vez, la luz se hace más tenue y llega la oscuridad, y la luz del alba va deshaciendo las tinieblas de la noche;

Así sucede con el Reino de Dios, puede ir apareciendo en nuestra vida o puede ir ocultándose. Aunque Dios jamás se va del todo. Es una equivalencia casi matemática: a mayor presencia de Dios, mayor experiencia de su Reino entre nosotros. Cuanto más vivimos según el proyecto de Dios, más nos acercamos a su Reino.

Y su Reino significa vivir en Él, como Él, siendo semejantes a Él. Puede comenzar ya para nosotros en este mundo, pero no puede darse como plenitud porque aquí todavía el mal, el demonio, tiene margen de actuación.

La plenitud del Reino de Dios nos espera en el cielo. El Reino es algo pequeño, que puede que al principio solo unos cuantos lo vivan pero con la fuerza de Dios irá creciendo, poco a poco, sin avasallar, sin imponer, hasta ocupar toda la realidad. Esto es el Reino de Dios, Él nos lo ofrece, nos lo propone, nosotros decimos hacerlo realidad o no..

¿Cómo debemos de recibir el Reino de Dios?

Si vivimos con rectitud, ayudaremos a edificar el reino de Dios. Por medio de la actividad en la Iglesia, las personas y las familias se fortalecen. Debemos estar dispuestos a servir dondequiera que nos encontremos. A medida que prestemos servicio en el reino de Dios, recibiremos bendiciones.

¿Qué diferencia hay entre el Reino de Dios y la Iglesia?

Abstract – La Iglesia no se identifica con el Reino de Dios, pero se relaciona estrechamente con él. Esto se ve claramente si nos fijamos en el vocabulario del Nuevo Testamento. El Reino (basileia) aparece 163 veces en los escritos del Nuevo Testamento; de ellas, 107 en los evangelios y 56 en los demás escritos.

Por el contrario, la Iglesia (ekklesía) aparece 114 veces en el Nuevo Testamento; de ellas, solo 3 veces en el evangelio de Mateo y 111 en los demás escritos. Por lo tanto, no se identifican sin más el Reino y la Iglesia.

Pero esto no quiere decir que sean dos realidades que no tienen que ver la una con la otra. Un día dijo Jesús a su comunidad de discípulos: “Pequeño rebaño, no temas, porque al Padre le agradó darte el Reino” (Lc. 12, 32; cf. 22, 28-30). Por lo tanto, el Reino de Dios se relaciona estrechamente con la comunidad de Jesús.

Esto quiere decir que es falsa la afirmación de Loisy: “Jesús anunciaba el Reino de Dios, y fue la Iglesia lo que vino”. Porque en los Hechos y en las Cartas de los apóstoles se habla del Reino como de una realidad que perdura y que está íntimamente ligada a la Iglesia.

Y eso en un sentido concreto, a saber: en cuanto que la Iglesia tiene que anunciar y hacer presente el Reino de Dios entre los hombres. Los testimonios del Nuevo Testamento en este sentido son abundantes (Hech 8, 12; 14, 22; 19, 8; 20, 25; 28, 23; 28, 31; Rom.

  1. 14, 17; 1 Cor;
  2. 4, 20; 6, 9;
  3. 10; 15, 50; Gal;
  4. 5, 21; Ef;
  5. 5, 5; Col;
  6. 4, 11; 1 Tes;
  7. 2, 12; 2 Tes;
  8. 1, 5; etc);
  9. Por consiguiente, para comprender lo que es la Iglesia, se hace enteramente necesario comprender previamente lo que es el Reino de Dios;

La Iglesia tiene que acomodarse al Reino de Dios. Y tiene que hacerlo presente entre los hombres. Por lo tanto, la Iglesia es lo que tiene que ser en la medida en que ella misma vive la realidad del Reino y así lo hace presente en el mundo y en la sociedad.

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Item Type: Article
Uncontrolled Keywords: Iglesia Católica, Nuevo testamento, Espiritualidad Ignaciana, Vida religiosa
Subjects: 200 Religión > 220 La biblia > 225 Nuevo Testamento 200 Religión > 280 Confesiones y sectas cristianas > 282 Iglesia Católica Romana
Divisions: Centro Pastoral Universitario
Depositing User: Rogerio Medina
Date Deposited: 16 Mar 2017 10:27
Last Modified: 16 Mar 2017 10:27
URI: http://repositorio. uca. edu. ni/id/eprint/3609

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¿Qué es el Reino de Dios según Romanos 14 17?

‘El Reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia’ (Rom 14, 17 ) – Dialnet.

¿Cuáles son los valores del Reino de Dios?

Los milagros que Jesús realizaba eran la prueba y la señal de la presencia y acción de Dios en Jesucristo. Es por ello por lo que la falta de respuesta en la conversión al mensaje y milagros de Jesús por parte de las ciudades impenitentes significaban rechazo a Dios y a su reino.

  • El reinado de Dios en nosotros comienza también por nuestra conversión a los valores del reino : santidad, verdad, justicia, amor y paz; frente a los del tener: dinero, poder, soberbia, dominio e influencia;

En el interior de la persona es donde ha de germinar la semilla del reino , porque del corazón humano brota todo lo bueno y lo malo que vemos en el mundo, como lo anunció Cristo. Solamente, si nos convertimos a los calores del reino abandonaremos los criterios del mundo y del hombre terreno, asimilando las actitudes básicas que proponen las bienaventuranzas de Jesús: pobreza, hambre y sed de fidelidad, fraternidad, solidaridad, no violencia, reconciliación, perdón y amor al hermano, incluso al enemigo.

Sin esta conversión en profundidad es imposible el cambio de estructuras en la familia y la sociedad, en la política y la economía; pues la trampa del viejo egoísmo se agazapará en la ley y situaciones nuevas, perpetuando así el desamor, la explotación del otro y la opresión del más débil.

Únicamente la levadura que actúa desde dentro, es decir, la opción evangélica, puede transformar la masa entera y hacer efectivo el proyecto del reino en nuestra vida personal y nuestro ambiente. Motivémonos pues, para crecer como personas y como cristianos; porque esa es la regla evangélica del juego y la ley del reinado de Dios, ley de crecimiento a todos los niveles.

De lo contrario, estaremos limitados al raquitismo, las malformaciones y la esclerosis espiritual. Que el Señor nos abra los ojos para vernos tal como somos. Que Él nos conceda el espíritu joven del Evangelio para amar cada día más, para empezar la vida cada mañana.

Dios es muy espléndido; espera tan sólo un atisbo de generosidad por nuestra parte para darnos con creces y hacer fructificar nuestro esfuerzo hasta el ciento por uno. Para eso hay un secreto: vivir en perenne estado de conversión continua..

¿Qué significa construir el Reino de Dios en la situación actual?

La propuesta principal de este trabajo es la construcción del Reino de Dios, pues se trata de amar a Dios que viene al mundo, un Dios que se encarna en el mundo, como se señala en el Evangelio11 que presenta a un Dios que ama e invita a todos a vivir desde el amor fraterno y solidario con los demás, es decir, un amor.

¿Quién construye el Reino de Dios?

Jesús invita a construir el Reino de Dios, dos los mandamientos. El primero, el Señor nuestro Dios es el único Señor; y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas. El segundo, amarás a tu prójimo como a ti mismo.

¿Qué tengo que hacer para heredar el reino de los cielos?

Para obtener la vida eterna, debo amar a Dios y amar a mi prójimo como a mí mismo. – Es útil que recordemos que la parábola del Buen samaritano fue la manera como Jesús respondió la pregunta: “¿Y quién es mi prójimo?”. A medida que lea la parábola, tenga en mente esa pregunta.

¿Qué respuestas encuentra? En los tiempos de Jesús, la enemistad entre judíos y samaritanos ya se remontaba a varios cientos de años. Los samaritanos eran descendientes de judíos que vivían en Samaria y se habían casado con gentiles.

Los judíos pensaban que los samaritanos se habían corrompido al relacionarse con los gentiles y habían apostatado. Los judíos preferían desviarse muchos kilómetros de su camino para evitar pasar por Samaria, (véanse también Lucas 9:52–54 ; 17:11–18 ; Juan 4:9 ; 8:48 ).

  • ¿Por qué cree que el Salvador escogió a un samaritano, alguien que era despreciado por los judíos, como ejemplo de compasión y amor hacia el prójimo? ¿Qué le inspira a hacer esta parábola para poder mostrar más misericordia hacia los demás? Véanse también Mosíah 2:17 ; “Parábola del Buen Samaritano” (video, LDS;

org ); “Señor, yo te seguiré”, Himnos, nro. 138. Lucas 10:38–42.

¿Cómo crece el reino de Dios en la casa?

Permitamos que el Reino de Dios habite en nuestros corazones y se manifieste en las cosas que hacemos con bondad, cada día de nuestra vida; por ejemplo, al hacer nuestros deberes familiares y escolares, al tratar a los demás con cariño y respeto, al decir siempre la verdad y al buscar el bien común.

¿Quién es el más grande en el reino de los cielos?

02/10/2018 – En aquel tiempo, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: “¿Quién es el más importante en el Reino de los Cielos?”. Él llamó a un niño, lo puso en medio, y dijo: ‘Os digo que, si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos.

  • Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño ése es el más grande en el Reino de los Cielos;
  • El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí;
  • Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial;

Comentario Celebramos hoy la fiesta del Santo Ángel de la Guarda. Una fecha que nos recuerda cuando éramos niños, y en la cama, por las noches, rezábamos aquella tierna oración que decía: ‘Ángel de la Guarda, dulce compañía, no nos desampares, ni de noche ni de día’.

Cuando somos niños no nos preguntamos mucho por el porqué de las cosas, o si lo hacemos, lo hacemos más bien como un juego intelectual. Nos gusta el misterio y convivimos con él con naturalidad. Cuando crecemos intentamos desvelar los misterios, o menos intentamos hacerlos ‘razonables’.

¿Por qué la fe cristiana habla de los Ángeles, como esos seres que nos acompañan personalmente, que nos protegen por los senderos de la vida? Podríamos responder que son simplemente símbolos del amor providente de Dios, provenientes de un contexto cultural en el que se usaba este tipo de lenguaje figurativo para hablar de realidades misteriosas.

  • Pero despachando la cuestión de esta manera no seríamos fieles a la fe de la Iglesia que quiere ser fiel a la Palabra de Dios;
  • El Catecismo de la Iglesia Católica se sirve de San Agustín para decirnos quiénes son: ‘El nombre de ángel indica su oficio, no su naturaleza;

Si preguntas por su naturaleza, te diré que es un espíritu; si preguntas por lo que hace, te diré que es un ángel’ (Psal. 103, 1, 15). Con todo su ser, los ángeles son servidores y mensajeros de Dios. Porque contemplan ‘constantemente el rostro de mi Padre que está en los cielos’ (Mt 18, 10), son ‘agentes de sus órdenes, atentos a la voz de su palabra’ (Sal 103, 20).

¿Cuándo es que Jesús comienza la misión de anunciar el Reino de Dios?

  Cuando Jesús cumplió treinta años dejó la casa de sus padres y comenzó lo que llamamos su Vida pública. Antes de ir de pueblo en pueblo anunciando la Buena Noticia del Evangelio, Jesús quiso ser bautizado por Juan en el río Jordán, A continuación se retiró al desierto, donde fue tentado por el diablo y después eligió a los apóstoles para que le acompañaran en su misión.

En aquel tiempo, Juan Bautista predicaba en el desierto de Judea donde decía: «Haced penitencia y cambiad de vida! ¡El reino de Dios se acerca!». Mucha gente acudía a Juan para confesar sus pecados y para que los bautizara en el río Jordán. Entre los que escuchaban sus palabras había también fariseos y saduceos, y Juan les advertía diciéndoles: «Mostrad que verdaderamente queréis cambiar y no penséis que basta con ser descendientes de Abraham para salvaros. Un día Jesús fue de Galilea al Jordán , a presentarse a Juan para que lo bautizara. Juan sabía que quien había venido no era un hombre pecador como los demás. Por eso no quería bautizarlo y le decía: «Eres Tú quien debería bautizarme, ¿cómo es que vienes a mí?». Jesús le respondió: «Ahora debemos cumplir lo que Dios manda». Entonces Juan lo bautizó en el río Jordán y mientras lo hacía, se abrió el cielo de repente y vio bajar al Espíritu de Dios y posarse sobre Él como lo haría una paloma. Y una voz del cielo decía: «Éste es mi Hijo amado, mi Elegido» Después de esto, Jesús se retiró a la soledad del desierto, y estuvo mucho tiempo, casi cuarenta días haciendo ayuno y oración. Al fin Jesús tuvo hambre y entonces se le acercó el diablo y le tentó diciendo: «Si eres el Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en pan». Pero Jesús respondió: «En la Sagrada Escritura está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios».

  1. Yo os bautizo con agua para que seáis mejores, pero detrás de mí viene uno que es más fuerte que yo;
  2. Yo no valgo ni para desatarle las sandalias;
  3. Él os bautizará con el Espíritu Santo y fuego»;
  4. Entonces el diablo lo llevó consigo a la ciudad santa de Jerusalén;
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Lo puso en el pináculo más alto del templo y le dijo: «Si realmente tú eres el Hijo de Dios, échate de aquí abajo. No te pasará nada, pues en la Sagrada Escritura está escrito: Dios mismo ha mandado a sus ángeles que te atiendan y te cuiden. Te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece en ninguna piedra».

  1. Jesús le dijo: «También está escrito: No pondrás a prueba a Dios, tu Señor»;
  2. Finalmente lo llevó el diablo a un monte muy alto;
  3. Le mostró todos los reinos del mundo con todas sus riquezas y su poder, y le dijo: «Te daré todo lo que ves, si te arrodillas y me adoras»;

Entonces Jesús contestó: «¡Apártate de mí, Satanás! En la Sagrada Escritura está escrito: Adorarás sólo a Dios, tu Señor, y sólo a Él servirás». Entonces el diablo se fue y desapareció. A continuación, vinieron ángeles que servían y ayudaban a Jesús. Después de las tentaciones, comienza la Vida Pública de Jesús. Cuando Jesús volvió del desierto fue a Galilea y comenzó a recorrer pueblos y ciudades enseñando en las sinagogas, anunciando la Buena Noticia del Reino y curando a los enfermos. Según dicen los Evangelios sinópticos Jesús va a Galilea donde comenzará su misión de anunciar la Buena Nueva del Reino de Dios. (Juan 1, 29) Imaginamos que al oír el «título» que Juan le da, Jesús, que conocía perfectamente la Escritura como había demostrado en el momento de las tentaciones, se acordó de lo que Isaías había escrito y anunciado en el capítulo 53 de su libro sobre el Mesías que había de llegar: «Fue maltratado y se humilló y no dijo nada, fue llevado cual cordero al matadero, como una oveja que permanece muda cuando la esquilan». Esto serviría a Jesús para aceptar con profundidad la misión para la que había sido enviado al mundo: Morir en la Cruz para salvar a la Humanidad. Juan Bautista, volverá a repetir esta expresión al día siguiente, cuando con dos de sus discípulos, Andrés y Juan , estaban en el mismo lugar donde Jesús había sido bautizado.

El Evangelio de Juan, sin embargo, nos cuenta algunas cosas que Jesús hace antes de comenzar la misión para la que ha sido elegido. Parece que antes de comenzar a predicar el Evangelio, Jesús vuelve al río Jordán donde Juan el Bautista le reconoce como el Mesías esperado, y al verlo exclama: «Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo».

Dice Juan en su Evangelio que al verlo pasar, el Bautista dijo: «Ese es el Cordero de Dios». Al oír esto, los dos discípulos de Juan se fueron con Jesús y le siguieron. Esto les bastó para seguirle. Andrés y Juan siguieron a Jesús y al verlos, éste les preguntó: «¿Qué queréis? ¿Qué buscáis? «. Simón fue con su hermano a conocerlo y cuando Jesús lo vio, le dijo: «Tú eres Simón hijo de Juan, pero te llamarás Cefas» (que quiere decir Piedra). Éstos fueron los tres primeros discípulos de Jesús que estuvieron con Él hasta que Juan Bautista fue encarcelado. En este tiempo, Jesús y sus discípulos, se encontraron con otros dos: Felipe y Natanael. A Felipe , que era de la ciudad de Betsaida , le bastó una invitación de Jesús para seguirle y hacerse su discípulo.

Ellos contestaron: «Maestro ¿dónde vives?». Jesús les dijo: «Venid y lo veréis». Suponemos que después, Jesús les contó todo aquello por lo que estaba dispuesto a dar la vida y Andrés, reconociendo en Jesús al Enviado de Dios, fue a buscar a su hermano Simón , y le dijo: «Hemos encontrado al Mesías».

Jesús le dijo: «Sígueme» y Felipe le siguió inmediatamente. El mismo Felipe le dijo a Natanael : «Hemos encontrado a Aquel de quien escribió Moisés en la Ley (es decir, en el Pentateuco) y también los Profetas; a Jesús, hijo de José de Nazaret». A Natanael aquello no debió impresionarle mucho ya que contestó: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?».

  1. Felipe le dijo: «Ven y verás»;
  2. Cuando Jesús vio venir a Natanael dijo: «He aquí un verdadero israelita en el que no hay engaño»;
  3. Él contestó: «¿Cómo es que me conoces?»;
  4. Y Jesús le dijo: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas bajo la higuera, yo te vi»;

Natanael debía ser un maestro de la Ley que enseñaba religión a sus alumnos debajo de un árbol, como solían hacer los maestros y al oír lo que Jesús le había dicho contestó: «Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel». Natanael había reconocido a Jesús como el Hijo de Dios y el Rey de Israel e inmediatamente se hizo su discípulo y le siguió. Después de esto, Jesús volvió a Galilea. Un día, paseaba por la orilla del lago y vió una pequeña barca en la que unos hombres echaban las redes para pescar, pues eran pescadores. En esa barca estaban dos hermanos que se llamaban Pedro y Andrés, a los que ya conocemos. Cuando volvieron a la orilla, Jesús pasó a su lado, se detuvo delante de ellos y contempló cómo limpiaban sus redes.

Entonces les dijo: «Venid conmigo, y yo os haré pescadores de hombres. Seréis mis amigos, y me ayudaréis a contar a todos la Buena Nueva del Reino de Dios». Entonces ellos dejando las redes inmediatamente, se fueron con Jesús.

Un poco más allá, había otra barca amarrada a la orilla y en ella, tres hombres que también eran pescadores, arreglaban sus redes. Estos hombres eran Santiago y Juan que trabajaban con su padre. Jesús los llamó y les dijo: «Venid también vosotros conmigo y seréis mis discípulos».

  1. Ellos dejando la barca y a su padre se fueron con Jesús;
  2. Éstos no fueron los únicos a los que Jesús eligió para que fueran sus mejores amigos;
  3. Pasado un tiempo, el número de discípulos aumentó;
  4. Jesús subió a un monte y pasó toda la noche en oración hablando con su Padre Dios;

Al llegar el día llamó a sus discípulos y escogió a doce de ellos, a los que llamó apóstoles: Simón, al que dio el nombre de Pedro , y su hermano Andrés ; Santiago , y su hermano Juan ; Felipe , Bartolomé , que al principio se llamaba Natanael; Mateo , Tomás , Santiago , hijo de Alfeo, Simón , al que llamaban Zelote; Judas , hermano de Santiago; y Judas Iscariote , el que traicionó a Jesús.

¿Cuándo es que Jesús comienza la misión de anunciar el Reino de Dios?

  Cuando Jesús cumplió treinta años dejó la casa de sus padres y comenzó lo que llamamos su Vida pública. Antes de ir de pueblo en pueblo anunciando la Buena Noticia del Evangelio, Jesús quiso ser bautizado por Juan en el río Jordán, A continuación se retiró al desierto, donde fue tentado por el diablo y después eligió a los apóstoles para que le acompañaran en su misión.

En aquel tiempo, Juan Bautista predicaba en el desierto de Judea donde decía: «Haced penitencia y cambiad de vida! ¡El reino de Dios se acerca!». Mucha gente acudía a Juan para confesar sus pecados y para que los bautizara en el río Jordán. Entre los que escuchaban sus palabras había también fariseos y saduceos, y Juan les advertía diciéndoles: «Mostrad que verdaderamente queréis cambiar y no penséis que basta con ser descendientes de Abraham para salvaros. Un día Jesús fue de Galilea al Jordán , a presentarse a Juan para que lo bautizara. Juan sabía que quien había venido no era un hombre pecador como los demás. Por eso no quería bautizarlo y le decía: «Eres Tú quien debería bautizarme, ¿cómo es que vienes a mí?». Jesús le respondió: «Ahora debemos cumplir lo que Dios manda». Entonces Juan lo bautizó en el río Jordán y mientras lo hacía, se abrió el cielo de repente y vio bajar al Espíritu de Dios y posarse sobre Él como lo haría una paloma. Y una voz del cielo decía: «Éste es mi Hijo amado, mi Elegido» Después de esto, Jesús se retiró a la soledad del desierto, y estuvo mucho tiempo, casi cuarenta días haciendo ayuno y oración. Al fin Jesús tuvo hambre y entonces se le acercó el diablo y le tentó diciendo: «Si eres el Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en pan». Pero Jesús respondió: «En la Sagrada Escritura está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios».

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Yo os bautizo con agua para que seáis mejores, pero detrás de mí viene uno que es más fuerte que yo. Yo no valgo ni para desatarle las sandalias. Él os bautizará con el Espíritu Santo y fuego». Entonces el diablo lo llevó consigo a la ciudad santa de Jerusalén.

Lo puso en el pináculo más alto del templo y le dijo: «Si realmente tú eres el Hijo de Dios, échate de aquí abajo. No te pasará nada, pues en la Sagrada Escritura está escrito: Dios mismo ha mandado a sus ángeles que te atiendan y te cuiden. Te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece en ninguna piedra».

Jesús le dijo: «También está escrito: No pondrás a prueba a Dios, tu Señor». Finalmente lo llevó el diablo a un monte muy alto. Le mostró todos los reinos del mundo con todas sus riquezas y su poder, y le dijo: «Te daré todo lo que ves, si te arrodillas y me adoras».

Entonces Jesús contestó: «¡Apártate de mí, Satanás! En la Sagrada Escritura está escrito: Adorarás sólo a Dios, tu Señor, y sólo a Él servirás». Entonces el diablo se fue y desapareció. A continuación, vinieron ángeles que servían y ayudaban a Jesús. Después de las tentaciones, comienza la Vida Pública de Jesús. Cuando Jesús volvió del desierto fue a Galilea y comenzó a recorrer pueblos y ciudades enseñando en las sinagogas, anunciando la Buena Noticia del Reino y curando a los enfermos. Según dicen los Evangelios sinópticos Jesús va a Galilea donde comenzará su misión de anunciar la Buena Nueva del Reino de Dios. (Juan 1, 29) Imaginamos que al oír el «título» que Juan le da, Jesús, que conocía perfectamente la Escritura como había demostrado en el momento de las tentaciones, se acordó de lo que Isaías había escrito y anunciado en el capítulo 53 de su libro sobre el Mesías que había de llegar: «Fue maltratado y se humilló y no dijo nada, fue llevado cual cordero al matadero, como una oveja que permanece muda cuando la esquilan». Esto serviría a Jesús para aceptar con profundidad la misión para la que había sido enviado al mundo: Morir en la Cruz para salvar a la Humanidad. Juan Bautista, volverá a repetir esta expresión al día siguiente, cuando con dos de sus discípulos, Andrés y Juan , estaban en el mismo lugar donde Jesús había sido bautizado.

El Evangelio de Juan, sin embargo, nos cuenta algunas cosas que Jesús hace antes de comenzar la misión para la que ha sido elegido. Parece que antes de comenzar a predicar el Evangelio, Jesús vuelve al río Jordán donde Juan el Bautista le reconoce como el Mesías esperado, y al verlo exclama: «Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo».

Dice Juan en su Evangelio que al verlo pasar, el Bautista dijo: «Ese es el Cordero de Dios». Al oír esto, los dos discípulos de Juan se fueron con Jesús y le siguieron. Esto les bastó para seguirle. Andrés y Juan siguieron a Jesús y al verlos, éste les preguntó: «¿Qué queréis? ¿Qué buscáis? «. Simón fue con su hermano a conocerlo y cuando Jesús lo vio, le dijo: «Tú eres Simón hijo de Juan, pero te llamarás Cefas» (que quiere decir Piedra). Éstos fueron los tres primeros discípulos de Jesús que estuvieron con Él hasta que Juan Bautista fue encarcelado. En este tiempo, Jesús y sus discípulos, se encontraron con otros dos: Felipe y Natanael. A Felipe , que era de la ciudad de Betsaida , le bastó una invitación de Jesús para seguirle y hacerse su discípulo.

  1. Ellos contestaron: «Maestro ¿dónde vives?»;
  2. Jesús les dijo: «Venid y lo veréis»;
  3. Suponemos que después, Jesús les contó todo aquello por lo que estaba dispuesto a dar la vida y Andrés, reconociendo en Jesús al Enviado de Dios, fue a buscar a su hermano Simón , y le dijo: «Hemos encontrado al Mesías»;

Jesús le dijo: «Sígueme» y Felipe le siguió inmediatamente. El mismo Felipe le dijo a Natanael : «Hemos encontrado a Aquel de quien escribió Moisés en la Ley (es decir, en el Pentateuco) y también los Profetas; a Jesús, hijo de José de Nazaret». A Natanael aquello no debió impresionarle mucho ya que contestó: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?».

Felipe le dijo: «Ven y verás». Cuando Jesús vio venir a Natanael dijo: «He aquí un verdadero israelita en el que no hay engaño». Él contestó: «¿Cómo es que me conoces?». Y Jesús le dijo: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas bajo la higuera, yo te vi».

Natanael debía ser un maestro de la Ley que enseñaba religión a sus alumnos debajo de un árbol, como solían hacer los maestros y al oír lo que Jesús le había dicho contestó: «Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel». Natanael había reconocido a Jesús como el Hijo de Dios y el Rey de Israel e inmediatamente se hizo su discípulo y le siguió. Después de esto, Jesús volvió a Galilea. Un día, paseaba por la orilla del lago y vió una pequeña barca en la que unos hombres echaban las redes para pescar, pues eran pescadores. En esa barca estaban dos hermanos que se llamaban Pedro y Andrés, a los que ya conocemos. Cuando volvieron a la orilla, Jesús pasó a su lado, se detuvo delante de ellos y contempló cómo limpiaban sus redes.

  • Entonces les dijo: «Venid conmigo, y yo os haré pescadores de hombres;
  • Seréis mis amigos, y me ayudaréis a contar a todos la Buena Nueva del Reino de Dios»;
  • Entonces ellos dejando las redes inmediatamente, se fueron con Jesús;

Un poco más allá, había otra barca amarrada a la orilla y en ella, tres hombres que también eran pescadores, arreglaban sus redes. Estos hombres eran Santiago y Juan que trabajaban con su padre. Jesús los llamó y les dijo: «Venid también vosotros conmigo y seréis mis discípulos».

Ellos dejando la barca y a su padre se fueron con Jesús. Éstos no fueron los únicos a los que Jesús eligió para que fueran sus mejores amigos. Pasado un tiempo, el número de discípulos aumentó. Jesús subió a un monte y pasó toda la noche en oración hablando con su Padre Dios.

Al llegar el día llamó a sus discípulos y escogió a doce de ellos, a los que llamó apóstoles: Simón, al que dio el nombre de Pedro , y su hermano Andrés ; Santiago , y su hermano Juan ; Felipe , Bartolomé , que al principio se llamaba Natanael; Mateo , Tomás , Santiago , hijo de Alfeo, Simón , al que llamaban Zelote; Judas , hermano de Santiago; y Judas Iscariote , el que traicionó a Jesús.

¿Cuáles son los valores del Reino de Dios?

Los milagros que Jesús realizaba eran la prueba y la señal de la presencia y acción de Dios en Jesucristo. Es por ello por lo que la falta de respuesta en la conversión al mensaje y milagros de Jesús por parte de las ciudades impenitentes significaban rechazo a Dios y a su reino.

El reinado de Dios en nosotros comienza también por nuestra conversión a los valores del reino : santidad, verdad, justicia, amor y paz; frente a los del tener: dinero, poder, soberbia, dominio e influencia.

En el interior de la persona es donde ha de germinar la semilla del reino , porque del corazón humano brota todo lo bueno y lo malo que vemos en el mundo, como lo anunció Cristo. Solamente, si nos convertimos a los calores del reino abandonaremos los criterios del mundo y del hombre terreno, asimilando las actitudes básicas que proponen las bienaventuranzas de Jesús: pobreza, hambre y sed de fidelidad, fraternidad, solidaridad, no violencia, reconciliación, perdón y amor al hermano, incluso al enemigo.

Sin esta conversión en profundidad es imposible el cambio de estructuras en la familia y la sociedad, en la política y la economía; pues la trampa del viejo egoísmo se agazapará en la ley y situaciones nuevas, perpetuando así el desamor, la explotación del otro y la opresión del más débil.

Únicamente la levadura que actúa desde dentro, es decir, la opción evangélica, puede transformar la masa entera y hacer efectivo el proyecto del reino en nuestra vida personal y nuestro ambiente. Motivémonos pues, para crecer como personas y como cristianos; porque esa es la regla evangélica del juego y la ley del reinado de Dios, ley de crecimiento a todos los niveles.

  1. De lo contrario, estaremos limitados al raquitismo, las malformaciones y la esclerosis espiritual;
  2. Que el Señor nos abra los ojos para vernos tal como somos;
  3. Que Él nos conceda el espíritu joven del Evangelio para amar cada día más, para empezar la vida cada mañana;

Dios es muy espléndido; espera tan sólo un atisbo de generosidad por nuestra parte para darnos con creces y hacer fructificar nuestro esfuerzo hasta el ciento por uno. Para eso hay un secreto: vivir en perenne estado de conversión continua..