Que Pasa Con Los Animales Cuando Mueren Según La Biblia?

Que Pasa Con Los Animales Cuando Mueren Según La Biblia
¿Dónde van las almas de los perros cuando mueren? – Las almas de los animales cuando mueren pasan al reino espiritual al igual que las de los seres humanos. En el momento de la muerte, dejan su cuerpo físico y se convierten en un cuerpo etérico o también conocido como cuerpo astral.

¿Qué pasa con el alma de los animales cuando mueren?

Por Francisco Villagrán villagranmail@gmail. com Especial para El Litoral Muchas personas se preguntan qué sucede cuando los animales mueren, en especial las mascotas, como perros, gatos y otros animales cercanos al hombre que conviven con él. Todos los animales son espíritus, ya que todos los seres vivos son entidades espirituales, tienen alma, energías.

Nacen, viven, mueren y después regresan de nuevo al mundo físico en otros cuerpos terrenales. Su espíritu experimenta el mismo tipo de crecimiento espiritual que los humanos. Algunos expertos en el tema, aseguran que los animales pertenecen a lo que se dio en llamar como almas grupales, otros afirman que cuando mueren van al mismo lugar que los seres humanos, aunque, sus reacciones son distintas, involuntarias, y sus almas conforman un solo espíritu grupal.

Es decir que tienen su propio “cielo” por llamarlo de alguna manera y pueden compartirlo con los seres humanos. Aprenden a amar, a pensar con mayor atención y capacidad. Por eso se cree que las mascotas emulan el comportamiento de sus propietarios, entonces, muchos se preguntan si es posible comunicarse con nuestras mascotas fallecidas.

  1. ¿Cómo es la vida después de la muerte de las mascotas? Las almas de los animales cuando mueren pasan al reino espiritual al igual que las de los seres humanos;
  2. En el momento de la muerte, dejan su cuerpo físico y se convierten en un cuerpo etérico o también conocido como cuerpo astral;

Durante un corto período permanecen en nuestra realidad y luego se desprenden del cuerpo etérico, convirtiéndose en uno espiritual. Los animales, al igual que los humanos, se unen a su círculo de seres queridos y la mayoría de las veces se reúnen con los espíritus de los familiares de sus propietarios o amos.

  • A veces estas personas simplemente les ayudan a “pasar al otro lado” y en otras ocasiones envían mensajes a sus familiares que aún están con vida, confirmándoles que su mascota está bien en el más allá;

Experiencias increíbles Muchas personas aseguran ver o escuchar a sus mascotas al poco tiempo de haber fallecido, y puede ser así, pues ellos permanecen espiritualmente en los lugares de la tierra en los cuales vivieron y retozaron durante tantos años.

Pero, ¿se quedan siempre a nuestro alrededor? No, los animales también realizan la transición al más allá, al igual que lo hacemos nosotros, los seres humanos. Incluso en el caso que una mascota haya tenido que ser sacrificada por una enfermedad, la transición es más rápida que si hubiera muerto por vejez, y allá se los ve libres y completamente recuperados de la enfermedad que lo llevó a la muerte.

Según los expertos, los animales se aparecen como orbes (circunferencias) de luz o incluso se manifiestan como eran en la vida terrena. Se puede ser capaces de olerlos, escucharlos o incluso sentirlos correr a nuestro lado, para hacernos saber que están allí, cerca nuestro, durmiendo en nuestra cama, como lo hacían cuando estaban físicamente.

  1. Pero lo más importante es que nuestras mascotas espirituales nos siguen amando incondicionalmente igual que lo hacían cuando estaban en el plano terrestre, preocupándose por nosotros y cuidándonos;
  2. A veces los podemos ver o sentir, a veces no, pero siempre debemos estar seguros de que nos aman con un amor desinteresado y sincero;

La comunicación psíquica con las mascotas fallecidas es posible y no requiere nada especial. Lo más importante es transmitirles nuestro amor, al igual que lo hacíamos cuando estaban con vida. Porque la muerte es sólo el comienzo, ya que su energía continuará estando con nosotros, hasta que nos podamos volver a reunir con ellos.

Nuestras mascotas no son simples animales, son seres espirituales que nos acompañan en un trayecto de nuestra vida y continuarán más allá del plano físico. Hay médiums que han dado información sobre la supervivencia de los animales y para ellos no hay ninguna duda de que al llegar al otro lado, a la salida del túnel, encontraremos a nuestras queridas mascotas dándonos la bienvenida.

Ellas van a un cielo, el mismo que ocupamos nosotros y llegan allí con mayor facilidad porque no están cargadas con nuestro excesivo equipaje emocional. La médium británica Gladys Osborne, que investigó mucho al respecto, asegura que un animal al que uno ha amado acostumbra ir a parar a la tercera esfera, donde alguien cuida de él y donde lleva una vida normal de animal, hasta que se reencuentre con nosotros, incluso a veces es traído a este mundo para que nos vea mientras seguimos aquí en esta vida.

Cuando fallece un animal, salen a recibirlo en el más allá, los seres humanos con quienes mantenía una buena relación en la Tierra, almas generosas que cuidan a las mascotas hasta que se reencuentren con sus amos en el mundo espiritual.

Mientras viven en este mundo físico, ellas dependen en todo de nuestro cuidado, sólo nos piden que les demos de comer, tomar agua y darles cariño, sin pedir nada a cambio, y nos dan felicidad, amor incondicional y fidelidad para toda la vida y aún más allá.

Viven pocos años comparados con nosotros, a lo sumo 14-15 años o excepcionalmente algo más. Por eso, el poco tiempo que estamos con ellos tenemos que brindarles cariño y hacerlos felices, para poder reencontrarnos con ellos después de la muerte física.

Recordemos esto en el Día del Animal y en todo momento. Si los maltratamos, en algún momento nosotros también seremos maltratados. Los perros también van al cielo…. Cuenta la leyenda que cuando muere un animal, que ha sido muy cercano a alguien, llega a un lugar del cielo llamado Puente del Arco Iris.

  • Del otro lado del puente hay prados y colinas para correr y jugar como les gusta, hay suficiente espacio, comida, agua y sol para que ellos se encuentren cálidos y cómodos;
  • Todos los que han estado viejos, mutilados y lastimados, son restaurados y vuelven a estar llenos de salud y energía como los recordamos en sus mejores momentos;

Nuestros amigos se encuentran contentos y satisfechos, excepto por algo: cada uno de ellos extraña a ese alguien muy especial que dejaron del otro lado y al que llaman amo o amigo. De pronto, mientras todos corren, algunos se detienen y fijan su mirada en la distancia, su mirada brillante se llena de alegría, se estremecen de emoción y corren rápido hacia la mitad del puente.

Es que te han visto que vienes y corren felizmente a recibirte. Sus lengüetazos llueven en tu rostro, tus manos pueden volver a acariciar a esa criatura tan amada, vuelves a ver esa mirada llena de amor y nobleza de tu mascota, que por un tiempo estuvo ausente de tu vida, pero nunca de tu corazón.

Ahora tú y tu amigo, cruzarán el Puente del Arco Iris, para estar juntos para siempre….

¿Qué dice la Biblia de El alma de los animales?

La Biblia enseña que tanto los animales como los humanos son almas (Números 31:28 ). Cuando Dios creó a Adán, el primer hombre, no le dio un alma, sino que ‘vino a ser alma viviente’ (Génesis 2:7 ). El alma se compone de dos cosas: el ‘polvo del suelo’ y ‘el aliento de vida’.

¿Qué dice Jesús de los animales?

Los textos de la Biblia nacieron en el transcurso de los siglos, siendo elegidos con pinzas los evangelios que serían parte del libro sagrado. Los hombres escribieron lo que había sido transmitido por la tradición. Cuando Jesús subió al cielo no nos dejó una Biblia, sino una Iglesia: los apóstoles, y otros discípulos.

  1. Todos ellos fueron testigos de la predicación de Jesús, de sus milagros, de sus padecimientos, de su muerte y resurrección;
  2. Guardaron lo que habían visto y oído, y lo transmitieron de manera verbal, pero también escrita;

Ambos libros, el Antiguo y el Nuevo Testamento son una obra humana. Una recopilación de textos. Una parte de la historia nos relata que fue el emperador Constantino quien encargó y financió la redacción de la Biblia, omitiéndose los evangelios que mostraban a un Cristo más humano.

  1. Algunos historiadores niegan la participación de Constantino en el compilado de los libros sagrados, pues muchos fueron escritos antes de su era;
  2. Durante más de 300 años, el Imperio Romano se había ensañado persiguiendo a los cristianos, quienes profesaban la fe bajo catacumbas;

En el año 313 entonces Constantino dicta el Edicto de Milán donde se pone fin a la persecución a los cristianos El emperador entonces se convierte en sumo sacerdote, y cómo político visionario que era, con su conversión pretendía terminar con el crecimiento exponencial de los cristianos, decidiendo entonces unificar a Roma bajo un solo imperio.

  1. Bajo una sola religión;
  2. Conclusión: muchos textos fueron omitidos por decreto eclesiástico en el compilado de la Biblia;
  3. A esos escritos los denominaron apócrifos (del griego que quiere decir “oculto”);
  4. Aquellos libros no fueron aceptados por ninguna autoridad religiosa, siendo una vez más los hombres los que deciden qué libros serían parte del libro sagrado;

Defensa animal en el antiguo testamento Pero la Biblia no está exenta de la defensa animal, aún cuando nos han hecho creer que Dios quería tortura y sacrificios de animales para complacerle, mostrándonos a un Dios perverso y vengativo. Si leemos exactamente a los profetas se encontrarán con innumerables citas pro animal.

En Oseas 8,13 dice “Sus sacrificios de animales y el consumo de la carne me son abominables y el Señor no se complace en ello, sino que se acordará de su iniquidad y los castigará por sus pecados”. Isaías 66,3 también manifiesta que “Quien inmola a un toro es como quien ma­ta a un hombre; quien sacrifica a una oveja es como si estrangula a un perro; quien presenta víctimas para alimento es como el que ofrece sangre de cerdo; quien quema incienso es como si ensalza a un ídolo.

Estas cosas eligen en sus caminos y sus almas se complacen en sus abominaciones. En Proverbios 23. 20 se indica “No te juntes con los borrachos de vino, ni con quienes se deleitan en el consumo de la carne”. Estas no son las únicas citas referida al cuidado de los animales y el rechazo a los sacrificios, muchos versículos más hablan de un Dios que abomina el sacrificio de animales y que apela al cuidado de ellos, como por ejemplo Isaías que en muchos versículos habla sobre los animales.

  1. “El evangelio de los 12” y la estrecha relación de Jesús con los animales Fue San Jerónimo que el año 382 realizó la primera traducción completa al latín de la Biblia y quien bajo la presión del poder eclesiástico y político dejó fuera temas como la reencarnación, la ley de siembra y cosecha y las enseñanzas de un Jesús que protegía a los animales entablando una relación pacífica y de amor con ellos;

Ese texto se denomina el “Evangelio de los 12” texto apócrifo que no fue incluido en la biblia y en donde se hace referencia a las vivencias de Jesuscristo con todos los animales. Nos parece importante conocer el otro lado la moneda, y por más que nos señalen que “El evangelio de los 12” no forma parte de los textos sagrados de la Biblia, el solo hecho de saber que fueron humanos influenciados tanto política como religiosamente los que eligieron lo que quedaba dentro y fuera del LIbro Sagrado, nos compele a mostrarles ll hermosura del evangelio de Jesucristo que nos ha sido ocultado y que nos muestra a un Cristo animalista. Esperamos disfruten la lectura de un Jesús protector y amante de los animales en la selección de textos que les presentamos Gato en Jerusalen | May Michaely LOS ANIMALES SON NUESTROS HERMANOS 7. Jesús entró en un pueblo y vio a un gatito que no tenía dueño, y tenía hambre y Le gemía. Él lo levantó, lo puso dentro de Su túnica, dejándolo reposar en Su pe­cho. Y mientras pasaba por el pueblo, dio de comer y beber al gato, que comió y bebió y Le mostró su agradecimiento.

  1. Y El Lo dio a una de Sus discípulas, a una viuda llamada Lorenza, que cuidó de él;
  2. Y algunos de entre la gente decían: “este hombre se ocupa de todos los animales;
  3. ¿Son Sus hermanos y hermanas, para que los ame tanto?” Y El les dijo: “en verdad, estos son vuestros hermanos de la gran familia de Dios; vuestros hermanos y hermanas, que tienen el mismo aliento de vida del Eterno”;

10. “Y quienquiera que se preocupe por uno de los más pequeños de ellos, y le de de comer y beber cuando pase necesidades, Me está haciendo esto a Mí; y quien intencionadamente permite que uno de ellos sufra necesidades y no lo protege cuando es maltratado, está permitiendo este mal como si Me lo hiciera a Mí: pues tal como hayáis hecho en esta vida, así se hará con vosotros en la vida venidera”.

  1. (Cap;
  2. 34);
  3. JESÚS LIBERA A LOS ANIMALES 1;
  4. Aconteció un día, al terminar Jesús Su predicación, que en un lugar cerca de Tibe­ríades, donde hay siete fuentes, un joven trajo conejos vivos y palomas, para que Él los comiera con Sus discípulos;

Y Jesús miró al joven con amor y le dijo: “tienes buen corazón y Dios te iluminará, pero, ¿no sabes que Dios en el principio dio al hombre para alimento los frutos de la tierra y no por eso lo creó inferior al mono o al buey, al caballo o a la oveja, para que matara a las demás criaturas y consumiera su carne y su sangre?” 3.

“Vosotros créis que Moisés ordenó justificadamente que tales criaturas fuesen sacrificadas y comidas, y así hacéis en el templo; pero ved que hay aquí –y viene– alguien más grande que Moisés, para terminar con los sacrificios de sangre de la Ley y los festines y para restaurar la ofrenda pura y el sacrificio incruento, como era al principio, es decir, los granos y los frutos de la tierra”.

“Poned, pues en libertad a estas criaturas, para que se alegren en Dios y no traigan culpa a los hombres”. El joven las liberó y Jesús rompió sus jaulas y sus cuerdas. Sin embargo, he aquí que temían ser cautivadas de nuevo y no querían irse de su lado; pero él les habló y les dijo que se fueran, y obedeciendo sus palabras se marcharon llenas de alegría”.

  • (Cap;
  • 28) ¡AY DE LOS CAZADORES! 6;
  • Mientras Jesús caminaba con algunos discípulos, se encontró con un hombre que adiestraba perros para la caza de otros animales;
  • Y dijo al hombre: “¿Por qué haces esto?” Y el hombre contestó: “porque vivo de ello; pues, ¿qué utilidad tienen estos animales? Estos animales son débiles, en cam­bio los perros son fuertes”;

Y Jesús le dijo: “te falta sabiduría y amor. He aquí que cada criatura que Dios ha creado tiene su sentido y finalidad. Y ¿quién puede decir que hay de bueno en ellas y qué utilidad tienen para ti o para la humanidad?” 7. “Y para tu sustento: ¡contempla los campos, cómo crecen y son fértiles, y los árboles que dan fruto y las hierbas! ¿Qué más quieres que lo que te da el honesto tra­bajo de tus manos? ¡Ay de los fuertes que hagan mal uso de su fuerza! ¡Ay del astuto que dañe a las criaturas de Dios! ¡Ay de los cazadores!, pues ellos mismos serán cazados”.

  • Y el hombre quedó muy admirado y abandonó el adiestramiento de los perros para la caza y les enseñó a salvar la vida, mas no a destruirla;
  • Y aceptó las enseñanzas de Jesús y se convirtió en discípulo Suyo;

(Cap. 14) PALABRAS DE JESÚS CONTRA EL COMER CARNE 4. “¿No está escrito en los profetas?: ¡cesad vuestros sacrificios de sangre y vuestros holocaustos! Dejad de comer carne, pues no hablé de ello a vuestros padres ni se lo ordené, cuando les saqué de Egipto.

En cambio, esto les ordené: 5. Obedeced Mi voz y andad por los caminos que os he mandado y seguiréis siendo Mi pueblo y os irá bien. Pero ellos no es­taban dispuestos y no obedecieron”. “Y qué os ordena el eterno sino que practiquéis la justicia y la misericordia y andéis humildemente con vuestro Dios? ¿No está escrito que al principio Dios determinó los frutos de los árboles, las semillas y las hierbas para alimento de toda carne? 7.

Pero ellos han convertido la casa de orar en una casa de ladrones y, en vez de ha­cer una ofrenda pura con incienso, han manchado mis altares con sangre y comido la carne de los animales sacrificados. Pero Yo os digo: no derraméis sangre inocente ni comáis carne.

Sed rectos, amad la misericordia y haced justicia, y vuestros días perdurarán largamente en la tierra que habitéis”. (Cap. 33): Fuentes : “El Evangelio de Jesús” Editorial LA PALABRA, Rotttweil 1968 El Evangelio de la vida perfecta, Editorial Humata, Bad Homburg PrensAnimalista es el principal sitio web con noticias e informaciones de Chile sobre derechos de los animales, tenencia responsable de mascotas y denuncia en contra del maltrato animal.

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¿Por qué los animales no tienen alma?

Según el filósofo René Descartes, los animales no tiene alma, sino instinto. Sin embargo, nuevas investigaciones demuestran que muchos animales a menudo parecieran que tienen algo similar al alma humana. Los elefanes, por ejemplo, parece que practicaran un rito de luto tras la muerte de un compañero.

  1. Las vacas, entre tanto, prefiren pastar con su mejor amiga a su lado, incluso la reconocen en una foto;
  2. Sobre eso hay estudios al respecto;
  3. Le sugerimos:  Sandra, la orangutana a la que le hicieron valer sus derechos Y ¿qué amo no cre que su perro es feliz cuando mueve la cola? En algunas ocasiones estos animales muestran incluso empatía, dicen algunos investigadores, nada raro si se piensa que fueron dmesticados hace ya 15;

000 años. Los animales también parecen expresar dolor y miedo. Los ratones, por ejemplo, se hacen los muertos cuando están en peligro, mientras los pájaros estorninos se avisan cuando hay una amenaza y las avispas pican cuando se sienten en peligro. Además, parece que existiera consciencia sobre sí mismos en algunas especies.

  • Los chimpancés y los delfines reconocen su propia imagen en un espejo, un prerequisito para lo que solemos llamar alma;
  • Le recomendamos:  ¿Cuál sería la mejor decisión para Chucho? Una diferencia, sin embargo, es que con los animales estamos interpretando lo que les pasa porque no pueden traducir sus supuestos sentimientos o pensamientos en palabras;

No obstante, a menudo a los animales se les trata como objetos insensibles que nos sirven de comida. Eso,a paesar, de que la ciencia a demostrado que poseen algo similar a los sentimientos y el alma..

¿Dónde se van las mascotas cuando mueren?

El tema de la vida después de la muerte sin duda, es de gran polémica, tratar de saber lo que sucede con los seres humanos, y no podemos excluir a nuestras mascotas pues al igual que nosotros, son seres vivos, aquellos con los que más contacto hemos tenido.

Concebimos a nuestras mascotas como seres vivos, con espíritu, alma y energía pues al igual que nosotros nacen, viven, mueren y regresan al mundo físico en otros cuerpos terrenales. Ellos experimentan el crecimiento espiritual que experimentamos nosotros.

Gatos, perros y monos eran apreciados por los egipcios; ellos tenían especial adoración por los gatos, fueron ellos los primeros en domesticarlos por pertenecer a la misma familia del león, el Dios del sol Ra para los egipcios, quienes aseguran que los gatos combaten la oscuridad.

  • Los egipcios, cuando morían sus mascotas, las momificaban para ser enterradas junto con sus amos, esto aseguraba que el dueño y el animal que él quería (gato, perro, mono), siguieran gozando de mutua compañía en el más allá;

Algunos expertos aseguran que, después de la muerte, los animales van al mismo lugar que los seres humanos; otros dicen que los animales pertenecen a lo que se le llama almas grupales; y otros que tienen su propio cielo, por así llamarlo, y lo comparten con los seres humanos.

Se piensa que las mascotas emulan el comportamiento de sus propietarios, aprenden de las reacciones de ellos, pueden amar y pensar con atención y capacidad, algunos inclusive se preguntan si nos podemos comunicar con nuestras mascotas fallecidas.

Los animales al morir, al igual que los humanos, se desprenden del cuerpo físico para convertirse en un cuerpo etérico y unirse al reino espiritual; se dice que permanecen un tiempo en nuestra realidad, antes de desprenderse del cuerpo etérico, y ya en el reino espiritual se reúnen con sus seres queridos, familiares y amos.

Aunque muchas personas aseguran haber visto, escuchado o sentido a sus mascotas después de la muerte, ellas no permanecen siempre a nuestro alrededor. Los animales, al igual que los seres humanos, realizan la transición al más allá.

En caso de ser sacrificados y no morir por vejez, la transición es más rápida por la prisa de ser liberadas del dolor y la enfermedad. Dicen los expertos que los animales se manifiestan como orbes (circunferencias) de luz, o como eran en la vida real, con su aroma, sus sonidos, o solamente podemos sentirlos recostados a nuestro lado o corriendo junto a nosotros, como solían hacerlos en vida.

De acuerdo a las investigaciones de la médium británica Gladys Osborne, cuando las mascotas mueren, van a la tercera esfera, en donde alguien los cuida y llevan una vida normal de animal, hasta que se reencuentran con nosotros.

Así que si ves una orbe luminosa, te llega el aroma o escuchas los sonidos que hacía tu mascota, recuerda no era un simple animal, es un ser espiritual que te hizo compañía durante un periodo de tu vida y continuará más allá del plano terrenal..

¿Qué animales presienten la muerte?

¿Qué animales van al cielo?

Por tanto, remarca Francisco Gabaldón, ‘los animales no van al cielo tal y como nosotros lo entendemos como encuentro personal con Dios, porque eso solamente lo podemos tener los seres humanos al ser los únicos creados a imagen y semejanza. Lo demás son criaturas de Dios’.

¿Qué tipo de alma tienen los animales?

Los animales, seres no pensantes, no tienen alma y son solo cosas mecánicas. Dicho en otros términos, al ‘no pensar’ los animales no poseen subjetividad o consciencia de ninguna clase, ya que para Descartes la consciencia es idéntica al pensamiento.

¿Cuando un perro se va al cielo?

Existen determinadas señales que indican que un perro va a morir , por lo que hay que estar más atentos que nunca para tratar de que ese duro momento sea lo menos doloroso tanto para la mascota como para su dueño. Ante el menor indicio que la vida de tu fiel amigo puede estar llegando su fin, es fundamental visitar al veterinario para que  pueda dar un diagnóstico concreto e indicar  cuál es exactamente el estado de tu mascota y qué opciones tiene.

  1. A continuación te detallamos cuáles son las cinco señales más claras para que estés lo mejor preparado para ese difícil momento y acompañes a tu fiel amigo de la mejor manera posible;
  2. No hace ejercicios:  si notas que de pronto tu perro no quiere salir a la calle para dar un paseo o hacer sus necesidades, ni jugar con  su juguete favorito y prefiere quedarse acostado todo el tiempo, y luce cansado es una clara señal de que algo mal está pasando con su salud;

Comprueba si esta señal viene acompañada de otras y, si continúa con esa tendencia, lo mejor será llevar a tu fiel amigo a una consulta urgente con su veterinario de cabecera. No come ni bebe agua: si de la noche a la mañana un perro deja de comer o de tomar agua es porque algo malo le está pasando. Si rechaza sus comidas favoritas y sobre todo el agua , empieza a preocuparte porque, como consecuencia de ello, tu fiel amigo podrá mostrar signos de deshidratación y vomitar bilis. De no solucionar este problema, lo más probable es que sus órganos empiecen a fallar y muestre fuertes signos de dolor. Cambios de conducta: cuando un perro está muy enfermo o a punto de morir, su comportamiento no es el habitual ya que puede presentar problemas de conducta relacionados con su estado de ánimo, expresiones de miedo, mayor agresividad o movimientos anormales. Además, estos cambios pueden acarrear vómitos, diarrea y hasta severos problemas de incontinencia urinaria. Las constantes vitales están alteradas : entre las principales señales que anticipan que un perro está a punto de morir se encuentra la alteración de las constantes vitales.

  1. Ellas son: temperatura corporal (entre 38 ºC y 39 ºC), la frecuencia respiratoria (entre 10 y 30 respiraciones por minuto), la frecuencia cardíaca (entre 90 y 140 latidos por minuto en perros pequeños, entre 70 y 110 latidos por minuto en perros medianos y de 60 a 90 latidos por minuto en perros de tamaño grande), y el tiempo de relleno capilar que debe ser inferior a dos segundos;
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Ante una anomalía en cualquiera de estos casos, hay que acudir de inmediato al veterinario. Se esconde o busca un lugar tranquilo : cuando intuyen que su muerte está cerca, muchos perros deciden alejarse de la manada para intentar morir en solitario. También es posible que, si bien no intente huir, busque un lugar cómodo y apartado en el hogar en el que pueda pasar sus últimos días de vida. Si eso sucede con tu perro, lejos de retarlo y enojarte con él, lo mejor es acompañarlo, mimarlo y pasar la mayor cantidad de tiempo posible a su lado para que su partida no sea más dolorosa aún..

¿Cómo ve Dios a los animales?

Normas sobre el trato y uso de los animales [ editar ] – En el paraíso que describe el libro del Génesis Adán y Eva reciben la indicación de comer plantas y sus frutos: «También les dijo: Yo les doy de la tierra todas las plantas que producen semilla y todos los árboles que dan fruto con semilla; todo esto les servirá de alimento.

» Génesis 1:29 Sin embargo, esta porción fue dada antes de la caída. En las profecías de Isaías también se muestra un futuro que puede interpretarse como pacífico (ya que esta narración es una alegoría de la paz): [ 1 ] ​ « 6 Serán vecinos el lobo y el cordero, y el leopardo se echará con el cabrito, el novillo y el cachorro pacerán juntos, y un niño pequeño los conducirá.

7 La vaca y la osa pacerán, juntas acostarán sus crías, el león, como los bueyes, comerá paja. 8 Hurgará el niño de pecho en el agujero del áspid, y en la hura de la víbora el recién destetado meterá la mano. 9 Nadie hará daño, nadie hará mal en todo mi santo Monte, porque la tierra estará llena de conocimiento de Yahveh, como cubren las aguas el mar.

» Isaías 11:6-9 En el segundo relato de la Creación, Dios forma también a los animales y luego los presenta ante el hombre para que este les imponga sus nombres ( Gen 2, 19-20 ). Como en el antiguo Oriente la imposición del nombre es una señal de dominio, la significación de estos relatos es que los animales han sido creados por Dios y puestos por Él para el servicio y bajo el dominio del hombre.

Fiel a esta concepción, la legislación mosaica prevé varias normas para protegerlos. Así, por ejemplo, los animales tienen también derecho al descanso sabático ( Dt 5, 14 ), se debe ayudar al asno excesivamente cargado ( Ex 23, 5 ); cuidado especial merecen los pájaros que anidan o empollan ( Dt 22, 6-7 ); se prohíbe poner bozal al buey que trilla ( Dt 25, 4 ) para que pueda comer; no se debe uncir a un buey con un asno ( Dt 22, 10 ), porque el asno es más débil, etc.

  1. En general, la misericordia universal de Dios alcanza también a los animales, como concluye el libro de Jonás ( 4, 11 ) y desarrolla el Salmo 104, 10-30 , preparando la enseñanza de Jesús sobre la Providencia , que también se preocupa de los animales ( Mt 6, 26 , y paralelos; cfr;

Mt 18, 12 ss. La Biblia menciona también los animales salvajes , peligro para el hombre. A menudo sirven de instrumento de Dios para castigar los pecados de su pueblo (Lev 26, 22; 2 Reg 17, 25; Ez 14, 15). Esta situación de enemistad ha sido provocada por el pecado , que trastoca todo el orden de la Creación (cfr.

  • Gen 3, 17-19);
  • El mismo tentador que introduce el pecado en el mundo se describe bajo el símbolo de una serpiente;
  • En contrapartida, la restauración mesiánica es descrita como una era de paz y de reconciliación universal y cósmica, que incluye la pacificación de los animales proverbialmente hostiles entre sí y enemigos del hombre, es decir, como la vuelta a la paz paradisíaca, en la que todos los animales estaban sumisos al hombre (cfr;

el famoso oráculo de Is 11, 6-9 ). Actualmente algunos movimientos cristianos toman el vegetarianismo y el respeto a los animales como parte de su doctrina. [ 2 ] ​ [ 3 ] ​.

¿Cuál es el animal que Dios no le dio inteligencia?

Behemot , Bahamuth o Bégimo ( hebreo : בהמות) es una bestia mencionada en Job 40:10-19. [ 1 ] ​ Metafóricamente, su nombre ha llegado a ser usado para connotar algo extremadamente grande o poderoso. Según las características que refiere la Biblia y las investigaciones sobre aquellas, Behemot podría ser un hipopótamo [ 2 ] ​ de tiempos actuales u otro animal desconocido.

¿Cuál es el primer animal creado por Dios?

Unas esponjas marinas emparentadas con las que se usan en la ducha podrían ser los primeros animales que habitaron la Tierra. En una investigación publicada en la prestigiosa revista Nature datan los restos hallados en unas montañas del noroeste de Canadá en unos 890 millones de años.

Esto supone anticipar la aparición de los metazoos (reino Animalia ) en 350 millones. El hallazgo es cuestionado por unos, pero apoyado por otros. La investigadora de la Universidad Laurentiana (Canadá) Elizabeth Turner lleva casi 30 años estudiando capas y capas de las Montañas Mackenzie, en el noroeste americano.

Ahora están a casi 3. 000 metros de altura, pero durante millones de años estuvieron debajo del mar. Su mayor interés lo ha puesto en la zona llamada Little Dal. Con un grosor de 500 metros y una decena de kilómetros de diámetro, lo que hoy parece piedra, eran en realidad unos arrecifes formados por calcimicrobios, microorganismos calcáreos fosilizados.

  1. Entonces, toda la vida que había en la Tierra eran microbios como estos y algas microscópicas;
  2. Más información Ahora, en los márgenes de estos arrecifes, Turner ha encontrado otro material fosilizado con una estructura que no le cuadraba con las bacterias y sí con otra nueva forma de vida;

“No son como los habituales fósiles que uno podría ver en un museo, como conchas y exoesqueletos; no son partes duras mineralizadas creadas por los animales durante su vida. Al contrario, lo que se conserva son pequeñas masas que contienen una red microscópica de pequeños túbulos que se unen entre sí [ anastomosis ].

Es la complejidad de la malla tridimensional lo que resulta tan inusual y complejo para rocas de esa edad”, dice. “El patrón de ramificación y reunión de esta red es bastante distintivo: es diferente a los tipos de ramificación conocidos de otros tipos de organismos que podrían haber estado presentes, como bacterias, algas e incluso hongos.

Pero es casi idéntico a las mallas que se han descrito de fósiles de esponjas más recientes y a los esqueletos esponjosos de las demosponjas actuales”, añade. “El patrón de ramificación y reunión de esta red es diferente a los tipos de ramificación conocidos de otros organismos que podrían haber estado presentes, como bacterias, algas e incluso hongos.

Pero es casi idéntico a las mallas que se han descrito de fósiles de esponjas más recientes” Elizabeth Turner, autora del estudio publicado en ‘Nature’ Hay un elevado consenso científico sobre las esponjas marinas (poríferos) como los primeros animales que habitaron la Tierra.

Como lo hay al considerarlas los ancestros de toda las formas de vida que hoy forman el reino Animalia, desde peces hasta aves, pasando por mamíferos, moluscos o reptiles. Pero no aparecen en el registro fósil hasta hace unos 540 millones de años. Así que el hallazgo de Turner implicaría retrasar el reloj de la emergencia animal en 350 millones de años, hasta la era neoproterozoica.

Pero la cosa no es tan sencilla. Lo recuerda Martin Dohrmann, biólogo evolutivo de la Universidad de Múnich (Alemania) cuando dice que “la interpretación de estas estructuras como esponjas es ciertamente controvertida y no será universalmente aceptada por la comunidad científica”.

Pero de lograrlo, “también significaría que el antepasado de todos los animales modernos tenía una anatomía muy similar a una demosponja queratosa, lo que de hecho sería un hallazgo verdaderamente notable”, añade Dohrmann, para el que esto supondría que las demosponjas modernas “podrían considerarse como una especie de fósiles vivientes”.

  • Sin embargo, el científico alemán insiste en que habría que descubrir “más y mejor conservadas estructuras como estas en diferentes localizaciones y estratos neoproterozoicos para determinar sus verdaderas afinidades”;

Aún más dudas tiene el biólogo de la Universidad de Lausana (Suiza) Jonathan B Antcliffe, cuya carrera científica está centrada en la aparición y evolución de las esponjas. “Su interpretación es incorrecta. Se trata de microbialitos [acumulación de material microbiano mineralizada y petrificada].

  • No ha demostrado ninguna de las características diferenciales de las esponjas;
  • Y estos fósiles son tubos sin rasgos distintivos;
  • Cualquier forma de vida puede hacer tubos sin características distintivas”, opina;

“Los fósiles se encontraron con muchos fósiles microbianos, así que probablemente también lo sean”, añade. Entre esos detalles que echa en falta Antcliffe están la ausencia de espículas, como pinchos o ramitas que destacan de la estructura o huellas de los característicos poros de las esponjas.

  1. “La interpretación de estas estructuras como esponjas es ciertamente controvertida y no será universalmente aceptada por la comunidad científica” Martin Dohrmann, biólogo evolutivo de la Universidad de Múnich A favor de las conclusiones de la investigación publicada en Nature está el investigador de la Universidad de Gotinga (Alemania) Joachim Reitner;

Este geobiólogo se ha especializado en estudiar los microbialitos, como es el caso de los arrecifes de Little Dal. Reitner, que ha revisado el artículo de la científica canadiense antes de su publicación, está convencido de que “lo que ha encontrado Liz Turner son restos de esponjas keratosas”.

  • Y añade: “Necesitaría todo un artículo científico para recoger todos los argumentos que me hacen creer que se trata de restos de demoesponjas”;
  • Así que la clave de la polémica no está en la datación, que es correcta, sino en saber si esas marcas de unas pocas micras fosilizadas (ver imagen arriba) son de las primeras esponjas;

La propia Turner es muy prudente y reconoce tener sus propias dudas: “Sí, es posible que haya otra explicación, algo desconocido, que aún no hemos encontrado, así que no quiero dar a entender que esta es la última palabra. Pero creo que la similitud realmente sorprendente de la malla de 890 millones de años con la de los fósiles de esponja más recientes y las esponjas modernas es una analogía convincente”.

Y concluye: “Mi propósito ahora que finalmente estaba lista para presentar este material era ofrecer una nueva perspectiva posiblemente interesante y posiblemente importante sobre la cuestión de la evolución inicial de los animales; ahora le toca a la comunidad científica discutir”.

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¿Cuántas almas tiene un perro?

¿Los perros tienen alma? – según la religión – Antes de empezar a cuestionarnos si los animales tienen alma, es importante entender que la existencia de esta entidad inmaterial se pone en duda o no dependiendo de cada persona y de sus creencias; en los últimos años, son muchos los científicos que han defendido la existencia del alma, pero sigue siendo un tema polémico en el que pocos están de acuerdo.

Por ello, desde unCOMO queremos responder a la pregunta de si los perros tienen alma desde diferentes perspectivas como, por ejemplo, la religiosa. La religión cristiana mantuvo, durante muchos años, la idea de que los perros no tenían alma.

Sin embargo, esta postura ha cambiado radicalmente en los últimos tiempos, ya que la Iglesia Católica considera actualmente que el alma de los perros, al ser seres vivos, va al cielo tras fallecer. De hecho, muchos párrocos y sacerdotes permiten a los feligreses ir a misa con sus perros, no solo por considerarlos un miembro más de la familia, sino también autorizados por su propia alma.

  1. Y es que la alegría, el cariño y la compañía que dan a muchas personas les convierten en seres dignos de ir al cielo, según el cristianismo católico;
  2. En este sentido, uno de los precursores de la fe católica en defender que los perros tienen alma fue Juan Pablo II, quien consideraba que todos los animales tienen una especie de soplo vital de Dios;

Para argumentar su afirmación, se basó en las sagradas escrituras , que expresan la solidaridad del hombre con el resto de seres vivos independientemente de si son humanos o animales.

¿Cómo hacer feliz a mi perro antes de morir?

Es muy doloroso para sus dueños, especialmente los niños; pero es un duelo que se debe vivir. – Superar la muerte de un animal que ha formado parte de la vida cotidiana, el que ha entregado su amor incondicional y al que le hemos dedicado nuestro tiempo y cuidados, es siempre difícil.

Aunque no es lo mismo cuando se toma la decisión de sacrificarlo, o cuando se trata de una muerte sorpresiva por un accidente, y menos cuando es porque los papás se aburrieron del animal y lo regalaron sin el consentimiento de los pequeños.

“La pérdida de la mascota es, a veces, la primera experiencia de algunos niños con la muerte. Como los animales viven menos tiempo que las personas, en ellos puedes ver todo el ciclo de la vida y observar cómo van cambiando a lo largo del tiempo”, explican María Elena López y Gloria Mercedes Isaza en el libro Un momento difícil, la muerte de un ser querido.

“Las personas sienten que pierden al compañero que todos los días los divertía, los alegraba, a ratos los preocupaba, un ser al que le daban todo su afecto y protección. Puede ocurrir que ciertas personas no entiendan que la muerte de la mascota es algo doloroso, pues nunca han tenido una”, asegura la psicóloga María Elena López.

Para la experta, en el caso de los más pequeños la mejor manera de explicar la muerte del animal es decir la verdad; puede ser por medio de un cuento corto o de un dibujo, para que ellos entiendan y recuerden a su mascota sin dolor. Además asegura que no hay que decirles que la ‘mascotita’ está durmiendo; ellos, por simple asociación, podrían sentir miedo de ir a la cama a descansar.

López advierte a los papás que “los niños requieren consuelo y que no se trata de borrar de sus mentes a la mascota, sino que lo mejor es dejar que hablen de ella”. Para la veterinaria Daniella Peñaranda, especialista en homeopatía, es muy importante el buen manejo de esta clase de dolor y por eso ha creado un grupo que se reúne todos los domingos en Pet Spot 93, en Bogotá, con personas que están viviendo duelos por sus mascotas, creando una red de apoyo.

Cada vez lo hace con un invitado que puede ayudar en el proceso de sanación. Ha llevado a psicólogos y a expertos en reiki y ángeles, entre otros, con muy buena acogida entre la gente que ha participado. Asistir no tiene ningún costo. En el caso de la eutanasia, Peñaranda recomienda estar presente en el momento de la muerte del animalito.

  1. “Preferiblemente se debe hacer en la casa, con su cobija y sus cosas, con el tiempo para decirles lo que sintieron por ellos”, explica Si fue un accidente, la pérdida tiene un ingrediente adicional: la culpa;

“Si no lo hubiera soltado”, “Si yo hubiera estado ahí no habría pasado”, son reproches que se harán sus dueños o cuidadores. Acá es importante tener una ayuda profesional o un apoyo de los seres queridos para entender que de cualquier forma iba a pasar.

“Una situación muy distinta es cuando los papás toman la decisión de salir de la mascota sin consultarlo. Esta determinación debe ser tomada por todos los miembros de la familia, con buenas razones de por qué la mascota va a estar mejor en otro lado”, concluye Daniella Peñaranda.

“En algunos casos se decide hacer algún tipo de funeral para despedir a la mascota, enterrarla en un lugar especial o cremarla. En otros, los padres del niño que ha perdido a su mascota, o el centro veterinario, se encargan del cuerpo”, indican López e Isaza.

¿Cómo superarlo? – Buscar apoyo en papás, amigos o especialistas. -Estar triste es normal. El tiempo y los recuerdos de los buenos momentos compartidos son un remedio para reponerse. -Guardar en un sitio especial las fotos y los objetos favoritos de la mascota para tenerlos como recuerdo.

– Conseguir un nuevo animal de compañía después de un tiempo, aunque no reemplace al que murió. Será un consuelo dedicar tiempo y cuidados al nuevo miembro de la familia. -En el caso de los niños, los especialistas recomiendan hablar con la verdad para que se acerquen al concepto de la vida como un ciclo que algún día termina.

¿Qué dice la Iglesia de los animales?

Introducción. El problema y el método La llamada ‘cuestión de los animales’ viene ocupando desde hace algunas décadas una importancia creciente, de la mano con el interés, igualmente creciente, por la ecología y la ética del medio ambiente. Se trata, desde luego, de un interés legítimo, en la medida que pone en evidencia una mayor sensibilidad por parte del hombre común sobre todo por parte de las generaciones más jóvenes— frente al modo actual en que los animales, así como la naturaleza, son tratados.

  1. La atención se ha centrado, sobre todo, en la transformación progresiva de los animales en ‘materia prima’ para el consumo —por ejemplo en la industria alimentaria y los laboratorios farmacéuticos— de los que, por otro lado, el mismo hombre que los mira con sospecha obtiene indudables ventajas (alimentos más baratos y medicamentos más seguros);

Es la forma más común en que se cristaliza la ‘cuestión animal’, y que en la mayor parte de los casos se traduce, casi exclusivamente, en una mayor atención y cuidado hacia los animales domésticos. Pero también ha habido quienes, a partir de esta mayor sensibilidad por los animales, han comenzado a ocuparse de un modo más activo del problema de las condiciones de vida de los animales sometidos a los modernos modos de producción industrial, y se han propuesto, de frente a lo que les parece una forma moderna de ‘esclavitud’, la conformación de movimientos en su defensa y de sus ‘derechos’, al tiempo que promueven su ‘liberación’.

  1. Para ello se han servido, con bastante éxito, de la rica tradición filosófica que ya previamente existía respecto de la cuestión del ‘estatuto ontológico y moral de los animales’, pero que ahora se ha reactualizado de la mano de los aportes que se desprenden de las modernas investigaciones en el campo de las ciencias de la vida;

Esta segunda forma en que se configura la actual ‘cuestión animal’ es, obviamente, más sofisticada desde el punto de vista de las ideas y más activa políticamente. Además, no es extraño que se acompañe por alguna forma de vegetarianismo. La perspectiva que a nosotros nos interesa examinar aquí es la del Magisterio de la Iglesia católica, que también se ha sumado al debate.

En cualquier caso, lo ha hecho, como veremos, de un modo particular. Lo importante por ahora es señalar que se trata de un debate al que el Magisterio se suma y que, por lo tanto, ya estaba en curso desde antes.

De ahí que me ha parecido que sería más útil, antes de examinar directamente la doctrina del Magisterio católico sobre el estatuto ontológico y moral de los animales, como quien dice en abstracto o aisladamente, comenzar por considerar, con una cierta atención, aquellas ‘corrientes de pensamiento’ que ya estaban formando parte del debate sobre la cuestión animal y que ofrecen, así, el específico contexto o telón de fondo en el que viene a inscribirse el discurso magisterial de la Iglesia.

I Parte 1. La filosofía y sus formas La ‘cuestión de los animales’, he dicho, es un problema actual, es decir, de ocurrencia más o menos reciente, pues sólo en los últimos décadas — a propósito, especialmente, del sometimiento de los animales a los procesos técnicos de producción, alimenticia o farmacéutica, que antes no existían— ha cristalizado esta nueva sensibilidad acerca del modo en que son tratados y, en consecuencia, de la eventual necesidad de reformular, más o menos radicalmente, los términos de nuestra relación con ellos.

De modo que antes de la época del predominio de la ‘esencia de la técnica moderna’ (para emplear la expresión de Heidegger) y, por lo tanto, de la reducción del animal a ‘material biológico’ para uso industrial, no hubo, en términos estrictos, ni una ‘cuestión animal’ ni podría haber habido, por lo mismo, un movimiento en su ‘defensa’ o ‘liberación’.

En otros términos, la ‘cuestión animal’ -con las actuales corrientes de pensamiento que sirven de fundamento a los movimientos animalistas de su defensa o de su liberación— sólo pudo surgir en el contexto de la radical tecnificación de la vida, típica de la modernidad tardía.

Es evidente, sin embargo, que estas actuales corrientes de pensamiento sólo existen con la fuerza intelectual que hoy ostentan, con su capacidad de permear la opinión pública, porque son herederas de una tradición filosófica previa, moderna, a las que han renovado de acuerdo a los progresos de la ciencia y al cambio en los paradigmas ideológicos.

Aquéllas, en efecto, son algo así como los ‘padres fundadores’ de las actuales corrientes de pensamiento, que ya hablaban por primera vez de una ‘defensa’ de los animales o de su ‘liberación’ aunque con escasa resonancia social— al tiempo que ya comenzaba a despuntar el modo moderno de producción industrial que tan directamente afectará la condiciones de vida de los animales.

La modernidad, sin embargo, es una realidad plural. Pues junto a estas primeras corrientes animalistas conoció igualmente otras importantes corrientes de pensamiento que, en lo que se refiere a los animales, no se planteó en absoluto la posibilidad de su liberación.

De hecho, esta otra modernidad, de tipo mecanicista, es probablemente el momento menos favorable para los animales, porque ni compartió la otra comprensión moderna del animal, de tipo liberacionista, pero tampoco adhería ya a la comprensión previa, de matriz greco-medieval, del animal como un viviente.

Conviene distinguir, por lo tanto, aunque sea de un modo esquemático, las distintas corrientes de pensamiento que concurren al actual debate sobre los animales, que en orden de aparición histórica serían el pensamiento greco-medieval, las dos modernidades (la mecanicista y la proto-liberacionista) y las actuales corrientes de pensamiento.

  1. Y cuyos rasgos distintivos, muy generales, son los que siguen (Frías, 2009);
  2. El pensamiento greco-medieval Esta corriente está bien representada por pensadores como Aristóteles y Tomás de Aquino;
  3. Sus ideas sobre los animales no son exactamente las mismas —pues pertenecen a distintos universos culturales, y donde, además, el segundo está fuertemente influido por el estoicismo— aunque comparte una comprensión general del problema que permite asociarlas estrechamente;

También es correcto hablar aquí de la perspectiva aristotélica-tomista. Para esta corriente de pensamiento lo fundamental es que los animales son vivientes, es decir, habitantes de un mundo natural ordenado o cosmos, capaces de sentir así como experimentar alguna forma, aunque elemental, de vida mental.

  1. Por lo mismo, también son capaces de una cierta forma de previsión del futuro;
  2. No son, sin embargo, ‘sujetos de su propia vida’, al modo que en que sí lo son los ‘animales racionales’ (Aristóteles) o las ‘personas’ (Tomás de Aquino), a cuyo servicio han sido puestos o por la naturaleza (Aristóteles) o por Dios, su Creador (Tomás de Aquino);

No son, por lo tanto, sujetos morales ni tienen derechos, aunque no es propio de los seres racionales —por respeto a sí mismos— hacerlos sufrir innecesariamente. Su estatuto sería, por ello, el de ser pacientes morales. Entre los humanos y los animales existen, por lo tanto, claras diferencias.

La racionalidad es la más importante de ellas, de la que se desprenden otras como el sentido de la moralidad y de la trascendencia. Los animales, en consecuencia, no tienen ni ética ni religión. Estas diferencias entre los hombres y los animales, sin embargo, no introducen entre ellos una sparación infranqueable o hiato que los hiciera mutuamente irreconocibles, como si se trata de dos sustancias impermeables.

Aquello que en Aristóteles puede ser descrito como ‘la común esfera de lo viviente’ -que permite ver la identidad en la diferencia— se haya igualmente presente en Tomás de Aquino bajo la forma de lo que podríamos denominar ‘la común esfera de lo creado’, según lo cual hombre y animal, pese a todas sus diferencias, forman parte de esa polimorfa unidad de sentido que es la Creación.

La modernidad mecanicista. Una cosa notablemente distinta acontece, en cambio, en el contexto de la temprana modernidad, cuando con Descartes la común esfera de lo real se escinde irremediablemente entre una res extensa y una res cogitans.

Con Descartes, en efecto, tenemos que los animales son vistos, como nunca antes, como si fueran máquinas, cuyo comportamiento se explica mecánicamente. De manera que así como entre el cuerpo y el alma del hombre no se establece ninguna vinculación de sentido, así mismo, entre el animal y el hombre como ‘sujeto pensante’ no existe ningún tipo de vínculo orgánico o estructural, precisamente porque el animal no posee alma en tanto es una pura exterioridad vacía.

  • Nada tiene de extraño, por lo mismo, que Descartes vea en los animales autómatas o máquinas que, aunque capaces de sentir dolor, cumplen eficientemente las funciones para las que han sido creados, un poco a la manera de un reloj;

De este modo la clásica idea de la superioridad del hombre respecto del animal se mantiene en la visión de mundo inaugurada por Descartes. Es evidente, sin embargo, que ha cambiado de signo, precisamente porque sólo ahora se ha establecido una verdadera separación entre la naturaleza mecánica de los animales y la naturaleza racional de los seres humanos en tanto sujetos pensantes.

  1. Ahora, en efecto, se trata de una distinción que es separación, en la forma específica de un dualismo, que autoriza a ver en los animales simples ‘cosas’ o ‘medios’ a las que se podrá tratar del modo que resulte más conveniente a nuestros intereses (según piensa Spinoza) o en relación con las cuales se impondrá a los hombres -que en tanto ‘personas’, o fines en sí mismos, son los únicos a quienes se debe ‘respeto’ el deber, indirecto, de ser compasivos (según piensa Kant);
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La modernidad proto-liberacionista. Hasta bien avanzada la modernidad se pensó según este esquema racionalista, de tipo mecanicista que, por primera vez, supuso la reconsideración de los animales de creaturas vivas a cosas. Con el empirismo y el utilitarismo, sin embargo, esta perspectiva sufre un cambio de importantes proporciones, que se acentuará con el concomitante aporte del darwinismo.

Se trata, en efecto, de la otra modernidad, la animalista. En efecto, con el empirismo emotivista de Hume se produce lo que se podría llamar una ‘naturalización del hombre’, según la cual éste sería, básicamente, un animal, aunque dotado con facultades intelectuales más finas o sofisticadas.

Por lo tanto, las diferencias entre unos y otros, que las hay, ya no serían de ‘tipo’, como en los paradigmas anteriores, sino sólo de ‘grado’. De modo que ambos, hombres y animales, esencialmente similares, compartirían el mismo ‘razonamiento experimental’, fundamental para la vida práctica, en el que, además, influirían poderosamente pasiones, afecciones y sentimientos que los animales son capaces de comunicarse mutuamente y, así, influir en la configuración de las creencias de las que son tan capaces como los hombres.

  1. De ahí que los animales deben ser reconocidos, en pie de igualdad con los hombres, como sujetos morales cuyos intereses deben ser tomados en cuenta;
  2. Lo mismo tenemos en el utilitarismo de S;
  3. Mill, que al asumir como criterio decisivo de incorporación a la esfera de la moralidad la facultad de experimentar placer o dolor, piensa que lo correcto es ponderar de igual manera -según una escala única y al margen de la especie de pertenencia del individuo afectado— todos los placeres y dolores que provoca una determinada acción;

Pues una vez que se ha declarado que «el placer y la ausencia de dolor son las únicas cosas deseables como fines», lo importante es procurar aquel estado de cosas en la que rija el principio de ‘la mayor felicidad para el mayor número’ de individuos, sin discriminaciones injustificada (y la especie de pertenencia sería una, quizás la más importante).

En consecuencia, lo decisivo desde el punto de vista moral —según la famosa expresión de Bentham— no es si los distintos seres son capaces de razonar o de hablar sino sólo sin son capaces de sufrir. Y los animales lo son.

Actuales corrientes de pensamiento. Con el empirismo y el utilitarismo el racionalismo cartesiano recibió una dura crítica y, de paso, se configuró de un modo significativo el debate contemporáneo sobre los animales. De hecho, de las principales corrientes relativas a nuestro problema que es posible identificar con claridad en el debate actual (Cortina, 2009; Blasco 2011; Prieto 2008), cuatro me parecen especialmente significativas.

Ante todo, el neoutilitarismo, que, con su defensa de la capacidad de sentir como único criterio de demarcación moral, atrae a muchos de los que, actualmente, se comprometen en la defensa de los animales.

Su representante más conocido es Peter Singer, que se aleja del lenguaje de los derechos -porque, a su juicio, resultarían irrelevantes desde el punto de vista de la defensa de los intereses de los seres sentientes- para concentrarse en la crítica al ‘especieísmo’ y, de consecuencia, el principio de la sacralidad de la vida humana.

Una de sus tesis más radicales es que ni todos los seres humanos son personas, ni todas las personas son seres humanos (Singer, 2003). Su libro Liberación animal, del año 1975, es probablemente el más influyente en los movimientos animalistas.

Igualmente importante es, además, la corriente deontológica. Es obvio, eso sí, que tiene que tratarse de un neo deontologismo, precisamente en la medida en que esta corriente moral, de matriz kantiana, se ha visto obligado a ampliar el estrecho círculo de las personas de las que Kant excluía, precisamente, a los animales.

Para autores como Tom Regan, por ejemplo, se trata de adoptar en relación con los animales el lenguaje de los derechos haciendo de ellos, en un paso previo, ‘personas’ en el sentido de ‘sujetos de su propia vida’.

Su proyecto, en este sentido, no es liberacionista sino abolicionista, en la medida en que busca «la total abolición del uso de animales en la ciencia, la total disolución de la agricultura comercial animal y la total eliminación de la caza y el aprovechamiento comercial y deportivo de los animales» (Regan, 1983: 179).

Lo que pretende Regan, en este sentido, es alcanzar una comprensión de los animales que deje de verlos como ‘objetos’ para nuestro uso y abuso, y permita verlos como seres cuya vida resulta valiosa en sí misma, al margen de la utilidad que pueda tener para terceros.

También la teoría contractualista goza, a su vez, de una relativamente amplia resonancia en el debate contemporáneo, así como en la opinión pública. Se inspira en el contractualismo de John Rawls (1995), de acuerdo al cual los principios morales que rigen una sociedad son justos en la medida en que han sido acordados por miembros cuya posición en la sociedad, y la de sus próximos, desconocen porque están cubiertos por un ‘velo de ignorancia’.

Sólo que como en el caso del deontologismo, aquí se trata de un neo contractualismo en la medida en que ahora se incluyen a los animales dentro de aquellos pacientes morales cuyos interesen otros, los agentes morales, estarían interesados en promover.

No hace de los animales, por lo tanto, ‘personas’ ni ‘sujetos de derechos’ (a la manera de Regan), aunque sí, diría, individuos ‘protegidos’, en analogía a la posición que ocupan aquellos seres humanos -como los deficientes mentales— que respetamos aunque sean incapaces de defenderse a sí mismos.

Un buen ejemplo de este neocontractualismo es P. Carruthers (2003). Por último, está lo que se ha llamado la teoría del deber indirecto para con los animales (Blasco, 2011: 80), según la cual nuestra naturaleza racional, fundamento de nuestra superioridad, nos obligaría al cumplimiento de ciertos deberes en relación con los animales, aunque éstos, en sí mismos, no gozan de ningún condición intrínseca que justifique su reclamo.

Se trata, como es evidente, de la posición defendida, en términos generales, por autores tan distintos como Tomás de Aquino y Kant, para quienes, en efecto, nuestra relación con los animales tendría una importancia real aunque sólo indirecta, en la medida exacta en que ella sería ante todo un reflejo de nuestro comportamiento, actual o posible, con otros miembros de la especie humana.

  1. Se trataría, en este sentido, de un ‘especieísmo’ abierto, próximo, por lo mismo hasta cierto punto, al neocontractualismo de Carruthers;
  2. Su defensa de los animales, sin embargo, resulta más débil que la de aquél, porque no es resultado de una ampliación de la esfera de protección sino sólo de una proyección refleja;

Goza de una relativa resonancia en la opinión pública, aunque es fuertemente criticada por los movimientos animalistas a causa de su ‘especieísmo’. El darwinismo y la ciencia moderna Existen, en consecuencia, distintas posiciones teóricas, de tipo filosófico, que concurren en el actual debate sobre la ‘cuestión de los animales’.

Algunas de ellas reeditan posiciones más o menos clásicas en la filosofía moral; otras, en cambio, son más típicamente modernas. Su influencia en el debate, en todo caso, es desigual, tanto desde el punto de vista argumental como desde el mediático.

Es probable, sin embargo, que la teoría moderna que más decisivamente ha influido en el actual debate sobre los animales —se esté o no de acuerdo con sus postulados de base— sea la de Darwin, que con su teoría de la evolución parece ofrecer la prueba definitiva de la sustancial identidad del hombre y del animal y, en consecuencia, sobre la ilegitimidad de establecer discriminaciones por razones de pertenencia a una determinada ‘especie’ (concepto que, ya en el campo puramente biológico, resulta polémico).

  1. Además, la tradicional idea de que sólo el hombre es racional —y, por lo tanto, que sólo él tendría derechos morales— quedaría superada, tal como da a entender el propio Darwin cuando afirma que «el hombre está construido según el plan o modelo general de los otros mamíferos», de modo que, por ejemplo, «no existe ninguna diferencia fundamental entre el hombre y los mamíferos superiores en cuanto a sus facultades mentales» (Darwin, 2009: 45);

Su decisiva influencia en el debate sobre la ‘cuestión animal’, sin embargo, no se explica única ni principalmente por sus postulados o hipótesis científicas -que en sí mismas parecen bastante correctas, aunque haya aspectos por precisar— sino, sobre todo, por las proyecciones que se hicieron a partir de ella, ya por el propio Darwin, hacia campos meta-científicos, como la ética y la religión o, más en general, hacia el de la ‘naturaleza’ humana.

Es decir, debido a su rápida transformación en una mentalidad, que cabe llamar darwinismo, cuyos postulados metafísicos sobre la ‘naturaleza’ del hombre —imposible, por lo mismo, de someter a la lógica de la verificación experimental— han sido asumidos, en casos extremos, como si se tratara de verdaderos artículos de una fe religiosa (Prieto, 2008: 20-22).

Una mentalidad, por lo tanto, que defiende no tanto la teoría de la evolución sino el evolucionismo, que niega todo finalismo y atribuye todo a la casualidad (Pascual, 2005). Para el filósofo norteamericano Charles Ruse, por ejemplo, en la adopción de los postulados darwinistas estaría en juego «la última ruptura con las creencias tribales de Occidente» deudoras de «una forma de judeocristianismo que ve al ser humano como algo especial, construido a imagen y semejanza divina, y cree que todo ello exige fuerzas creadoras también especiales» (Ruse, 2008: 195-196).

De ahí que concluya que «si alguien cree en Dios y en la posibilidad que haya milagros de cualquier tipo, esas creencias no forman parte de los debates [generales, se entiende, y no sólo los debates científicos, en cuyo caso la restricción es completamente legitima] sobre la naturaleza de la humanidad ni sobre sus orígenes» (Ruse, 2008: 181).

Para la mentalidad darwinista o evolucionista, en otras palabras, una teoría biológica como la de Darwin, aunque manipulada ideológicamente, sería la única autorizada a pronunciarse sobre quienes pueden debatir acerca de la verdadera estructura metafísica de la ‘naturaleza’ humana.

Quizás tenga razón Popper, en este sentido, cuando piensa que la teoría de Darwin no es una teoría científica en sentido estricto sino «un programa metafísico de investigación que proporciona un cuadro de referencia a teorías científicas controlables» (Popper, 1985: 230).

Entre tanto, las ciencias de la vida han avanzado notablemente en el estudio comparado de la estructura biológica del cuerpo humano, de acuerdo con el cual entre el animal (chimpancés y primates en general) y el humano existe una casi total identidad genética; sólo que ese casi, distintivo de la humanidad del ser humano constituiría el fundamento biológico de unas diferencias que no serían sólo de grado.

Diferencias entre humanos y animales
Secuencias de ADN diferentes entre chimpancés y humanos

II Parte 1. El Magisterio católico en el debate en torno a la cuestión animal Son múltiples los elementos que concurren en el actual debate sobre la cuestión animal, desde filosóficos a científicos, pasando por otros claramente ideológicos. Además, existe una opinión pública cada vez más interesada en esta cuestión, al tiempo que más proclive a una defensa más explícita y concreta de los animales.

Es lo que puede apreciarse en las dos tablas que siguen, en las que se resume en resultado de las actuales investigaciones científicas (Blasco, 2011: 40-41). El Magisterio de la Iglesia católica viene, por lo tanto, a incorporarse a un debate no sólo amplio sino polémico, en cuyo seno hay quienes incluso piensan, como hemos podido apreciar, que la intervención de la Iglesia en estas materias sería ilegítima; es decir, piensan que este debate sobre el hombre y el animal sería sólo asunto de discursos ‘racionales’ (en el sentido en que ellos, naturalmente, han definido previamente qué ha de entenderse por ‘racional’).

Es importante, por lo mismo, todavía antes de conocer qué dice sobre el estatuto ontológico y moral de los animales, apreciar qué tipo de intervención es el que, formalmente, se propone hacer el Magisterio. Tres observaciones me parecen fundamentales. Naturaleza de su intervención.

La primera, que se trata de una intervención teológica , es decir, racional, que se apoya , siempre críticamente, en la filosofía y en las ciencias de la naturaleza, cuya autonomía respeta, pero que no es ni lo uno ni lo otro.

Ella, en efecto, tiene como suelo o fundamento último las verdades de la fe, sobre las que reflexiona según una metodología que le es propia (Juan Pablo II, 1998: n. 65; cf. Ratzinger, 2002). La doctrina magisterial, en este sentido, viene a inscribirse en el debate sobre la cuestión de los animales porque conserva su identidad teológica, no a pesar de ella.

  • Es absolutamente legítimo, por lo tanto, que el Magisterio de la Iglesia católica, qua magisterio católico, se pronuncie y entre a formar parte de este debate sobre la ‘cuestión animal’, así como sobre la ‘naturaleza de la humanidad y de sus orígenes’;

Pues lo hace con el mismo derecho con que lo hace la racionalidad filosófica y la racionalidad científica, es decir, como racionalidad teológica. La segunda, que la relación que el Magisterio mantiene con la tradición filosófica es fundamental e imprescindible para su propio ejercicio reflexivo y de clarificación (Juan Pablo II, 1998: n.

64), pero excluye, de manera explícita, la existencia de una filosofía católica oficial. Se trata, en efecto, de una intervención racional y autónoma, que se apoya, por lo tanto, en sus propios fundamentos (especialmente bíblicos).

El Magisterio lo ha dicho con claridad: «la Iglesia no propone una filosofía propia ni canoniza una filosofía en particular con menoscabo de otras» (Juan Pablo II, 1998: n. 49). Es perfectamente legítimo, en este sentido, que el Magisterio se aproxime más a una filosofía que a otra sin que, por ello, debamos pensar que se trata de una simple identificación.

De hecho también podría, en principio, aproximarse a otras, más nuevas o menos tradicionales, y obtener de allí, con provecho, nuevas posibilidades de clarificación del mensaje bíblico. Dicho de otro modo: el Magisterio, formalmente, no entra en el debate actual como simple vocera de alguna de las filosofías que ya concurren a ese mismo debate —por importantes que hayan sido, hasta ahora, sus puntos de coincidencia, como de hecho ocurre con la filosofía de Tomás de Aquino— sino que lo hace conservando la independencia que se desprende de su especificidad teológica así como de su inspiración bíblica.

Y la tercera, que es esa misma posición de independencia de la reflexión Magisterial respecto de las teorías filosóficas y científicas es la que justifica su deber de examinarlas atentamente para discernir en ellas, a la luz de las verdades de la fe, aquello que se contrapone a la doctrina cristiana.

Se trata, diría, de una intervención crítica con fines evangelizadores. De modo que aunque respeta la esfera de autonomía propia de cada disciplina, tiene al mismo tiempo el deber de aclarar aquello que en ellas, o que se deriva de ellas, puede resultar incompatible con la fe.

Dicho en otro términos, el Magisterio no entra en el debate sobre la ‘cuestión animal’, como en ningún otro, para adherir, más o menos abiertamente, a unos determinados postulados científicos o filosóficos ni, mucho menos, para ser un simple espectador pasivo; lo hace, en cambio, para exponer, según la metodología científica que le es propia, la Verdad que le ha sido encomendada custodiar.

Características de su intervención La intervención del Magisterio en el debate de la cuestión animal posee una autonomía que parece justificarla plenamente. Es expresión de una legítima racionalidad teológica, es autónoma y responde con coherencia a sus propósitos evangelizados.

¿Cuáles son, entonces, las principales ideas y conceptos sobre la cuestión animal que encontramos en el Magisterio de la Iglesia católica y, sobre todo, cómo se articulan estas ideas en el contexto del actual debate? Una cuestión subordinada. Lo primero que cabe señalar es que la cuestión animal no ocupa, ni mucho menos, el centro de las preocupaciones bioéticas del Magisterio católico.

  1. En efecto, el problema relativo al estatuto ontológico y ético de los animales no es abordado in extenso en los Documentos del Magisterio de la Iglesia Católica sobre Bioética porque, en palabras del Papa Juan Pablo II, la bioética se ocupa, ante todo, de los «problemas éticos, incluso fundamentales, que afectan a la vida del hombre» (Juan Pablo II, 1995: n;

27; cf. Frías, 2004); de modo que cuando el Magisterio aborda la ‘cuestión animal’ —en las poquísimas ocasiones en que ello ocurre— lo hace, formalmente, a propósito de los problemas éticos que afectan a la vida del hombre; es decir, como una parte, subordinada, de su bioética humanista.

Así, cuando se interroga, por ejemplo, sobre los límites de la experimentación científicas en los animales, lo hace, sobre todo, para que resulte más evidente su diferencia en relación con la naturaleza humana y su dignidad; en consecuencia, lo hace con un interés indirecto.

El Magisterio, en síntesis, se incorpora al debate sobre la ‘cuestión animal’ a propósito de la ‘cuestión del hombre’, es decir, en el marco de una reflexión sobre la dignidad de la persona humana, no en razón de un interés por el animal mismo. Su perspectiva, por lo tanto, es humanista, aunque de carácter teocéntrica (para el concepto de humanismo que aquí adopto, véase, Heidegger, 2000).

Para hacerse una idea más o menos sistemática del juicio del Magisterio sobre la cuestión animal, por lo tanto, es necesario completar lo poco que se dice sobre los animales en los documentos suyos sobre bioética (Sarmiento, 1996) recurriendo a lo, igualmente, poco que se dice en otros textos, como aquellos en que se ocupa de los problemas económicos relativos al uso legítimo de los recursos naturales, además del Catecismo.

Conviene no perder de vista, sin embargo, que en todos ellos rige, sin excepción, la misma perspectiva humanista. Puede resultar un poco decepcionante este interés puramente indirecto por los animales y, en consecuencia, lo escueto de sus testimonios. Contrasta, en todo caso, con la notable cantidad de textos dedicados a este problema por corrientes de pensamiento, como el utilitarismo y el neodeontologismo que, aunque desde distintos puntos de vista, coinciden en poner en igualdad de condiciones (de intereses o de derechos, respectivamente) hombres y animales.

  • Existen razones, evidentemente, que explican esta desigual atención a la ‘ecología natural’ y a la ‘ecología humana’, para usar la expresión empleada por Juan Pablo II (1991: nn;
  • 37-38);
  • Está, en primer lugar, el relato bíblico del Génesis que, en medio de juicios positivos y respetuosos respecto de los animales, no deja la menor dudar acerca de la superioridad del hombre creado a imagen y semejanza de Dios— respecto del animal;

Parece normal, en consecuencia, que el discurso magisterial se centre en la vida del hombre, sin ser por ello un discurso antropocéntrico (Ratzinger, 2002: 39-73). Que esta perspectiva sea normal, sin embargo, no quiere decir que sea necesaria, pues es perfectamente posible que — a partir de estos mismos esos elementos veterotestamentarios, así como del mensaje evangélico acerca de la renovación cósmica, y no puramente personal, que trajo consigo la resurrección de Cristo— se construyera una teología alternativa o, al menos, complementaria, a la tradicional, en la que la ‘vida no personal’, es decir, todo el orden de la naturaleza, constituya un foco de atención valiosa por sí misma (Linzey, 1996).

  1. Tiendo a pensar, por todo esto, que lo que realmente ha determinado la orientación humanista, siempre en clave teocéntrica, del discurso magisterial sobre los animales, adoptando hacia ellos un interés tan escaso e indirecto, no han sido tanto los datos bíblicos en sí mismos sino, más bien, la clave de lectura filosófica que se ha aplicado a ellos; en concreto, la que deriva de la perspectiva de Tomás de Aquino, que — aunque comparte, como señalamos oportunamente, la visión clásica del animal como de un ‘viviente’ que forma parte de la ‘esfera de lo creado’, de modo que el animal no es ni una ‘cosa’ ni una ‘máquina’ lleva, sin embargo, el discurso de la diferencia entre el hombre y el animal a extremos, hoy por hoy, difíciles de justificar, en los que la dignidad de aquel se opone radicalmente a la insignificancia moral del éste;

Es significativo, en todo caso, el hecho que el Magisterio, aun cuando se articula según el razonamiento tomista, ya no usa algunas de sus expresiones más radicales. En ninguno de sus documentos habla, en concreto, de los animales como de ‘esclavos’ a los cuales se les puede dar muerte de un modo prácticamente impune (Aquino, 2007: II-II, q.

64, a. 1). El animal forma parte de la Creación. Que la cuestión animal sea un problema subordinado, de modo que el estatuto ontológico y moral del animal parece importar sólo a propósito del problema de la dignidad del hombre, no impide, sin embargo, que el Magisterio afirme de modo consistente que el animal forma parte de la Creación; es decir, que posee una naturaleza, que al ser buena de suyo merece aprecio y benevolencia por parte de los hombre.

Se trata, en efecto, de dos tesis perfectamente compatibles. El Catecismo lo sintetiza así: «Los animales son criaturas de Dios, a las que rodea Él de su solicitud providencial (cf. Mt 6, 16). Por su simple existencia, lo bendicen y le dan gloria (cf. Dn 3, 57-58).

  • También los hombres le deben aprecio» (n;
  • 2416);
  • Y más adelante: «Los animales están confiados a la administración del hombre que les debe benevolencia» (n;
  • 2457);
  • En este sentido, pienso que lo que Juan Pablo II dice sobre la tierra se puede aplicar perfectamente al animal: «Cree [el hombre que se deja llevar por su egoísmo] que puede disponer arbitrariamente de la tierra, sometiéndola sin reservas a su voluntad como si ella no tuviese una fisonomía propia y un destino anterior dados por Dios, y que el hombre puede desarrollar ciertamente, pero que no debe traicionar;

En vez de desempeñar su papel de colaborador de Dios en la obra de la creación, el hombre suplanta a Dios y con ello provoca la rebelión de la naturaleza, más bien tiranizada que gobernada por él» (Juan Pablo II, 1991: n. 37). De ahí que se pueda hablar, incluso, del ‘respeto’ que esas realidades naturales exigirían al hombre, de modo que convendría «tomar mayor conciencia de que no se pueden utilizar impunemente las diversas categorías de seres, vivos o inanimados animales, plantas, elementos naturales— como mejor apetezca, según las propias exigencias económicas.

  • Al contrario, conviene tener en cuenta la naturaleza de cada ser y su mutua conexión en un sistema ordenado, que es precisamente el cosmos» (Juan Pablo II, 1987: n;
  • 34; además, Juan Pablo II, 1995: n;
  • 42, donde habla del «respeto» a la vida, «de toda vida»);

De nuevo, existen abundantes fundamentos bíblicos para esta afirmación. Basta con leer con atención el primer relato de la creación en el Génesis (1,24-30), para advertir hasta qué punto el Cristianismo está, formalmente, muy lejos de ser una ‘visión de mundo’ que favorecería la explotación indiscriminada de la Tierra, incluido los animales.

Es cierto que en el pasaje del Génesis se habla de ‘mandar’ y someter’, pero se trata de un dominio que, a imitación del dominio de Dios sobre todo lo creado, tiene por finalidad la ‘custodia’ de lo dominado (Gn 3,15).

Es un dominio de creación, no de destrucción, tanto que el hombre original es vegetariano; no es extraño, en consecuencia, que el hombre y el animal aparezcan especialmente vinculados, por el alimento que comparten, a la manera de hermanos (Pikaza, 2006: 35).

No es banal observar, en este sentido, que el hombre sólo está autorizado a comer la carne de los animales a los que da muerte después del pecado, no antes, «como si fuera una especie de concesión al clima de ‘violencia’ que distingue a la condición humana después del pecado de los orígenes» (Tettamanzi, 2002: 169), pero que debiera cesar ya con el sacrificio de Cristo, que libera, renovándola, a toda la creación, incluyendo a los animales (San Pablo, Carta a los romanos 8,20-21; Apocalipsis, 21,5).

La imagen bíblica del hombre original es la de quien domina benévolamente; la del animal, la del hermano menor. La misma idea aparece en el Evangelio, cuando Jesús —el cordero de Dios que, sin embargo, no era vegetariano— exhorta a los hombres a cuidar a los animales incluso en sábado (Mt 12,11).

  1. La filosofía tradicional, de la que se nutre fuertemente el discurso magisterial, también insiste en el carácter de viviente de los animales, cuya vida está perfectamente integrada, con la del hombre, en la ‘esfera’ de lo natural (Aristóteles) o de la ‘creación’ (Tomás de Aquino);

Por lo tanto, y a diferencia de lo que afirmará una parte importante del pensamiento moderno (el modelo racionalista, que incluye a Descartes, Spinoza y Kant), no se trata de una ‘cosa’ o ‘máquina’, carente de cualquier forma de interioridad y cuyo sentido, de uso o función, le haya sido inicialmente atribuido por el hombre —señor absoluto y despótico del mundo— ni, menos aún, un simple ‘dispositivo’ dispuesto para su explotación arbitraria.

Es interesante notar, en todo caso, que el aprecio y la benevolencia de los que habla el Catecismo, así como el respeto del que habla Juan Pablo II, es decir, el reconocimiento del valor objetivo o intrínseco que tendría el animal como viviente, parecen estar más cerca de la cordialidad de Francisco de Asís que del intelectualismo de Tomás de Aquino.

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Me parece que no es casualidad, en este sentido, que el Catecismo (n. 2416) nombre al ‘pobre de Asís’ (junto a Felipe Neri), y no al aquinate, como ejemplo del delicado trato debido a los animales. El animal no es una persona. Tenemos, entonces, que la primera, y fundamental, afirmación del Magisterio católico sobre el animal es que éste forma parte de la Creación, de modo que posee una naturaleza propia.

Esto no quiere decir, sin embargo, que esa vida propia que tiene el animal él se la haya, además, apropiado. Tener una vida propia y apropiársela son cosas distintas, que en el animal no coinciden (o si lo hacen, es siempre en un grado muy bajo y de modo excepcional).

Los animales, para decirlo brevemente, no son personas, como sí lo son, en cambio, los seres humanos, que, según declara el Catecismo (n. 357), «no es solamente algo, sino alguien, capaz de conocerse, de poseerse y de darse libremente y de entrar en comunión con otras personas» (véase Spaemann, 2000).

Esta es la segunda tesis fundamental del Magisterio sobre los animales. Por supuesto que en la Biblia no se dice, explícitamente, que el animal no es una persona. Tampoco se dice que el hombre lo sea, aunque es evidente que el contenido del concepto de ‘persona’ usado ampliamente en la teología del cristianismo primitivo al ocuparse del problema de la naturaleza de Cristo— se refiere a aquella condición ontológica que, según la Biblia, diferencia a los hombres de los animales (Milano, 1996).

También la idea que el animal no es una ‘persona’ es sostenida por una parte importante de la tradición filosófica occidental (Boecio y Tomás de Aquino y, desde presupuestos argumentales distintos, Kant), así como por una parte de las actuales corrientes de pensamiento (el neocontractualismo de Carruthers).

Neoutilitaristas como Singer y neodeontologistas como Regan, en cambio, a partir de un concepto alternativo de persona, inspirado en Hume, defienden el carácter de persona de los animales, o al menos de algunos de ellos.

Persona es, en cualquier caso, uno de los conceptos clave de la discusión sobre el estatuto ontológico y moral de los animales, que se usa, además, siempre como un sentido positivo. El concepto de persona que usa el Magisterio, en todo caso, resulta muy próximo al usado por Tomás de Aquino —que sigue, a su vez a Boecio— aunque aquí tenga sobre todo un sentido por negación: el concepto de ‘persona’ nos permite saber lo que el animal no es.

El problema de fondo, sin embargo, consiste en saber, positivamente, qué es el animal. Es una cuestión fundamental, aunque difícil (Heidegger, 2007: 257). Según la argumentación desarrollada más arriba, en relación al carácter de viviente del animal, defendí la tesis según la cual el Magisterio afirmaría que el animal es una ‘cosa’ o un ‘algo’ sino que es, precisamente, un ‘viviente’.

La tesis del Magisterio sería, a la luz estos textos, que el animal no es una ‘persona’, pero tampoco es una ‘cosa’ porque posee el carácter de ‘viviente’. De modo que, según esta argumentación, habría tres tipos de realidades: las personas (los humanos), los vivientes (animales, plantas) y las cosas.

Sólo que, ahora de acuerdo a la argumentación del Catecismo n. 357, parece que sólo existen o cosas o personas; de modo que si tomamos como punto firme lo que se dice explícitamente, es decir, que sólo el hombre es personal y el resto, en cambio, es sólo un cosa, tendríamos al final que admitir que también el animal, un ‘viviente’, no es más que una ‘cosa’.

¿Son lo mismo, sin embargo, ‘viviente’ y ‘cosa’? Me parece evidente, en cualquier caso, que aquí hay una indefinición, quizás voluntariamente buscada, en la posición magisterial, que se vuelve a poner de manifiesto en otro texto, esta vez tomado de la Instrucción Donum vitae.

  • A propósito del problema del estatuto ontológico y moral del cuerpo humano, se afirma, en efecto, que «el cuerpo humano no puede ser reducido a un complejo de tejidos, órganos y funciones, ni puede ser valorado con la misma medida que el cuerpo de los animales, ya que es parte constitutiva de una persona, que a través de él se expresa y se manifiesta» (Congregación para la Doctrina de la Fe, 1987: n;

3; además, Juan Pablo II, 1995: n. 23; Catecismo, n. 362). Es evidente que se opone el cuerpo humano al cuerpo animal, para mostrar el carácter personal del primero. Es claro, por lo tanto, que el cuerpo animal no es un cuerpo personal. De nuevo sabernos lo que el animal no es.

Lo que no queda tan claro, sin embargo, son dos cosas: primero, si el animal se identifica con su cuerpo, en el sentido de ser ese cuerpo, y nada más ; y segundo, si ese cuerpo animal, que sería el animal mismo, se puede identificar con ese ‘complejo de tejidos, órganos y funciones’, que también podría ser la descripción de una ‘cosa’ (viva y más compleja, pero finalmente una cosa).

El texto, en mi opinión, es ambiguo o impreciso (quizás, como el del n. 357 del Catecismo, de un modo consciente), aunque por el tono general de la argumentación tiendo a pensar que el Magisterio está afirmando no sólo que el animal se agota en su cuerpo sino que ese cuerpo-animal, al no ser personal, tiene necesariamente el carácter de ‘cosa’ (véase, Congregación para la Doctrina de la Fe, 1987: n.

4). El animal está al servicio justo del hombre. El animal, entonces, es una creatura de Dios, que posee una naturaleza propia, dada por Dios, y que, en principio, merece ‘respeto’, ‘aprecio’, ‘benevolencia’ y a la cual, incluso, se puede ‘amar’ (aunque de un modo distinto, inferior diríamos, al ‘amor’ debido a otro ser humano [ Catecismo, n.

2418]). No es, sin embargo, una persona ; por lo tanto, es perfectamente legítimo usarlos aunque no de un modo arbitrario o por razones frívolas. El Catecismo (n. 2457) habla, concretamente, de los animales al servicio de la justa satisfacción de las necesidades del hombre.

Desde el punto de vista del Magisterio, entonces, tendríamos ciertos deberes hacia los animales, cuyo cumplimiento sería obligatorio moralmente hablando: de modo que podemos usarlos pero no debemos hacerlos sufrir inútilmente ni sacrificar sin necesidad sus vidas (Catecismo, n.

2418). No queda claro, sin embargo, dónde se establece la línea que diferencia un sufrimiento inútil de uno que no lo es, así como tampoco respecto de lo que ha de entenderse por sacrificio ‘innecesario’. Más importante, sin embargo, es que tampoco queda claro cuál es la naturaleza de esos deberes, así como el fundamento de su obligatoriedad.

Una alternativa es pensar que se trataría de deberes directos. Pienso, en efecto, que el propio Magisterio católico, al hablar de la posesión, por parte de la naturaleza, de ‘una fisonomía propia y un destino anterior dados por Dios’, así como de la necesidad de ‘respetar la naturaleza de cada ser’ y de ‘apreciar’ a los animales, tratándolos con ‘benevolencia’ e, incluso ‘amándolos’, aludiría a un fundamento objetivo, propio de los animales, sobre los cuales se apoyaría, a posteriori, el reconocimiento por parte del hombre.

De modo que el animal podría llegar a ser receptor pasivo de un aprecio benevolente sólo porque él mismo, de suyo, es decir, de un modo activo, poseería ya ese estatus ontológico y moral de ‘creatura de Dios’ que lo hace posible y, a la larga, lo exigiría.

La otra posibilidad, en cambio, es pensar en la teoría de los deberes indirectos. Es la que el Magisterio privilegia explícitamente, cuando afirma que los deberes hacia los animales vienen exigidos por el respeto que el hombre se debe a su propia dignidad (es decir, hacia sí mismo como hacia otros seres humanos, presentes o futuros), no como expresión de un respeto hacia los animales en sí mismos (véase, Catecismo, n.

2415-2418 y Juan Pablo II, 1991: n. 38). Los fundamentos bíblicos ofrecen una justificación posible tanto para una como para la otra opción interpretativa —basta comparar el distinto estatuto de los animales en Gn 1 y 2 con Gn 9,1-7— aunque, quizás, por razones de caridad evangélica y escatológicas, habría que inclinarse por la teoría de los deberes directos, como seguramente habría preferido Francisco de Asís, ejemplo, ya referido, del modo correcto de relacionarse con los animales (Catecismo, n.

2416). La tradición filosófica clásica, en cambio, se ha pronunciado muy ampliamente a favor de los deberes indirectos (Kant, Carruthers), con el caso extremo de la justificación que ofrece Tomás de Aquino (2007: III, q.

102, a. 6, ad. 8). El neoutilitarismo (Singer) no niega la posibilidad que los animales puedan servir a los hombres, aunque piensa que es una cuestión que debe evaluarse en cada caso según lo intereses que estén en juego. El neodeontologismo de Regan, en cambio, lo niega de plano porque el animal no es un medio sino un fin en sí mismo, con derechos inalienables.

  • El Magisterio, en cualquier caso, asume la perspectiva tomista, aunque expresada en un lenguaje que ha superado su frío humanismo intelectualista;
  • Consideración final La doctrina magisterial sobre los animales puede resumirse así: el animal es una realidad ‘viva’ que, como tal, forma parte del orden natural de la Creación;

No es, sin embargo, una ‘persona’, de modo que puede ser usada por el hombre, aunque con los límites que éste se autoimpone por respeto a su propia dignidad. En síntesis: para un Magisterio humanista, centrado en la dignidad de la persona humana, el animal tiene sólo un interés indirecto o reflejo.

  1. Algunas de estas afirmaciones o principios el Magisterio católico las comparte con otras corrientes de pensamiento, tanto tradicionales como actuales;
  2. Por ejemplo, está relativamente próximo al deontologismo kantiano y al neocontractualismo de Carruthers, así como en las antípodas del utilitarismo de Singer;

Resulta evidente, sin embrago, su esencial afinidad con el realismo personalista, en su versión aristotélico-tomista (Sgreccia, 2000: 60). Todo ello es perfectamente normal, y está lejos de inhabilitar al Magisterio católico a tomar parte en el actual debate sobre la cuestión animal.

Lo que sí, en cambio, constituye una desventaja para el propio Magisterio, en el contexto del competitivo debate actual, es que sus juicios sobre los animales resultan, comparativamente, demasiado breves y esquemáticos como para ser plenamente satisfactorias.

Su principal problema radica, dicho de otro modo, no en lo que el Magisterio dice acerca de los animales sino en el modo en que lo hace. Sería deseable, en consecuencia, que el Magisterio católico avanzara hacia una reflexión más amplia y, sobre todo, más enfocada en el problema específico de qué es un animal y cuál es su estatuto moral.

No se trata, sin embargo, de un asunto fácil, porque para que el animal se transforme en un tema en sí mismo interesante de tratar, es necesario que, antes, él mismo adquiera una centralidad que, desde el punto de vista del personalismo realista, no tiene ni podría tener.

En otras palabras, para que comenzara a haber una reflexión magisterial centrada en el animal — y no sólo a propósito de otras realidades, más importantes que el animal— sería necesario que ese mismo Magisterio se abriera a otros modelos de reflexión, existentes al interior del propio cristianismo, que sí parecen ofrecen el espacio necesario para esa postergada aparición del animal.

  1. Pienso, en términos muy concretos, que sería muy fructífero si el frío intelectualismo tomista se atemperara, por ejemplo, con la benevolencia caritativa del franciscanismo, de modo que no sólo se empezara a redescubrir el rostro fraterno de los animales sino, además, se hiciera evidente la radicalidad liberadora propia del espíritu evangélico, que ha venido a renovar a toda la Creación;

El Magisterio necesita establecer una mayor sintonía con el hombre de hoy y su sensibilidad más favorable hacia los animales. No existe ninguna razón, sin embargo, que justifique que, para alcanzar ese propósito legítimo, el Magisterio tuviera que ceder a las filosofías de moda que elevan al animal al precio de rebajar al hombre.

No se trata, obviamente, de eso. Más fructífero es, en lo inmediato, comenzar por desenmascarar los prejuicios ideológicos y las tendencias de intolerancia, incubadas en la propia secularización, que se oponen a que la Iglesia participe activamente en este debate.

Pienso, sin embargo, que lo que sí constituiría un verdadero punto de giro en estos esfuerzos por hacer más atractivo su mensaje, sería que el Magisterio —en una muestra de esa sabiduría que la caracteriza— se abriera con decisión a la riqueza de las múltiples formas del pensamiento cristiano, que sobre el animal tienen, seguramente, mucho que decir.

  1. Notas * Doctor en Filosofía (Pontificia Universidad Católica de Chile) y Máster en Bioética por el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum de Roma, Italia;
  2. Profesor de Filosofía Clásica en el Centro de Estudios Clásicos Giuseppina Grammatico Amari de la UMCE y de Ética en la P;

Católica de Chile. Entre sus publicaciones más recientes se cuentan los artículos “Platón y los orígenes griegos de la biopolítica” (2013) e “Identidad personal y racionalidad práctica en la época de la biopolítica” (2013), así como el libro —publicado por la Unesco y del que es editor— Cultura helenística y cristianismo primitivo.

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¿Qué significa la muerte de una mascota?

Cómo puedes superar la muerte de tu mascota – Está claro que una mascota nunca se olvida, pero ese no es el objetivo. El principal objetivo de superar la muerte de tu mascota es recordarla con felicidad. Está claro que nos va a generar tristeza ver sus fotos, pero cuando las veamos y sintamos el corazón lleno, entonces lo habremos superado.

Perder a nuestro peludo nos genera un vacío porque notamos mucho su ausencia. Pasar de estar todos los días fortaleciendo el vínculo con tu mascota a de repente no verla más es una cambio radical para la mente.

Su ausencia se hace presente y es lo que dificulta el duelo. Se trata de convertir el vació que queda después de la muerte de nuestra mascota en el cariño con el que le recordamos cuando no esta. A eso se refiere la palabra “superar”, a aceptar la situación.

  1. Superar el duelo no quiere decir olvidarnos de nuestra mascota;
  2. Ella siempre tendrá un espacio en nuestro recuerdo y en nuestro corazón;
  3. Simplemente quiere decir que se ha superado la etapa transitorio de máximo dolor, un sufrimiento que hace que muchas personas no quieran volver a tener mascota para no atravesar ese duro momento mientras otras con el tiempo deciden introducir una nueva mascota en el hogar para llenar esa pérdida;

Lo que puedes hacer para sentirte mejor es rodearte de personas que te comprendan y te hagan sentir arropado o arropada, y llores lo que necesites. Es importante no reprimir los sentimientos porque entonces nunca pasan. No tengas prisa, cada persona es un mundo y tarda un tiempo determinado en superar el duelo.

  1. No hay tiempo establecido y no debes sentirte mal por tardar más o menos que otra persona en aceptar la situación;
  2. Un buen método para sacar todo lo que pasa por nuestra cabeza es escribir;
  3. Es muy terapéutico escribir como te sientes con la situación, qué te asusta o te preocupa y qué piensas hacer para sentirte mejor;

Recuerda que cada mascota es única e irrepetible y no debemos tratar de sustituirla por otra, sino aceptar que cada una llenará nuestra vida de una forma diferente..

¿Qué dice la Iglesia Católica sobre el alma de los animales?

‘Los animales poseen un alma y los seres humanos deben amar y sentirse solidarios con nuestros hermanos menores’.

¿Cuando un perro se va al cielo?

Existen determinadas señales que indican que un perro va a morir , por lo que hay que estar más atentos que nunca para tratar de que ese duro momento sea lo menos doloroso tanto para la mascota como para su dueño. Ante el menor indicio que la vida de tu fiel amigo puede estar llegando su fin, es fundamental visitar al veterinario para que  pueda dar un diagnóstico concreto e indicar  cuál es exactamente el estado de tu mascota y qué opciones tiene.

  • A continuación te detallamos cuáles son las cinco señales más claras para que estés lo mejor preparado para ese difícil momento y acompañes a tu fiel amigo de la mejor manera posible;
  • No hace ejercicios:  si notas que de pronto tu perro no quiere salir a la calle para dar un paseo o hacer sus necesidades, ni jugar con  su juguete favorito y prefiere quedarse acostado todo el tiempo, y luce cansado es una clara señal de que algo mal está pasando con su salud;

Comprueba si esta señal viene acompañada de otras y, si continúa con esa tendencia, lo mejor será llevar a tu fiel amigo a una consulta urgente con su veterinario de cabecera. No come ni bebe agua: si de la noche a la mañana un perro deja de comer o de tomar agua es porque algo malo le está pasando. Si rechaza sus comidas favoritas y sobre todo el agua , empieza a preocuparte porque, como consecuencia de ello, tu fiel amigo podrá mostrar signos de deshidratación y vomitar bilis. De no solucionar este problema, lo más probable es que sus órganos empiecen a fallar y muestre fuertes signos de dolor. Cambios de conducta: cuando un perro está muy enfermo o a punto de morir, su comportamiento no es el habitual ya que puede presentar problemas de conducta relacionados con su estado de ánimo, expresiones de miedo, mayor agresividad o movimientos anormales. Además, estos cambios pueden acarrear vómitos, diarrea y hasta severos problemas de incontinencia urinaria. Las constantes vitales están alteradas : entre las principales señales que anticipan que un perro está a punto de morir se encuentra la alteración de las constantes vitales.

Ellas son: temperatura corporal (entre 38 ºC y 39 ºC), la frecuencia respiratoria (entre 10 y 30 respiraciones por minuto), la frecuencia cardíaca (entre 90 y 140 latidos por minuto en perros pequeños, entre 70 y 110 latidos por minuto en perros medianos y de 60 a 90 latidos por minuto en perros de tamaño grande), y el tiempo de relleno capilar que debe ser inferior a dos segundos.

Ante una anomalía en cualquiera de estos casos, hay que acudir de inmediato al veterinario. Se esconde o busca un lugar tranquilo : cuando intuyen que su muerte está cerca, muchos perros deciden alejarse de la manada para intentar morir en solitario. También es posible que, si bien no intente huir, busque un lugar cómodo y apartado en el hogar en el que pueda pasar sus últimos días de vida. Si eso sucede con tu perro, lejos de retarlo y enojarte con él, lo mejor es acompañarlo, mimarlo y pasar la mayor cantidad de tiempo posible a su lado para que su partida no sea más dolorosa aún..

¿Qué hacen los perros cuando sienten que van a morir?

Cuando una mascota fallece, una familia queda totalmente devastada. Un perro o un gato son criaturas que aman incondicionalmente y su presencia mejora la vida así que su partida es demasiado dolorosa. Las mascotas más comunes son los perros, que demostraron ser fieles, amigables, alegres, juguetones y más. ¿Pero qué sienten los perros antes de morir ? Que Pasa Con Los Animales Cuando Mueren Según La Biblia Los perros, amigos fieles. La usuaria de Twitter Jessi Dietrich le preguntó a su veterinario cuál fue la parte más difícil de su trabajo y lo que el hombre le reveló acerca de las sensaciones de los perros antes de ser sacrificados la conmocionó. La historia fue publicada por primera vez en 2018 y luego se viralizó en varias oportunidades. Que Pasa Con Los Animales Cuando Mueren Según La Biblia El tuit tiene casi cuatro años, pero sigue viralizándose. “Le pregunté a mi veterinario cuál era la parte más difícil de su trabajo y me dijo que, cuando tenía que sacrificar un animal, el 90% de los propietarios no querían estar en la habitación cuando los inyectaba. Los últimos momentos del animal suelen ser frenéticos y miran a su alrededor para buscar a sus dueños.

Imaginar la vida sin la fiel mascota es realmente duro. Una de las cosas más difíciles para cualquiera que ama a los animales es decidir sacrificar  a sus mascotas cuando llegan a un punto terminal. A veces, los perros y los gatos sufren de manera innecesaria, ya sea por una enfermedad o por las complicaciones de salud que trae la vejez, y sus dueños elijen terminar con ese padecimiento.

” ” Los perros son conscientes del contexto y perciben cuando sus dueños toman la decisión de terminar con su sufrimiento. En ese momento se sienten vulnerables y, en consecuencia, lo mejor es que siempre estén al lado de ellos para tranquilizarlos, además de darles el último adiós. ” Que Pasa Con Los Animales Cuando Mueren Según La Biblia Los perros son conscientes del contexto y perciben cuando sus dueños toman la decisión de terminar con su sufrimiento (Pixabay / Pexels) El tuit de Dietrich tuvo decenas de miles de retuits y “Me gusta”. Sin embargo, generó una gran tristeza en los usuarios, que recordaron cuando tuvieron que tomar la decisión de sacrificar a sus mascotas. En este sentido, ella escribió: “¡¡¡¡No fue para romper los corazones de todos, solo quería aumentar la conciencia!!!!!.

  • “Y por esta razón, literalmente voy a estar abrazando a mi Rick cuando llegue su momento, con todos sus juguetes favoritos;
  • Lo siento mucho”;
  • Por la repercusión del tuit de Dietrich, el Hospital Veterinario Hillcrest, de Sudáfrica compartió la publicación en Facebook de uno de sus veterinarios;

En el texto animó a las personas a no abandonar a sus mascotas cuando más los necesitan y se autodefinió como un veterinario “cansado con el corazón roto”. “Cuando sos dueño de una mascota es inevitable, la mayoría de las veces, que muera antes que vos.

Entonces, cuando lo tengas que llevar a la veterinaria para un final humano sin dolor, quiero que todos sepan algo. ¡Las personas son el centro de su mundo durante toda su vida!” , comenzó la publicación.

Según el profesional, de quien no se sabe el nombre, para las personas las mascotas son sólo una parte de su vida, pero para ellos los humanos son todo. Por ello, pidió por favor que, cuando tengan que tomar la decisión de sacrificarlos, no los abandonen en una sala llena de extraños : “Buscan en cada rostro a la persona amada.