Que Es El Espíritu Santo Según La Biblia?

Que Es El Espíritu Santo Según La Biblia
El Espíritu Santo es el tercer miembro de la Trinidad. Es un personaje de espíritu, sin un cuerpo de carne y huesos. A menudo se le llama el Espíritu, el Santo Espíritu, el Espíritu de Dios, el Espíritu del Señor o el Consolador.

¿Quién es el Espíritu Santo y cuál es su función?

El Espíritu Santo testifica de la verdad. Él es la fuente del testimonio y de la revelación personal. Puede guiarnos para tomar decisiones y nos protege del peligro físico y espiritual. Se le conoce como el Consolador, y puede calmar nuestros temores y llenarnos de esperanza.

¿Qué dice la Biblia que es el Espíritu Santo?

El Espíritu Santo se denomina a menudo Santo Espíritu o el Espíritu del Señor. Gálatas 5:22–23 enseña que ‘el fruto del Espíritu es: amor, gozo, paz, longanimidad, benignidad, bondad, fe, Mansedumbre templanza’.

¿Cómo se manifiesta el Espíritu Santo en la vida de las personas?

Es probable que hayas escuchado a la gente decir: “En este momento siento el Espíritu muy fuerte”. Quizás tú también sientas algo en ese momento, pero ¿tienes algún problema si tú no lo sientes? Respuesta corta: en absoluto, porque las personas experimentan la influencia del Espíritu Santo de manera diferente.

  • Eso es lo milagroso de los mensajes del Espíritu Santo: van dirigidos solo para ti;
  • Para algunas personas, el Espíritu Santo puede hacer que se sientan impresionadas por la emoción y conmovidas hasta las lágrimas; para otras, las lágrimas rara vez o nunca llegan, lo cual está bien;

Para ellas, el Espíritu Santo puede producir un sutil sentimiento de gratitud, paz, reverencia o amor (véase Gálatas 5:22–23 ). En las Escrituras también se describe al Espíritu Santo como un “ardor” en el pecho (véase Doctrina y Convenios 9:8–9 ). Pero la intensidad o el grado de ese “ardor” puede ser diferente para todos.

  • A veces es como una pequeña brasa resplandeciente en lugar de un fuego arrasador;
  • O tal vez hayas oído la descripción del Espíritu Santo como una “voz suave y apacible” (véase Doctrina y Convenios 85:6 );

Y de inmediato pensaste: “Pero no he OÍDO una voz. ¿Me pasa algo?”. Y repetimos, no en absoluto. Esa descripción de las Escrituras no significa necesariamente que todos oímos una voz literal. El élder Ronald A. Rasband, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó: “El espíritu habla con palabras que sentimos.

Tales sentimientos son delicados, un suave impulso a actuar, a hacer algo, a decir algo, a reaccionar de cierta manera”1. El punto es: cada uno de nosotros experimentará el Espíritu Santo de forma diferente y en diferentes grados.

Lo importante es que vivamos dignos de recibirlo y que lo reconozcamos cuando venga. Al hacerlo, empezaremos a notar que Su influencia está presente en nuestra vida mucho más de lo que esperábamos..

¿Cómo se recibe el Espíritu Santo según la Biblia?

El profeta José Smith explicó que el ‘bautismo es una ordenanza santa preparatoria para recibir el Espíritu Santo ; es el conducto y la llave por medio de los cuales se puede administrar el Espíritu Santo.

¿Por qué el Espíritu Santo es Dios?

Según las interpretaciones de la Unicidad de Dios o de los unicitarios, el Espíritu Santo es identificado como el mismo y singular Dios eterno, ya que Dios es Espíritu y es Santo, por lo cual es llamado el ‘ Espíritu Santo ‘.

¿Cuál es la misión del Espíritu Santo en nuestras vidas?

el Espíritu Santo se manifiesta como Persona que actúa en toda la misión de Cristo, y que en la vida y en la historia de los seguidores de Cristo libra del mal, de la fuerza en la lucha con el espíritu de las tinieblas, prodiga el gozo sobrenatural del conocimiento de Dios y del testi- monio de Él incluso en las.

¿Quién es el Espíritu Santo?

Qué es el Espíritu Santo: – Espíritu Santo es la tercera persona de la Santísima Trinidad del cristianismo. El Espíritu Santo es una persona distinta del Padre y del Hijo (primera y segunda persona de la Santísima Trinidad) pero posee con ellos una misma naturaleza y esencia divina.

  1. El Espíritu Santo deriva del latín Espiritus Sanctus que se refiere a la gracia divina que se revela para entrar en comunión con los creyentes con el fin de contactarse con Cristo o con Dios, en otras palabras, el Espíritu Santo es el que despierta la fe cristiana;

Vea también Cristianismo El Espíritu Santo es sinónimo de Divina Gracia, Espíritu y Paráclito. En el evangelio de San Juan se afirma que Práclito se quedará con los discípulos después de que Jesús ya no sea visible. Práclito proviene del griego parakletos que significa “aquél que es invocado” y del latín consolator que significa consuelo y se caracteriza por: defender del castigo, salvar del peligro y entregar la salvación eterna.

Para los cristianos, el nacimiento de su iglesia es marcada precisamente con el descenso del Espíritu Santo sobre los discípulos de Jesús luego de su crucifixión y resurrección llamada Pentecostés. Vea también Pentecostés El Espíritu Santo procede de la espiración (respiro, aliento) del Padre y del Hijo juntos como un principio único.

Vea también Espíritu.

¿Cuál es el Espíritu Santo?

El Espíritu Santo es el tercer miembro de la Trinidad. Es un personaje de espíritu, sin un cuerpo de carne y huesos. A menudo se le llama el Espíritu, el Santo Espíritu, el Espíritu de Dios, el Espíritu del Señor o el Consolador.

¿Dónde reside el Espíritu Santo?

Al hablar de una persona enseguida nos viene a la mente preguntar: ¿quién es?, ¿de dónde viene?, ¿cuál es su origen, su nacionalidad, su estirpe…? Pero al referirnos al Espíritu Santo, se nos rompen los moldes y tenemos que echar mano de la fe para trasladarnos a los planos divinos en donde lo incomprensible se estrella con nuestras limitaciones mentales y con la carencia datos históricos.

  1. No obstante, el Espíritu Santo ha estado presente en el mundo y la vida, desde antes que todo lo creado y visible tomara forma;
  2. El primer verso de la Biblia afirma que el Espíritu Santo existía ya desde antes; y aún más, cuando todo era oscuridad y caos, ya el Espíritu de Dios se mecía  sobre las aguas;

(Gen 1,1) Por Él fueron creadas todas las cosas que podemos contemplar y es Él quien renueva la vida. ¿Quién es el Espíritu Santo? El Espíritu Santo es una de las tres personas de la Santísima Trinidad; y no es precisamente fácil hablar del Espíritu Santo, porque tampoco es sencillo hablar de la Santísima Trinidad, pues  nuestra mentalidad no logra abarcar a Dios en su totalidad, ya que el Espíritu Santo es el mismo espíritu de Dios, y el espíritu de Jesús que vive y actúa en su Iglesia y en el corazón de cada persona.

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A Dios Padre lo identificamos como “creador”, a su Hijo Jesucristo como el “redentor”, y al Espíritu Santo como “santificador” ¿Dónde podemos encontrar al Espíritu Santo? Al Espíritu Santo no podemos verlo físicamente, pero sabemos por la fe que vive en lo más íntimo de cada uno.

Ese espacio que unos llaman el corazón, el alma, el centro del ser… o cualquier otro nombre, es lo que constituye verdaderamente a la persona. Aunque bien sabemos que se no trata de un espacio físico, sino de lo que verdaderamente somos. Allí, en ese íntimo “yo”  percibimos con demasiada evidencia la acción de Dios que nos acompaña en toda la vida.

También lo vemos en las personas que manifiestan la presencia del espíritu de Dios desde las acciones que van desplegando día a día… ¿Cómo actúa el Espíritu Santo? Es el Espíritu Santo quien mueve los corazones hacia el bien, para que hagamos lo que es bueno.

Hay cosas incomprensibles para los seres humanos. No podemos explicarnos ciertos comportamientos generosos, de personas que se desprenden de lo suyo, o que se dedican en cuerpo y alma a hacer el bien a sus semejantes en forma desinteresada, ¿sólo por gusto?, ¿sólo por el placer de hacerlo? No.

Hay sacrificios verdaderamente heroicos, que proceden de una fuerza superior a la que dictan los instintos humanos, cosas que verdaderamente proceden de Dios y no los percibimos sino desde una óptica superior.

Personas que renuncian a sus bienes y que dejan su tierra para comunicar el Evangelio a sus semejantes, porque saben que en el Evangelio  están la salvación y la alegría para todos, tanto en esta vida como de la futura. Cuando nos llega de pronto la claridad para resolver un problema o encontramos el cómo solucionar algún asunto, o la forma de restablecer una amistad, reconciliándolos con alguna persona.

en estas y muchas otras ocasiones está la mano de Dios, haciéndonos saber que está con nosotros, que no nos olvida y que nos acompaña siempre con su Espíritu Santo. El Espíritu Santo fue la gran promesa de Jesús.

Las palabras de Jesús que son la mayor evidencia de que por su Espíritu, Dios sigue presente entre nosotros, Jesús promete el Espíritu Santo a la humanidad de todos los lugares y de todos los tiempos. (Jn 14, 16) Si nos detenemos a reflexionar un poco, nos damos cuenta de la enorme fuerza que tiene una promesa y de la influencia que ejerce en la vida de quien la recibe.

  1. Una promesa crea una expectativa y aviva la fe, la confianza y es altamente motivadora, ya que mueve a muchísimas acciones que sin ella no se llevarían a cabo;
  2. Por eso cuando Jesús promete al Espíritu Santo, estamos recibiendo el regalo divino más grande que todos los mundos y más extenso que todos los tiempos;

Las promesas de Dios superan con mucho a las promesas humanas, y podemos tener la certeza de que, si tenemos confianza y ponemos todo cuanto toca a nuestra parte, El no fallará. El don del Espíritu Santo El don del Espíritu Santo es Dios mismo, que se da a todos y cada uno de aquellos que están dispuestos a recibirle.

  1. Es el mismo Cristo Jesús que vive y actúa desde el corazón de cada uno;
  2. El Espíritu Santo es un don del cual proceden muchos otros dones que se manifiestan en la vida, como: sabiduría, ciencia, inteligencia, fortaleza, piedad, capacidad de aconsejar y de escuchar consejos, y un sano temor de ofender a Dios;

¿Dónde vive ahora el Espíritu Santo? El Espíritu Santo vive en cada uno de los seres que habitan en el mundo, aunque no en todos de la misma manera. En algunos permanece marginado, olvidado, relegado a lo más ínfimo y muchas veces hasta oprimido por el mal que la persona permite entre en su corazón.

En otros tiene libertad de acción y da impulso para hacer lo bueno y caminar hacia lo mejor. Estas personas escuchan su voz y atienden a sus inspiraciones, porque siempre les sugiere actos de bondad, de perdón de tolerancia, de justicia y de paz.

Aunque a veces dejamos desperdiciar el precioso don de Dios, hay ocasiones en que creemos falsamente que estamos siguiendo los caminos del espíritu, cuando tan sólo seguimos nuestro egoísmo o nuestros intereses personales. Al Espíritu Santo no podemos verlo con los ojos del cuerpo, pero su presencia se siente muy viva en el corazón, si le dejamos espacio y ponemos atención para escuchar su voz, tan imperceptible como la gracia que constantemente comunica.

Y claro, aun el don más gratuito lleva adherido un compromiso. Donde el Espíritu Santo vive, se empiezan a ver frutos de justicia, de esperanza, de alegría verdadera y de caridad ilimitada. ¿Cómo reconocer la presencia y la acción del Espíritu Santo? Es muy fácil reconocer a quienes viven en el Espíritu, porque los dones del Espíritu Santo se manifiestan en la vida como: sabiduría, ciencia, inteligencia, fortaleza, piedad, capacidad de aconsejar y un sano temor de ofender a Dios.

”  Y como también leemos en la Carta a los Gálatas: (5,22):”los frutos del Espíritu son amor, alegría, paz, tolerancia, confianza, generosidad, lealtad, sencillez, dominio de sí…”  Bien lo dice el Señor Jesús: “por sus frutos los conocerán” ¿Qué tenemos que hacer? El compromiso que nos implica  el Espíritu de Dios que recibimos en el Bautismo y de manera más explícita en la Confirmación, nos apremia a abrir el corazón y ser fieles a la Palabra que Jesús nos enseña desde su Evangelio.

Lo importante en este caso se da de parte nuestra, en la parte humana; es preciso que nos pongamos a considerar seriamente si también nosotros queremos vivir con Él y si estamos dispuestos a hacerle lugar en nuestra persona, en nuestra familia y en el propio corazón.

Nuestro Dios no es un Dios lejano, sino que vive con su pueblo, está en medio de nosotros y le gusta morar en los corazones. El Espíritu Santo en nuestro hoy Hoy es el tiempo del Espíritu, porque hoy más que nunca sentimos la necesidad de una presencia viva y fuerte que oriente nuestra vida por el camino seguro que nos conduzca a la verdadera realización de nuestro ser a la consecución de una meta sólida y definitiva.

El mismo que a través del tiempo ha venido actuando en tantas y diversas formas, generación tras generación, hoy por hoy no ha perdido fuerza ni actualidad y sigue animando y santificando a cuantos quieren dejarse guiar por sus impulsos y le permiten ejercer su acción renovadora en la vida propia, porque este Espíritu de Dios es para beneficio de cada persona que viene a este mundo.

El Espíritu Santo en nuestra propia vida La presencia viva está  allí, el Señor Jesús lo prometió y Él no falla; el Espíritu Santo está siempre a nuestro lado, nos guía, nos acompaña, nos inspira y nos explica todas las cosas que necesitamos para desterrar de nuestra vida el miedo, la incertidumbre, los temores.

y para darnos seguridad, fortaleza, claridad de mente y buenos deseos. Conclusión Terminamos con las palabras de san Pablo tomadas de la carta a los romanos: capítulo 15, verso 13: “El Dios de la esperanza os colme  de todo gozo y paz en la fe, hasta rebosar  de esperanza por la fuerza del Espíritu  Santo.

”    ORACIÓN Señor Dios, Tú has querido hacerte presente en el mundo y la vida por medio de Jesucristo y del Espíritu Santo. Te damos gracias por tan insigne don. Te pedimos perdón porque a veces creemos más en brujas, en duendes, en fantasías, que en ese espíritu divino que vive en lo más íntimo de nuestro corazón, que nos llena de gracia y de alegría y nos enseña con certeza lo que es verdadero, bueno, noble y santo.

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¿Cómo se le pide al Espíritu Santo?

El Espíritu Santo nos auxilia en todo momento y esta crisis sin duda alguna nos ha hecho levantar los ojos al cielo. Creo que con frecuencia comentamos y quizás anhelamos que esta situación que vivimos frente a la pandemia nos vuelva mejores personas. Pero también sabemos que eso no se dará por arte de magia.

Ya quisiéramos un día acostarnos y al día siguiente levantarnos viviendo plenamente aquella virtud o cualidad que sabemos nos hace falta, que haría que nuestra vida sea más sencilla. El cambio interior, no se da sin una toma de conciencia del mal, y de cómo este nos afecta.

Junto a ello está la decisión acompañada de la fuerza de voluntad para dar el paso y sobre todo entender que solos no podemos. Es por esto que quisiera compartirte cuatro cosas que podemos pedirle al Espíritu Santo para que esta crisis, nos transforme para bien y nos ayude a discernir, elegir y actuar mejor.

Espíritu Santo, recuérdame siempre que necesito tu ayuda «Porque separados de mí no podéis hacer nada» Jn. 15, 5. Él se hace presente por medio de su Espíritu Santo y también a través de personas concretas que nos ayudan, acompañan y aconsejan.

Sumergidos en un mundo que ha obviado a Dios nos hemos acostumbrado a pensar o vivir de una forma que hace muy difícil poder ver con claridad el mal y cómo este nos afecta. Esta ha sido parte de mi reflexión, ver cómo en medio de esta pandemia encontramos personas que se están aprovechando de ella.

Tal vez para sacar un beneficio económico ponen en riesgo la salud y la vida de otros, y la de ellos mismos por consecuencia. Qué difícil entender esta actitud, el corazón duele. Pidámosle al Espíritu Santo que nos permite tenerlo presente en cada una de nuestras acciones, que siempre estén encaminadas al bien y que obremos honestamente.

“Mira el vacío del hombre si tú le faltas por dentro” Qué actual, qué viva se hace esta plegaria en nuestros días. No se trata de señalar, creo que también sucede en la experiencia de cada uno, quizás en menos proporciones, luchar contra algún pecado o defecto que está enraizado en nosotros.

  1. Porque si uno, no tiene al Espíritu Santo en su corazón, reinan otros espíritus o fuerzas que no son buenas;
  2. Por ejemplo, el egoísmo, la indiferencia, el espíritu de la codicia, y otros más que están presentes con tal fuerza en la sociedad, que se van impregnando en nuestro ser si no estamos atentos;

Te pido que llenes el vacío que hay en mi interior, que no permitas que me incline por el mal, que coopere o aconseje a otros a tomar malas decisiones. Que esta crisis me ayude a ver el vacío de mi corazón, de mis decisiones o de las acciones que he tomado a lo largo de mi vida y que han hecho sufrir a otros.

¡Quiero ser agradable a la mirada de Dios! 3. Espíritu Santo, que mi actuar sea reflejo de tu amor Durante este tiempo de pandemia hemos visto de todo. Nos hemos encontrado con personas que fabrican mascarillas fraudulentas, poniendo en riesgo la vida de los demás, de los médicos o del personal sanitario que está sirviendo y ayudando a otros.

Todo a cambio de un poco más de dinero, se lucran con productos adulterados. Me parece importante recalcar que sucede en todos los estratos sociales, porque el mal no solo infecta el corazón de un estrato social. Por eso, en algunos casos, hasta compañeros de institución infectados por el mal del pecado, están dispuestos a poner en riesgo a los demás.

Que mi actuar sea siempre un reflejo de tu amor. Regálame el don del consejo, para saber dirigirme a otros si veo que van por mal camino. Y el consejo de la sabiduría para siempre tenerte presente en mi diario vivir, en cada paso, en cada abrazo que doy, en cada palabra de aliento que le brindo a otros.

Ayúdame a ganarle la batalla al pecado Esto no nos escandaliza, porque sabemos que el mal y el pecado existen. Vivimos en una lucha constante, así que no temamos repetir esta oración al Espíritu Santo: « Ven Espíritu Santo… ¡Mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento!».

  1. Vemos y palpamos en carne propia, que cuando falta Dios, que es amor, el poder del egoísmo se torna más fuerte que la solidaridad;
  2. La indiferencia más fuerte que el comprender el sufrimiento del otro, la codicia más fuerte que el vivir humildemente, pero con dignidad;

Si no luchamos contra el pecado, crece y se hace fuerte, tan fuerte que ya no nos deja respirar otra cosa que frialdad, rencor, avaricia, odio etc. Que en esta crisis tú saques lo mejor de mí, para demostrarle a todos que con Dios todo es posible.

¿Cuáles son las 9 manifestaciones del Espíritu Santo?

Estos dones, extraídos de la Biblia son: Don de palabra de sabiduría; Don de palabra de ciencia; Don de fe; Don de sanidades; Don de hacer milagros; Don de profecía; Don de discernimiento de espí- ritus; Don de diversos géneros de lenguas; Don de interpretación de lenguas.

¿Quién es el Espíritu Santo?

El Espíritu Santo es el tercer miembro de la Trinidad. Es un personaje de espíritu, sin un cuerpo de carne y huesos. A menudo se le llama el Espíritu, el Santo Espíritu, el Espíritu de Dios, el Espíritu del Señor o el Consolador.

¿Dónde reside el Espíritu Santo?

Al hablar de una persona enseguida nos viene a la mente preguntar: ¿quién es?, ¿de dónde viene?, ¿cuál es su origen, su nacionalidad, su estirpe…? Pero al referirnos al Espíritu Santo, se nos rompen los moldes y tenemos que echar mano de la fe para trasladarnos a los planos divinos en donde lo incomprensible se estrella con nuestras limitaciones mentales y con la carencia datos históricos.

No obstante, el Espíritu Santo ha estado presente en el mundo y la vida, desde antes que todo lo creado y visible tomara forma. El primer verso de la Biblia afirma que el Espíritu Santo existía ya desde antes; y aún más, cuando todo era oscuridad y caos, ya el Espíritu de Dios se mecía  sobre las aguas.

(Gen 1,1) Por Él fueron creadas todas las cosas que podemos contemplar y es Él quien renueva la vida. ¿Quién es el Espíritu Santo? El Espíritu Santo es una de las tres personas de la Santísima Trinidad; y no es precisamente fácil hablar del Espíritu Santo, porque tampoco es sencillo hablar de la Santísima Trinidad, pues  nuestra mentalidad no logra abarcar a Dios en su totalidad, ya que el Espíritu Santo es el mismo espíritu de Dios, y el espíritu de Jesús que vive y actúa en su Iglesia y en el corazón de cada persona.

A Dios Padre lo identificamos como “creador”, a su Hijo Jesucristo como el “redentor”, y al Espíritu Santo como “santificador” ¿Dónde podemos encontrar al Espíritu Santo? Al Espíritu Santo no podemos verlo físicamente, pero sabemos por la fe que vive en lo más íntimo de cada uno.

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Ese espacio que unos llaman el corazón, el alma, el centro del ser… o cualquier otro nombre, es lo que constituye verdaderamente a la persona. Aunque bien sabemos que se no trata de un espacio físico, sino de lo que verdaderamente somos. Allí, en ese íntimo “yo”  percibimos con demasiada evidencia la acción de Dios que nos acompaña en toda la vida.

También lo vemos en las personas que manifiestan la presencia del espíritu de Dios desde las acciones que van desplegando día a día… ¿Cómo actúa el Espíritu Santo? Es el Espíritu Santo quien mueve los corazones hacia el bien, para que hagamos lo que es bueno.

Hay cosas incomprensibles para los seres humanos. No podemos explicarnos ciertos comportamientos generosos, de personas que se desprenden de lo suyo, o que se dedican en cuerpo y alma a hacer el bien a sus semejantes en forma desinteresada, ¿sólo por gusto?, ¿sólo por el placer de hacerlo? No.

Hay sacrificios verdaderamente heroicos, que proceden de una fuerza superior a la que dictan los instintos humanos, cosas que verdaderamente proceden de Dios y no los percibimos sino desde una óptica superior.

Personas que renuncian a sus bienes y que dejan su tierra para comunicar el Evangelio a sus semejantes, porque saben que en el Evangelio  están la salvación y la alegría para todos, tanto en esta vida como de la futura. Cuando nos llega de pronto la claridad para resolver un problema o encontramos el cómo solucionar algún asunto, o la forma de restablecer una amistad, reconciliándolos con alguna persona.

en estas y muchas otras ocasiones está la mano de Dios, haciéndonos saber que está con nosotros, que no nos olvida y que nos acompaña siempre con su Espíritu Santo. El Espíritu Santo fue la gran promesa de Jesús.

Las palabras de Jesús que son la mayor evidencia de que por su Espíritu, Dios sigue presente entre nosotros, Jesús promete el Espíritu Santo a la humanidad de todos los lugares y de todos los tiempos. (Jn 14, 16) Si nos detenemos a reflexionar un poco, nos damos cuenta de la enorme fuerza que tiene una promesa y de la influencia que ejerce en la vida de quien la recibe.

  1. Una promesa crea una expectativa y aviva la fe, la confianza y es altamente motivadora, ya que mueve a muchísimas acciones que sin ella no se llevarían a cabo;
  2. Por eso cuando Jesús promete al Espíritu Santo, estamos recibiendo el regalo divino más grande que todos los mundos y más extenso que todos los tiempos;

Las promesas de Dios superan con mucho a las promesas humanas, y podemos tener la certeza de que, si tenemos confianza y ponemos todo cuanto toca a nuestra parte, El no fallará. El don del Espíritu Santo El don del Espíritu Santo es Dios mismo, que se da a todos y cada uno de aquellos que están dispuestos a recibirle.

Es el mismo Cristo Jesús que vive y actúa desde el corazón de cada uno. El Espíritu Santo es un don del cual proceden muchos otros dones que se manifiestan en la vida, como: sabiduría, ciencia, inteligencia, fortaleza, piedad, capacidad de aconsejar y de escuchar consejos, y un sano temor de ofender a Dios.

¿Dónde vive ahora el Espíritu Santo? El Espíritu Santo vive en cada uno de los seres que habitan en el mundo, aunque no en todos de la misma manera. En algunos permanece marginado, olvidado, relegado a lo más ínfimo y muchas veces hasta oprimido por el mal que la persona permite entre en su corazón.

En otros tiene libertad de acción y da impulso para hacer lo bueno y caminar hacia lo mejor. Estas personas escuchan su voz y atienden a sus inspiraciones, porque siempre les sugiere actos de bondad, de perdón de tolerancia, de justicia y de paz.

Aunque a veces dejamos desperdiciar el precioso don de Dios, hay ocasiones en que creemos falsamente que estamos siguiendo los caminos del espíritu, cuando tan sólo seguimos nuestro egoísmo o nuestros intereses personales. Al Espíritu Santo no podemos verlo con los ojos del cuerpo, pero su presencia se siente muy viva en el corazón, si le dejamos espacio y ponemos atención para escuchar su voz, tan imperceptible como la gracia que constantemente comunica.

  1. Y claro, aun el don más gratuito lleva adherido un compromiso;
  2. Donde el Espíritu Santo vive, se empiezan a ver frutos de justicia, de esperanza, de alegría verdadera y de caridad ilimitada;
  3. ¿Cómo reconocer la presencia y la acción del Espíritu Santo? Es muy fácil reconocer a quienes viven en el Espíritu, porque los dones del Espíritu Santo se manifiestan en la vida como: sabiduría, ciencia, inteligencia, fortaleza, piedad, capacidad de aconsejar y un sano temor de ofender a Dios;

”  Y como también leemos en la Carta a los Gálatas: (5,22):”los frutos del Espíritu son amor, alegría, paz, tolerancia, confianza, generosidad, lealtad, sencillez, dominio de sí…”  Bien lo dice el Señor Jesús: “por sus frutos los conocerán” ¿Qué tenemos que hacer? El compromiso que nos implica  el Espíritu de Dios que recibimos en el Bautismo y de manera más explícita en la Confirmación, nos apremia a abrir el corazón y ser fieles a la Palabra que Jesús nos enseña desde su Evangelio.

Lo importante en este caso se da de parte nuestra, en la parte humana; es preciso que nos pongamos a considerar seriamente si también nosotros queremos vivir con Él y si estamos dispuestos a hacerle lugar en nuestra persona, en nuestra familia y en el propio corazón.

Nuestro Dios no es un Dios lejano, sino que vive con su pueblo, está en medio de nosotros y le gusta morar en los corazones. El Espíritu Santo en nuestro hoy Hoy es el tiempo del Espíritu, porque hoy más que nunca sentimos la necesidad de una presencia viva y fuerte que oriente nuestra vida por el camino seguro que nos conduzca a la verdadera realización de nuestro ser a la consecución de una meta sólida y definitiva.

El mismo que a través del tiempo ha venido actuando en tantas y diversas formas, generación tras generación, hoy por hoy no ha perdido fuerza ni actualidad y sigue animando y santificando a cuantos quieren dejarse guiar por sus impulsos y le permiten ejercer su acción renovadora en la vida propia, porque este Espíritu de Dios es para beneficio de cada persona que viene a este mundo.

El Espíritu Santo en nuestra propia vida La presencia viva está  allí, el Señor Jesús lo prometió y Él no falla; el Espíritu Santo está siempre a nuestro lado, nos guía, nos acompaña, nos inspira y nos explica todas las cosas que necesitamos para desterrar de nuestra vida el miedo, la incertidumbre, los temores.

y para darnos seguridad, fortaleza, claridad de mente y buenos deseos. Conclusión Terminamos con las palabras de san Pablo tomadas de la carta a los romanos: capítulo 15, verso 13: “El Dios de la esperanza os colme  de todo gozo y paz en la fe, hasta rebosar  de esperanza por la fuerza del Espíritu  Santo.

”    ORACIÓN Señor Dios, Tú has querido hacerte presente en el mundo y la vida por medio de Jesucristo y del Espíritu Santo. Te damos gracias por tan insigne don. Te pedimos perdón porque a veces creemos más en brujas, en duendes, en fantasías, que en ese espíritu divino que vive en lo más íntimo de nuestro corazón, que nos llena de gracia y de alegría y nos enseña con certeza lo que es verdadero, bueno, noble y santo.